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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá“La presunción de que el magnate era una anomalía en la política norteamericana fue barrida de cuajo por una marea roja”. (Peter Baker, The New York Times)
El sinceramiento más crudo sobre la debacle demócrata que he leído. ¡Lapidario!
La mayoría de los analistas coinciden en que la causa principal de la aplastante victoria de Trump fue la retracción de la economía; pero también concuerdan en que la otra gran razón fue cultural y consistió en el rechazo del norteamericano medio a una cultura hegemónica que quisieron imponerle las élites intelectuales urbanas y minorías “intensas” y que para sus fines contaron con el apoyo de vastos sectores de la prensa “progre”. Esa cultura woke menospreció a ese ciudadano, pretendió representar lo “políticamente correcto”, pero resultó extraña al pensamiento, al sentir y a los valores tradicionales de la sociedad
Uruguay, al igual que muchos países latinoamericanos y europeos no fue ajeno a un proceso cultural similar. En nuestro país aún prevalece una cultura impuesta por la izquierda hace décadas, que también penetró en buena parte del periodismo y de la academia, pero el uruguayo medio también comenzó a rechazarla
Hoy un sector mayoritario de los uruguayos ya no tolera la autoproclamada “superioridad moral e intelectual” de la izquierda con sus valores hegemónicos y su accionar: su prepotencia sindical, su influencia sobre la prensa y los periodistas militantes, su hegemonía entre los académicos con sus análisis siempre interesados, su adoctrinamiento en las aulas por parte de docentes militantes ni sus insultantes e hirientes humoradas carnavaleras ni su lucha de clases… y podríamos seguir.
Pero hace unos años, esos uruguayos comenzaron a expresar su rechazo a este avasallamiento cultural a través de las urnas. Las últimas seis elecciones de carácter nacional que hubo en el país desde junio 2019 a la fecha,* todas las perdió la izquierda y las ganó la coalición republicana (CR). No es poca cosa. Implica un cambio importante, pero de esto nadie habla. Raro, ¿no?
Tenemos un excelente gobierno liderado por un gran presidente, que cuenta con más del 50% de apoyo y que a pesar de las dificultades entregará un país mucho mejor del que teníamos en 2019, y donde la economía no ha dejado de crecer luego de la pandemia. Entonces no hay razón valedera para que se interrumpa este proceso y que el 24 de noviembre no gane nuevamente la CR por séptima vez consecutiva, y así seguir consolidando este cambio cultural. Convenzámonos, hoy el Uruguay definitivamente es otro. Hagamos que continúe
* Junio de 2019, elecciones internas; octubre de 2019, elecciones nacionales; noviembre de 2019, balotaje; marzo de 2022, plebiscito sobre la LUC; junio de 2024, elecciones internas; octubre de 2024, elecciones nacionales.
Ing. Qco. Gualberto Mato