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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáQuiero dedicar unas líneas a recordar en pocas palabras lo que muchos de ustedes pueden ya haber olvidado ante tantos avatares a lo largo del tiempo. Y especialmente dirigidas a los más jóvenes, que escuchan la historia muchas veces deformada.
La guerra interna en los años 60 y 70 comenzó de manos de unos terroristas llamados Tupamaros, que desconformes con la situación política en ese entonces se alzaron en armas sembrando el terror entre la población civil con sus atentados y secuestros inhumanos. Para controlar esta situación que se había desbordado, el Parlamento nacional votó el estado de guerra interno, otorgando a las Fuerzas Armadas la misión de derrotar a los guerrilleros y así poner orden al caos sangriento creado por ellos.
Las Fuerzas Armadas debieron combatir contra ellos con el mismo nivel de agresividad que los Tupamaros utilizaban, para cumplir con la misión recibida. Instalada la guerra, hubo excesos y violación de los derechos humanos de ambas partes, lo que reprobamos .
Finalmente, los Tupamaros fueron derrotados. El pueblo oriental estaba feliz, eufórico y agradecido.
Con el paso de los años los Tupamaros presos fueron amnistiados. Sin embargo, respecto a los militares y policías presos por ser acusados de haber incurrido en violación a los derechos humanos, se llevó a consideración del pueblo en dos oportunidades (referéndum y plebiscito), y el pueblo, demostrando aún su reconocimiento a la actuación de estos, se manifestó a favor de que los militares y los policías debían ser igualmente perdonados.
Sin embargo, la voluntad de la población manifestada en esas dos ocasiones fue desoída por conveniencia del gobierno frenteamplista, que decidió, al mejor estilo de una dictadura, desoírla y burlarla.
Qué ironía. Hoy están libres los agresores y gozando de pensiones y beneficios hereditarios y están privados de libertad y en muchos casos acusados sin pruebas o con pruebas falsas militares y policías octogenarios implicados en la guerra de aquellos años.
Doble injusticia, no merecen estar presos, ya que lucharon en cumplimiento del deber para encauzar la República amenazada, y no deben estar presos porque el pueblo soberano así lo determinó en dos oportunidades.
No olvidemos la verdadera historia y difundámosla entre quienes nos rodean para que la verdad triunfe sobre la mentira.
Ana Lena