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    ¿Qué sentido tiene la Constitución?

    POR

    Sr. Director:

    La pregunta viene a cuento en estos días a raíz del intento del FAPIT de meter en la Constitución algunos temas. No es la primera vez que eso ocurre en nuestro país, lo cual hace todavía más necesario meditar un poco la cosa. El punto no es si lo que se quiere meter en la Constitución es bueno o, como en este caso, horrible. El punto es si son materias de naturaleza constitucional o no. ¿Existe algo que pueda definirse como de naturaleza constitucional? Sí. Quizás no sea una naturaleza que pueda precisarse matemáticamente, pero sí.

    Para entrar a desmadejar la cosa, vale la pena volver a la pregunta del título: ¿qué es una Constitución? ¿Para qué sirve? La respuesta a esta pregunta determinará si los temas de la papeleta sobre la seguridad social son de naturaleza tal como para ameritar ser consagrados en la Constitución o si, por el contrario, ello sería una aberración (y no solo jurídica).

    Una constitución escrita es la respuesta de una nación a la necesidad de contar con aquellas normas básicas para constituir, formalizar, organizar la vida en sociedad. El Reino Unido es la excepción (parcial) a la regla, sosteniendo que no precisa una constitución orgánica y articulada, pero el grueso de las sociedades organizadas como nación (al menos las democráticas) optaron por decantar sus reglas básicas por escrito. ¿Por qué? Quizás porque querían que fueran claras y entendibles. Quizás también porque buscaban que las instituciones y los valores no fueran cambiados en el futuro (la mayoría de las constituciones son hijas de turbulencias históricas). Pero, sobre todo, porque quienes redactaron o aceptaron primigeniamente una Constitución estaban convencidos de que ella reflejaba la realidad. Ideal pero real.

    Entonces, volviendo al caso concreto de nuestra realidad, más allá del contenido de la papeleta, hay que rechazar el hecho de que se quiera usar el acuerdo básico de convivencia de la nación para proteger intereses personales o sectoriales. Como dije, no es la primera vez que nuestra Constitución, en vez de ser vista (respetada) como el contrato básico, sagrado, se ha ido convirtiendo en un cajón de sastre y por ese camino ha ido perdiendo su sentido y su jerarquía.

    Nuestra Constitución fue concebida originalmente como la expresión de un orden natural, su sentido era recoger una realidad y expresarla claramente. Hoy es una suerte de carta a los Reyes Magos. Eso es particularmente grave en una sociedad que ha ido perdiendo valores y que navega en el positivismo y el emotivismo, sin parámetros objetivos de moral y derecho que sean compartidos, con lo cual, el único pegamento que le va quedando es la Constitución.

    Si se la usa no para zanjar las discrepancias de fondo, sino para adelantar intereses sectoriales, esa base se irá (se está) erosionando. La Constitución se convierte en la concubina de las mayorías.

    Ignacio De Posadas