La avidez del ser humano por la información se remonta a tiempos ancestrales.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáNos imaginamos a un par de neandertales volviendo a la gruta con un cuarto de mamut a cuestas, y a un grupo de cavernícolas rodeándolos para saber las noticias.
“Cazamos uno, pero Grump y Troc la quedaron en la batalla. El bicho era tremendo”. Y así la gente se enteró de lo que había pasado.
Haciendo unos saltos siderales por encima de los bufones, los versolaris y los payadores, siempre hubo semejantes que contaban lo que había pasado en la región y en el pueblo, daban noticias de lo que había pasado y, a veces, de lo que creían que iba a pasar, y no solían errarle por mucho.
Muchos siglos después, los que penamos canas (y algunos ni eso) íbamos de las manos de nuestros padres, tíos o abuelos al cine Ariel, ahí en 18 entre Ejido y Yaguarón, a ver las últimas de Mickey y de Los Tres Chiflados, y nos intercalaban una maravilla que se llamaba Uruguay al Día, en la que un sobreactuado locutor nos mostraba las maravillas cotidianas del Uruguay de los 50 y los 60, en las que se inauguraban puentes sobre distantes arroyos, hospitales en los más remotos rincones de la patria, algún desfile de uniformados soldados en una fecha patria, o los goles de Atilio García o de Juan Antonio Schiaffino en algún clásico.
Después vinieron la radio y la tele, y las cosas cambiaron.
En la radio el cambio no fue tan notorio (ya había informativos radiales desde hacía mucho tiempo), pero las imágenes pasaron a la intimidad del hogar, y el informativo, el noticiero, como se le quiera llamar, cobró otra importancia y personalidad. Cada canal tenía el suyo, y se sacaban chispas.
Numerosos locutores de ambos sexos marcaron sus personalidades y sus estilos, y la audiencia se segmentó por la “hinchada”, que generaban aquellos maravillosos personajes. Me surgen a borbotones sus nombres y sus looks, y me abstengo de mencionarlos a texto expreso, no tanto para no omitir a ninguno, sino para despertar, en la memoria de cada lector, las imágenes de aquellos inolvidables personajes que llegaron a ser parte de nuestras vidas.
Las estructuras de los informativos eran más o menos las mismas.
Arrancaban con una visión general del panorama informativo, marcando capítulos a desarrollar, como noticias del gobierno, industria y economía, producción, turismo, deportes, en fin, temas variados de interés general.
La primera parte siempre mostraba algún ministro o jerarca cortando las cintas de la inauguración de una policlínica en el barrio tal. Luego vendrían unas pujantes grúas cargando cereales rumbo a lejanas tierras, más tarde veríamos los preparativos para una exitosa temporada turística en Punta del Este, con el fondo de alguna sirena con una ceñida malla a medio muslo, seguida por un galán con un Janssen de aquellos, con peto y tiradores.
Por fin, una breve síntesis de un empate entre Central y Defensor, con un cero a cero para el olvido.
Pero el tiempo ha jugado duro con los informativos y les ha agregado un común denominador que no deja de preocuparnos.
La cosa ahora funciona así.
Al salir de la inauguración del centro de ASSE del barrio tal, el director de la unidad tuvo que retirarse en taxímetro, ya que la ambulancia en la que había venido fue hurtada a punta de pistola por desconocidos, que desaparecieron del lugar. No obstante, los vecinos habían llamado a la policía en el momento del atraco, pero las pocas unidades disponibles se encontraban entonces a corta distancia, en medio de un tiroteo entre bandas enemigas presuntamente vinculadas al narcotráfico. Este trágico episodio, que se cobró la vida de dos de los jóvenes presentes, era parte del festejo de la inauguración del club deportivo La Barriada Popular, que estrenaba su cancha contra el Club Somomuchomáquedó, también sito en las inmediaciones. Lo que empezó como una fiesta deportiva degeneró en un terrible tiroteo, fruto de la rivalidad entre las dos barriadas.
Cuando las cosas medianamente se habían calmado, nuestro noticiero estaba cubriendo la inauguración de la textil La Piola Triste, ubicada en las proximidades de la Unidad 40, con la presencia de la ministra de Industria y un representante de la Cámara de Industrias. Al momento de cortar la cinta, irrumpieron en escena unos treinta seres encapuchados que dispararon sobre los asistentes, los que salvaron la vida tirándose al suelo. Los delincuentes cargaron la materia prima almacenada en la nueva textil, huyendo en varias camionetas y procediendo a prender fuego a la nueva planta. La tragedia se produjo cuando una de las camionetas, cargadas con telas y máquinas, chocó contra el carro de bomberos que venía a apagar el fuego, con tan mala suerte que además embistió un ómnibus escolar, que venía en sentido contrario, resultando lesionados varios pequeños. El personal docente de la escuela, a la que asistían los niños siniestrados, declaró paro por tiempo indeterminado, “hasta tanto no se asegure que los militares del fuego (aludía a los bomberos) dejen de agredir a pequeños indefensos que se dirigen pacíficamente a sus hogares”.
Los dos policías, que se encontraban de servicio en la esquina del accidente, tuvieron que dedicarse a asistir a los heridos, abandonando la tarea que venían desempeñando, al haber intentado frustrar el hurto a la joyería sita en la esquina del lugar del siniestro. Los ladrones finalmente huyeron con el botín, ya que nadie pudo detenerlos, dejando un destrozo de vidrios rotos en la calle. Los vecinos, mientras tanto, se ocupaban de la dueña de la joyería, la que se encontraba en shock.
Por fin, informamos que el partido entre el club Parton Truchex y Deportivo La Tachuela de la cuarta división terminó con incidentes menores, registrándose solamente dos muertos y seis heridos, todos los cuales se encuentran fuera de peligro.
En fin, un informativo completo que pasó por gubernamentales, industriales, sanitarias, deportivas y sociales, sin dejar de cubrir nada.
Tarea cumplida.