El proceso de recambio que se está produciendo en el mundo político no es diferente al que ocurre en otros sectores de la sociedad, y no solo en nuestro país, sino en el mundo entero.
El proceso de recambio que se está produciendo en el mundo político no es diferente al que ocurre en otros sectores de la sociedad, y no solo en nuestro país, sino en el mundo entero.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSin ir muy lejos en la historia (digamos, sin necesidad de llegar a Alejandro Magno, Ricardo Corazón de León o Cristóbal Colón), es notorio el proceso de sustitución y renovación que se está dando por los cuatro confines del planeta.
Más recientemente, hubo un tiempo de líderes políticos internacionales que descollaban por su propio peso, que podía ser bueno o malo. No emito juicios de valor, sino que menciono nombres. De Gaulle, Adenauer, Mao, Churchill, Roosevelt, Franco, Mandela.
Más o menos por esos tiempos, en Hollywood había estrellas indiscutidas, que sobresalían por encima del celuloide de sus colegas. Cary Grant, Greta Garbo, Rock Hudson, Rita Hayworth, Laurence Olivier, Ingrid Bergman. Ahora, mirás las letritas al final de las series de Netflix y salen los nombres de unos actores totalmente ignotos, con alguna rara excepción, como Meryl Streep o Helen Mirren, pero la verdad, a la mayoría solo los nombran en sus casas, y a la hora de comer.
Con la política vernácula viene pasando algo parecido, sobre todo en el campo de la actualmente llamada “oposición”, o sea, las fuerzas que representan la izquierda local.
Desaparecida la presencia (por las razones que sean) de personajes de la talla de Tabaré Vázquez, José Mujica, Danilo Astori, las listas parecen flacas, desprovistas de las atracciones de otrora, los candidatos carecen de imagen, carisma, atractivo.
Entonces, ha aparecido una nueva técnica para integrar las listas de las inminentemente próximas elecciones: vamos a buscar figuras conocidas por otras razones, por ejemplo (y, sobre todo, por su presencia en el imaginario colectivo), las que aparecen en la prensa, ante el gran público, en una palabra, las que ya tenemos impregnadas en la retina por la repetición y la rutina.
Así fue que apareció primero el periodista Martín Lees, que, tras su alejamiento del canal 10, se sumó al equipo del candidato Yamandú Orsi. No demasiado tiempo después, la titular de Subrayado durante 34 años, la profesora Blanca Rodríguez, a sugerencia del dúo Mujica–Topolansky, decidió abandonar la pantalla y dedicarse a la política, en la que participará como candidata al Senado, donde la tendremos desde marzo del año que viene en una banca frente a la Cámara de Senadores, en vez de en un sillón frente a la cámara filmadora. Pocos días después Iliana da Silva (para que el 12 no fuera menos que el 10) se integró a la campaña del Frente Amplio con vistas al acto electoral.
Un poco más adelante, y de manera un poco más sorpresiva, la que se integra a la plancha de candidatos frentistas es la actriz y bailarina Yessy López (a quien Wikipedia define como “vedette, tatuadora, artista y comunicadora”), quien encabezará la lista 906 como candidata a diputada, por la agrupación que lidera el señor Gustavo Torena, también conocido, entre otras razones, como el Pato Celeste, y por otras razones también, que no vienen al caso en este momento.
En sus primeras declaraciones a la prensa, tras su postulación y presentación en la Huella de Seregni, Yessy López arrancó diciendo, más o menos textualmente, “yo no sé nada de política”, afirmación que no sorprende, habida cuenta de la cantidad de colegas que Yessy va a tener en el Parlamento que padecen del mismo síndrome. Al menos fue sincera. Hay muchos de sus futuros colegas que tampoco saben nada de política y que, sin embargo, discuten, proponen y hasta votan leyes, y a nadie se le mueve un pelo de preocupación.
En tiendas oficialistas cunde una gran preocupación, ya que, desde hace semanas, andan buscando algún personaje de la prensa, la farándula o de la opinión pública que quiera unirse a las filas coalicionistas, y está difícil para conseguir alguno.
Lo más cerca que han andado en el oficialismo es la integración del Dr. Ojeda y sus ejercicios de musculatura confesional, en los que une las pesas con los detalles de su horóscopo, y la barra fija con los orígenes de su barrio, todo en medio de una sudoración muy auspiciosa. Como espectáculo ha tenido un razonable éxito, pero los conductores de la coalición entienden que no es suficiente, y que se precisa algún golpe de efecto, como el de Blanca, o el de Yessy, para ejemplificar.
Se sabe que hay gestiones para intentar concederles la nacionalidad oriental a Susana Giménez y a Tinelli, integrándolos a las listas del Partido Nacional, y al Papa Francisco, que parece que tiene nacionalidad universal, para que integre las listas del Partido Independiente, para que Pablo Mieres pueda pasar del 1% al 2% o al 3% de los votos en las encuestas que le resultan tan esquivas. Y los hay —créanme— que proponen traerlo a Guillermo Francella de portero y encargado de la Torre Ejecutiva, asegurando que tenía un abuelo uruguayo, y que está tramitando la cédula de identidad. Es una fija que con Francella trabajando en la Plaza Independencia, la coalición va a conquistar un montón de votos, de esos que van a ser cruciales cuando en la oposición estén contando los que van a arrimar Blanca, Iliana y Yessy, y todos los integrantes de la comparsa que ella anima anualmente, y que sin duda votarán para tenerla a ella en la Cámara de Diputados.
Parece que hubo sondeos para arrimarlo al Nacho Álvarez a las filas del Herrerismo, para lo cual dijo que asumiría con gusto, pero que a la vez advirtió que si él se integra, deberá respetarse a rajatabla su determinación que, actúe donde actúe, después “todo se sabe”, cosa que no habría entusiasmado demasiado a los dirigentes del sector.
Como sea, habrá que resignarse a que la izquierda siga reclutando figuras de notoriedad, y la coalición jugando con los que haya, que al fin de cuentas, fue el primer Jefe de los Orientales el que dijo que “cuando no tenga soldados, pelearé con perros cimarrones”.
Y cuando no tengas artistas, bailarinas, tatuadoras, locutoras o periodistas, metele para adelante con tus soldados de siempre.
Capaz que igual ganás la batalla…