“Hay algo más fuerte que todos los ejércitos del mundo y eso es una idea cuyo momento ha llegado”.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáVíctor Hugo.
El liberalismo es un conjunto de ideas que promovió las reformas que llevaron al fuerte crecimiento de la economía mundial en términos de población y niveles de ingreso y consumo. Se dio en el marco de la Pax Britannica (1815-1914) y duró desde la derogación de las Leyes de Granos en Inglaterra en 1846 hasta la década de 1870.
A partir de la creación del estado de bienestar en la Alemania de Otto von Bismarck (circa 1870), luego de la desaparición física de los principales pensadores liberales de entonces, con el renacimiento del colonialismo y su secuela de proteccionismo y tensiones geopolíticas, el liberalismo dio paso al estatismo.
El siglo XX fue el siglo del estatismo. El evento crucial fue la Primera Guerra Mundial. La guerra provoca una revolución socialista en una de las potencias de la época; la partición del Imperio austrohúngaro y del Imperio otomano, cuyas consecuencias se sienten aún hoy en Europa y en el Medio Oriente; la adopción generalizada del estado de bienestar (Uruguay es uno de los pioneros en su adopción); la destrucción del sistema monetario, con su secuela de inflación y endeudamiento público extremo. Además, como consecuencia de las reparaciones impuestas a los perdedores de la guerra, se sembró la semilla de la Segunda Guerra Mundial. Entre guerras, aparecen las corrientes fascistas que tienen su apogeo en la década de 1930.
La salida de la Segunda Guerra Mundial, liderada por Estados Unidos, fue una etapa de alto gasto público financiado con altos impuestos, mientras se arrastraba una pesada deuda contraída durante la guerra. Se recurrió a la inflación junto con una gran cantidad de controles y regulaciones para reprimir los efectos de ese aumento de precios y poder reducir el valor real de la deuda pública. El sistema monetario internacional, establecido en Bretton Woods en 1944, estaba basado en la moneda de Estados Unidos como moneda de reserva y única convertible en oro. Los demás Estados establecían tipos de cambio fijos respecto al dólar y el Fondo Monetario Internacional los asistía en caso de dificultades transitorias de balanza de pagos. Los gastos militares en Estados Unidos no volvieron a valores de tiempos de paz por la Guerra Fría con la Unión Soviética en sus distintos escenarios. Es por ello, y por los programas sociales del presidente Lyndon Johnson, que la situación fiscal de los Estados Unidos se vuelve delicada y, ante la pérdida de reservas de oro, Richard Nixon, en agosto de 1971, termina con el sistema de Bretton Woods y con la convertibilidad del dólar en oro.
En ese contexto internacional, en 1972 los fundadores de Búsqueda decían a sus lectores que buscaban una nueva doctrina económico-social para Uruguay. Su experiencia como adultos, además del contexto internacional descrito, incluía el siguiente contexto local: una economía estancada, comercio internacional estancado, un Estado grande en términos de gasto sobre el PBI (superior al de la mayoría de los países subdesarrollados e incluso mayor que el de algunos países desarrollados), un tesoro nacional con problemas de acceso al financiamiento y un Banco Central con problemas de balanza de pagos y alta inflación; un marco legal con enorme cantidad de leyes y regulaciones, incluyendo controles de cambio, de precios y salarios; una situación laboral caracterizada por conflictos entre trabajadores y empleadores y la aparición de la guerrilla.
Ante este panorama, la nueva doctrina económico-social que proponían no podía tener otros componentes que estos: una nueva idea de Estado menos invasor de la esfera de libertad del individuo, más compacto y eficaz; cambiar el paternalismo del Estado uruguayo por un concentrado en sus funciones básicas; una reducción de la carga fiscal a niveles comparables con los de los países de similar grado de desarrollo; una moneda sana que erradique la inflación; la apertura de la economía a la competencia internacional y a la inversión internacional, y una reforma de la enseñanza para adaptarla a una economía más abierta y competitiva.
Al finalizar el primer cuarto del siglo XXI, los modelos estatistas del siglo XX, en sus distintas variantes, parecen estar en crisis a juzgar por la inflación, los altos niveles de endeudamiento y el descontento de buena parte de la población que se manifiesta en fuertes divisiones políticas. ¿Estaremos ante un renacer del liberalismo con la aparición de propuestas que buscan mayor libertad para los ciudadanos y menos Estado, algunas hasta pidiendo su eventual desaparición? ¿Será que ha llegado nuevamente el momento de las ideas liberales?
El Estado uruguayo sigue siendo muy grande y no cumple adecuadamente las funciones básicas. La existencia de un alto número de ciudadanos uruguayos sin trabajo formal, que viven con necesidades insatisfechas y expuestos a la inseguridad, es el mejor indicador de fracaso del modelo actual. El gasto público total no debería superar el 25% del PBI. Luego de alcanzar esa meta, quienes somos más radicales podremos seguir proponiendo más reformas, pero seguramente los lectores estarán de acuerdo en que la tarea de llevar el gasto público a ese objetivo es una tarea enorme.
El menor gasto público permitiría reducir la excesiva carga fiscal y el endeudamiento que condena a los futuros ciudadanos contribuyentes. Mucho queda por decir también respecto al sistema monetario que puede elegir Uruguay. Basta plantear que, al 5% anual de aumento del Índice de Precios al Consumo, el nivel de precios se duplica cada 14 años. El nuevo factor, ausente en los setenta, es el endeudamiento público, que también nos ocupará. La apertura comercial sigue siendo muy baja para un país de nuestro tamaño y también será objeto de nuestro análisis.
Seguiremos buscando y escribiendo sobre una sociedad con más libertad y menos Estado.