• Cotizaciones
    sábado 23 de agosto de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    No perdamos el norte

    No me niego a cambiar las palabras ni me aferro a las que usé toda la vida, (…) pero confieso que soy reticente frente a los inventos administrativos dictados por asociaciones u oficinas públicas o academias que sospecho sumidas en un jolgorio buenista que a menudo no comparto

    Columnista de Búsqueda

    El domingo pasado se celebró en Uruguay el antiguo Día del Niño, actual Día de la Niñez. Y en Argentina, en esa misma fecha, fue el Día de las Niñeces o el Día de las Infancias.

    Confieso que ando un poco perdida entre tantos “niños”, “niños y niñas”, “niñez” o “niñeces”, “infancia” o “infancias”, tengo la sensación de estar frente a algo que no logro decodificar, y lo atribuyo a falta de información. Por lo que sé se dejó de lado el viejo Día del Niño y empezamos a llamarlo Día de la Niñez, que aunque estrictamente no sería un equivalente cumple con el cometido de darle un carácter general y amplio, para evitar el molesto desdoblamiento de “niñas y niños”. Hasta ahí no me parecía nada mal, y hasta pensé que matábamos dos pájaros de un tiro: por un lado incluíamos a las niñas y por el otro evitábamos la pesada y machacona repetición (señoras y señores, niñas y niños), que, reconozcámoslo, parece más eficaz generando memes que incluyendo a los excluidos.

    Pero hete aquí que para algunos no bastó con sustituir Niños por Niñez, sino que era necesario llegar a Niñeces. Leo y transcribo una de las explicaciones: “En tanto no existe ‘una’ niñez sino múltiples y plurales formas y experiencias de vida infantil, más que hablar de niñez deberíamos hablar de niñeces”. Caramba, me confundieron, hubiera jurado que el singular ya era bastante plural. Pero parece que no, que pluralizando se visibilizaría lo oculto, dicen, en una posición bastante extrema y difícil de probar.

    Si se dice “niño”, se habla de una persona, pero niñez (como adultez o vejez) refiere a una etapa del desarrollo de la vida humana y, me parece, hablar de una etapa o de una edad no borra a nadie porque a nadie alude en particular. Pero tal vez ese no sea el argumento de mayor peso: lo peor es que niñeces suena tirado de los pelos, a invento de laboratorio de universidad woke. Esos artificios han llevado a la lengua a una deriva extrema que, deberían saberlo quienes intentan imponerlos, transforman una reivindicación legítima en un tema de bromas, en un público hazmerreír.

    No me como la pastilla de que la lengua es inocente o aséptica, es una convención social, un acuerdo tácito, mutante. En los recovecos de las letras que forman las palabras se esconden, se escondieron siempre los prejuicios, los estereotipos, las inequidades. El lenguaje se construye y construye, y merece destacarse que en el Uruguay de hoy ya no se tolere el insulto referido a un color de piel o a una opción sexual, como acabamos de ver en el Senado. Hace 20 años el episodio hubiera pasado sin pena ni gloria, y el cambio se lo debemos a quienes trabajaron en formar conciencia del machismo y de la violencia que hay en las palabras. El problema aparece cuando se hiperboliza y se echa mano de piruetas lingüísticas que la gente percibe inanes, cuando se quieren forzar los cambios desde un parnaso intelectual o administrativo, cuando se plantean excesos del lenguaje que terminan en la ridiculización de un tema importante.

    No niego que trabajar sobre la dimensión de lo simbólico influya sobre la realidad, y ahí está como prueba el caso que citaba: el insulto que echa mano de una opción sexual y que ya no se admite.

    No me niego a cambiar las palabras ni me aferro a las que usé toda la vida. Me gusta incorporar neologismos que vienen de la calle, de la tele, de otras lenguas (las que nos trajeron los venezolanos, sin ir más lejos), de los libros que leo. Pero confieso que soy reticente frente a los inventos administrativos dictados por asociaciones u oficinas públicas o academias que sospecho sumidas en un jolgorio buenista que a menudo no comparto.

    Uruguay es un país donde uno de cada tres niños es pobre. La brecha social instalada en la infancia es real y, para trabajar en cerrarla, cómo no, se necesita visibilizar y desactivar muchos prejuicios. Pero, cuidado, no hay que confundir lo importante con lo urgente. Las cifras de pobreza en la infancia marcan prioridades: garantizar una alimentación adecuada, una atención sanitaria eficiente, el acceso a educación de calidad y a una vivienda digna, ofrecer a la niñez una vida libre de abusos y de violencia. No perdamos el norte, que para luego es tarde.