Firma como Maru, en vez de María Eugenia. ¿No le gusta su nombre?
Edad: 47 Ocupación: Directora nacional de Cultura Señas particulares: es sobrina del fallecido director de teatro Héctor Manuel Vidal; tiene un perro labrador que se llama Pollock; hizo danza contemporánea; salió en una comparsa y es profesora de solfeo
Firma como Maru, en vez de María Eugenia. ¿No le gusta su nombre?
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáMe gusta mucho mi nombre. Sucede que en algún momento de mi juventud adopté de alguna forma el Maru y así fue como empecé a entablar relaciones en el medio artístico-cultural. Entonces, para mantener eso es que he seguido con el Maru.
¿Cuándo y cómo empezó su pasión por el arte y la cultura?
Desde chica siempre me gustó la lectura y también el teatro. Tengo un recuerdo supervívido de ver La boda, que fue una obra que dirigió mi tío Héctor Manuel Vidal. Yo tenía ocho años, aproximadamente. Creo que ahí arrancó mi fascinación por el teatro. Recuerdo otras obras, también icónicas, que me marcaron, como Rompiendo códigos, que también dirigió mi tío; En honor al mérito, de Margarita Musto; Caníbales, dirigida por el Coco (Rivero); Las nenas de Pepe. Tendría que nombrar un montón. Pero sí, siempre me gustó mucho el teatro y leer literatura. Enseguida que terminé el liceo me anoté para hacer la Licenciatura en Letras en la Facultad de Humanidades, pero no la terminé. Después hice Gestión Cultural y Museología.
¿En su casa se fomentaba la vida cultural?
Creo que nació más de mí. Mi padre era de leer y en algún momento de su vida escribió sobre deportes en El Popular. Mi madre era profesora de Química, ahora está jubilada. En mi casa siempre estuvo presente la lectura y la música. Pero si bien hay cosas que te pueden fomentar, también hay cosas que vienen con una.
Le gusta mucho la literatura uruguaya. ¿Tiene algún autor preferido?
Me gusta leer en general. Ahora como directora nacional de Cultura se agrega, además, la responsabilidad de estar atenta a la literatura nacional. Me gustan muchos y dado el rol prefiero no tirar nombres porque no estaría bien.
¿Qué tipo de música le gusta?
Me gusta mucho la música indie: Two Door Cinema Club, Spoon, Beirut. También escucho a Buenos Muchachos. Era mucho de ir a La Trastienda. Pero como tengo dos hijos adolescentes, más allá de mis gustos musicales, hay mucho reguetón puertorriqueño en casa. Demasiado, diría yo.
¿Toca algún instrumento?
Soy profesora de Solfeo. Además, hice piano durante muchos años; hice hasta sexto de piano. Me acuerdo de los exámenes en el Ateneo, que mi profesora se enojaba porque yo tocaba de memoria y no miraba las partituras y si me perdía, bueno… En una época tuve un piano, pero ya hace muchos años que no tengo contacto con un instrumento. Más que una escala no creo que me salga. También me gusta mucho bailar. Hice danza contemporánea durante muchos años en La Pista, un espacio que llevaban adelante Carolina Besuievsky, Florencia Martinelli y Mariana de Paula. De hecho, de ahí arranqué a hacer un poco de producción y gestión. También salí en una comparsa en un momento de mi vida
Es muy compañera de sus hijos. ¿Cuál es el secreto cuando son adolescentes?
El secreto son las prioridades. Darse tiempo y trancar en agenda las cuestiones que son importantes a nivel personal. De todas maneras, ellos ya tienen 13 y 15 años y cada vez van ganando más libertad. Lo que nos toca es acompañarlos y aprender a soltar, porque es normal en el desarrollo de ellos.
¿Qué actividad le gusta compartir con ellos?
Me gusta acompañarlos al fútbol. El chico juega en Séptima de Miramar Misiones, en Juveniles. Y el de 15 juega en la Liga Universitaria, en Estrella del Sur. Siempre que puedo los acompaño. Durante años fue una dedicación importante: el acompañamiento a las prácticas, los partidos, baby fútbol, las captativas. Ahora se mueven bastante solos, pero hace dos o tres años era muy demandante. Implica mucho tiempo y casi la anulación de los fines de semana, porque a veces uno jugaba los sábados y el otro los domingos.
Cocina muchas cosas ricas para ellos. ¿Disfruta de la cocina?
No, pero la cocina es una necesidad por un tema económico y también por un tema de salud. Ellos comen bastante. Para evitar ultraprocesados trato de hacer una vez por semana alguna torta, galletitas de avena o de chocolate, muffins de banana. Duran un par de días, no muchos, pero trato de que coman sano. Además, siempre trato de tener algo en el freezer, porque ellos llegan del liceo y enseguida se van a práctica. Vivimos los tres juntos, entonces tengo que encarar. Los fines de semana trabajo cocinando y yendo a la feria.
Y para desenchufar los fines de semana, ¿qué hace?
Salgo con amigas: vamos al cine, salimos a charlar, a tomar algo. Ahora, por ejemplo, en Turismo, que estuve en Montevideo, fui varias veces al Festival de Cinemateca y vi varias películas.
Si le dieran la oportunidad de cenar con alguien y charlar largo y tendido, ¿a quién elegiría?
A mi padre, que hace muchos años que no lo tengo conmigo.
¿En qué cosas considera que se parece a su madre?
Me parezco en algunos gestos y también en la forma de encarar ciertas cosas. Nos gusta comentar noticias, la comida casera y hacer listas de cosas pendientes, de gastos, de compras.
¿Cuál es la mayor enseñanza que aprendió de su madre?
Me cuesta pensar en una sola enseñanza, pero algo que siempre está presente es la importancia y la atención a todo lo que tiene que ver con el estudio y con el esfuerzo. Es algo por lo que hoy se sigue preocupando e inculca a sus nietos.