“Cuando fue presidente le adaptaron una tablet con seis aplicaciones básicas. Estuvo medio día con ella y no la aguantó más. No era para él. Toda la comunicación con él era intermediada”, dice el historiador.
Para el doctor en Ciencia Política Antonio Cardarello, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Udelar), hay dos elementos que hicieron que Mujica se convirtiera en el ícono que es. Uno de ellos apunta sobre todo a los uruguayos y a los uruguayos interesados en la política: “Representa el pasaje de un guerrillero sesentista, de esos que creían en la Revolución cubana y las utopías revolucionarias, a transformarse en un líder democrático capaz de llegar al poder por vías electorales. Eso sumado al aura de ser uno de los nueve ‘rehenes’ que la dictadura mantuvo en cautiverio extremo”.
Pero para el gran público lo que más llamó la atención de Mujica es su modo de vida, eso que lo hizo valedor del mote del “presidente más pobre del mundo”. “En épocas de capitalismo extremo, él representaba la sencillez”, señala Cardarello. “Eso, de estar bien con uno mismo y no depender de lo material, algo que también predican muchas religiones, lo de la ‘pobreza’, en momentos donde en todo el mundo los políticos son cuestionados por enriquecerse, lo del lenguaje llano y directo, lo de vivir como todos, lo de alejarse del consumismo, prendió a nivel internacional. Mujica fue un tipo que dijo lo que pensaba… y más o menos hizo lo que decía. En ese sentido, ¡era igual que todos!”. Eso se tradujo en ríos de tinta, metros de cinta y muchas canciones.
Literatura
A esta altura, con tanto libro escrito sobre el expresidente, tantos que parece que existiera un género literario propio, se corre riesgo de errarle a cuál fue el primero. Pero Mujica, de Miguel Ángel Campodónico, editado por primera vez en abril de 1999, fue también un antes y un después de las biografías en Uruguay. Ya por entonces su figura, su forma de pensar, su pasado guerrillero, su conversión política y su disposición a opinar sobre cualquier tema y sobre cualquier personalidad que le preguntaran lo hacían digno de ser escuchado y leído.
Curiosamente, el que en ese entonces era el primer tupamaro en ser electo diputado no se animaba a aventurarse una gran carrera política: “Si vuelvo al Palacio Legislativo voy a hacerlo con alguien atrás con el afán de que los que vienen atrás de uno sean quienes se queden con la bandera. Si vuelvo lo hago para eso, para amplificar a alguien. A mi edad es lo único que tiene sentido… Siento que puedo ser mucho más útil en otra cosa, hay mucha gente que podría trabajar mejor que yo en esto, que está mejor dotada culturalmente”. En las elecciones de ese mismo 1999 fue electo senador. Luego, se sabe.
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José Mujica en Roma, Italia, durante la gira presentación de Una oveja negra al poder; a su izquierda, el célebre periodista y autor italiano Roberto Saviano
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A ese le siguió una serie interminable de textos, con distintos géneros, enfoques y momentos (y calidades), que lo hacían atractivo a medida que el Frente Amplio alcanzaba el poder en Uruguay (2005), que él asumía como presidente (2010) o que dejaba ese cargo (2015). Charlando con Pepe Mujica (2002), de Mario Mazzeo, lo tiene en su portada despeinado, mal afeitado, termo y mate como extensión de su brazo y vestido como si estuviera listo para trabajar en su chacra y captó la imagen que el país y el mundo adoptaron de él.
Pepe coloquios (2009), de Alfredo García, publicitado como un “viaje al interior de la cabeza de un potencial presidente uruguayo” en pleno año electoral, causó un tembladeral. El candidato habló sin filtros de diferentes temas, como era usual en él, y el entonces mandatario Tabaré Vázquez (menos llano en su lenguaje, más formal y —más allá de ser parte del mismo partido político— con muy escasa sintonía personal con Pepe) dijo que eran “simplemente estupideces”. Por suerte para él, ese libro no afectó su causa electoral, quizá porque su rival para el balotaje, el blanco Luis Alberto Lacalle, tuvo una campaña todavía más errática.
En ese mismo año, El sueño del Pepe (2009), de Samuel Blixen, buscó ese mismo objetivo de presentar a un eventual presidente. Ya electo, De tupamaro a presidente (2010) es fruto de una larga entrevista en dos partes con María Ester Gilio que lo remonta a su pasado de adolescente anarquista, a los 14 años. El florista presidente (2011), de Sergio Israel, apunta a su pasado y su presente, sus cambios, coherencias y evoluciones. Comandante Facundo (2013), de Walter Pernas, fue una biografía novelada. La revolución tranquila (2014), de Mauricio Rabuffetti, ya incluía algo así como los primeros balances de su presidencia. Palabras y sentires (2019), de Andrés Cencio, recoge varios de sus discursos e intervenciones.
Luego hubo una proliferación de lo que podría llamarse textos a dúo: con Julio María Sanguinetti, El horizonte (2022), de Gabriel Pereyra y Alejandro Ferreiro; con Noah Chomsky, Sobreviviendo al siglo XXI (2023), de Saúl Alvídrez; con su pareja, Lucía Topolansky, Los indomables (2024), de Pablo Cohen.
Si en Uruguay hacer un racconto de las publicaciones es una tarea harto difícil, extenderla al mundo es una misión imposible. El periodista argentino Gustavo Sylvestre publicó recientemente Pepe Mujica, ligero de equipaje (2024), por solo citar un caso. Que un japonés haya escrito un libro para niños con base en su discurso exime de más comentarios.
Danza, uno de los autores del ya mencionado Una oveja negra al poder y director periodístico de Búsqueda (el otro coautor, Tulbovitz, hoy está en el equipo de prensa del actual presidente Yamandú Orsi, un “pollo” de Mujica), coincide con Cardarello en la dimensión local y global del mito generado. “A nivel nacional es un líder político partidario, discutido. Y a nivel internacional se transformó en un mito por distinto. En momentos en que el sistema político afronta una crisis de credibilidad, él es auténtico, humilde, hace un culto a la no ostentación y a la sobriedad. Eso es algo que la mayoría de la población de distintos países reclama de sus líderes y no lo obtiene. A eso hay que sumarle su discurso filosófico: aprovechar la vida, ser feliz con poco. Eso cuadró espectacular en este momento en que hay mensajes diametralmente opuestos en otros lados”. Ese discurso apetecible es —subraya— más filosófico que político. “Eso es lo que va a perdurar como ícono”.
Cine
Más allá de su lenguaje llano y campechano, Mujica era un tipo culto y de una gran capacidad narrativa, “tanto para decir cosas sublimes como disparatadas”, recuerda Caetano.
Esa capacidad, sumada al indudable atractivo de su pasado guerrillero, llevó al serbio Emir Kusturica (Tiempo de gitanos, Underground, Gato negro, gato blanco) a convertirse en el responsable del documental El Pepe, una vida suprema (2018). Que semejante luminaria dedique tres años de su vida a seguir la presidencia de Mujica y revisar su historia y su vínculo con Lucía Topolansky es de por sí significativo de lo que ha representado el exmandatario en el mundo. Para el público uruguayo, que tanto se podía conmover con su lamento de no haber tenido hijos o escandalizarse por asegurar que “es la cosa más linda entrar a un banco con una 45”, no había grandes novedades en este documental casi hagiográfico.
Kusturica fue una de las estrellas del firmamento cinematográfico internacional que pisaron la chacra de Mujica. Otro fue el actor Sean Penn.
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Mujica y Kusturica, en el Festival de Venecia de 2018
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La noche de 12 años (2018), de Álvaro Brechner, refiere a los años de brutal encierro que sufrieron durante la última dictadura tres de los “rehenes” tupamaros: José Mujica, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. Se basó en el libro Memorias del calabozo, de Rosencof y Fernández Huidobro, y tuvo a Antonio de la Torre en el rol del expresidente, el principal del filme. Esta ya es una notoria diferencia con el libro. Cuando este se publicó, en 1987, si bien Mujica era obviamente mencionado, aún no podía ser considerado protagonista, ya que incluso en la incipiente estructura política de los extupamaros no estaba entre los principales referentes. Para cuando se estrenó la película, era claro que el éxito de esta película —sobre todo en el plano internacional— dependía de su figura.
Otro documental, Los sueños del Pepe (2024), de Pablo Trobo, quien fuera parte de la campaña que llevó a Mujica a la presidencia en 2009, está basado en su pensamiento, con eje en el mencionado discurso ante la ONU de 2013. Según dijo el realizador a la diaria, se planean dos secuelas.
Música
Los músicos, tan proclives a caer en el divismo, algo que se incrementa con el éxito logrado, también se rindieron a los pies del uruguayo.
“El progreso de la condición humana requiere inapelablemente que exista gente que se sienta en el fondo feliz de gastar su vida al servicio del progreso humano”. Este fragmento de un discurso de Mujica se escucha al final de Girasoles, principal corte de difusión del disco Cuando el río suena, de la española Rozalén.
Los discursos de José Mujica también han estado en los discos Despertares, del español José Riaza, y La lucha, de los venezolanos La Vida Bohème. Como curiosidad, estas tres placas fueron editadas en 2017. Todos ellos han hablado maravillas del expresidente.
Hay un listado de Spotify titulado José “Pepe” Mujica inspira música.
Cuando Mujica dijo “hasta acá llegué”, en una nota de Búsqueda el 9 de enero de este año, el efecto conseguido (paradójicamente, el contrario al que había pedido el exmandatario) fue una peregrinación constante de gente de todo tipo, incluso artistas, a su chacra. Para tratar de hacer algo más controlado y controlable, el MPP montó la iniciativa Una canción para Pepe, a través de una cuenta en Instagram, donde distintos músicos le cantaron o enviaron sus mejores deseos. Entre sus participantes están los españoles Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat, el cubano Silvio Rodríguez, los argentinos Piero, Facundo Arana, Nacha Guevara, Teresa Parodi y los locales Ruben Rada, Raúl Castro, Agarrate Catalina y Emiliano Brancciari de No Te Va Gustar.
Muchos músicos han expresado públicamente su admiración a Mujica, desde Los Olimareños hasta Aerosmith. Ricky Martin y Fher Olvera, cantante de Maná, han manifestado sus loas de forma reiterada. El histórico dúo folclórico uruguayo, que volvió a reunirse en 2009, tocó durante los festejos de la asunción de Mujica en 2010. El exlíder de Pink Floyd Roger Waters, en su última y polémica visita a Uruguay en 2023, insistió en conocerlo personalmente, lo que finalmente logró.
Lo del quinteto de Boston fue todavía más insólito. Aerosmith había encarnado todos los excesos y estereotipos del rock en los años 70, donde había experimentado el éxito más grande. En los años 80, luego de tocar fondo, resurgieron si cabe con más fuerza. Con base en el prejuicio, eran lo opuesto a Mujica. Sin embargo, Steven Tyler, Joe Perry y compañía —integrantes de la realeza del rock en Estados Unidos, vale repetir— estaban obsesionados con conocer al presidente durante su primera, única y seguramente última visita a Uruguay. Eso fue el 8 de octubre de 2013, en el piso 11 de Torre Ejecutiva. “Vive tal como lo predica, dona su salario a los pobres, construye casas para el pueblo y pelea por la libertad; es un poderoso ejemplo”, dijo Tyler, el cantante, algo así como un Mick Jagger made in USA.
A Mujica le regalaron una Gibson Les Paul autografiada, que él inmediatamente pensó en rifar para recaudar fondos para el Plan Juntos. Como retribución, el presidente y su esposa, la senadora Lucía Topolansky, fueron a verlos al recital que dieron en el Estadio Centenario. Los muchachos de Aerosmith, superestrellas mundiales subyugadas por el austero presidente, le dedicaron Livin’ in the edge (Viviendo al límite).
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Una visita presidencial: Aerosmith en la Torre Ejecutiva, 2013
AFP