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Paul McCartney, Michael Jackson y las canciones de The Beatles: historia de un enfrentamiento que cumple 40 años

La compra del catálogo de The Beatles por parte de Michael Jackson no fue solo un negocio millonario. Marcó el fin de una amistad, el inicio de una saga legal y un antes y después en la industria de la música. Cuarenta años después, la herida todavía no cierra del todo

A mediados de los años 80, la música pop vivía su era dorada de sintetizadores, coreografías impecables y superproducciones audiovisuales. Madonna, Prince, Duran Duran y Phil Collins dominaban los rankings, pero ninguno alcanzaba el estatus cuasi divino de Michael Jackson. Con Thriller (1982), no solo rompió récords de ventas, redefinió el espectáculo pop y acumuló una fortuna sin precedentes.

Para un cuarentón como Paul McCartney, ya lejos de la efervescencia Beatle y con su banda Wings en el ocaso, mantenerse relevante era todo un desafío. Fue entonces cuando cruzó caminos con Jackson, no como rival, sino como colaborador. Juntos grabaron varios éxitos que fueron incluidos en los discos de ambos —The Girl Is Mine, Say Say Say, The Man — y compartieron algo más que micrófonos: también compartieron secretos del negocio. “Le expliqué que tener los derechos de una canción es como tener una mina de oro”, contaría años después McCartney. El consejo fue bien recibido. Tal vez demasiado.

Embed - Say Say Say - Paul McCartney & Michael Jackson Clipe (4K Vídeo)

El chiste que no era broma

Durante una de esas largas charlas de estudio, McCartney le contó a Jackson una historia amarga: la de cómo él y John Lennon habían perdido el control de sus propias canciones.

A comienzos de los años 60, en plena Beatlemanía, fundaron Northern Songs junto a su mánager Brian Epstein y el editor musical Dick James para administrar sus composiciones. Pero en el reparto inicial de acciones, John y Paul solo recibieron un 20% cada uno. Cuando la empresa salió a bolsa en 1965, su participación se diluyó aún más.

Cuatro años más tarde, sin avisarles, James vendió su parte mayoritaria a la cadena británica Associated Television (ATV). Desde entonces, sus canciones más icónicas quedaron en manos ajenas.

Embed - The Beatles - Hey Jude

Décadas después, McCartney resumiría la experiencia con ironía dolorosa: “Nos gestionaron tan bien que acabamos sin nuestras propias canciones”. Fue esa lección la que McCartney compartió con Jackson, animándolo a invertir en derechos editoriales. Lo que no imaginaba era que Michael lo tomaría al pie de la letra. “Voy a comprar tus canciones”, le dijo un día. Sonaba a broma. Pero no lo era.

Con el respaldo del abogado John Branca, Jackson entró en la puja por el catálogo de ATV. Paul intentó reunir el dinero y buscó incluso el apoyo de Yoko Ono, pero ella, en un giro enigmático, se desmarcó. El 14 de agosto de 1985, el “rey del pop” ofreció 47,5 millones de dólares y se llevó el premio mayor: 251 canciones firmadas por Lennon y McCartney —no solo de los álbumes principales, sino también composiciones y variaciones menores—, además de unas 4.000 obras de otros artistas.

McCartney quedó atónito. “Es sospechoso hacer algo así. Ser amigo de alguien y luego comprarle la alfombra que pisa”, diría más tarde, aún incrédulo.

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Michael Jackson y Paul McCartney grabando una canción

Michael Jackson y Paul McCartney grabando una canción

El golpe más elegante (y cruel) del pop

La compra de ATV no fue solo un gran negocio. Fue una declaración de poder. Un joven afroamericano, autodidacta en finanzas, adquiría el legado del mayor fenómeno blanco del siglo XX. Jackson no heredaba el pop: lo compraba. Pero la jugada tuvo consecuencias. La relación entre ambos se quebró. Y cuando el nuevo dueño permitió que Revolution se usara en un anuncio de Nike, tocó una fibra sensible: los Beatles jamás habían cedido su música para publicidad.

En una entrevista con Howard Stern en 2001, McCartney recordó con una mezcla de resignación y sarcasmo cómo intentó recuperar su catálogo apelando directamente a Jackson. Con los años, le escribió un par de cartas, tratando de llegar a un entendimiento. “Le dije: ‘Michael, después de tres décadas de ganar mucho dinero con este catálogo que ahora es tuyo, ¿no creés que merezco un aumento?’”, contó Paul. La respuesta fue tan corta como honesta: “Oh, Paul… eso son solo negocios”.

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Una mina de oro en manos de Sony

En 1995, con sus finanzas en declive, Jackson vendió el 50% de ATV a Sony por 95 millones de dólares, creando Sony/ATV Music Publishing. Esa alianza se convirtió en el mayor emporio editorial de la industria musical.

Tras la muerte de Michael en 2009, Sony terminó comprando el resto por 750 millones. Solo la parte correspondiente a The Beatles ya se estimaba en más de mil millones. Jackson, aun en su ausencia, había transformado su legado en oro puro.

McCartney, por su parte, se resignaba a pagar cada vez que cantaba “Hey Jude”. Y mientras el mito de The Beatles crecía, él no era dueño de lo que escribieron con Lennon.

Embed - Michael Jackson - Come Together (Official Video)

Durante años circularon rumores: que Jackson planeaba devolverle el catálogo a Paul, que lo había incluido en su testamento. Pero nada de eso ocurrió.

“Fue completamente inventado”, escribió McCartney en 2009 en su web oficial cuando el cantante pop murió. “No pensé ni por un minuto que fuera cierto”. En realidad, hacia el final de su vida, Jackson ya había vendido casi toda su participación. Y sus bienes quedaron en un fideicomiso.

“No estoy devastado”, aclaró Paul tras la muerte del cantante. “Hace años que me libré de ese sentimiento. Pero no deja de ser triste”.

Paul-Michael
Tras la compra de los derechos, la relación entre Paul McCartney y Michael Jackson nunca se recompuso

Tras la compra de los derechos, la relación entre Paul McCartney y Michael Jackson nunca se recompuso

El largo y tortuoso camino de vuelta

La historia dio un giro décadas más tarde, cuando McCartney inició acciones legales contra Sony/ATV para recuperar lo que consideraba moralmente suyo. Amparado en una cláusula de la Ley de Derechos de Autor de Estados Unidos —establecida en 1978—, que permite a los compositores reclamar la devolución de sus obras 35 años después de haberlas cedido, comenzó el proceso en 2013.

En 2016, ambas partes llegaron a un acuerdo confidencial. Y desde entonces, Paul ha ido recuperando progresivamente los derechos de 32 canciones. Distintas publicaciones musicales coinciden en que a partir de 2026 podría recuperar otro lote significativo del catálogo. No es una restitución total, pero sí una reparación histórica. McCartney, ahora octogenario, ha declarado sentirse “más en paz” con todo el asunto. Y hasta ha dicho que guarda “recuerdos felices” de su tiempo con Jackson.

La influencia de The Beatles es inmensa, y sus canciones continúan siendo una fuente de ingresos considerable. La industria del entretenimiento sigue buscando formas de capitalizar su legado. Un ejemplo de esto es el anuncio de Sam Mendes, quien en 2025, reveló planes para realizar cuatro películas sobre The Beatles, cada una desde la perspectiva de un miembro diferente de la banda, con estrenos programados para 2028.

Embed - Paul McCartney Getting #OutThere in Montevideo, Uruguay