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Ella se llama Marina, pero en otra vida fue Daniel. Ahora es una mujer elegante que estudia canto lírico, trabaja en una cafetería de Santiago de Chile y algunas noches actúa en un boliche de copas. Además, Marina acaba de mudarse con Orlando (Francisco Reyes), un hombre separado, 20 años mayor que ella y con quien vive una relación amorosa intensa y sincera. Ella es la protagonista de Una mujer fantástica, película del director chileno Sebastián Lelio, ganadora del Oscar 2018 a Mejor película extranjera.
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Daniela Vega (Santiago, 1989), actriz transgénero y cantante lírica, que también trabajó como peluquera, interpreta a Marina con una actuación expresiva y a la vez medida, y es lo mejor de esta película. Porque la trama es bastante plana, más allá de la importancia de su tema.
Lo que se puede contar es lo básico. Una noche, Orlando tiene un derrame cerebral, Marina lo lleva al hospital y debe soportar primero el escrutinio y la desconfianza de los médicos, y después de la policía. Es que no es fácil cargar con una cédula de identidad que dice Daniel y presentarse como Marina. Mucho menos si acompaña a un empresario de clase alta que está inconsciente. En cualquier país latinoamericano Marina hubiera tenido problemas.
Finalmente, Orlando muere, y ahí comenzará una batalla entre Marina y la familia de su pareja. Se enfrentará con su exesposa, con su hijo, con sus amigos, que ni siquiera la dejan asistir al velorio. Además la acusan de haber provocado de alguna manera su muerte y temen que se quede con algún bien.
De esta forma, la película confronta a una mujer trans valiente, que quiere vivir en libertad su sexualidad y su dolor, con una familia, y una sociedad conservadora, intolerante, prejuiciosa. De ese enfrentamiento derivan personajes algo esquemáticos, como la exmujer de Orlando, que tiene diálogos de teleteatro, o el hijo mayor, que actúa como un matón.
Además de la interpretación de Vega, hay momentos de hallazgos cinematográficos, como ciertas escenas oníricas o aquellas que muestran una violencia implícita, como la que sucede en un interrogatorio en la seccional policial donde obligan innecesariamente a que Marina se desnude bajo la mirada perversa de una mujer policía, supuestamente confiable.
Al director chileno Sebastián Lelio le gustan las historias de mujeres diferentes. En 2013 ganó el Oso de Plata en el Festival de Berlín con su película Gloria, sobre la vida de una mujer cercana a los 60 años que se acaba de divorciar y empieza a vivir amoríos y fiestas nocturnas como si volviera a la juventud. El Oscar a Una mujer fantástica vuelve a prestigiarlo en la escena internacional, aunque al parecer la verdadera ganadora fue Daniela Vega.
Cuando los responsables de la película regresaron a Chile, la presidenta Michelle Bachelet los invitó a La Moneda como forma de homenajearlos. A su salida, todos los flashes y focos apuntaron a Vega, y fue el propio Lelio el encargado de elogiarla, tal como lo hizo en su discurso de agradecimiento al recibir el Oscar: “La presencia de Daniela ha sido fundamental; ha sido la gran embajadora entre la película y la realidad”.
La película está rindiendo para los discursos reivindicativos. La propia Vega también habló en La Moneda: “Esta película lo que hace es preguntarse cosas, es cuestionárselo todo, desde el género, la familia, el amor, la muerte, la vida y cómo se lleva el luto”, y más adelante reveló un detalle que la une con el personaje de Marina: “En este país al que regreso con el equipo feliz, en mi carnet hay un nombre que no es mi nombre. Y es porque el país en el que yo nací no me entrega esa posibilidad”.
Es la primera vez que una actriz trans participa en la ceremonia del Oscar. Vega, con un elegante vestido rojo, fue ovacionada cuando apareció en el escenario para presentar la canción de Llámame por tu nombre. Antes ya había sido ovacionada cuando la película ganó un Goya y el Mejor guion en la Berlinale.
Con el éxito de Una mujer fantástica, Vega se ha transformado en una especie de heroína de la causa trans y en su mensajera. Y para esas reivindicaciones es una suerte tener una embajadora internacionalmente reconocida. La duda que queda es si la película está ganando premios por su mensaje o por sus valores cinematográficos.