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    Formado en la educación pública y por premios Nobel en EE.UU., Bergara inicia la carrera electoral sin votos pero con coraje

    En la película Iron Man, cuando el guionista quiere representar a una periodista insolente con ideas de izquierda la identifica como egresada de la Universidad de California, Berkeley.

    Es que en la cultura popular estadounidense, Berkeley, donde el nuevo precandidato frenteamplista Mario Bergara hizo su doctorado en Economía, está asociada al joven “progre” de ideas socialistas, a los hippies y al feminismo.

    El jueves 11 dio su última conferencia en el Hotel Sheraton y el viernes 12, luego de renunciar a la presidencia del Banco Central (BCU) y a su cargo concursado de jefe de estabilidad financiera, Bergara hizo pública su decisión de competir por la candidatura a la presidencia de la República por el Frente Amplio.

    El anuncio tuvo lugar en la Huella de Seregni, en Germán Barbato y Colonia, con la presencia, entre otros, del expresidente José Mujica, pero sin mayores respaldos políticos explícitos.

    El lanzamiento de este nuevo candidato independiente lo convierte en el competidor que, al menos al comienzo de la carrera, cuenta con menos chances y el respaldo de pocos votos potenciales, entre ellos Banderas de Liber e Izquierda Democrática 1815, además de personas independientes como el médico Daniel Bolani, un expreso político y referente de la generación 83, el militante independiente Eduardo Vaz y el exdiputado de Artigas Carlos Maceda.

    El lanzamiento de este nuevo candidato independiente lo convierte en el competidor que, al menos al comienzo de la carrera, cuenta con menos chances y el respaldo de pocos votos potenciales.

    Banderas es una agrupación escindida del Frente Liber Seregni (FLS), que no tiene represenantes en el Plenario Nacional del Frente y cuya cabeza visible es el director de Aduanas, Enrique Canon.

    Izquierda Democrática 1815, que se define como “independiente y seregnista”, está integrada entre otros por el exedil Pedro Risotto y el exsubsecretario de Industria Gerardo Gadea.

    Bergara, que en los últimos meses de vida de Seregni fue muy cercano, había sido alentado a presentarse por Mujica, pero tenía en cambio cifradas sus esperanzas en el FLS, el sector donde tiene más afinidades.

    Sin embargo, la semana pasada, el grupo en bloque, con la solo disidencia del senador Enrique Pintado, amigo del nuevo candidato, se pronunció a favor del socialista Daniel Martínez.

    Niño prodigio.

    Antes de estudiar en la costa oeste estadounidense, Bergara era un mellizo correcto y hacendoso, que sacaba sobresaliente ya desde jardinera y que en los ratos libres jugaba con sus amigos en la amplia vereda de su casa, en General Flores y Santiago Sierra, en el Cerrito de la Victoria, no muy lejos de la sede de Rentistas y del cuartel de Blandengues.

    Nació en 1965 en una familia donde el fútbol era una cuestión cotidiana —su padre era periodista deportivo y un tío número 8 destacado en Racing y Nacional— y la política un asunto algo lejano, en tiempos de dictadura.

    En paralelo a la educación en la escuela y liceo públicos, que cursó junto a su hermano Gustavo, aprendió inglés en el instituto del barrio y comenzó a escuchar a Queen y a hinchar por Peñarol, mientras se preparaba para descollar en la Facultad de Ciencias Económicas, de la que egresó ya en democracia.

    A los 20 años ingresó al Banco de la República, donde había trabajado su padre, y cinco años después concursó en el Banco Central.

    En la Facultad, además de economista y luego contador se hizo militante del círculo de la Unión de la Juventud Comunista (UJC).

    Integró la Comisión de Entes del Frente Amplio entre 1986 y 1989 en representación del Partido Comunista y el sindicato bancario AEBU. Fue electo muy joven grado 5 del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales.

    En la Facultad, además de economista y luego contador se hizo militante del círculo de la Unión de la Juventud Comunista (UJC).

    Estuvo casado dos veces y tuvo tres hijos. Los dos más chicos, María y Rafael, con la lingüista Magdalena Coll, que también se doctoró en California.

    Sus amigos y compañeros de la militancia lo recuerdan como un tipo correcto, pero que, a diferencia de la mayoría, no se callaba las opiniones.

    Los clientes de algunos bares de Montevideo lo reconocen por su alegre participación en encuentros informales after office con el presidente de Cutcsa, Juan Salgado, el entonces ministro de Economía Fernando Lorenzo, los economistas Luis Porto y Pedro Buonomo, Pintado y otros.

    Haber sido un alumno brillante y un funcionario destacado ayudó para que Ramón Díaz, presidente del Banco Central durante el gobierno de Luis Alberto Lacalle, lo promoviera, junto a Ernesto Talvi, para una beca en Estados Unidos con el compromiso de permanecer en la institución.

    Mientras Talvi, ahora precandidato colorado, reafirmó sus ideas liberales en Chicago, como Dios y Milton Friedman mandan, Bergara postuló a Berkeley, en California, la más grande de las universidades públicas estadounidenses y se hizo alumno del luego premio Nobel de Economía Oliver Williamson.

    Sus amigos y compañeros de la militancia lo recuerdan como un tipo correcto, pero que, a diferencia de la mayoría, no se callaba las opiniones.

    No muy lejos de la bahía de San Francisco, donde se respira libertad para la marihuana y pesa la historia del movimiento hippie, cuatro profesores universitarios de Bergara obtuvieron un Nobel y desarrollaron un pensamiento de regulación para acotar al capitalismo y mejorar la distribución con reglas precisas que tengan a raya lo más posible la fiebre de ganancia de los bancos y los especuladores.

    A su regreso a Uruguay, primero se reintegró al BCU y luego el presidente Jorge Batlle y Liber Seregni lo alentaron a trabajar como director de la Unidad Reguladora de los Servicios de Comunicación (Ursec).

    Con Seregni se había vinculado a través del Centro de Estudios Estratégicos 1815.

    Cuando el Frente Amplio llegó al gobierno por primera vez, Bergara fue designado subsecretario de Economía.

    Los clientes de algunos bares de Montevideo lo reconocen por su alegre participación en encuentros informales after office con el presidente de Cutcsa, Juan Salgado, el entonces ministro de Economía Fernando Lorenzo, los economistas Luis Porto y Pedro Buonomo, Pintado y otros.

    En el BCU dejó un buen recuerdo y también una foto con otro premio Nobel amigo de la regulación del mercado, Joseph Stiglitz, al que hicieron posar con una bandera de los carboneros.

    Bergara siempre se caracterizó por una aguda ironía. Una mañana, mientras Tabaré Vázquez disertaba sobre economía ante un auditorio que lo escuchaba en silencio, el senador Alberto Couriel interrumpió para decir: “Si yo fuera ministro de Economía...”.

    Por lo bajo, pero de forma audible para unos cuantos en la platea, Bergara comento: “¡Uy, mama mía!”, provocando un coro de risas.

    En 2008, luego de los cambios en Economía que pasó a ser dirigido por Álvaro García, Bergara dejó el búnker de las calles Colonia y Paraguay y pasó a presidir el BCU.

    En ese año fue galardonado con el Premio Internacional Elise y Walter Haas de la Universidad de California y continuó viajando a Cuba para dar cursos sobre su especialidad.

    En diciembre de 2013 —año en el cual Diego, su hijo mayor, murió de cáncer— regresó a Economía como ministro hasta el final del gobierno de Mujica.

    Antes de integrar el equipo económico había publicado el libro Las reglas del juego en Uruguay, un aterrizaje a la tierra purpúrea del pensamiento consolidado en su pasaje por Norteamérica.

    Luego emprendió la conducción de una obra colectiva que denominó Las nuevas reglas de juego en Uruguay, en el que se resumen una década de reformas, entre ellas la impositiva y la de la salud.

    El nuevo libro fue presentado en el Paraninfo de la Universidad estatal con tres ponentes de peso: el dirigente sindical Fernando Pereira, el contador Enrique Iglesias y el historiador y politólogo Gerardo Caetano.

    Ese año recorrió el país para presentar la obra y brindó algunas entrevistas. En una de ellas, en Canal 10, donde trabaja la periodista Blanca Rodríguez, su pareja desde hace más de una década, la entrevistadora, María Inés Obaldía, advirtió a la audiencia que Bergara era un amigo con quien había compartido asados.

    En otra entrevista, con el periodista Gerardo Tagliaferro en Montevideo Portal, Bergara no resistió la tentación de opinar de política.

    “Creo que hay más niveles de descontento, sería obtuso no reconocerlo. Incide en eso el natural proceso de tres gobiernos, también la situación económica porque los ritmos de crecimiento y mejora del bienestar se han desacelerado, eso es notorio”, admitió.

    “También sucede que lo que se logra, rápidamente pasa en la valoración y siempre se pone en foco lo que queda por hacer. Pero sería absurdo no reconocer un mayor descontento. Hay que tomar nota de eso y redefinir estrategias y formas de relacionarse con la sociedad. No hay que enojarse con el descontento, hay que entender su raíz y actuar en consecuencia” declaró.

    Renovación.

    En mayo del año pasado había dado una señal bastante clara de lo que pensaba sobre su futuro: “Uno no puede estancarse ni en lo personal ni en lo colectivo ni en lo social ni en lo político y más en un mundo que está cambiando a pasos agigantados. Razonar el mundo de hoy con la cabeza de hace 15 o 20 años solo puede conducir a errores”.

    Con esas declaraciones en el semanario Crónicas, que motivaron un frustrado reclamo del Partido Colorado por supuesta inconstitucionalidad al no descartar ser candidato, el entonces presidente del Central estaba indicando que no pensaba quedarse toda la vida en el cómodo sillón de Diagonal Fabini 777, donde luego de la presidencia lo esperaba un cargo técnico muy bien remunerado.

    Bergara ya había expresado fastidio a sus allegados con el envejecido equipo de gobierno que armó Tabaré Vázquez en 2015, pero rechazó ofertas del exterior, quizás para cumplir con su ambición personal de incidir en el Uruguay, inspirado en el legado seregnista.

    Sin embargo, hizo saber que para 2020 tampoco iba a presentar su precandidatura si Danilo Astori no se bajaba.

    Astori había confiado en él y lo había convocado al ministerio en 2005 junto con Lorenzo, cuando apenas se conocían. Eso determinó que durante los últimos meses, aunque hizo algunas movidas políticas, quedó encorsetado por los límites constitucionales que impone el cargo en el BCU. A su vez retrasó su renuncia hasta la decisión que tomó el ministro de Economía.

    ¡Valiente el uruguayo!

    Entre los que están dispuestos a militar por Bergara presidente, la ausencia de respaldo de al menos uno de los sectores históricos, lejos de preocupar es vista como una buena noticia para el lanzamiento de un candidato independiente, porque no deberá cargar con antiguos lastres.

    Sin embargo, la mayoría de los analistas piensan que es una especie de salto al vacío y que será una tarea titánica, una verdadera hazaña llegar con buen respaldo en las internas del año que viene y luego obtener un escaño en el Senado.

    Información Nacional
    2018-10-11T00:00:00