Gabba Gabba Hey...!
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El 14 de noviembre de 1994, la banda estadounidense dio en Montevideo un concierto inolvidable en el Palacio Peñarol, marcado por la energía punk, la tensión política y el inicio del fin de una era
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáFrente al público, encarnaban la esencia de la hermandad, casi como una familia unida por la música. Vestidos con sus típicas camperas de cuero negras, jeans desgastados y championes, irradiaban una energía colectiva inconfundible. Con sus cabellos oscuros, cortados iguales y una conexión palpable entre ellos, parecía que respiraban como uno solo. Apenas hacían pausas entre las canciones, y el bajista lanzaba con ferocidad el enérgico “¡one, two, three, four!” que marcaba el ritmo del siguiente tema. C. J. y Marky se lanzaban como un ciclón, impulsando al público hacia todos lados con la fuerza de un huracán. Johnny, a la guitarra, con las piernas firmemente plantadas, proyectaba una presencia imponente. En el centro, el cantante, Joey, completaba un bloque musical arrollador que hacía vibrar a la banda y al público en un fervor colectivo. Aquella noche del lunes 14 de noviembre de 1994, cuando los Ramones tocaron por única vez en Montevideo, se convirtió en un acontecimiento inolvidable para los cinco mil asistentes que llenaron el Palacio Peñarol: la banda que había inventado el punk llegaba en la cúspide de su popularidad en la región, lista para festejar su vigésimo aniversario, en un show recordado por la mala acústica, un ambiente convulso y el pogo más grande que la música uruguaya había conocido.
Formados en 1974 en Forest Hill, un suburbio de clase media de Queens, Nueva York, los Ramones celebraron sus 20 años de carrera girando sin parar por el mundo. Comenzaron su recorrido en Australia y Japón, luego viajaron por Estados Unidos y, en mayo, se enfocaron en Sudamérica, donde eran (y siguen siendo) considerados héroes, visitando Brasil, Argentina y Chile. En junio, realizaron una breve gira por Europa y en agosto regresaron a Canadá y a otras ciudades estadounidenses. Ante la creciente demanda en la región, decidieron organizar una breve gira en noviembre, conocida como Acid Chaos Tour, que incluiría ciudades brasileñas donde aún no se habían presentado, tres ciudades del interior de Argentina y su primera visita a Uruguay.
A pesar de los intentos de tocar en Montevideo en tres ocasiones previas, problemas de agenda y patrocinadores frustraron esos esfuerzos. “En esa época, los artistas que iban a Argentina eran difíciles de convencer para que también vinieran a nuestro país. Preferían actuar en ciudades argentinas, como Córdoba, que les resultaban más rentables y convenientes, a pesar de que podían llegar a Uruguay en solo 25 minutos”, recuerda Alfonso Carbone a Galería. El reconocido productor musical y periodista fue uno de los responsables de que el grupo finalmente se presentara en Montevideo, aunque no sin enfrentar varios inconvenientes.
El show originalmente iba a realizarse en el Teatro de Verano, pero dirigentes del Partido Demócrata Cristiano, de Pablo Mieres, solicitaron un cambio de ubicación por temor a posibles incidentes y para “evitar una represión excesiva”, según reportó más tarde Búsqueda. A última hora, la locación fue modificada, pero los disturbios no pudieron ser evitados. Los Ramones llegaron a un Montevideo gris y tenso. A fines de agosto, la resistencia a la extradición de tres presuntos etarras había desencadenado un violento enfrentamiento entre la Policía y manifestantes de izquierda en las puertas del Hospital Filtro, dejando más de 100 heridos y un joven muerto por disparos policiales. Este episodio trajo de vuelta recuerdos de épocas difíciles que parecían olvidadas. Además, el clima político estaba marcado por una campaña electoral que culminaría en los “comicios más reñidos de la historia”, según tituló Búsqueda en su primera portada luego de las elecciones del 27 de noviembre. En medio de este tumulto, aterrizaron los cuatro neoyorquinos.
El mismo día del show (programado para las 21 horas), los Ramones llegaron a Montevideo alrededor de las 18 horas provenientes de Curitiba, donde habían tocado dos días antes. Aunque tenían habitaciones reservadas en el hotel Victoria Plaza, decidieron hacer la previa en el Palacio Peñarol. El tiempo para una prueba de sonido fue eliminado; solo hubo unos toques de batería por parte de Marky, quien se escondía detrás de una tabla sostenida por dos asistentes. El público lo descubrió y comenzó a ovacionarlo. Mientras tanto, unos muy jóvenes Trotsky Vengarán estaban haciendo su debut ante un gran público, tocando casi 40 minutos, ya que Luz Roja, la otra banda telonera, no se presentó. “Estábamos tan felices y emocionados por ver a los Ramones que nos olvidamos de nuestro propio show. Siempre uso una frase: era como si fuéramos a conocer al Ratón Mickey; a ver si eran de verdad. Si esas camperas de cuero existían y si estos tipos sonaban como sonaban. Y sí, fue todo verdad. Lamentablemente, no hicieron prueba de sonido; solo Marky tocó algo. En esa época, las bandas no revisaban el sonido en cada presentación. Su estilo era rápido y fuerte, lo que dificultó escuchar bien en el recinto; teníamos que esperar el estribillo para identificar las canciones”, recuerda con humor Guillermo Peluffo, líder de la banda punk uruguaya.
Desde comienzos de la década de 1990, la banda había forjado un fuerte vínculo con el público sudamericano, especialmente en Argentina, donde se presentaron varias veces. Sin embargo, al anunciar el Acid Chaos Tour, la banda se enfrentaba a la dura realidad de su inminente separación. Pocos días antes de comenzar la gira por Sudamérica, en mayo, Joey Ramone se sometió a exámenes médicos de rutina que revelaron irregularidades en su sangre, lo que resultó en un diagnóstico de linfoma en la médula ósea. Esta impactante noticia fue comunicada al cantante mientras se encontraba en Argentina, como relata su madre, Charlotte Leyer, en el libro I Slept with Joey: “El doctor llamó a casa y dijo: ‘Hay que traerlo de vuelta’”.
“Ellos estaban estirando su carrera gracias a la masividad recuperada en Argentina y Japón. En Europa y Estados Unidos, tocaban en gimnasios para mil o dos mil personas y eran teloneros en festivales de punk rock. Mientras veían desaparecer y resurgir bandas como Green Day, el punk americano les dio la espalda, considerándolos una reliquia. Sin embargo, su conexión con Argentina y Japón les permitió disfrutar de una jubilación digna”, explica Peluffo.
Tres días después del show en Montevideo, tras su actuación en Mar del Plata, Johnny le confesó al periodista Marcelo Gobello lo que parecía un secreto a voces: la banda estaba llegando al final de su trayectoria y solo continuarían tocando un año más, historia que se recoge en el libro Ramones: Demasiado duros para morir, publicado en 2007. Dos años después de esa conversación, la banda se disolvería para siempre. Joey falleció en 2001, Dee Dee, el bajista fundador, en 2002, Johnny en 2004 y Tommy, el primer baterista y productor de sus primeros discos, en 2014.
Como promotor del espectáculo, Carbone fue uno de los uruguayos que más cerca estuvo de la banda. Se encargó de armar el listado de canciones, junto con Joey Ramone. “Estuve casi todo el tiempo con los Ramones y, la verdad, todos eran muy amables. Unas horas antes del concierto, Joey me pidió ayuda para organizar el repertorio, eligiendo las canciones que eran populares en Uruguay. Le agradecí su confianza, pero le expliqué que los Ramones eran tan queridos aquí como en Argentina; todo el mundo conocía su música. Aun así, me dijo que era su primera vez en Uruguay y querían asegurarse de no cometer errores”. Como si eso no fuera suficiente, Johnny también le pidió que filmara el concierto desde el escenario. “Le dije a Johnny: ‘Podrías haberme avisado para traer a alguien que filmara de verdad’. Él respondió que prefería guardar el material como un documento personal y quería que lo grabara yo, esperando que capturara todo el espectáculo. Mientras tocaban, de vez en cuando se volvía y me miraba, como preguntando: ‘¿Todo bien?’ (se ríe). Creo que no quedó tan mal. Johnny también quería capturar muchas imágenes del público, que era fundamental; a veces, la energía de la audiencia era incluso más importante que la del propio grupo”, recuerda Carbone. Existen videos que circulan por YouTube de aquel concierto, donde se puede ver la locura que fue.
En el escenario, una clásica pared de amplificadores Marshall se erguía frente a un enorme telón decorado con columnas y el escudo del águila, el mismo que adorna las camisetas de millones de rockeros en todo el mundo. Tras la introducción con el icónico tema The Good, the Bad and The Ugly, de Ennio Morricone, los Ramones abrieron el show con Durango 95 y continuaron con el himno Teenage Lobotomy. La atmósfera se volvió caótica, un verdadero espectáculo salvaje, con personas lanzándose desde las gradas hacia la pista y un pogo que ocupaba todo el lugar. El frenesí del público alcanzó su punto máximo con el electrizante Blitzkrieg Bop, que resonó en el recinto junto al famoso grito de “Hey Ho, Let’s Go!”. El grupo ofreció un total impresionante de más de 30 canciones en poco más de una hora, destacando éxitos como Sheena Is a Punk Rocker, I Wanna Live, Pet Sematary, Pinhead, I Wanna Be Sedated y Rock and Roll High School, así como versiones de Take It As It Comes, de The Doors, y Have You Ever Seen the Rain, de Creedence Clearwater Revival. Para cerrar con ironía, el show culminó con We’re a Happy Family (junto a los bises Chinese Rocks y Beat on the Brat)
Trasladar el show de los Ramones del Teatro de Verano al Palacio Peñarol fue un verdadero desastre sonoro. Hoy habrían tocado en el Antel Arena, pero en 1994 no había otra opción. “Nadie hizo un boicot al recital de los Ramones por el cambio de lugar de último momento. Miles de chicos estaban allí, dispuestos a disfrutar como fuera. Nadie iba a dejar de asistir después de haber pagado una entrada dos semanas antes para verlos en el Teatro de Verano. Sin embargo, tampoco se podía negar que muchos se sintieron estafados una vez más. Al decidir el cambio de ubicación, se condenó a la mítica banda punk a sonar mal”, criticó la periodista Mariana Mactas en las páginas de Búsqueda.
Carbone recuerda que la banda ya sabía de antemano que el sonido no sería perfecto. “Lo único que comentaron fue que no esperaban tanta gente en Uruguay. Ya habíamos discutido esto antes del show, y no es que debieran creerme, pero tras ver el estadio lleno y la energía del público, uno de ellos me miró y dijo: ‘Wow, es verdad, ¿eh? ¡Qué cantidad de gente!’. Le respondí que ojalá pudieran volver. Les expliqué que lo que les decía no era solo una opinión personal, sino un hecho: tenían un público similar al de Argentina, y creo que si nos hubiéramos atrevido a hacer el recital en un lugar más grande, podríamos haber llenado el lugar. Pero, al final, lo importante es que el evento se realizó en un lugar lleno y ellos quedaron contentos, que es lo que realmente importa. Reflexionar sobre lo que podría haber sido no tiene sentido, especialmente 30 años después”, concluyó el productor.
En 2022, la banda compartió en su cuenta oficial de Spotify una grabación del show en Uruguay titulada Twilight Zone (Live 1994). Esta grabación pirata, que había circulado en internet durante años, presenta la transmisión radial completa realizada por la extinta X FM. La edición en Spotify incluye toda la narración de aquella noche, a cargo de un joven Andrés Sanabria, quien actualmente es productor ejecutivo de música y dirige Bizarro Records.
A pesar de su carrera de más de dos décadas, la relación entre los integrantes de la banda fue tensa; no eran la “familia” que parecían en el escenario. La rivalidad más intensa surgió por el amor de una mujer. En 1979, Joey tuvo un romance con Linda Daniele, quien posteriormente lo dejó por Johnny, con quien se casó. Desde entonces, ambos jamás volvieron a hablarse, a pesar de seguir tocando juntos. Esta compleja historia se narra en el documental End of the Century, de 2003.
Treinta años después de su actuación en Montevideo y ya fallecidos ambos, las disputas continúan. Las tensiones sobre el legado de los Ramones se intensificaron en agosto pasado con la demanda de Mickey Leigh, hermano de Joey, contra Linda Cummings-Ramone. Leigh la acusa de “violar la ley federal de marcas registradas” al llevar a cabo una “búsqueda implacable” para asociarse con los Ramones.
En la demanda, Cummings-Ramone es descrita como una “exgroupie” con un “insaciable deseo personal de ser el centro de atención”. El caso cuestiona el uso que hizo del nombre “Linda Ramone”, a pesar de que “Ramone” no era el apellido legal de su difunto esposo ni de ningún otro miembro de la banda.
Mientras tanto, el baterista Marky Ramone recorre el mundo interpretando temas del grupo y ha visitado Uruguay en varias ocasiones. Por su parte, C. J. ha estado de gira con Me First and the Gimme Gimmes, una banda que ofrece versiones de canciones populares al estilo punk.
Cuando los Ramones grabaron su álbum debut en 1976, marcaron el verdadero nacimiento del punk rock. El emblemático Joey se alzó como el símbolo de la juventud descontenta en un período turbulento, que abarca desde la explosión del punk en los años 70 hasta el auge de la contracultura en los 80, dejando una huella perdurable en las generaciones que siguieron.
A lo largo de su carrera, la banda lanzó 14 álbumes de estudio, seis en vivo y realizó un total de 2.263 shows. Para Peluffo, son el máximo exponente del punk rock y Joey es uno de los mejores cantantes de rock and roll de la historia, “junto a Elvis Presley e Iggy Pop. Su voz y el estilo de la banda dejaron una huella indeleble”. Y sentencia: “Lo que hacían ellos es punk rock puro: melodías pegajosas que son como una patada en la cara. Tan sencillo y directo que solo ellos pudieron hacerlo de manera excelente”.