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Así es el show que Shakira dará en el Estadio Centenario el 3 de diciembre

A 25 años de su último concierto en Montevideo, Shakira anuncia su fecha en Uruguay para despedir su exitosa gira por Latinoamérica Las mujeres ya no lloran world tour en el Estadio Centenario

Redactora de Galería

“No quería irme con mi gira hacia Europa y Asia sin antes permitirme un último paso por América Latina. Necesitaba encontrarme con todos esos fans con los que no pude coincidir. La demanda superó todo lo que imaginábamos, y no teníamos cómo agregar más fechas porque el calendario ya estaba fijado desde hace tiempo. Pero ahora hice ese espacio, ese hueco entre Estados Unidos y Europa–Asia, para vivir esta gira de celebración y despedida con mi gente latina”, dijo Shakira al anunciar sus nuevas fechas en este continente que incluye a Montevideo.

La gira —que ha logrado cifras sin precedentes y récords globales (en solo 11 shows recaudó 70.6 millones de dólares)— comenzó en Latinoamérica en febrero con estadios completamente vendidos, reuniendo a 1.3 millones de personas en 25 presentaciones en 11 ciudades, incluyendo Río de Janeiro, Bogotá, Buenos Aires, Ciudad de México y Guadalajara. Ahora ya son más de 2 millones la cifra de personas que ya han visto su show en vivo.

Esta nueva etapa del tour está dedicada al público latinoamericano, bajo el nombre Las Mujeres Ya No Lloran: Estoy Aquí, en homenaje a la canción que marcó el inicio de su proyección internacional y que transmite el deseo de la artista de estar presente. La emoción y expectativa en Uruguay es aún mayor puesto que la últimas que Shakira se presentó en Montevideo fue en el año 2000.

El precio de las entradas irán desde 3.450 a los 30.722 pesos, todas sin numerar. La venta general comienza el jueves 10 de julio a las 10 horas, y las preventas para fans (con código correspondeinte) empiezan el lunes 7 y para clientes Itaú el martes 8 de julio.

Galería estuvo en el concierto que la artista colombiana presentó el 7 y 8 de marzo en el Campo Argentino de Polo de Buenos Aires. Esta crónica, además de contar cómo es el impresionante despliegue de música y baile sobre un escenario frente a una pantalla de 49 metros de ancho, describe el fenómeno cultural en el que Shakira se ha convertido, atraveando y uniendo generaciones.

Pasión por la reina latina

Magdalena tiene 43 años, sus sobrinas tienen 11 y 10. Ella —que pertenece a la generación de la Super Nintendo, Windows 98, el Nokia 1100 y la televisión con sus clásicos animados y MTV— preparaba una mochila para ir a ver el concierto de Shakira, al otro lado del charco.

Las niñas —que son de la generación de los videojuegos en línea, la PlayStation­ 5, Zoom, TikTok, Alexa y otras entidades tecnológicas con nombre de persona— se morían por acompañarla. Magdalena tarareaba o silbaba bajito Pies descalzos (1995) mientras ellas cantaban y saltaban a los gritos la coreografía de Soltera (2024) buscando convencer a su tía de que las llevara con ella. Eso es Shakira.

Para sus fanáticos, verla en vivo es cumplir un sueño. Sueño que se convirtió en realidad para muchísimas uruguayas de todos los departamentos que atravesaron el Río de la Plata, explotando buques y copando la 9 de Julio.

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Shakira dio dos conciertos justo el fin de semana del Día Internacional de la Mujer —incluso deseó a sus lobas un feliz día, saludo que si viniera de otra persona sería bastante cuestionado—, con un set de 30 canciones entre éxitos del pasado (como Antología, Whenever, Wherever y Hips Don’t Lie) en perfecta sintonía con sus últimos hits (Monotonía, Te felicito y Soltera) que reflejan su metamorfosis, que es la de todas.

El domingo 9, mientras el centro de Buenos Aires estaba copado por mujeres (las mesas de los restaurantes, las tiendas, las veredas), la terminal de Buquebus de Montevideo se había convertido en una sala de espera de padres con hijos en brazos. Esperaban a la madre, o a una nueva versión de la madre, más loba, que acababa de ver un show increíble de la colombiana vestida de Versace y Tiffany & Co.

Shakira, de 48 años, se consagró como una showoman total, acompañada de una pantalla megagigante (que fue un problema para quienes estaban ubicados en el campo, que por la posición del escenario solo alcanzaban a ver la mitad), de un impresionante despliegue escénico y de bailarines y bailarinas en proporciones iguales. Curiosamente, su banda, la misma con la que comenzó su carrera musical, está conformada por cinco hombres, ninguna mujer.

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Un avatar de la cantante en formato CGI (computer generated imagery) animaba las pausas entre actos, aunque todo el tiempo la cámara seguía a la Shakira original, quien cantó Chantaje desde el camerino durante uno de sus tantos cambios de look.

Ella estaba feliz con su público, recordó con cariño a Gustavo Cerati y prometió volver pronto. A los pies del escenario, caderines con monedas, pelos trenzados, lentejuelas y zapatos de plataforma materializaron ese universo Shakira; un espacio donde compartir y celebrar la fuerza del empoderamiento y el amor propio.

Problemas de mujeres comunes

La pregunta que convoca a analizar a esta artista es: ¿a qué se debe semejante impacto? ¿Qué hace que una estrella sea tan admirada que un tren que circula por avenida Libertador a la altura del Campo de Polo toque el silbato? Puede ser que la razón fuera que sin dudas ella, líder de una manada de 30.000 espectadores, iba a devolver efusivamente el saludo en medio del show.

Shakira Isabel Mebarak Ripoll habla en español, se maquilla poco, pisa descalza, llora, suda, se despeina, se cae, se levanta, se supera. Hace las mismas cosas que hacen todas, con la diferencia de que cualquier persona conoce al menos una de sus canciones.

En un principio, esa autenticidad no encajaba del todo con los estereotipos de mujer sexualizada que dominaban la industria. Sin embargo, supo imponer su belleza natural y un estilo que combina talento vocal con movimientos de vientre y cadera que hoy son su sello, pues acabó convirtiéndose en una genuina expresión de sí misma. A eso debe su éxito, a ella misma.

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Shakira transicionó de la introspección, la vulnerabilidad y el romance irracional de la década de los 90, pasando por letras que abordan la libertad, el deseo, la sensualidad y la expresión corporal, hasta su apuesta al reguetón y con él al empoderamiento justo en su etapa más madura. Con tono directo, habla de rupturas, resiliencia, superación y autoestima.

Esta línea de tiempo refleja no solo el crecimiento artístico de la cantante y su versatilidad, sino también su crecimiento como mujer y persona, que ha enfrentado retos emocionales, familiares y profesionales que difuminan los límites entre su vida privada y las canciones, transformando experiencias personales en himnos mundiales.

Así, y manteniendo sus raíces, es como esta loba representa la experiencia del ser mujer latinoamericana y conecta con ellas, más allá de su éxito también en Norteamérica (la gira incluye a Carolina del Norte, Montreal, Toronto, Miami, Los Ángeles, Las Vegas y San Francisco, mercado anglosajón que conquistó desde el álbum Laundry Service), con algunas canciones en las que se la ve perrísima y otras más hiperestésica.

Es que difícilmente las mujeres no se sensibilicen al ver cómo los dos hijos de la colombiana la adoraban desde la primera fila al grito de “te amo”, haciendo corazones con las manos, y ella les dedicaba Antología.

La cantante fue una de las mujeres más mediáticas en 2023, no solo por su complicada separación con el futbolista español Gerard Piqué­ tras más de 10 años de relación, sino por los mecanismos que usó para reconstruirse emocionalmente: componer canciones, que luego fueron el refugio de sus oyentes en situaciones similares.

Un árbol genealógico de fans

Shakira convoca a mujeres con sus hijas, mujeres solas, mujeres entre amigas, mujeres en pareja. De 30, 40, 50, 60 años. Niñas de cuatro y de 12, adolescentes, algún papá con sus nenas, pero en definitiva, un público femenino heterogéneo. Queda bien claro que el impacto no se limita a una sola generación. La suya es una comunidad que abarca desde madres y ¡abuelas!, hasta hijas y sobrinas. Su peso cultural tiene mucho que ver con esta capacidad de reunir en un mismo concierto a las más nostálgicas con las pequeñas wolfies que imitan sus pasos de baile en trends de TikTok. Es una artista intergeneracional, lo que la hace un poco infinita.

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Tres generaciones fanáticas de Shakira en una misma familia

Tres generaciones fanáticas de Shakira en una misma familia

Shakira logró hablar de diferentes etapas de la vida, y hoy parece subirse al tren del empoderamiento femenino junto a artistas como Rosalía, Karol G, Lali, Nathy Peluso, que las nuevas generaciones toman como referencia y modelo. Mujeres independientes, fuertes. Y así es como Shakira, ya no la de Pies descalzos, sigue acompañando adolescencias. Siempre le jugó a favor ser una mujer dispuesta a la constante transformación.

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Tener la misma artista favorita es un punto fuerte en común entre madres e hijas de todas las edades

Tener la misma artista favorita es un punto fuerte en común entre madres e hijas de todas las edades

Hasta el último tornillo

“Esta es la gira más ambiciosa de mi carrera, la producción más grande que hice hasta ahora. No porque el público lo pida, sino porque me lo merezco después de tantos años trabajando en este mundo. Me merezco la gira de mi vida. Estoy tirando la casa por la ventana. Estoy feliz porque podré hacer un recorrido por las distintas etapas de mi vida artística hasta hoy. Será el show más largo que he hecho, con la pantalla más grande, y todo lo más grande que te puedas imaginar. ¡Más es más y mejor!”, con estas palabras la cantante anunció a sus fans la gira LMYNL. Y el fenómeno Shakira también se explica en esto; en cuánto pesan las exigencias, la autoexigencia, y lo alta que está puesta la vara.

Shakira es muy controladora y perfeccionista. Por eso sus shows son colosales. No hay medias tintas; su equipo monta espectáculos para que salgan a la perfección, incluso si ella misma tiene que ser quien inspeccione tornillo por tornillo la estructura del escenario.

Es ambiciosa y muy muy exigente, lo que no es inusual en las mujeres en este rubro. Pero las demandas de Shakira no se parecen en nada a los camerinos completamente blancos de Madonna o los inodoros impolutos de Beyoncé­ (la artista pidió una vez que los WC de su camarín no hayan sido utilizados nunca); se trata más bien de algunas medidas para garantizar la excelencia del espectáculo y el bienestar y seguridad de todos (la banda, el público, el equipo técnico y la propia artista).

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Ahora bien, ¿qué pasa cuando sus observaciones no se toman en serio? Si los últimos años no fueron nada fáciles para Shakira, las últimas semanas tampoco: en Santiago de Chile y en Medellín la artista se vio obligada a cancelar sus shows porque no cumplían con los requerimientos pautados, es decir, por “inconvenientes técnicos ajenos a la artista”. Parecía ser que el suelo donde iba a ir montado el escenario, que pesa 62 toneladas, estaba desnivelado.

La decisión subraya el desafío que implica equilibrar exigencias de producción con seguridad y la expectativa del público, lejos de querer fallarle a este último. Para reivindicar su compromiso con los fans, en Chile Shakira salió del hotel para cantarles a los seguidores que se amontonaban en la puerta, y a ellos prometió regresar con más conciertos.

Según ella, el tour de LMYNL es una de las producciones más grandes del mundo, sin precedentes en Latinoamérica, para la cual trabajó “incansablemente” durante un año, “noche y día”. Toda la situación habla de su profesionalismo, sí, pero también abre la puerta a otra conversación: la autosobreexigencia intrínseca de la mujer.

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Nadie cuestiona que Shakira es buena, pero parece que ella sintiera que tiene que demostrarlo todos los días, cumplir con las expectativas, rendir alto siempre. Su nivel de perfeccionismo, la obsesión por la calidad y el sobrecuidado de su imagen pública pueden verse como el resultado de la presión constante de lo que históricamente se espera de las mujeres en el entretenimiento: lucir impecables, demostrar la excelencia y no dar margen al error.

Afortunadamente, reivindicar el empoderamiento personal no necesita de la aprobación de nadie más que de uno mismo, y Shakira­ lo sabe. “El amor por el otro es muy bonito, pero creo que es más bonito el amor propio”, y de esta manera cerró su show en Argentina.

Su legado de canciones es el de una artista que supo adaptarse, reinventarse y seguir inspirando generaciones en un mundo donde las narrativas femeninas están en plena transformación. Y aún así, ella sigue siendo una voz de inspiración para mujeres de todas las edades.

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La gira en datos:

  • Shakira viaja con más de 150 personas
  • Además de técnicos, productores y bailarines, viaja un cocinero y dos fisioterapeutas.
  • El equipo está compuesto por personas de: Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda, Bélgica, Sudáfrica, Escocia, Colombia, México, Australia.
  • La pantalla tiene 6.6 millones de píxeles y mide 49 metros de ancho y 9.6 metros de alto.
  • Shakira usa 14 vestuarios diferentes en cada show.
  • El espectáculo cuenta con 10 bailarines.
  • En cada ciudad donde se presentará, 100 fans hacen una entrada junto con Shakira.
  • El tour lleva más de 93 toneladas en equipos de alta tecnología.