Geta y Caracalla: bastante reales
Los gemelos Geta (Joseph Quinn) y Caracalla (Fred Hechinger) son dos larvas que solo el dinástico régimen del Imperio Romano podía permitir que fueran emperadores. Son viciosos, haraganes, corruptos, juerguistas, decadentes, amantes de los juegos del Coliseo y responsables del empobrecimiento de su pueblo. En Gladiador II, los estereotipos de la peor Roma se sintetizan en ellos. Además, ninguno de los dos parece tener exceso de materia gris. De hecho, Macrino (Denzel Washington) logra convencer a Caracalla que mate a Geta, pero aquel es tan tarado y enclenque que lo tiene que ayudar a terminar esa tarea. Luego de ello, nombra como primer cónsul a su monito. ¿Hubo gente así?
En la Roma real, hubo dos hermanos Geta y Caracalla que gobernaron como emperadores al mismo tiempo, desde 209 a 211. No eran gemelos: Caracalla había nacido en 188 y Geta en 189. Los historiadores coinciden en varios puntos que respaldan a la película: su gobierno fue caótico y ambos tenían gran desconfianza uno del otro, al punto que, efectivamente, Geta fue asesinado por orden de Caracalla en ese año. Antes de ese fratricidio, habían barajado la posibilidad de dividir el Imperio en dos, para tratar de tener algo parecido a una coexistencia pacífica. No hay registros fidedignos de mono mascota alguno.
Geta murió asesinado por los centuriones que respondían a Caracalla, quien lo había acusado de conspirar en su contra. Caracalla, a su vez, fue asesinado en 217 a causa de las intrigas alimentadas por un hábil prefecto del pretorio llamado Macrino.
De Caracalla lo que más ha perdurado son las termas a las que les dio nombre, en su momento el complejo de baños más lujoso de Roma y el segundo de más tamaño. Muchos siglos después, en 1990, las Termas de Caracalla albergaron el primer histórico concierto de Los Tres Tenores: Plácido Domingo, José Carreras y Luciano Pavarotti.
Macrino: exceso de diversidad
Macrino es un mercader, de armas y de personas, con pasado de esclavo. Compra a Hanno/Lucio (Paul Mescal) y lo convence de que se vuelva gladiador para que pueda vengarse del general Marco Acacio (Pedro Pascal), a quien considera causante de sus males (cosa que tiene su basamento: mató a su mujer y conquistó a su ciudad). Comerciante hábil, tiene influencia en el Senado y la suficiente astucia como para ganarse la confianza de los emperadores primero, convencer a un emperador a matar a otro después, y asesinar él mismo al que quedó vivo finalmente, quedándose con el poder. Nota aparte: el afrodescendiente Denzel Washington se come la película. Gran interrogante: ¿puede ser que un negro haya estado al frente del mayor imperio de la antigüedad?
Marco Opelio Macrino nació en Cesarea, cerca de la Argelia actual, en África, en 164. Pertenecía a la nobleza local y era muy inteligente, al punto de destacarse en lo jurídico y administrativo. En épocas de Caracalla, llegó a ser prefecto del pretorio; o sea, estar al frente de la guardia pretoriana del emperador. Sabedor de su influencia en el ejército y que el mandamás era cada vez menos popular, conspiró para su asesinato, lo que ocurrió en 217. Se proclamó emperador, pero su reinado fue breve: en 218 fue ejecutado por las tropas de Heliogábalo (no por Lucio). Todo apunta a que más que hijo del África Negra, Macrino era étnicamente bereber o magrebí, como también lo había sido Septimio Severo (el padre de Geta y Caracalla). Ningún historiador habló jamás de un emperador negro en Roma.
Naumaquias: sin escualos
En el auge de los juegos organizados por los dos dementes que gobiernan Roma, la arena del Coliseo se llena de agua. Tanta agua como para que puedan navegar dos barcos de guerra. Dos grupos de gladiadores, uno en cada uno de ellos, se enfrentan a muerte para deleite de la multitud, que no tendrá pan pero sí circo. Para peor, si alguno de los combatientes, en vez de ser decapitado o atravesado por una lanza cae al agua, lo más probable es que se lo desayune alguno de los enormes tiburones que los romanos incluyeron en estos juegos para diversión del pueblo. Por supuesto, gana el barco dirigido por Lucio, que se ve que durante su exilio en Numidia se convirtió en gran estratega militar.
La recreación de batallas navales realmente existieron en Roma. Se llamaban naumaquias, se hacían en contadas ocasiones para celebrar grandes triunfos militares, salían carísimas y requerían mucho espacio. La primera de ellas data del 46 AC y la organizó el mismísimo Julio César en un lago artificial construido en la llanura del Campo de Marte, bañada por el río Tíber. Según las crónicas, participaron 22 barcos, 4.000 remeros y 2.000 combatientes. No fue la más grande, vale aclarar. El Coliseo Romano, el mayor y más famoso de todos los anfiteatros del Imperio, inaugurado durante el reinado de Tito en el año 80, albergó dos de ellas, lo que daba idea de la calidad de la ingeniería de esta gente. Eso sí, cuando se construyeron las habitaciones y ascensores subterráneos ya no se pudo hacer ahí este tipo de espectáculos.
Y por más que el venerable Ridley Scott (que a los 86 años ya tiene un poco ganada la inimputabilidad) diga que es “perfectamente posible” que los romanos hayan podido usar tiburones en sus juegos, como si fueron tigres o leones (que en el agua pierden bastante de su fiereza), no existe una sola crónica histórica de época que los relacione con los gladiadores.
Conquista de Numidia: desfasaje temporal
Gladiador II comienza igual que Gladiador: con una tremenda escena de combate con Roma intentado expandir su imperio. La diferencia está que en la película de 2000, el protagonista Máximo Décimo Meridio (Russell Crowe) es un general romano, digno como muy pocos y dechado de todas las virtudes, que lidera a los suyos contra los bárbaros germánicos. En esta segunda parte, Hanno (que aún no asume que es Lucio Vero Aurelio y menos sabe que es hijo de Máximo) es un habitante y combatiente de la ciudad de Numidia, en el norte de África, bañado por el Mar Mediterráneo. Según los parámetros imperiales, sería un bárbaro. Y son arrasados por la flota romana comandada por Marco Acacio, quien además en el combate mata a Arishat (Yuval Gonen), la mujer de Hanno (pese a este arranque poco alentador, Acacio termina siendo uno de los buenos de la película). Jubartha (Peter Mensah) es algo así como uno de los líderes númidas derrotados.
Numidia era un reino que se extendía a lo largo de las actuales Argelia y Túnez, cerca de Cártago, la pesadilla de Roma. La guerra entre númidas y romanos se extendió desde el 112 AC al 105 AC y terminó con una rara victoria de los segundos. Rara, porque el hábil gobernante africano logró unas condiciones de rendición extrañamente favorables, lo que se cree consiguió mediante intrigas y sobornos, las cuales hoy son consideradas señales de decadencia de los entonces dueños del mundo. El hábil gobernante africano se llamaba Jughurta. La similitud fonética no es casual.
Lucio Vero: hijo y nieto, y nada más
El principal protagonista de Gladiador II es Lucio Vero, nieto del emperador Marco Aurelio (Richard Harris en la primera Gladiador), hijo de Lucila (Connie Nielsen), sobrino del también emperador Cómodo (Joaquin Phoenix en la primera Gladiador), y como se dijo, hijo también del Máximo Décimo Meridio. Como sea, más allá de su exilio forzado desde niño en Numidia, cosa que se explica en esta nueva película, es un heredero natural al trono. Eso es algo a lo que al principio reniega pero después parece encontrarle el gusto, con la loable intención de devolverle a Roma su grandeza.
Los Lucios Veros auténticos que conoció Roma son muy poco interesantes. Uno de ellos, Lucio Aurelio Vero, vivió entre 130 y 169 y, efectivamente, fue emperador. De hecho, fue el primer coemperador que conoció el imperio, ya que en 161 fue designado como tal junto a Marco Aurelio, quien muy lejos de ser su abuelo fue algo así como un hermanastro, ya que ambos eran hijos adoptivos de su predecesor, Antonino Pio.
Lucio Vero murió envenenado a los 39 años, cosa nada extraña en las autoridades romanas. Marco Aurelio, nobleza obliga, aparentemente no tuvo nada que ver. De hecho, este le había dado en matrimonio a su hija Lucila para mantener firme la alianza entre ambos. De la unión de ambos nació otro Lucio Vero, efectivamente hijo de Lucila, efectivamente nieto de Marco Aurelio, del cual no se sabe casi nada ya que falleció muy joven. Su mayor aporte a la humanidad fue haber sido la inspiración de Scott para su Gladiador II. Una vida tan escasamente vivida es maleable para cualquier ficción.