Irónicamente, Jorge, que junto con sus hermanos respiran este balneario desde la panza de su madre, era la primera vez que tocaba ahí, pero consiguió transportar las vibras de la playa al lugar con creces. “Siempre me tocó estar desde el público”, contó.
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Mauricio Rodríguez
El show lo abrió Florencia Núñez presentando Fe, su nuevo álbum, en el que Jorge participa en una canción. Continuó con una charla de “oceánica temática” —en palabras de Jorge— que trajo la Facultad de Ciencias sobre conservación de los mares, que vino enseguida después de que el anfitrión improvisara algunos versos con el repentista cubano Alexis Díaz Pimienta, uno de los momentos más ocurrentes de la noche.
“El corazón se me llena de palabras improvisadas, y aunque nadie me crea nada, si Jorge que está muy loco no me calla poco a poco yo llego hasta la madrugada”. Siguieron así un largo rato, y con los ganchos que Drexler lanzaba introdujeron a los artistas que luego estarían compartiendo escenario junto con él: el argentino Mateo Sujatovich, de Conociendo Rusia, con quien presentó una nueva canción, Desastres naturales; la compositora española Silvia Pérez Cruz; y el ganador de tres Latin Grammy, el brasileño Jota.pê.
“Hay que ponerse a escuchar al ruso (Sujatovich) cuando canta /
porque tiene en la garganta / un silencio singular /
que viaja a Rusia y vuelve a Uruguay.
Dime tú cómo se puede en Moscú /
hablar de Montevideo, /
cómo se puede hacer este video/
distinto, con otro menú /
y tener de forma tan clara y decir de forma tan loca /
como si toda su boca fuera una ilusión preclara que el mismo Mateo declara cuando viene a soñar /
delante de tanta gente, /
un público inteligente /
que hoy lo va a ovacionar”.
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Jorge Drexler y Mateo Sujatovich (Conociendo Rusia) intercambiaron guitarras y adelantaron Desastres naturales, una nueva canción en conjunto
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Para que el público, incluso Drexler, se convenciera de que todo eso estaba sucediendo realmente, cantó un grillo y en tiempo real Pimienta no se lo perdonó: “Seguramente ese grillo sea un poeta sencillo que me quiere contestar. Creo que valió la pena venir de tan lejos aquí porque te reconocí estando en tu tierra buena. Jorge querido, tú conmigo en Madrid has hecho muchas cosas, pero nunca oí mariposas revoloteando como las que hay ahora. Hay más de un amigo que te saluda en la calle, y hasta en el penúltimo detalle, perteneces aquí”.
Jorge, que de dinámico tiene más bien poco, improvisó como pudo una respuesta: “Mi maestro tan querido, llévanos de la manito, camino al infinito, para abrirnos los sentidos y dejar este latido que asoma muy bonitamente la noche en La Paloma…”. Hasta que comenzó la duda: “¿Aquí, rodeado de pinos? Yo digo que Alexis vino a revolver la maroma… ¿Puede ser?”. Y antes de quedarse sin ideas, soltó: “Vamos a conseguirle un ron”.
Se notaba que estaba de vacaciones. Drexler esa noche se mostró en una faceta distinta; se animó a esta suerte de freestyle y le abrió las puertas al género urbano interpretando una canción de Bad Bunny, Yo perreo sola, en versión acústica.
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La postal final del concierto fue una invitación que el propio Drexler venía craneando desde la prueba de sonido a todos los que participaron de la grilla de esa noche y durante las sesiones en la playa
Mauricio Rodríguez
Dijo que su concierto había sido la guinda del pastel de todo el festival. “Retomar el Teatro (de Verano), revitalizarlo, hicimos un montaje sin precedentes. Hemos tenido la fortuna, yo no sé si nos damos cuenta, de que ha sido histórico el nivel de artistas que nos han visitado en La Serena sin sus infraestructuras, sin cobrar los caché que cobran habitualmente, sin su equipo completo. Han venido en una mezcla de vacaciones con intercambio artístico, que es la idea del festival. Tenerlos aquí descontracturados, haciendo algo que no es lo que hacen habitualmente. A ellos, solo gracias”.
Mateo, Silvia y Jota.Pê tuvieron sus minutos a solas en el escenario, que el uruguayo ganador del Oscar disfrutó desde un costado, abrazado a su sobrina. Es que cada año lo de La Serena, lo dicen todos los hermanos, es una cita familiar.
En el backstage, al terminar el show, Jorge salió del baño y puso en duda haber dado todo el concierto con la bragueta baja. Esa era la vibra de esta fiesta drexleriana.
El no festival de Jorge Drexler y sus hermanos
Los Drexler, los demás músicos de la grilla, los que bajan sus instrumentos a la playa, los que coleccionan días de camping, los que arman ruedas de poesía… Todos ellos forman parte de la misma familia.
Antes, si se levantaba la vista, toda la gente del público era conocida. Ahora, cada año con una mejor propuesta artística —esta vez más de 10 Latin Grammys en escena—, ya no. Así lo contó a Galería Daniel Drexler, cofundador del evento. Sin embargo, eso tampoco preocupa a los hermanos, mientras vean que la esencia del festival, eso que llaman “artesanal”, se mantenga.
“Este no festival surgió porque nos empezamos a elegir entre amigos músicos para veranear juntos. Y sigue siendo para nosotros nuestra vacación. Nació así”, agregó. “Cuando llamamos a algún amigo para invitarlo no le decimos que se venga a tocar al festival, le decimos que venga a pasar seis, siete días de playa. Conociendo Rusia es un amigo. La selección de a quién traemos tiene mucho más que ver con eso y Mateo encaja perfectamente ahí. Si esto fuera un festival normal, él vendría, tocaría, con suerte dormiría una noche y se iría. Hoy estamos a 7 de enero y sigue dando vueltas acá, estoy buscando la manera de echarlo”, bromeó. “Esto es así. Salís a comer, vas a la playa, te tomás una caipirinha, jugás un partido de fútbol y tocás. Llegás acá y te encontrás con el lado humano que todos tenemos. Y esa es la idea, en vez de buscar las diferencias, ir por las coincidencias. En ese sentido la música siempre es un hilo conductor muy potente, porque es un arte empático por excelencia”, explicó Daniel.
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Hace pocos meses que los hermanos perdieron a su padre y están “retocados”, pero aun así no desistieron de organizar el festival, que es una oda a la familia, a lo íntimo y a su “anómala” hermandad: “Nosotros cuatro (Daniel, Jorge, Paula y Diego) somos muy unidos de formas hasta a veces sorprendentes, estamos en una sintonía muy rara. No es normal que cuatro hermanos se sigan eligiendo para veranear juntos”, dijo Daniel.
En su propia casa de verano, en medio del barrio, este año montaron el escenario Nodriza, que básicamente consistió en las mismas rodas de música que todas las temporadas hacen entre los invitados, solo que, esta vez, abiertas al público. Allí cada año Daniel festeja su cumpleaños, un 9 de enero: “La gente cuando viene me dice ‘feliz cumpleaños’, ¡y yo les digo ‘feliz cumpleaños’! Como si fuera una fiesta abstracta, una cosa de todos”, contó divertido.
Para los hermanos este festival es un envión creativo que produce “parcerías de composición para todo el año”. Daniel aseguró que, cuando vuelve a reencontrarse con estos músicos en ciudades como San Pablo, Porto Alegre, Buenos Aires, México, Madrid o Barcelona, el “núcleo de pertenencia” no desaparece. “Lo que pasa con La Serena es que estamos armando una trama del espacio iberoamericano tremenda, y se está armando acá, en lo más bajo del Cono Sur”.
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Jorge Drexler junto al argentino Mateo Sujatovich de Conociendo Rusia, el brasileño Jota.Pê y la compositora española Silvia Perez Cruz en el backstage del quinto día del festival
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“A pesar de la grilla que tenemos no siento que hayamos hecho ninguna cuestión disparatada. Hay una cosa muy linda acá, una capacidad de integración que tiene mucho que ver con la falta de prejuicios, con que no tenemos grandes religiones, imposiciones, con que la gente es muy abierta. Es una cosa muy guaraní”, agregó.
Silvia Pérez Cruz tuvo 13 horas de vuelo para llegar al festival. “Si nosotros tuviéramos que hacerlo pagando como se pagan todos los festivales, caché, pasajes, hoteles, no se podría hacer. Es incalculable lo que cuesta”, explicó Daniel. “Acá los músicos siguen viniendo por su propia voluntad. Nosotros solamente tratamos de ayudarlos para que la logística les funcione, pero seguimos dependiendo de la venta de entradas”, a la que cada año parece que la gente responde mejor; esta temporada las primeras anticipadas que se lanzaron fueron sin siquiera haber anunciado la grilla y se agotaron en 48 horas.
“Lo único que queremos es que la gente se dé cuenta de que La Paloma es un lugar al que se puede traer cultura y hacer espectáculos de nivel. Queremos rescatar espacios públicos con este tipo de movidas, sin automatismos comerciales”, dijo Jorge Drexler en rueda de prensa.
Compromiso con la música y el balneario La Paloma
Este festival, además de un encuentro de culturas y formas de expresión artística iberoamericana, es un mensaje de integración en todas sus formas; una excelente oportunidad para unir música, ciencia y sostenibilidad.
La ubicación del balneario incita a poner el foco sobre el océano. En el Teatro de Verano, antes de que los artistas cantaran, el biólogo Diego Lercari subió al escenario a hablar sobre la importancia de las áreas marinas protegidas por las que Uruguay viene empujando para lograr un 30% de ellas para el 2030.
Y hablando de focos, Jorge, que se concibe y concebirá como un vecino más de La Paloma, compartió con el público El foco, una canción inédita, que tendría dos, tres días de ser escrita, pensada para otro vecino, como una invitación a reflexionar sobre la contaminación lumínica:
“Allá a lo lejos que bonita es La Paloma /
pero su foco brilla más que el faro.
Yo no le niego que usted tenga sus razones /
pero ese foco es feo /
y además es caro. /
Sus dedos en el interruptor
y ahí va lucero por occidente /
encima de donde era la casa del presidente. /
Un breve acto de magia y se enciende una galaxia que es mi patria /
La vía láctea /
es mi patria. /
La vía láctea”.
Cuando la cantó mandó a apagar todas las luces del escenario, en un llamado directo a extasiarse con un techo de estrellas que aparecía.
Estos conciertos en la playa tienen otra particularidad además del entorno: la escucha respetuosa. “Tiene un nivel de respeto y de silencio, es una cosa tan maravillosa. La gente no aplaude, chasquea los dedos para no molestar a nadie. Nosotros tocando en La Serena escuchábamos las risas de un asado que estaban haciendo unos vecinos por allá arriba”, contó Daniel.
Lo más difícil es evitar que, como herramienta propia del barrio para generar tracción y conciencia medioambiental, el festival crezca desorganizadamente. “La convocatoria puede ser una pesadilla. Puede terminar como el Carnaval de La Pedrera, con gente destrozando un balneario, o puede ser que logre que un grupo grande de sapiens se pongan en sintonía con objetivos que están buenos. Puede ser disfrutar juntos, disfrutar en amor, cuidar de esto. Entonces, la convocatoria no necesariamente tiene que ser mala. Si uno la sabe ir llevando, puede ser una cosa preciosa”.
Para los hermanos Drexler, si no es, el festival tiene todo para convertirse en patrimonio de La Paloma, de toda la costa de Rocha y de todo el Uruguay, sin ecowashing: “Nosotros vamos a esa playa y yo quiero que mis hijas sigan yendo”, señaló Daniel. “Nos dimos cuenta con Jorge de que vos podés subir al escenario a un productor a decir ‘che, bájense de las dunas’, pero nadie te va a dar bola. Nos tenemos que subir nosotros”.