2 de junio de 2015. “Feliz aniversario Sr. Kopelman! Felicidades a ti! Te amo y amo a nuestras hijas!!!!!! #tresaños”.Seis meses después, Drew aparecía en un bote, abrazando con ternura a su hija pequeña, Frankie, en una ciudad que bien podría haber sido Boston. Compartió la foto en Instagram diciendo que estaba agradecida por su familia, y deseando a todos un feliz Día de Acción de Gracias. Terminaba con el crédito de la imagen: “Foto de Will”. Will Kopelman, consultor de arte, su marido, el padre de sus hijas. De él dijo haberse enamorado despacito, como se enamora la gente grande que valora los pequeños gestos. Después de una infancia terrible y de dos matrimonios fallidos (uno duró dos meses y el otro cinco), por fin Drew había llegado a su lugar feliz.
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Drew, que salió airosa del infierno y empezó a ver (y fotografiar) corazones en todos lados (llegó a publicarlos en un libro titulado “Find It in Everything”), que bautiza Flower a cada empresa que funda (Flower Films, Flower Beauty, Flower Eyewear) y que va por la vida regalando abrazos apretados, vuelve a fojas cero. Solo que esta vez, el viaje lo emprende con sus niñas.
Chico conoce chica. Dos veces. “Nunca fue amor a primera vista”, confesó Drew en una entrevista que dio en octubre a la revista “InStyle”. La pareja, que terminó casándose en 2012, había probado suerte en 2008, pero “el timing era equivocado”, contó ella. En 2011 volvieron a intentarlo, y de alguna manera las piezas encajaron. Hay quienes dicen que Drew se enamoró de la familia de Will. De su padre Arie (ex presidente de Chanel), de su mamá Coco y de su hermana, la productora y actriz Jill Kargman. “Creo que no hubo un momento en que supiera que quería pasar mi vida con Will. Fue sucediendo, fue un proceso fluido. Me estaba enamorando de su familia, sintiéndome lista para formar una familia propia. (…) A veces es momento de intentarlo con una buena persona”, dijo a “Good Housekeeping”. “Era alguien con quien podía hablar por teléfono, un ser humano de primera clase, alguien que tenía este increíble ejemplo de lo que es una familia, que yo no tengo”, agregó. No es la mayor declaración de amor. Más bien un reconocimiento de admiración, que terminó de confirmar al decir que “(Will) elige ser una buena persona cada día”.
Con esa buena persona Drew se casó en su casa de Montecito, California. Usó un vestido de Chanel y dijo “sí” frente a 190 personas. Su madre no era una de ellas. La revista “People” publicó la boda en la portada con el título “La boda de Drew. Amor y familia por fin”.
Drew y Will tuvieron dos hijas, Olive y Frankie, con poco más de un año de diferencia. La mayor cumplió tres y pidió una torta con un tigre para su cumpleaños. A su mamá le pareció gracioso, subió la foto a Instagram y 61.000 personas dijeron que les gustaba. Drew es una de esas personas que el mundo quiere ver feliz, como una especie de reivindicación, una muestra esperanzadora de que una vida terrible puede terminar en algo hermoso.
Después del nacimiento de Frankie, la menor, Drew sufrió de depresión posparto. No sabía cómo repartir el tiempo y estaba inestable. Reorganizó todo priorizando a las niñas. En varias oportunidades ha dicho que son “todo” su “universo”, y ha hablado de sus miedos al criarlas, de cómo se separa diametralmente del patrón de paternidad de sus padres (su padre era alcohólico y dejó a su madre cuando todavía estaba embarazada), de cómo quisiera criarlas ella. “Tengo ansiedades sobre si lo estaré haciendo bien, asegurándome de darles un entorno que sea seguro y amoroso. Y a veces tonto y libre, también consistente y sólido. Después tengo los miedos típicos de todo padre: ¿se van a caer?”, dijo a “InStyle” en 2015.
Drew y los abrazos. En los últimos meses, Instagram mostró a Drew presentando sus vinos, Barrymore Wines, en Aspen Food and Wine; promocionando sus lentes Flower Eyewear y sus esmaltes de uñas Flower Beauty. Pescando en Idaho, exultante con la publicación de su libro “Wildflower”, en la playa con una de sus hijas, besando la estrella de su abuelo John en el Paseo de la Fama de Hollywood, promocionando la newsletter de Lena Dunham, aprendiendo sobre vinos en Francia, con Toni Collette en la première de la película “Miss You Already”, con Stella McCartney en una fashion week en Hawai, con Ellen Degeneres, en París otra vez. La mostró deseando feliz Navidad y en una selfie con “cejas salvajes” y deseando feliz Día de la Mujer con la foto de Pippi Mediaslargas y hablando maravillas del libro “The Longevity Book”, de Cameron Diaz, y tatuándose los nombres de sus hijas en la muñeca (Olive y Frankie) y agradeciendo más.
Ella hace eso, agradece y abraza y dice que es un honor estar con prácticamente cualquier persona.
Cuando cumplió 40, Drew subió esta foto a las redes sociales con la leyenda #fourty. / Con su mamá, Jaid. / En la première de “Miss You Already” con su compañera de reparto, Toni Collette.
Drew, que empezó a trabajar con menos de un año, que saltó a la fama junto a Steven Spielberg en “E.T., el extraterrestre”, empezó a tomar alcohol a los nueve y a fumar marihuana a los 10. A los 13 comenzó una rehabilitación y a los 14 dejó para siempre la casa de su madre. Jill Schwartzman, que editó el último libro de Drew, “Wildflower” (flor silvestre), dijo que, además de entregarse 100% al trabajo, “abrazó a por lo menos 75%” de los que estaban allí.Con un ejemplo tan poco claro de lo que deberían ser las muestras de afecto y un núcleo familiar, Drew se las arregló para crear un entorno amoroso donde sea que vaya, y para construir una familia indestructible en la que en lugar de padres, hermanos o primos hay amigas del alma. Como Nancy Juvonen y Cameron Diaz. A la primera, casada con Jimmy Fallon, la conoció a los 19 años y juntas fundaron la compañía productora Flower Films. De allí salió primero “Jamás besada” y después “Los ángeles de Charlie”, para la que la actriz convocó a Cameron Diaz. Desde entonces, las dos actrices se volvieron inseparables. Se dicen mutuamente Poo Poo, y Cameron es la madrina de la hija menor de su amiga. “Si estás en una prisión aterradora en el medio de la nada, llama a Cameron. Te sacará de ahí. Si estás buscando a la mejor compañera para cocinar una cena y comer mirando una película en el sofá, llámala. Si alguien tiene una complicación médica, que la llame. Es la más leal, feroz, divertida y reconfortante amiga”, dijo esta chica que sonríe de lado y, aunque ya cumplió los 40, parece una niña eterna en busca de protección.
En la última boda de Drew, Cameron leyó el poema de E.E. Cummings “I Carry Your Heart With Me”. Menos de cuatro años después la actriz, que ha dicho que “el ser feliz tiene un aspecto guerrero” porque es algo que requiere lucha y una gran cantidad de trabajo, decidió poner fin a su matrimonio.
El adiós. La última vez que se vio juntos a Drew Barrymore y Will Kopelman fue en un evento a beneficio del Komansky Center for Children’s Health, en el New York Presbyterian Hospital, el 21 de enero.
Según algunos allegados a la familia, al matrimonio le costaba ponerse de acuerdo respecto a dónde vivir: ella quería vivir en Los Angeles, y él en Nueva York, donde efectivamente residían, en el Upper East Side.
La pareja informó sobre su divorcio a través de un comunicado en el que decían: “Tristemente nuestra familia se está separando legalmente, aunque no sentimos que esto nos impida ser una familia. El divorcio puede sentirse como un fracaso, pero eventualmente empiezas a encontrar esperanza en la idea de que la vida sigue. Nuestras niñas son nuestro universo, y esperamos vivir el resto de nuestras vidas con ellas como prioridad”. Quienes los conocen dicen que no sería propio de ellos enzarzarse en una batalla por la custodia de sus hijas: “suelen ponerse de acuerdo en todo cuando se trata de las niñas”, dijo a “People” una fuente cercana.
Con sus compañeras de “Los ángeles de Charlie”, Cameron Diaz, una de las mejores amigas de Drew, y Lucy Liu. / Drew Barrymore y Will Kopelman se casaron el 2 de junio de 2012. / La actriz interpretó a Gertie en “E.T., el extraterrestre” cuando tenía seis años.
Después de que la situación de la pareja se hiciera pública, Drew asistió a una gala de la New York Society for the Prevention of Cruelty to Children. Allí leyó uno de los ensayos de su libro “Wildflower” sobre su experiencia colaborando con niños en África, y antes de empezar, advirtió que podía quebrarse. Tal vez era muy pronto para enfrentar al mundo, una vez más, con el dolor de la despedida todavía ardiéndole en el pecho.
En su libro, Drew dedica un capítulo a hablar sobre “el día que se divorció” de su madre. Habla de cuando, a los 14 años, decidida a empezar de nuevo y por su cuenta, presentó una petición para ser considerada legalmente mayor de edad. “Mi madre estaba ahí apoyando totalmente mi emancipación. (…) Me sentí tan triste”, escribe la actriz sobre el día de la audiencia. Hubo testigos, a los que se les preguntó, de manera más o menos directa, si esa niña estaba lista para ser una adulta. Por fin, la jueza la miró y le dijo: “Puedo mover el reloj hacia adelante, pero nunca puedo volverlo atrás. ¿Estás lista para esto?”. Ella dijo que sí, y salió de la sala con cuatro años más. Fue su decisión y sobrevivió. Como una buena guerrera, también sobrevivirá a esta.