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    Manuel Leindekar: 'Hay confianza en que estoy haciendo las cosas bien'

    El uruguayo más joven en llegar al rugby profesional, juega en el Oyonnax francés y defiende a Los Teritos en el World Rugby U20s Trophy

    No sabe cuándo. No sabe dónde. Pero sí tiene la certeza de que alguien, en algún momento, lo siguió, lo analizó con lupa y lo eligió. Pudo haber sido en los campos deportivos del British Schools mientras jugaba rugby con el equipo de Old Boys. O quizás en algún partido internacional de Los Teros o Los Teritos. A casi un año de su reclutamiento para sumarse a las filas del Oyonnax de Francia y jugar en uno de los mejores torneos de clubes del mundo, Manuel Leindekar se sigue preguntando sobre el origen de su pase al exterior, el que lo convirtió en el rugbista uruguayo más joven en alcanzar el profesionalismo.

    Fue en noviembre de 2016. Manuel, que desde niño aspiraba a jugar en las grandes ligas, aceptó la propuesta del agente francés que lo buscaba y firmó contrato por tres temporadas. Tenía 19 años. Antes que él, hicieron carrera en Europa Pablo Lemoine, Juan Carlos Bado y Nicolás Brignoni, entre otros.

    No importa en qué contexto se mueva, él —su cuerpo— siempre llama la atención. En todas las fotografías de los equipos que integró siempre está por encima de la altura promedio, incluso en el plantel del Oyonnax. Ahora tiene 20, mide 2,2 metros y vive en la comuna que da nombre al club: un pequeño pueblo en la región de los Alpes, a pocos kilómetros de la frontera con Suiza, donde hay 22.000 habitantes, la mayoría aficionados al rugby.

    En Oyonnax, Manuel juega en la sub-23 del equipo, estudia Administración, vive solo y aún no tuvo la oportunidad de debutar en primera división. Piensa venir a Uruguay una vez por año, cuando en Francia haya cambio de temporada. Pero en lo que va de 2017 ya lo hizo en dos oportunidades: entre mayo y junio, cuando disputó varios partidos con la selección uruguaya mayor, y ahora, para competir en el World Rugby U20s Trophy, el campeonato mundial en el cual Los Teritos están compartiendo serie con Portugal, Fiji y Hong Kong. Es la primera vez que el torneo tiene como sede Uruguay: empezó el 29 de agosto y se extiende hasta el domingo 10 de setiembre. Y Manuel, que juega de segunda línea, no quiso perder la oportunidad de disfrutar la localía.

    ¿Es muy ambicioso pensar que Los Teritos pueden ganar este mundial?

    No, las chances son reales. Aunque el año pasado no tuvimos un buen mundial, sobre todo porque hubo muchísimas lesiones, hace tres años salimos cuartos y hace dos, terceros. Ahora tenemos una buena serie, accesible. Y sí, la meta es ganar el mundial. Este es un mundial B, en el que juegan ocho equipos, y solo el ganador asciende al mundial A, donde juegan las 12 mejores selecciones, como Nueva Zelanda, Sudáfrica, Argentina y Australia. Esta modalidad solo se hace en sub-20, porque si no, la diferencia entre los equipos es muy grande.

    Uruguay comparte serie con Portugal, Fiji y Hong Kong. ¿El nivel es parejo?

    Bastante. Portugal y Fiji son muy buenos y por ahí Hong Kong es el que está más abajo. Nosotros venimos fortalecidos, con varios partidos de entrenamiento y, si bien nos falta altura en cuanto a lo físico, tenemos un esquema de juego muy bien armado. El mundial siempre se jugaba en abril, pero este año, porque es acá y el ministerio sugirió hacerlo en esta época, se pasó para fines de agosto. Generalmente, el tiempo de preparación para un mundial es de cuatro o cinco meses, a reventar, y ahora vinimos entrenándonos diez meses, desde noviembre del año pasado.

    Pero desde fines del año pasado vivís en Francia. ¿Cómo formaste parte de la preparación? 

    Los entrenadores confían en que allá estoy haciendo las cosas bien. Con la mayor parte de los compañeros nos conocemos hace mucho tiempo, nos conocemos bien. La mayoría viene de Old Boys y del Christian.

    Viniste a Uruguay en mayo y debutaste con Los Teros, con la selección mayor.

    Sí, me llamaron para jugar el Sudamericano, que era clasificatorio al mundial. Jugué tres partidos con Los Teros y después tuvimos la Nations Cup, que por primera vez la jugamos acá y la ganamos. Fue tremendo.

    En noviembre de 2016 te llegó la oferta del Oyonnax de Francia. ¿En Uruguay existen captadores de talento o la vidriera de los rugbistas es solo la competencia internacional?

    La vidriera son los campeonatos internacionales. Generalmente, las ligas fuertes buscan en el exterior los físicos que no tienen. Yo tengo la suerte de medir 2,2 metros y allá a los jugadores altos se los queda el básquetbol o el handball. El francés que me encontró, que ahora es mi agente, le preguntó a Pablo Lemoine (exentrenador de Los Teros, que jugó más de 10 años en Francia) si yo tenía o no el perfil. Y Pablo le dijo que sí. Después se contactó conmigo. Pero la verdad es que no sé ni cuándo ni en dónde me había visto.

    Sos el profesional más joven en la historia del rugby uruguayo.

    Sí, no se fueron muchos jugadores de Uruguay. Es difícil. En Francia, por ejemplo, que es donde captan a más jugadores de acá, están tratando de proteger más al francés. Entonces hay cada vez menos cupos.

    Allá jugás en el plantel sub-23 del Oyonnax y aún no tuviste la oportunidad de subir a primera. ¿Creés que estás cerca de lograrlo?

    El rugby francés apunta mucho a la experiencia. Por eso es que son los únicos que tienen la categoría sub-23, para meter un escalón más entre sub-20 y primera. El promedio de edad de los equipos es bastante alto. Es un rugby muy físico, y el físico viene acompañado de la madurez que te dan los años.

    ¿Qué diferencias deportivas hay entre el rugby francés y el uruguayo?

    El contacto, el uno contra uno, es mucho más duro allá. Los jugadores son muy grandes, muy entrenados. La diferencia más notoria es la combinación entre el físico y la velocidad de juego. Acá es un poco más lento y además creo que no estamos tratando de jugar como los franceses sino como los neozelandeses.

    ¿Cómo juegan en Nueva Zelanda?

    Juegan más al rugby de antes, a ver quién es más guapo. Es un rugby más sucio, más lento y técnico a la vez. Tratan de que todos puedan correr, tener el pase perfecto. 

    ¿A qué edad el rugbista suele alcanzar su máximo rendimiento?

    Dicen que el balance entre lo físico y lo mental llega cerca de los 27. Es un deporte que se puede jugar hasta los 35 años o más. Y cuando estás mejor físicamente y más maduro, con más experiencia, es que lográs ese equilibrio. Por eso, también dicen que es preferible que los jugadores no debuten en primera siendo tan jóvenes.

    ¿Cómo cambió tu cuerpo desde que estás entrenándote en Francia?

    Ellos en la sub-23 tratan de cambiar tu cuerpo, de moldearlo. La idea es que entrenes tus debilidades y crezcas físicamente. Allá mos entrenamos dos veces por día y los lunes practicamos junto al plantel de primera. El cuerpo lo va sintiendo de a poco y, al menos en mi caso, cada vez estoy más a gusto en la cancha. También se le destina tiempo al descanso: allá duermo ocho horas y siesta, algo que acá sería inviable.

    Oyonnax es un pueblo chico, al menos en la escala europea.

    Es bien chico a cualquier escala. Es el Paso de los Toros de Francia. Ahí todo gira en torno al rugby, todos están pendientes del equipo, de saber quién sos, cómo jugás. Es el principal deporte para ellos. Si bien no me gusta que tenga tan poco movimiento, el pueblo está en una zona muy linda, en los Alpes, con montañas, mucho frío y nieve, y además la gente es muy amable. Aunque no hables bien su idioma te dan charla, te preguntan cómo te fue en el partido.

    ¿Vivís solo?

    Sí. Mi club no tiene campus y me alquila un apartamento justo enfrente a donde entrenamos. Tenemos una dieta marcada pero las comidas corren por cuenta de cada uno. Cuando tenés contrato firmado en la sub-23 también es requisito estudiar.

    ¿Vas a la universidad?

    No, tengo clases en el club. Ellos tienen convenios con una universidad y llevan a profesores a dar clases ahí. Hasta ahora estaba estudiando francés porque la carrera la voy a hacer en francés y no sabía nada. Por suerte, salvé el examen y apenas vuelva voy a ponerme a estudiar Administración. 

    ¿Qué tenés pensado hacer con eso?

    Es que en realidad quiero hacer un máster en Psicología del Deporte, algo que forma parte de la esencia del rugby. Pero para hacerlo necesito un título de grado y me parece que Administración es algo que puedo llegar a aplicar en todo lo que haga. Siempre me interesó mucho la psicología, cómo se manejan las presiones, los miedos.

    Empezaste a jugar rugby en el British, a los 7 años, pero también probaste otros deportes. ¿Cómo te iba?

    En general, bien. De chico probé en muchísimos deportes, pero después cuando el deporte mismo te empieza a requerir más tiempo tenés que elegir. Yo elegí el rugby cuando cumplí 13. Antes jugué al básquetbol en Trouville, al tenis en unas canchas particulares, hice natación en el Lawn Tennis, y también practiqué mucho fútbol.

    ¿De qué jugabas?

    De cinco (mediocampista de marca), bien raspador. Más adelante pasé para atrás, obvio. Y después para afuera.