—Mis inicios fueron en Zorba de Punta del Este y fue algo casual, de estar en el momento adecuado a la hora indicada. Había hecho mis primeros pasos como Dj poniendo música en el Liceo Francés, en las fiestas de los grupos de viaje, y estaba en Punta del Este. En esa época existía la boite Zorba y el discjockey era Daniel Leal, un referente de toda la vida, de los primeros discjockey importantes del Uruguay, que lo fue de Zum Zum, entre otros lugares. Esa noche Daniel no podía ir y casualmente me preguntaron si tenía ganas de poner música. Dije que sí, aun cuando era menor —no podría haber entrado—, pero como iba a estar en la cabina se imaginaron que nadie iba a hacer problemas. Todo salió bien, la gente bailó, y me invitaron a poner música todos los días.
Lo que tiene que ver con la nostalgia es que cuando volví a Montevideo estaba buscando una cinta que habíamos grabado, que la tenían los dueños de Zorba, y cuando fui a hablar con ellos me dijeron que justamente me estaban buscando para invitarme a trabajar de Dj en una boite que se iba a abrir en los lagos de Carrasco. Y ese boliche fue Ton Ton; uno de los dueños era uno de los gerentes de Radio Panamericana, en la cual estaba trabajando Pablo Lecueder, el creador de la Noche de la Nostalgia. Así que cuando hizo la primera fiesta, yo estaba ahí en Ton Ton —con otros dos o tres Dj— pasando música.
—¿Cómo llegó a crear Space?
—Comencé a ir a Ibiza en 1988. El primer verano antes de ir, recorriendo la zona de Rincón del Indio, me encontré con esa estructura de gran boliche que habían construido unos italianos. Ellos lo tenían con un concepto de confitería bailable, pero sin nada de magia, y no les funcionaba. Y antes de irme a Europa se lo comenté a mucha gente. A mi regreso de Europa, cuatro amigos (Marcelo y Miguel Gattás, Marcel Paullier y Gustavo Guadalupe) me contactaron y nos asociamos, y yo también era el Dj.
—¿Entonces ya había dejado Derecho (hizo hasta tercer año de Abogacía en la Universidad de la República) y estaba dedicado a la música?
—Sí. Ya habían empezado las primeras fiestas, los cumpleaños de 15, casamientos, fiestas empresariales y desfiles de moda. Y el año anterior a Space habíamos montado con Sebastián Gattás en La Barra un lugar que se llamó Archie, en la Ruta 10, que había tenido mucho éxito con los argentinos. El gran secreto de la apertura de Space fue que se empezó a armar desde mucho antes de su inauguración y había una expectativa muy grande. ¡El primer día que abrimos mató!
—Las fiestas del 24 de agosto están más bien identificadas con el género disco y las décadas de los 70 y 80. ¿Por qué decidió Sofitel asociarla a los 90 y la música electrónica?
—Para Space trajimos de Europa los grandes hits europeos. Y decir “trajimos” es real, porque de esa época tengo miles de discos que traje a lo largo de 11 años, del sacrificio de buscar, comprar, o que me daban los Dj de allá. Ahora un Dj va con un pendrive y no carga el peso de las valijas que cargábamos nosotros, incluso haciendo giras. Yo hice por un montón de años giras por Sudamérica y era una locura cargar las valijas de discos. En la época en que pasábamos música, al ser residentes y armar todas las noches un set o similar, la gente se iba acostumbrando, iban aprendiendo las canciones, hasta incluso sabían en qué momento de la noche las iban a poner, y eso hizo que se crease una banda sonora que duró 11 años.
—¿Qué temas, si los escucha en cualquier momento, le traen Space a la memoria?
—“Everybody is free”, el tema de Rozalla, que era un clásico. En esa época las letras decían mucho. También “Promise Land” (de Joe Smooth) y “This is your life” de Banderas. Y un clásico de Space era “Space is a dream”, el tema que compuso Emil Montgomery para un álbum nuestro, que el público de acá le decía “la candomarcha”.
—¿Qué conceptos europeos incorporó a Space?
Primero, la libertad de acceso: que pudieran ir grupos de chicas o chicos, no necesitabas ir en pareja. Segundo, el hecho que para que funcionase una estructura tan grande era bueno tener distintos bares o barras, arrendados a distintos grupos y a su vez ellos traían a sus seguidores.
Fuera de la pista principal de Space (la que musicalizaba Quartino) esas otras barras tenían una opción musical diferente, alguna más pop, otra más rock y otra más reggae, que permitía también una amplitud musical en la noche.
—¿Fue eso una gran novedad para el país?
—¡Totalmente! Tanto el hecho de alquilar las barras como tener un área vip, reservada para clientes preferenciales y trabajar una tarjeta vip para acceder a un lugar. Y que hubiera performers, fue la primera vez que se vio bailar a chicas, bailarinas profesionales, en los cubos y en las tarimas.
Más adelante, de Europa también trajimos las fiestas temáticas. Sobre todo intentábamos levantar un día de la semana, que era el miércoles, y hacíamos fiestas temáticas con una megaproducción y una convocatoria especial. Los miércoles venía gente incluso de Montevideo. El volumen, el sistema de sonido, la iluminación: era todo nuevo.
—Space se llama también una de las discotecas más históricas de Ibiza. ¿Tienen alguna relación?
Con mis socios, por esas cosas de la vida, dijimos ¿qué pasa si le ponemos Space Punta del Este? No te olvides que éramos cinco amigos que teníamos una discoteca, no sabíamos que íbamos a durar tanto ni que se iba a transformar en un icono de Punta del Este. Curiosamente, el de Ibiza, que sigue siendo una de las discotecas más famosas del mundo, este año cierra debido a un tema de habilitación. Probablemente la trasladen a otro punto de Ibiza, pero seguramente no va a ser lo que fue ese gran templo.
—¿Qué recuerdos tiene de las celebridades que frecuentaban el lugar?
—Recuerdo el famoso lío que hubo con el hijo de Menem, que se peleó con un fotógrafo que le había sacado una foto a él con una chica. Personajes muchos, como Maradona, que pasaba mucho por ahí con Coppola; eran figuras habitué. También fueron Pelé, Tinelli, músicos ingleses como Billy Idol. Muchos argentinos referentes descubrieron el mundo de las discotecas con Space. Uruguay fue el primer lugar donde hubo una explosión de música dance en una megadiscoteca. Tanto así que “Music”, una revista inglesa especializada, la nombró en 1991 y 1992 como la discoteca más importante de Sudamérica.
—¿Por qué cree que en Punta del Este, y de hecho tampoco en Montevideo, ya no hay más ese tipo de megadiscos?
—Cambiaron los tiempos. Además, estos grandes emprendimientos eran realizables también con el apoyo de las marcas. En la época en que abrimos Space las marcas de Argentina invertían muchísimo dinero —y tenían un gran retorno, porque lograban tener presencia de los primeros días del verano. Además, ahora las temporadas son tan cortas que no habría tiempo de recuperar la inversión. Creo que incluso si hoy abriera Space no sería redituable.
—¿Y en Montevideo?
—En Montevideo tuvimos Otro Planeta y Deeper, para continuar con nuestra música, que se mantuvo un poco gracias a los boliches que abrían en invierno. En esa época el término era marcha, porque en España se decía “salir de marcha”. En determinado momento se pensó que iba a ser una moda, que la electrónica iba a morir. Pero siempre digo que nunca va a morir, porque está ligada a la tecnología.
—¿Siente nostalgia de esas épocas?
—Sí, de Punta del Este sí, sobre todo de lo que fue musicalmente. Punta del Este fue plataforma de lanzamiento de grandes hits, unido también a la divulgación que les hacían las radios. A Space, en esos 11 años de actividad, vinieron mega Dj internacionales como Deep Dish, Paul Oakenfold, Danny Rampling. Hernán Cattáneo, uno de los mejores de Argentina, estuvo tocando unos años como residente. Todo eso hacía que se generase un vínculo muy unido entre artistas, managers y gente de otras regiones.
—¿Pero este vínculo entre Punta del Este y la electrónica no se mantiene? En los últimos años vinieron David Guetta, Carl Cox y Tiesto, por ejemplo.
—Pero no a una discoteca. Los más importantes vienen a formatos grandes como festivales, a instancias en las que hay marcas detrás, porque es difícil financiarlo solo con la venta de entradas.
—Sigue muy vinculado a Punta del Este, y de hecho ahora vive ahí.
—Hace seis años, pero voy desde que nací, toda la familia de mi madre es de allá. Hice todo el proceso de la noche en Punta del Este, desde que era menor hasta ahora, y vi todos los cambios.
—¿Cuándo dejó de ir a Ibiza?
—Hace dos años que no voy, también por un tema familiar. Tengo hijas (una de año y medio, otra de nueve). Pero cambió mucho todo, e Ibiza perdió la magia, se transformó en Las Vegas del entretenimiento nocturno. Miles y miles de personas que van ahora, anónimas, y las pistas están pobladas de celulares sacando fotos; perdió la magia de lo que era.
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2016-08-04T00:00:00
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