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En 2009 Ancap realizó el proceso de licitación denominado “Ronda Uruguay” que terminó en la adjudicación de dos bloques para la exploración de subsuelos en la cuenca marina Punta del Este a un consorcio conformado por las empresas YPF, Petrobras y GALP. La petrolera estatal realizó luego la “Ronda Uruguay II” que finalizó con la adjudicación de ocho nuevos bloques para explorar y explotar hidrocarburos a las empresas British Petroleum, British Gas, Tullow Oil y Total, que invertirán U$S 1.562 millones.
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Pero pese al impulso que desde el gobierno se le está dando a la actividad, Uruguay aún tiene camino por recorrer en cuanto a la legislación y los controles. Ancap y la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) preparan un protocolo para exigirles a las empresas condiciones en la etapa de prospección.
El viernes 31, durante las “XIV Jornadas de la Sociedad Uruguaya de Biociencias” realizadas en Piriápolis, el expositor Aramis Latchinian, licenciado en Oceanografía Biológica y ex director de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama), señaló que la legislación uruguaya determina que “las prospecciones no requieren autorización ambiental previa”. De hecho, “las primeras actividades sísmicas fueron de Ancap para luego poder licitar un bloque de explotación y las hizo sin ninguna autorización, sin avisar siquiera a la Dinama”, dijo.
El especialista explicó que para la prospección —primera etapa del proceso de búsqueda de gas y petróleo— se realizan “disparos de sonido a una presión altísima”. Esos sonidos rebotan en el fondo y mediante receptores “se puede construir una imagen muy fina para saber si hay gas y petróleo en el subsuelo”, pero puede afectar a mamíferos marinos, tortugas y otras especies. El experto sostuvo que la presión sonora del procedimiento “no es que aullente a los cetáceos” sino que “les vuelan la cabeza”.
“En la mayoría de los países donde se hace sísmica no se mueve un palo sin la autorización del Ministerio de Ambiente. Es así en países latinoamericanos, africanos o de Primer Mundo”, cuestionó.
La exploración —segunda etapa del proceso— consiste en realizar perforaciones en los lugares donde hubo más alta presencia de hidrocarburos. Finalmente, si esos pozos muestran niveles aceptables de hidrocarburos a una profundidad aceptable se procede a la explotación, que es la tercera etapa.
La exploración sí requiere autorización ambiental y Dinama prevé desarrollar controles. Pero para Latchinian, ese es “todo un tema”, porque para poder cumplirlo el organismo debe “tener plata” y hoy “no tiene dinero suficiente para pagar la nafta para los controles de la costa”.
“Estamos ante un proyecto que va a ser de muy largo plazo, de una inversión gigantesca y que entraña riesgos ambientales importantes. Se puede resolver y se puede gestionar pero el papel de la ciencia es determinante y hoy, para mí, está bastante de costado”, concluyó.
“Sencillo” pero “costoso”.
Para Lachinian las carencias legislativas obedecen a que la reglamentación es “muy industrialista” y se basa en “un listado taxativo de actividades”, por lo que nuevos emprendimientos que aparecen “no están previstos”.
En su opinión, la solución “es sencilla” ya que los protocolos para la búsqueda de gas y petróleo “están muy estandarizados” en los países con actividad sísmica, que “se hace sin generar ningún impacto sobre la fauna marina”.
“Tener un avistador entrenado” en el barco para garantizar “que no haya animales” y hacer el aumento de presión sonora de las emisiones “en forma gradual”, son algunos de los procedimientos que se utilizan en otros países. Son medidas “fáciles” de implementar, aunque tienen costos importantes para las empresas.
“Hacer los disparos lentamente o establecer que no se puede hacer sísmica de noche porque no hay capacidad de ver si hay mamíferos marinos cerca es un costo muy grande para la empresa. El barco cuesta un montón de miles de dólares. Es muy fácil hacerlo pero hay que obligar a las empresas”, sostuvo.
“Para hacer gestión ambiental necesitamos información de base. Nosotros tenemos muy poca información de base y eso lleva mucho tiempo de generación. Ese es un ámbito en el que la ciencia tiene un aporte fundamental para hacer, pero es algo carísimo de hacer en el mar, además de ser complejo. Es algo que hay que desarrollar como toda un área de trabajo desde ahora”, enfatizó.
Protocolo.
Raúl Sendic, presidente de Ancap, dijo a Búsqueda que el ente está “trabajando junto a la Dinama para la elaboración de un protocolo al respecto, que estará pronto previo a la operativa de los buques de las empresas”.
El director nacional de Medio Ambiente, Jorge Rucks, confirmó el trabajo conjunto para fijar un procedimiento “exigible a las empresas que van a hacer la prospección” y que será complementario a la legislación vigente. Las “pautas técnicas que se manejan a nivel internacional” tienen que adecuarse “a las condiciones específicas de la zona en donde se va a hacer la prospección”.
Para la prospección, la Dinama exigirá una serie de pautas mediante resoluciones ministeriales, y en las siguientes etapas deberá haber autorización ambiental antes del comienzo.
Rucks explicó que necesitan información sobre las localizaciones de la población marina, las migraciones de las especies, zonas de pesca “valiosa”, para así establecer “medidas precautorias” que definan en qué momentos se puede hacer la prospección para evitar daños importantes.
Pero, según dijo, la información disponible no es la ideal y viene de las empresas privadas que se encargarán de la exploración y de Ancap —en acuerdo con la Facultad de Ciencias—, que está realizando una recopilación de las investigaciones sobre el tema “que estaban dispersas”.
“Que necesitaríamos tener mejores estudios de base, no cabe duda. Que falta información, falta. Todo es perfectible, las empresas están manejando información y Ancap también, acá hay una recopilación de información. Pero se les va a pedir a las empresas que van a hacer la prospección que ellos generen análisis de la línea de base para complementar el conocimiento existente de Ancap y nuestro”, informó Rucks.
Ya Ancap está enviando información con restricciones autoimpuestas, como el respeto por la época migratoria de algunas especies marinas.