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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHace un tiempo fueron los libros para colorear mandalas, con sus contornos bien delineados, los que invitaban a dejarse llevar por el trabajo manual y olvidarse del reloj y de los problemas. Hoy, el lettering es el nuevo boom. Una disciplina que propone volver a la escritura pero con una dosis de buen pulso y creatividad. Se trata de una práctica que combina la caligrafía y la tipografía, que linda con la ilustración y que admite variadas técnicas, con diferentes acabados.
De alguna manera, cualquier niño está haciendo lettering cuando dibuja las letras de doble trazo para la carátula del cuaderno de geografía. La técnica puede afinarse y adquirir un carácter artístico al permitir el uso de distintas tipografías y tomar de la caligrafía el uso oportuno de trazos finos y trazos gruesos variando la presión con que se escribe.
Dibujar letras. El lettering es más que escribir. Consiste en dibujar letras y ahí está el lado artístico del asunto. El brush lettering, uno de los estilos más utilizados, se hace en cursiva y se logra con trazos finos y gruesos, que parecen pinceladas. “Ahí entra en juego ese ejercicio caligráfico de controlar la presión de la herramienta que estás usando, que puede ser un lápiz, un pincel o cualquier cosa con la que puedas lograr trazos finos y trazos gruesos”, contó a galería Stella Suárez, una maestra de educación inicial que hace dos años se introdujo en el lettering y desde el año pasado dicta talleres básicos y avanzados de esta disciplina.
También está la falsa caligrafía, que se logra haciendo trazos dobles y generando, a partir de una herramienta de Trazo Fino, letras con trazos gruesos, al rellenarlos; y otros estilos que utiliza la imprenta.
Terapia. Si bien los efectos terapéuticos del lettering no están científicamente comprobados, cualquiera que se haya aproximado a una plantilla de práctica de brush lettering y volcado todo su esfuerzo en reproducir la letra “f” con todos sus firuletes sabe que en ese momento no había chance de que estuviera pensando en algo que no fuera cuándo ejercer presión, y cuándo no. “Muchas personas llegan al taller porque quieren recuperar la escritura y porque al concentrarte en eso dejás de pensar en otra cosa, y eso sirve. Creo que hoy se necesitan esos espacios”, dice Stella, que se considera autodidacta y que llegó al lettering después de anotarse en un taller de acuarelas, mientras buscaba en Instagram imágenes inspiradoras para pintar. “Empecé a ver que se repetía el termino lettering y no tenía idea de qué era, porque no tengo formación ni en diseño gráfico ni en ilustración. Ahí empecé a investigar, me interesó, y como tengo formación en Magisterio, la cursiva nunca me abandonó. Pasé de la acuarela al lettering y volqué ahí las ganas de hacer algo con las manos, de poder expresarme por otro lado”.
La práctica es todo. En el caso del lettering, esta máxima parece aplicar en la mayoría de los casos. “De agarrar una pluma y romper la hoja, ahora puedo escribir una palabra entera sin enchastrar todo o sin romper la hoja”, cuenta Stella, que sube a su cuenta de Instagram (@stellariumcali) casi a diario videos en los que muestra —a veces en cámara rápida, a veces en tiempo real— diferentes técnicas de lettering. En esa red social tiene más de 2.000 seguidores que le comentan sus videos. Aunque en Estados Unidos y en España el lettering se conoce popularmente hace más tiempo, en Uruguay es todavía algo novedoso.
Imprenta manual. El lettering invita a subir la apuesta constantemente. A medida que se van dominando los trazos básicos, se empieza a experimentar y a buscar otros resultados. Una de las técnicas más vistosas es el embossing, que podría definirse como un procedimiento de realce con calor que requiere materiales específicos. El primer paso es escribir la o las palabras con un drypen de embossing. Después se desparraman sobre el papel unos polvos —disponibles en diferentes colores, metalizados o mate— que se adhieren al trazo del drypen y se derriten con calor. Para eso se utiliza una pistola de embossing, que funciona de manera similar al secador de pelo, pero alcanza más temperatura. Después de unos segundos se ve el resultado: la palabra queda en relieve y con un acabado satinado.
Para el foil, otra de las técnicas, el implemento básico es un papel metalizado y un drypen, que viene a ser una goma de pegar sobre la que se adhiere el papel. Al secarse, el trazo del marcador queda pegajoso, y ahí se coloca el foil. Al retirarlo, quedan las letras, también en relieve, en el color metalizado de la hoja utilizada.
Por dónde empezar. Lo más sencillo y recomendable para arrancar, según Stella, es un lápiz. Cualquier lápiz, y practicar líneas finas y líneas gruesas, hasta lograr un buen dominio de la variación en la presión que se aplica. También se puede comenzar con los marcadores brush, que son los de punta flexible y que deben utilizarse con una inclinación de 45 grados para lograr mejores resultados y no romperles la punta. “Yo no recomiendo empezar con un pincel o con una pluma de caligrafía, porque va a costar mucho más y seguramente se frustren antes de empezar. Se puede derramar tinta o que el pincel se rompa enseguida, se abra, y no lograr trazos prolijos”.
En cuanto al papel, aconseja empezar con papel de calco —el más sedoso, no el rugoso—, para que el trazo deslice mejor. Además de lograr que el lápiz o la tinta fluya mejor, permite practicar directamente sobre las plantillas de práctica —que pueden descargarse de Internet— sin rayarlas.
La aplicación Procreate, para iPad, es una buena forma de practicar y permite tener la pieza ya digitalizada. Para eso se requiere, además de descargar la app, un lápiz para iPad.
Los materiales. Con la popularización del lettering, la mayoría de los materiales ya se consiguen en papelerías, aunque hay que hacer un breve relevamiento, porque no hay en todos lados. Algunos implementos, como la pistola de embossing y los marcadores para esa técnica, no se consiguen en Uruguay, pero se pueden comprar por Amazon.
Los talleres. Hay personas que se acercan a los talleres de lettering buscando hacer algo manual, y otras intentando reconectarse con la práctica perdida de la escritura. “He visto que a la gente que le gusta hacer cosas con las manos es gente que le interesa también lo social del taller, el ir y conocer gente nueva, compartir”, contó Stella, que lleva más de 30 talleres dados, con un promedio de 10 personas cada uno. A sus clases se ha acercado gente de todas las edades, desde niños de siete años que van acompañando a su mamá y también hacen el taller, hasta adultos de más de 70.
El primer taller busca enseñarle a los principiantes los trazos básicos de caligrafía para que puedan empezar con brush lettering. El segundo, el taller de lettering creativo, es más avanzado. Allí se aprenden técnicas como el embossing, el foil, y se hace también lettering con acuarela, usando pinceles de agua.
Los libros. Otra forma de introducirse en el lettering es a través de los libros, que suelen incluir plantillas de práctica con diferentes estilos, además de consejos útiles y una descripción de los materiales necesarios para cada técnica. En librerías pueden encontrarse Hand Lettering. Consejos y técnicas para dibujar a mano letras y alfabetos, de Thy Doan Graves, y Hand Lettering. An Interactive Guide to the Art of Drawing Letters, de Megan Wells.
Lo que queda después es tomar el lápiz y disponerse a volver a escribir.