En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Desde las vidrieras de Hermès en Madison Avenue hasta las páginas de The New York
Times, los diseños orgánicos del carpintero autodidacta Charlie Baker
deslumbran por una particular impronta y una técnica poco convencional. A
partir de ramas salvajes tomadas de bosques cercanos a sus trabajos, realiza
estructuras de grandes dimensiones que se inspiran en la naturaleza. Su talento
llegó a Uruguay, y en el parque de una chacra en Pueblo Garzón construyó una
colección de tres nidos a escala humana.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Confeccionados con cientos de
piezas de madera encontradas en los alrededores, los nidos se ubican elevados
entre los árboles y son lo suficientemente espaciosos para montar una cena de
hasta 10 comensales. Las estructuras están conectadas por una pasarela a la que
se accede a través de una escalera de madera que se transforma en un pasillo
cerrado con ventanas circulares y arcadas en los extremos, totalmente
construido en ramas. También se dispuso un tobogán para el disfrute de los
niños y, por qué no, de aquellos mayores que saben divertirse.
El instinto creativo de Baker
encontró su máxima expresión a miles de kilómetros de su casa en Shelter
Island, Nueva York, donde creció en el seno de una familia de gran afición por
el diseño y la estética. A pesar de su formación universitaria en literatura
española, siempre le apasionó el trabajo con la madera, probablemente, herencia
de su padre fotógrafo profesional que en los ratos libres jugaba a ser
carpintero.
Su primer proyecto llegó de la mano
de un cliente de su madre paisajista, cuando confió en él para construir una
estructura natural en el jardín. A partir de esa oportunidad, comenzó a
experimentar a ensayo y error, aprendiendo de carpinteros amigos habilidades
nuevas que se fueron sumando a su talento innato. “Pienso que mis creaciones
existen en la línea entre arte y diseño. Mi trabajo es arte funcional inspirado
en la naturaleza”, dice Charlie a Galería desde su taller en Brooklyn.
“Cuando estoy construyendo algo imagino como si la naturaleza estuviese creando
la obra. También me inspiran artistas como Andy Goldsworthy y Patrick
Dougherty”.
Luego de estudiar un posgrado en
Diseño de Paisajismo en la escuela del New York Botanical Garden, fundó en 2007
su propio emprendimiento llamado Baker Structures. Desde entonces ha
desarrollado un estilo de construcción muy personal con la madera como
protagonista, creando pérgolas, puertas y esculturas que lucen como si hubieran
crecido de manera orgánica. La mayoría de sus clientes son particulares, aunque
también ha dejado su huella en restaurantes, hoteles y lugares públicos. Entre
estos destaca particularmente una escultura esférica de dos metros y medio de
diámetro que construyó en la entrada del hotel The Lloyd Stamford, en
Connecticut.
Fotos: Heidi Lender
Una residencia en el instituto creativo Campo
Garzón lo trajo a Uruguay por primera vez. En su estadía, mientras construía un
arco de ramas en las inmediaciones, se acercó el propietario de una casa del
pueblo con una idea bastante ambigua: quería crear algo para sus niños
pequeños, pero no tenía definido qué.
Los nidos eran para Charlie una
cuenta pendiente, por lo que le pareció la ocasión perfecta para poner en
marcha ese desafío.
“Estaba obsesionado con el trabajo
que hacen los pájaros para construir sus nidos. Cuando llegué a la casa de la
familia, las coronillas eran como esculturas y estaban repletas de muchos
pájaros”, recuerda el escultor sobre el inicio del proceso en el que terminó
—según su propia percepción— casi que “mimetizándose” con las aves que
convivían con él como si fuese una más.
La construcción de los nidos llevó
cinco meses en total y contó con la ayuda de carpinteros uruguayos para la
realización de las plataformas y las escaleras. El proceso requirió mucha
paciencia porque es como un rompecabezas de miles de piezas que se “tejen”
atornilladas a una base. “Casi siempre estoy tratando de crear un sentido de
movimiento con mis obras. Cada rama parece que está creciendo y moviéndose
alrededor de la rama adyacente”.
Para la parte estructural se
utilizó la madera dura de eucaliptus, mientras que para lo ornamental se
escogieron ramas de coronillas encontradas desde Pueblo Garzón hasta José
Ignacio. Debido a que las ramas se cortan “vivas”, están frescas y verdes, no
es posible aplicar ningún tipo de tratamiento para protegerlas del paso del
tiempo. Dependiendo de los árboles que proveen los insumos, las estructuras
pueden durar más o menos años.
La particularidad de este tipo de
construcción es que el creador debe adaptarse a lo que ofrece la naturaleza del
lugar sin alterar en lo más mínimo los elementos.