¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
$ Al año*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
$ por 3 meses*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
stopper description + stopper description

Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

Suscribite a Búsqueda
DESDE

UYU

299

/mes*

* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

Jonathan Sanger: el productor de Hollywood que vivió en Uruguay

El responsable de películas como El hombre elefante y Vanilla Sky, entre decenas más, llegó al país a fines de los años 60 como voluntario del Cuerpo de Paz

Editora de Galería

El responsable de películas como El hombre elefante y Vanilla Sky, entre decenas más, llegó al país a fines de los años 60 como voluntario del Cuerpo de Paz

En 1968 Jonathan Sanger no sabía que poco más de 10 años después produciría su primera película, que se llamaría El hombre elefante, que resultaría nominada a ocho premios Oscar, ni que se volvería un filme de culto. Ese año, el productor estadounidense de ascendencia rumana estaba viviendo en Uruguay. Había llegado como voluntario del Cuerpo de Paz para volcar sus conocimientos audiovisuales a la creación de una estación de televisión en Montevideo, pero se encontró con una realidad inesperada: había "mucha expertise técnica en el país" y "una población muy culta y aficionada al cine". En los meses que estuvo en Uruguay, mientras esperaba que llegara el equipamiento necesario para hacer el trabajo que había venido a hacer, se volvió habitué del Cine Universitario. "Había más cines y más cineclubes que en cualquier lugar que hubiera imaginado, y mostraban películas que ni siquiera podía ver en Estados Unidos; películas de Europa del Este, todo tipo de proyectos".

Sanger, un apasionado de Latinoamérica, vivió también en Colombia (donde reside otra rama de su familia) y recorrió varios países más como documentalista antes de iniciarse en la industria de Hollywood como asistente de producción primero, y después junto a Mel Brooks como asistente de dirección. Corrían los años 70 cuando se dio el hallazgo fortuito que hizo despegar su carrera: la niñera de sus hijos le pidió que leyera un guion que había escrito su novio. Resultó ser el primer borrador de El hombre elefante, la película que terminaría dirigiendo el entonces novato David Lynch.

En la entrevista (vía Zoom) con Galería Jonathan Sanger habla en inglés, pero cuando se refiere a Uruguay algunas palabras brotan en español: Dieciocho (de Julio), cortado, copetín, paros. Nunca regresó, pero confiesa que siempre tuvo la "esperanza de volver y tener la chance de hacer una película" aquí, donde opina que "hay grandes historias para ser contadas".

Sanger habla de El hombre elefante, por supuesto, y de por qué tardó tanto en escribir un libro sobre esa experiencia, pero también reflexiona sobre el trabajo invisible del productor de cine, las complejidades del set, su trabajo junto a Tom Cruise, las mujeres en los rubros técnicos y el impacto de la pandemia en Hollywood.

¿Qué lo trajo a Uruguay a fines de los 60?

Había estado en Uruguay de niño, con mi padre, cuando tenía alrededor de 12 años. Pero vine de nuevo a fines de los 60 y estuve ahí hasta 1970, que fue un año muy interesante allá. Había ido con el Cuerpo de Paz, era un voluntario, y estaba trabajando en televisión educativa con Educación Primaria; supuestamente íbamos a ayudar a montar una estación de televisión que mandaría programación a las escuelas. Éramos ocho voluntarios que habíamos estudiado en escuelas de cine o trabajábamos en cine o televisión en Estados Unidos. Cuando llegamos a Montevideo descubrimos que los uruguayos eran muy habilidosos en las áreas en las que nosotros éramos apenas estudiantes. Había tres estaciones de televisión, y un canal de televisión educativa, el Sodre; tenían conocimiento muy sólido sobre televisión. Pero nos encantó el país. Yo ya tenía un background en el idioma, pero me volví muy fluido en español cuando estuve allá. Fue una época muy interesante por lo que estaba pasando. Había un gran sentimiento antiamericano en esa época, pero como nosotros estábamos por nuestra cuenta, no teníamos contacto con la embajada, no lo sentíamos directamente. Según recuerdo había seis o siete grandes diarios y cuatro diferentes partidos comunistas. Muchas cosas estaban ocurriendo. Todavía tengo en mi casa de Los Ángeles copias de Marcha, el diario socialista, que era fenomenal. Por supuesto que había muchos paros, la electricidad podía cortarse un día, o cosas así; había muchas disrupciones, porque era un momento duro económicamente. Todos sabíamos poco de eso, estábamos aprendiendo. Sabíamos que el sistema de bienestar social no podía sostener a todas las personas que lo necesitaban, y estábamos fascinados con su historia, que era tan diferente a mucha del resto de Latinoamérica. La noción de que Semana Santa era Semana de Turismo en Uruguay hacía evidente que no era una sociedad terriblemente religiosa. El control de la natalidad también era bastante popular en Uruguay ya en ese entonces; las personas no estaban teniendo familias enormes como en otros países latinos. Y también sabíamos que estábamos lidiando con gente altamente instruida. Yo estaba en Montevideo cuando Robert Kennedy y Martin Luther King fueron asesinados. Fue una experiencia asombrosa verlo a través de los ojos de un país diferente porque no había celular, no había oportunidades de hablar fácilmente con alguien de Estados Unidos, y las únicas noticias que teníamos eran de los diarios locales. Estábamos tan horrorizados como la gente con la que vivíamos.

¿Con quiénes vivía?

Estaba viviendo con la familia de Gabriel Rozman, un uruguayo que había conocido en Los Ángeles. Él estaba en la UCLA, me estaba enseñando sobre el idioma y sobre Uruguay, y me dijo: "deberías conocer a mis padres cuando vayas". Así que los contacté y terminé viviendo con ellos varios meses. Eran encantadores. Vivían justo cruzando el Estadio Centenario, y yo tomaba el ómnibus e iba al Centro, a Dieciocho. Fue un mundo diferente para mí, porque Montevideo es obviamente una ciudad de tipo muy europeo, mucho más que otras ciudades latinoamericanas. Cuando volví le contaba a la gente: "si están caminando por la calle, no importa lo que tengan que hacer, si se encuentran con alguien que conocen tienen que parar y tomarse un café" (risas). Yo tomaba un café en la mañana, y después un cortado, y más tarde un copetín. Ese era mi día, pero me encantaba. Me volví muy cercano a muchos uruguayos.

¿En ese entonces ya se perfilaba su carrera en el cine?

Había ido a la escuela de cine y había trabajado en la realización de documentales. Cuando fui a Uruguay ese era mi foco. Cuando volví a Estados Unidos terminé trabajando para las Naciones Unidas y haciendo un programa en NBC, NBC international zone. Ahí conocí a un realizador colombiano que estaba haciendo documentales alrededor de Latinoamérica, y me pidió que me uniera a él como ingeniero de sonido, él era el camarógrafo. Fuimos a Colombia, Chile, México y Ecuador. Así que siguió mi interés en filmar. Pero mi background original, antes del cine, fue en teatro, cuando estaba en la universidad. La idea para mí era encontrar la forma de unir ambos intereses, así que decidí tratar de entrar al negocio de las películas, cosa que no fue fácil. Empecé trabajando en Nueva York como asistente de producción y después asistente de dirección. Colaboré ahí en muchas películas en los 70. Después me mudé a Los Ángeles porque la mayoría de las películas empezaban allí, y terminé hallando la historia de El hombre elefante.

En el rodaje de El hombre elefante: el productor Jonathan Sanger y el director David Lynch con Anthony Hopkins, uno de los protagonistas.

El guion llegó a sus manos de manera fortuita, a través de la niñera de sus hijos, que tenía un novio guionista. ¿Qué lo cautivó cuando lo leyó?

Me conmovió mucho la historia, nunca había visto algo así. Había sido asistente de dirección de Mel Brooks en California en la película High Anxiety (Las angustias del doctor Mel Brooks). Cuando leyó el guion de El hombre elefante me dijo que le interesaba empezar una compañía para producir películas que no fueran comedias, y que le había encantado la historia. Así que le hice una oferta a estos dos escritores (Chris De Vore y Eric Bergren) y él (Brooks) me apoyó mucho porque me conocía; me dijo que confiaba en mí, que podía hacerlo y que podía ayudarme a reunir el dinero. Así empezó y todavía somos amigos, fue una gran experiencia. Después hicimos otras películas, como Frances, con Jessica Lange. Fue su gran revelación, el primer gran rol dramático que interpretó. Y después seguí haciendo otras muchas cosas. Cuando Mel hizo Los productores en Broadway, yo fui a verlo y le dije: "Tienes que hacer una película de esta versión del musical, y yo tengo que producirla". Y él dijo: "Está bien, lo haremos juntos". Y la hicimos en 2005.

Jonathan Sanger y Will Ferrell en la filmación de Los productores.

Se movió del documental a la ficción, pero siguió inclinándose por películas basadas en hechos reales.

Sí, porque para mí son las historias más interesantes. Me gusta ir a ver todo tipo de películas, pero no tiendo a ser alguien que pudiera hacer una película basada en libros de cómics. Las historias reales son las que creo que nos enseñan algo de nosotros y de nuestras vidas, y son en las que siempre me he interesado. He tenido oportunidad de hacer otras que no son basadas en historias reales, produje Vanilla Sky con Tom Cruise, pero la mayoría lo son. A veces son difíciles de realizar porque no hay secuelas y no son necesariamente viables económicamente, pero si puedo encontrar formas de hacerlas, las hago.

Recién mencionó Vanilla Sky, la remake de la española Abre tus ojos, de Alejandro Amenábar, y participó en Los otros, también del mismo director. ¿Tiene un gusto particular por él?

Lo que sucedió fue que yo había visto Abre los ojos mientras trabajaba en la compañía de Tom Cruise. Tom también la vio y estaba muy interesado en conseguir los derechos de Amenábar para hacer una versión en inglés. Cuando fui a España a encontrarme con Amenábar, él estaba empezando el proceso para hacer Los otros y quería a Nicole Kidman como protagonista. Ella estaba casada con Tom en ese momento, y Tom estaba interesado en los derechos de su otra película, así que fue casi un intercambio. Cameron Crowe, que dirigió Vanilla Sky, usó la película de Amenábar como modelo para filmar planos y escenas. Al final, cuando le mostramos la película terminada a Amenábar, dijo: "Es como un cover de una canción. Es la versión rock and roll de mi película". Lo respetamos profundamente. Fue algo muy divertido de hacer.

Volviendo a El hombre elefante. Se decidió a escribir y publicar el libro Making of the Elephant Man, sus memorias de la filmación, en 2016, casi 40 años después del estreno de la película. ¿Por qué tardó tanto?

Estaba dando una clase de realización de cine independiente en una escuela de cine de Los Ángeles, y les estaba contando estas historias. Cuando empecé a hablar me di cuenta de que había un libro ahí, y que podía contar la historia desde el punto de vista de hoy. Habría sido un libro muy diferente si lo hubiese escrito cuando hice la película, pero al esperar y ver cómo mi propia carrera ha cambiado, mirando atrás, mi acercamiento fue muy diferente. Disfruté el proceso de escribirlo, acordarme de todos, de que obtuviera tanto reconocimiento tan rápidamente. Fue una experiencia maravillosa pero también distorsionadora, porque pensé que esa era la forma en que iba a ser siempre, y no fue así para nada. Es muy raro que todas esas cosas pasen. Tuve suerte de conseguir fondos tan rápido, tuve algunos de los mejores actores del mundo del momento, tuve un crew fantástico en Inglaterra. Fue una de esas experiencias mágicas en las que, incluso cuando las cosas fueron mal, hubo una razón positiva. Tuvimos un problema con el maquillaje, y aun así, cuando lo resolvimos, la película fue de hecho mejor de lo que habría sido si no hubiéramos tenido el problema. Creo que todas esas cosas me hicieron creer que cualquier cosa se puede hacer, que todo puede pasar. Llevó mucho tiempo antes de que tuviera una experiencia tan positiva haciendo películas. Tuve muchos problemas duros en el camino. Recién cuando hice Marshall (2017) en Buffalo, Nueva York, se dio algo similar.

¿Qué hace a una buena experiencia en el set?

Creo que es el sentido de colaboración que sientes en el equipo. Que todo el mundo esté haciendo la misma película. Eso no pasa tan a menudo. Muchas veces el camarógrafo cree que está haciendo una película, y el diseñador cree que está haciendo una película diferente, y pueden ser geniales en lo que hacen, pero no tienen la misma visión. Entonces se vuelve difícil, y alguien tiene que tomar control de eso. Cada vez que haces una película es como empezar un nuevo negocio: traes a algunas personas que han trabajado juntas antes, y a otras que no. Y, aunque individualmente sean maravillosas en lo que hacen, también tienen que ser buenos colaboradores, y no todo el mundo lo es. Parte de lo que un productor hace es tratar de encontrar esa mezcla de personas que de verdad pueden trabajar juntas hacia una meta común. Obviamente el director es la persona clave que crea la atmósfera que permite que eso pase. Si estás trabajando con un director que es dictatorial, que no está interesado en las ideas de los demás, puede ser muy complicado. No significa que no pueda resultar en una buena película, pero el proceso no es tan bueno. Desde mi punto de vista es difícil hacer una buena película en las mejores circunstancias. No quiero que sea una experiencia dolorosa, no soy el tipo de productor que está siempre buscando despedir personas; es lo último que quiero. Siempre intento unir a la gente y encontrar la manera de sacar lo mejor de todo el mundo. Un director tiene que ir muy profundo en el guion y trabajar muy duro con los actores, y el productor tiene que crear el escenario para que eso sea posible. Y lidiar con todos los cambios y las minucias de todos los días porque no quieres que el director se preocupe por eso.

Desde afuera tal vez no se sabe bien qué hace un productor. Es un rol que no tiene tanta visibilidad para un outsider, tal vez no es tan apreciado. ¿Lo ve así?

Seguro que sí (lo dice en español). Cuando entré a la industria mis padres siempre querían saber lo que hacía, y yo les explicaba. Mi primer trabajo fue como asistente de producción en una película en Nueva York llamada Across 110th Street (La mafia nunca perdona). Actuaba Anthony Quinn, y mis padres me decían: "Qué maravilloso, es un gran actor", y me pedían que les contara algo de él. Yo les dije: "Esto es lo que sé de Anthony Quinn: negro, sin azúcar". Lo único que sabía de él era cómo tomaba su café. No entendían el proceso, tenían esa idea romántica de lo que es hacer una película, pero no entendían de verdad que si estás sentado en un set, mirando, es tremendamente aburrido, como mirar pintura fresca secarse. Es muy lento, meticuloso a menudo, pero al final todas las partes se unen y el trabajo da sus frutos. Creo que en general la gente sabe lo que hace un director, un camarógrafo, pero muy poca gente sabe lo que hace un productor.

¿Cómo resumiría en pocas palabras lo que hace un productor?

El productor une todos los elementos: encuentra el guion o la historia, después encuentra el escritor para escribirla, y después encuentra al director adecuado y lo trae al proyecto. Después, con él, empieza a buscar a las personas correctas para los demás roles. Un productor también tiene que darse cuenta cómo va a llegar a los cines, encontrar un distribuidor. Y, por supuesto, el presupuesto es algo que tiene que determinar, y si el cronograma va a funcionar. No me involucraría en un proyecto sin pensar que voy a hacer algo muy especial. El hombre elefante fue el perfecto ejemplo de eso. David Lynch y yo solíamos cenar juntos todas las semanas para hablar de cómo sería cuando termináramos la película. Inicialmente la ambición era que la pasaran en el cine, que nuestros amigos pudieran verla; nunca imaginamos algo más grande que eso. Pero conforme la película empezaba a recibir atención empezamos a aspirar a más hasta que dijimos: "Wow, de verdad hicimos algo que terminó nominado a ocho premios de la Academia".

Mel Brooks, Jonathan Sanger y Thom Meehan

Eric Bergren, Chris Devore, Jonathan Sanger y David Lynch en el primer cartel de la película en Sunset Boulevard, Hollywood.

¿Por qué cree que la película no ganó ninguno de esos ocho Oscar?

Ese fue un año raro (1981). La semana anterior David y yo fuimos a Londres y ganamos mejor película, mejor actor (John Hurt) y mejor dirección de arte en los Bafta. En los Oscar nos tocó un año duro, y éramos relativamente desconocidos; era una película pequeña que se había hecho en Inglaterra. Competíamos con Robert De Niro en Raging Bull (Toro salvaje), no puedes negar que esa fue una gran película ese año. También contra Tess, de Roman Polanski, y la película que terminó ganando era del mismo estudio pero de Robert Redford, Ordinary People (Gente como uno). Mucha gente pensó en el momento que tanto El hombre elefante como Raging Bull eran mejores películas, pero cómo la academia toma estas decisiones nunca lo sabes. Otra cosa que pasó es que en esos años no había premio al maquillaje. Como resultado de El hombre elefante y Raging Bull al año siguiente la Academia creó el premio al maquillaje, y el tipo que fue nuestro artista de maquillaje ganó el premio dos años después, por otra película.

Y usted terminó ganando el Oscar siete años después por un cortometraje.

Sí, empecé una compañía varios años después con la idea de hacer cortometrajes para sacar a la luz directores nuevos. Uno de los primeros filmes que hicimos -en un período de seis años hicimos más de 50 cortos- fue Ray's Male Heterosexual Dance Hall, y ganó el Oscar a mejor cortometraje. Mi compañía estuvo al menos nominada a 10 Oscar a mejor cortometraje en los siguientes cinco años, y ganó tres veces.

Por esos años también fue productor asociado de Fatso (El gordito, 1978), la primera y única película dirigida por Anne Bancroft, en un momento en que no había tantas directoras mujeres. ¿No es cierto?

Sí, y eso cimentó mi relación con Mel Brooks (estaba casado con Bancroft). Yo era su primer asistente de dirección en High Anxiety y él me preguntó si trabajaría con su esposa. Ella quería dirigir un filme que había escrito. Y lo hice. Anne Bancroft quería contratar a la mayor cantidad de mujeres posible, y en ese momento no había muchas mujeres en los principales rubros. Solo había dos mujeres directoras de Fotografía en todo el gremio y contratamos a una de ellas, Brianne Murphy. Tuvimos también una mujer decoradora del set y una mujer en el departamento de arte. Casi cada posición clave estaba ocupada por una mujer, y fue mucho antes de que los estudios siquiera pensaran que las mujeres no estaban teniendo oportunidades en el cine. El verdadero empujón para mujeres directoras en todas las categorías de la industria llevó años después de eso. Ha sido un cambio muy lento, pero está empezando a suceder y lo aplaudo. Lo apoyé con mis propias películas.

Jonathan Sanger con Anne Bancroft detrás de cámaras de El hombre elefante.

¿Cómo afectó la pandemia a la industria y la forma de trabajo?

Ahora las películas están volviendo poco a poco a producirse, pero con nuevos protocolos de covid, así que cualquier presupuesto que hagas, 10 por ciento de eso tienes que destinarlo a limpiar el set, estar seguro de que la gente está separada, asegurarte de que usan máscaras, de que están testeadas, de que todos están seguros. Es un gran tema porque enlentece el proceso y lo hace más costoso. Pero creo que algunos de estos protocolos, incluso una vez que la pandemia pase, se van a quedar, porque tienen sentido para mantener a todos seguros de lo que pueda surgir.

En el último año en los Estados Unidos no ha habido casi cines, nadie va, y las principales productoras se han vuelto las compañías de streaming, porque son las que tienen más dinero y la mayoría de la gente que está en cuarentena o en casa mira televisión; así que la televisión se ha vuelto la principal plataforma de distribución. Creo que la distribución en cines se volverá un mercado secundario en vez de primario. La gente va a querer volver al cine por la experiencia colectiva de ver una película en la oscuridad en una gran pantalla, con un gran sonido, pero tal vez no para todas las películas. Claro que todas las grandes de Marvel se exhibirán en cines, pero las historias pequeñas que antes podrían haberse exhibido en cines, tal vez lleguen directamente a los streamers, especialmente ahora que la gente tiene muy buenos televisores. Creo que las audiencias son diferentes. Nuestro patrón de distribución siempre apuntó a niños y jóvenes, y las personas que se quedan en casa tienden a ser mayores. Ahora la oportunidad para ellos de ver más películas en casa existe, así que ensanchas la audiencia al mismo tiempo que vuelves a los cines. Eso es bueno.

SUS PELÍCULAS RECIENTES

Marshall, el origen de la justicia. Biopic sobre Thurgood Marshall, el primer juez afroamericano de la Corte Suprema de Estados Unidos. Dirigida por Reginald Hudlin y protagonizada por Chadwick Boseman, "un actor maravilloso", según Jonathan Sanger. Se estrenó en 2017 y es la última película del productor en Estados Unidos. Está disponible en Netflix hasta el 14 de mayo.

En proceso... Actualmente Sanger está trabajando en una película sobre la Madre Cabrini, una monja italiana que se instaló en Nueva York en 1890 para ayudar a los inmigrantes italianos que vivían en la pobreza y en condiciones terribles. "Es una gran historia de empoderamiento femenino", dijo el productor.