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Mercedes Sader sobre Pablo Atchugarry: “Es un hombre imparable, no puede hacer menos que crear”

La curadora de arte y realizadora audiovisual dirigió un documental sobre la vida del famoso escultor; fundó y está al frente del festival de cine ARCA

Allí todos la conocen. Si preguntan por ella, siempre alguien responde. La llaman, la saludan cuando la ven pasar. Es que el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry­ (MACA) ya es, para Mercedes Sader, como su segunda casa. Una segunda casa que vio nacer y crecer junto a su fundador, el pintor y escultor Pablo Atchugarry. Sader y su equipo de la productora Coral Cine se encargaron de registrar la vida artística y parte de la vida personal de Atchugarry. El resultado es Los hijos de la montaña, una película documental que retrata el camino del artista, desde sus primeras pinturas y esculturas hasta alcanzar el reconocimiento internacional del que goza en la actualidad.

El filme, que se estrenó el 5 de enero en el anfiteatro del MACA, es el primero que encabezó Sader en el rol de dirección, y el que la convirtió en “la directora favorita” de Atchugarry. Como contrapartida, él se volvió su “actor favorito”. Tras un rodaje en Uruguay, varios en Italia y cuatro años de realización en total, directora y protagonista entablaron una relación de amistad que se mantiene y crece.

Durante el proceso de realización de Los hijos­ de la montaña surgió la idea de hacer un festival de cine con foco en las artes, a realizarse en las instalaciones del flamante museo. Así nació ARCA —fundado por Sader, junto con Sebastián­ Bednarik y Andrés Varela, directores de Coral Cine—, que del 3 al 10 de febrero estrenará su tercera edición.

La artista y realizadora audiovisual conversó con Galería sobre su nuevo documental, el vínculo con Atchugarry y su obra, la detallada curaduría de películas para una nueva edición de ARCA y las novedades para este año.

Foto: Mauricio Rodríguez Foto: Mauricio Rodríguez

¿Cómo conoció a Pablo Atchugarry?

Lo conozco desde hace tiempo como artista. Vengo del mundo del cine y del arte y hacía muchos años que estaba en contacto con su obra, pero no tanto con él como persona. Trabajo también desde hace mucho con la productora Coral Cine, que se dedica a hacer documentales, a contar historias reales de distintos personajes y ámbitos. Trabajé en una película sobre Hugo Fattoruso, otra sobre Mario Benedetti, pero también en películas vinculadas con fenómenos sociales como la relación entre el fútbol y la sociedad. Trabajé en Maracaná, en Sangre de campeones, en documentales sobre el amor, el amor en la vejez, y en películas vinculadas al teatro. Desde la productora había un interés en buscar este tipo de personajes, entonces le propusimos a Pablo hacer una película.

¿Qué les llamó la atención del personaje como para querer hacer un documental sobre su vida artística?

Lo acabás de decir: es una persona personaje. Realmente es una persona pública y alguien que, hoy en día, puede que sea el artista vivo más reconocido de Uruguay a escala internacional. Desarrolló, desde 2007, primero la Fundación­ Atchugarry, y ahora se le sumó, desde hace tres años, el MACA, que es un lugar que apunta a darles espacio a muchos artistas, sobre todo jóvenes y uruguayos, a quienes no les es tan fácil exponerse al mundo. También hay una apuesta por traer muestras de otros países, algunas inéditas, hechas para nosotros, al alcance de todos. Hay además un programa para niños escolares y liceales desde que se creó la fundación. Pablo es una persona que tiene un quehacer llamativo en nuestra sociedad, entonces, desde ahí venía la inquietud: ¿quién está detrás de este artista? ¿Quién es este hombre?

¿Cómo llegaron a la decisión de que usted fuera la directora?

Me lo propusieron los productores, Sebastián­ Bednarik y Andrés Varela, con los que venía trabajando en producción y que conocen también mi trayectoria dentro del mundo del arte. Entonces me dijeron: “Negra, lo tenés que hacer vos” (se ríe). Al principio quise decir que no, tuve un poco de pánico escénico frente a este desafío. Y después me lo puse a pensar, me empezaron a decir: “¡Vamos, somos­ un equipo­!”. Una película no se hace con una persona sola, para nada. Y eso creo que es un factor de peso en Los hijos de la montaña: que estoy rodeada de un equipo muy consolidado. Hemos trabajado más de 15 años juntos en muchas películas.

La realización del documental llevó varios­ años...

Sí, fueron cuatro años de rodaje. Tuvimos pandemia en el medio también, pero ese tiempo nos sirvió mucho para revisar material, para reguionar, reestructurar y tomarnos una especie de pausa entre rodaje y rodaje. Filmamos en distintos años, distintos lugares, en Italia, en Estados Unidos, en Uruguay. Fue bien movido, por eso me gusta decir que es una road movie (película de ruta). Reflejar la vida de este hombre, que vive en el mundo, como él mismo dice, pasa un poco por ahí, por el movimiento. Hubo que armar también una coproducción con Italia y crear un equipo de rodaje allá.

Los hijos de la montaña se filmó entre Uruguay e Italia. Venecia fue una de las locaciones.  Los hijos de la montaña se filmó entre Uruguay e Italia. Venecia fue una de las locaciones. 

¿Ya tenían contacto con gente de Italia o hubo que salir a buscar?

Salimos a buscar.

¿Costó encontrar equipo?

No, la verdad que no, sucedió enseguida y me sentí supercómoda. Trabajamos con italianos y un codirector de fotografía que es ítalo-venezolano. Yo hablo italiano, pero para contactarnos con el equipo, el montajista y ver las necesidades de todos, era perfecto, comodísimo.

¿Qué cosas nuevas o llamativas descubrió de Atchugarry en este proceso?

Lo primero que me queda a mí como conclusión o enseñanza es que es imparable, no puede hacer menos que crear. Es el primero en llegar al taller y el último en irse. En la película, cuando le preguntamos a su esposa cuántos años hace que no se toman vacaciones, es una cifra impúdica. Y cuando le preguntás cuándo descansa Pablo, entre el taller, el museo, las muestras en distintas partes del mundo, preparar, mandar obras... Ella, muy rápida y seria, contesta: “Cuando está en el taller”. Él descansa trabajando. Eso me llama mucho la atención. También la capacidad que tiene de tomar una decisión para cualquier cosa que se le ocurra. Todo se convierte en un proyecto y en una obra de arte, de alguna manera. Y desde el momento en que lo piensa hasta el momento en que lo pone en práctica tal vez no pasen cinco minutos. Va para adelante todo el tiempo. Su generosidad total, con su persona, su tiempo, sus cosas.

¿Él siempre estuvo dispuesto a mostrar su vida, su familia y su obra?

Sí, tal vez por esa manera que tuve de ir acercándome de forma amistosa. Es una persona que se emociona muchísimo y tampoco tiene tabúes ni tapujos en demostrarlo. Es un ser humano muy vivo.

Desde su rol de curadora de arte, ¿qué opinión le merece la obra y la evolución artística de Atchugarry?

Uno de los principales reconocimientos que hay que hacerle a su obra es que tiene un lenguaje muy definido, muy claro, muy accesible, muy identificable. Vos ves una obra de Pablo Atchugarry­ y no te quedan dudas de que es de él. Lograr eso, para un artista, es lograr expresarse y ser reconocible por lo que se está creando. A escala internacional, creo que sobran los dedos de una mano para contar los artistas escultores que hacen obra monumental, de esos tamaños, con materiales como el mármol, en un solo bloque, de hasta ocho metros de altura, y que la hacen con sus propias manos. No hay en la actualidad.

El documental tiene muchísimo material de archivo, ¿cómo lo consiguió?

En el mundo del documental, el archivo es un aporte muy fuerte a la película, sobre todo cuando tenés la suerte —como nos pasó a nosotros— de conseguir material fílmico. Muchas veces contás con fotografías de archivo, que son buenísimas, pero no son lo mismo que la imagen­ en movimiento. Ese material fílmico de Pablo con 23 años en Italia haciendo sus primeras pinturas, después trepándose a un andamio... Hasta él se sorprendió, porque no había visto nunca ese material. Todo fue una gran casualidad. Cuando Pablo llegó a vivir a Italia, a los veintipocos años, a las únicas personas que conocía eran los Musitelli, amigos de sus padres. Él cayó a lo de esa familia y se encontró con que Ferruccio­ Musitelli —cineasta y fotógrafo— tenía una serie de retratos que le había hecho. Entre ellos estaba el de la primera obra de los miles que después haría. Está la fotografía icónica de Pablo empujando un carrito de bebé con su primera escultura. Esa foto es magnífica porque te muestra, primero, los recursos, los medios que había en ese momento. No había ni un auto para llevar la escultura. Y Musitelli lo fue a buscar a la estación de tren y sabía que tenía que ayudarlo a bajar y transportar una obra que pesaba 100 kilos. Le sacó la parte de cunita al cochecito y ahí estaba este hombre joven llevando su primer bebé. Y su primer bebé es, realmente, hijo de la montaña.

La casa familiar de Pablo se incendió hace muchos años y ahí se perdieron muchísimas fotografías. Entonces, de la infancia y juventud hay poco material. Alguna cosa tenía su hermano, Pablo tenía muy poco. Hablando con los Musitelli a ver qué podían tener, encontraron este material fílmico, lo pasamos a HD y resultó maravilloso.

El rodaje duró cuatro años y tuvo que ser interrumpido por la pandemia, una pausa que sirvió para “revisar material, reguionar y reestructurar”. El rodaje duró cuatro años y tuvo que ser interrumpido por la pandemia, una pausa que sirvió para “revisar material, reguionar y reestructurar”.

De la película se hizo una avant première­ hace alrededor de un año. ¿Por qué tanto tiempo entre esa instancia y el estreno?

En los caminos de producción a veces suceden­ estos desencuentros temporales y, finalmente, se hizo el estreno el viernes 5 de enero de este año. A partir del primero de marzo se estrenará en los cines de Montevideo. Ya tenemos nuestra primera invitación para un festival internacional y en este momento está caminando en las pantallas de ese festival.

¿A qué festival los invitaron?

Le FIFA, que es el Festival Internacional de Cine sobre Arte de Montreal, Canadá. Yo estuve el año pasado y este año cumple 42 años, está superconsolidado. Hacen una convocatoria y solo en el primer día reciben aproximadamente 1.000 películas. Se seleccionan unas 200, todas sobre arte, y se exponen durante el festival, que dura 10 días. Luego permanecen para Canadá en una plataforma online durante un mes.

Este año se realiza la tercera edición de ARCA, el festival de cine que fundó con Sebastián­ Bednarik y Andrés Varela y que tiene como sede el MACA, ¿cuál fue el origen de esa iniciativa?

Surgió a raíz de esta relación que fuimos generando con Pablo Atchugarry, con la fundación, con todos sus proyectos. Cuando empezamos la película, el MACA todavía no era ni una idea. Empezó enseguida después, entonces el proyecto de película fue creciendo junto con el proyecto de museo. En ese momento también empezamos a ver que el museo iba a tener esto y aquello, ¿y cómo no iba a tener cine? Estábamos hablando acá y le decía a Pablo: “Ahora que sos mi actor favorito...”, y yo me convertí en su directora favorita, entonces dijimos: “¿Qué vamos a hacer? Hagamos un festival”. Y lo que más sentido tenía en este lugar, justamente, era poner el foco en el arte y hacer esta propuesta de experiencia de ver una película rodeados de obras de arte.

¿Cómo fue la devolución del público en las dos ediciones que se hicieron en 2022 y 2023?

Increíble, la verdad. El primer año enseguida se formó un público superfiel, que viene a todas las películas. La programación la pensamos para todo público, no solo para las personas amantes del arte. Hay algunas que son más intrínsecas al mundo artístico y que pueden ser más para aquellos que son amantes de eso o están metidos más a fondo. Pero hay muchas otras que están pensadas para todo público.

La tercera edición de ARCA abrirá con una proyección de Anselm, una película sobre el pintor y escultor alemán Anselm Kiefer, dirigida por Wim Wenders. La tercera edición de ARCA abrirá con una proyección de Anselm, una película sobre el pintor y escultor alemán Anselm Kiefer, dirigida por Wim Wenders.

¿Se trata de que no sea un festival de nicho?

No, claro. Por ejemplo, todos los años tenemos ficciones, animaciones que no son para nada el clásico documental de arte. El público lo ha recibido muy bien y es una oportunidad. Son superpelículas que después no llegan a las salas de cine o tienen mucha dificultad para llegar. Es una forma también de prolongarles la vida a muchas películas y de tener ese acceso y contacto con el público. Ni te digo cuando vienen los realizadores y pueden hablar con el público. Es genial. El año pasado tuvimos a varios directores provenientes de distintos lugares. Este año recibimos a una directora de Brasil con una película increíble sobre artistas mujeres latinoamericanas que fueron de impacto entre los años 60 y 80 y que, de alguna manera, por una cuestión geográfica tal vez, muchas de ellas no fueron tan visibles en la historia. También recibimos a un realizador argentino que trae una película muy interesante para este espacio, que habla de un escultor y su legado. Va a tener una linda conversación con Pablo y con este museo.

Para dar cierre a ARCA, este año se eligió una ficción francesa llamada Daaaaaalí!, sobre la vida de Salvador Dalí. Para dar cierre a ARCA, este año se eligió una ficción francesa llamada Daaaaaalí!, sobre la vida de Salvador Dalí.

¿Alguna otra novedad que se pueda comentar sobre la edición que se viene?

Nosotros partimos, para la selección, de más de 700 películas para quedarnos con 20. La curaduría del festival es realmente muy fina y la idea es que en la propuesta haya películas que abarquen distintas manifestaciones artísticas. Hay algunas sobre pintura, sobre escultura, fotografía, arquitectura. Distintas procedencias: Argentina, Brasil, Islandia, Bélgica, Francia. También cinematografías bien diversas, películas de Irán, algunas que, a las personas que tenemos acceso solo a la televisión o a las plataformas disponibles en Uruguay, nos cuesta mucho encontrar. Además, son todas producciones de este último año.

La película de apertura es imperdible: Anselm­, sobre Anselm Kiefer (pintor y escultor alemán), de Wim Wenders. Es un peliculón para ver al aire libre, porque es un artista que tiene una relación cósmica con el arte. Su taller y su obra son monumentales. Él anda en bicicleta dentro del taller, para que te hagas una idea. Y Wim Wenders lo filma también de una manera cósmica, increíble.

El fin de semana de clausura va a ser a puro surrealismo. El viernes tenemos nuevas versiones de películas de Man Ray de 1923, que cumplieron un siglo. Son cuatro películas cortas que en su momento eran mudas y ahora se restauraron y se les agregó una banda sonora de Jim Jarmusch, y él ahora está dando la vuelta al mundo con eso, es increíble. Y el final surrealista es con una ficción francesa que se llama Daaaaaalí! y es una de las partes de la vida más locas de Salvador Dalí, para morirse de risa. En el medio, un montón de documentales buenísimos. Distintas miradas, distintos lenguajes cinematográficos, distintas propuestas. Todas imperdibles. Ingreso libre y gratuito.

Otra novedad de esta edición es que habrá dos días exclusivos para los más chiquitos. Hicimos un acuerdo con un festival italiano, una plataforma que desarrolla residencias artísticas y otorga un premio. Además tiene, desde hace 20 años, una sección dedicada a los más chicos, con el apoyo de Unicef. Esa plataforma coordinará con ARCA estos dos días para los niños, en los que van a hacer exhibición y talleres. Tendrán su primer encuentro con la imagen en movimiento, se va a formar un jurado con ellos mismos, se les va a enseñar qué es lo que se juzga, cómo se juzga. El sistema está buenísimo, porque antes de cada película —son todos cortos animados— se habla un poquito de lo que van a ver, después se ve y se vuelve a hablar. En ese proceso se va enseñando a entender el lenguaje y cómo juzgar. Formar un jurado infantil va a ser todo un desafío.

En el marco del festival de cine sobre arte, este año se exhibirán películas animadas y habrá dos días dedicados al público infantil. En el marco del festival de cine sobre arte, este año se exhibirán películas animadas y habrá dos días dedicados al público infantil.

¿Algún otro proyecto audiovisual que tenga en carpeta?

Empecé hace un tiempo una investigación sobre (la pintora, escultora y crítica de arte uruguaya fallecida en 2015) María Freire. Veremos dónde desemboca.