El origen de la shakshuka es incierto. Lo que está claro es que surge en la región norte de África y Oriente Medio y que su popularidad se ha extendido por todo el mundo. En el norte aficano el nombre del plato significa “guiso de verduras” y en árabe de Túnez, país al que se atribuye su más reciente forma a base de huevo y vegetales, significa “mezcla”.
El plato llegó a Israel de la mano de los judíos provenientes de Libia, Túnez y Argelia, que llevaron la receta a su nuevo hogar cuando se trasladaron allí en los años 50. A partir de entonces muchas familias lo adoptaron por su sabor y simplicidad, y se ha vuelto muy popular, así como los restaurantes que lo preparan.
Realizado a base de huevos escalfados en salsa de tomate, morrones, pimientos y aderezado con comino, pimentón y harissa, se prepara a fuego lento comenzando por los vegetales y las especias para luego agregar los huevos. Se asemeja al plato turco menemen y también se lo compara con los huevos rancheros, clásicos del desayuno mexicano. Es un plato sustancioso, ideal para el desayuno, brunch o almuerzo propiamente.
Pese a que tiene dos grandes protagonistas, el tomate y el huevo, admite muchas variantes, dependiendo del gusto. Es usual que se realice con cebolla, papa o berenjena. Es ideal comerlo con pan —pita, jalá u otro—, para no perder nada del delicioso jugo.
2 cdas. de aceite de oliva
2 cdas. de pasta harissa
2 cdtas. de puré de tomate
2 morrones rojos grandes, cortados en dados de 0,5 cm (300 g en total)
4 dientes de ajo, finamente picados
1 cdta. de comino molido
5 tomates grandes, muy maduros, troceados (800 g en total); también sirven los de lata
4 huevos medianos más 4 yemas
120 g de yogur espeso
sal
Procedimiento
Calentar el aceite de oliva en una sartén grande a fuego medio y añadir la pasta harissa, el puré de tomate, los morrones, el ajo, el comino y ¾ de cucharadita de sal. Remover y cocer a fuego moderado durante unos 8 minutos para que los pimientos se ablanden. Añadir los tomates, hervir a fuego lento y dejar cocer otros 10 minutos hasta obtener una salsa espesa. Probar para sazonar.
Hacer ocho pequeños huecos en la salsa. Romper los huevos con cuidado y verter cada uno en su propio hueco. Hacer lo mismo con las yemas. Utilizar un tenedor para remover un poco las claras con la salsa, con cuidado de no romper las yemas. Cocer a fuego lento durante 8-10 minutos, hasta que las claras estén cuajadas pero las yemas aún estén líquidas (puede cubrir la cacerola con una tapa si desea acelerar el proceso). Retirar del fuego, dejar reposar un par de minutos, servir con una cuchara en platos individuales y acompañar con yogur.
Del libro Jerusalem, de Yotam Ottolenghi
Foto: AFP
Para comer con la mano
Blinis
Los blinis son unos pequeños y esponjosos panqueques propios de la cocina eslava elaborados a base de harina, huevos, leche y levadura. Son perfectos para una reunión especial, ya que se pueden comer con la mano y acompañar con infinidad de toppings. Esta versatilidad los hace muy fáciles de utilizar y su sabor neutro los convierte en base ideal para alimentos dulces y salados. Ligeros, delicados y mantecosos, han ganado presencia en recepciones y fiestas del mundo entero.
Los antiguos eslavos los utilizaban para simbolizar el Sol, quizá por su forma redonda o por ser dorados y cálidos, y los presentaban como ofrendas en sus rituales. También los ofrecían a las madres que acababan de dar a luz y los servían en bodas y funerales.
Así como los franceses tienen las crêpes y los estadounidenses los panqueques americanos, los rusos tienen los blinis, un alimento básico y popular, que se diferencia de otros panqueques por el empleo de levadura fresca en su elaboración, lo que hace que sea un poco más larga. Hoy en día se acostumbra a prepararlos con harina de trigo, pero pueden usarse otras clases de harina, como la de trigo sarraceno.
Su topping más clásico es el de crema agria con salmón ahumado u otro pescado ahumado, pero también se los sirve habitualmente con caviar o huevas de pescado. Pueden acompañarse de hummus, quesos, fiambres e incluso hongos, setas o vegetales salteados; se les puede añadir hierbas aromáticas como eneldo, perejil o albahaca. Las mermeladas de todo tipo y la fruta fresca los acompañan muy bien. Pero también pueden untarse con crema pastelera, crema de limón, ganache de chocolate y, por supuesto, dulce de leche, por mencionar otras opciones. Se aconseja probarlos recién hechos, cuando aún están calentitos.
Ingredientes
(Para 4 personas)
70 g de harina
70 ml de leche
50 g de yogur griego natural
15 g de manteca
1 huevo
3 g de levadura fresca
½ cucharadita de sal
3 g de levadura fresca
Procedimiento
En un bol mezclar la harina de trigo con la sal y reservar. Templar la leche. Disolver la levadura desmenuzada en la leche templada. Añadir el yogur griego y mezclar bien.
Separar la clara de la yema del huevo y reservar la clara. Añadir la yema a la mezcla de leche y yogur y batir hasta integrar.
Volcar la harina de una sola vez y remover para que quede combinada con los líquidos. Tapar la mezcla y dejar que fermente, en un lugar cálido, durante 1 hora.
Pasado este tiempo, batir la clara que tenemos reservada a punto de nieve. Añadir la clara a la mezcla ya fermentada. Incorporar delicadamente, con movimientos envolventes. Dejar nuevamente fermentar la mezcla y reposar durante 2 horas en lugar cálido.
Calentar una pizca de manteca en una sartén. Cuando se haya derretido y esté repartida por toda la superficie, añadir una pequeña porción de masa con una cuchara sopera. Dar forma redondeada a los blinis con la cuchara y dejar que se cocinen, a fuego medio, hasta que aparezcan burbujas en la masa. En este momento, dar vuelta los blinis con una espátula y cocinar unos minutos más.
Foto: Freepik
Fundilo tú mismo
Raclette
La raclette es un plato tradicional suizo que se remonta a la Edad Media. La historia cuenta que unos viticultores se encontraban trabajando en la montaña en medio del frío invierno cuando, como de costumbre, se sentaron alrededor de un fuego a comer. Había pan, queso y vino y uno de ellos quería una comida caliente, por lo que se le ocurrió cocinar su queso directamente al fuego y así inventó el queso asado.
El nombre viene del francés y significa “raspar” o “rascar”. Por mucho tiempo, los suizos calentaron la quesera junto al fuego para luego raspar el queso derretido sobre una papa cocida u otro acompañamiento, hasta que en la segunda mitad del siglo XX se inventó la máquina de raclette eléctrica y fue entonces que la popularidad del plato aumentó exponencialmente.
La raclette original lleva queso, papas cocidas con piel, algún fiambre y encurtidos, pero hoy se hace con multiplicidad de ingredientes y a gusto del consumidor. Se ponen en la mesa todos los ingredientes en recipientes independientes y cada comensal se sirve en su plato, lo cocina y por encima vierte el queso derretido.
El queso ideal es, precisamente, el raclette. El original suizo, un semiduro de vaca, suave, cremoso, que se derrite fácilmente, y se produce en el cantón de Valais. En Uruguay se puede conseguir queso para raclette, con ese nombre, en grandes superficies y tiendas especializadas. Sin embargo, también se pueden utilizar otros quesos similares, como el suizo gruyer o el queso francés comté e incluso cheddar. Calórica y deliciosa, la raclette es una forma genial de reunir a la familia alrededor de la mesa que invita a explorar nuevos sabores de una forma fácil y divertida.
Ingredientes
(Para 4 personas)
16 papas pequeñas
500 g de queso especial para raclette
200 g de jamón cocido o panceta
200 g de salame
150 g de pepinillos encurtidos
150 g de cebollas encurtidas
150 g de aceitunas negras
100 g de choclo dulce
300 g de tomates cherry
200 g de zanahorias baby
150 g de champiñones u otro hongo
Sal
Pan (opcional)
Preparación
Cocer las papas limpias, con piel, durante unos 15-20 minutos.
Colocar la plancha en la mesa.
Colocar el queso, la panceta y el salame en platos independientes. Lo mismo con los encurtidos, pepinillos, cebollas, aceitunas y maíz.
Presentar los vegetales limpios y cortados: los tomates cherry, las zanahorias y los champiñones.
Cuando las papas están cocidas, colocarlas calientes junto con el resto de los ingredientes alrededor de la plancha.
Encender la máquina de raclette y empezar a disfrutar.
Foto: Freepik
Un refuerzo diferente
Pulled pork
Se cree que este delicioso plato de cerdo desmechado, tan popular en Estados Unidos, tiene sus orígenes en la isla La Española, donde se ubican República Dominicana y Haití. Se dice que al llegar los colonizadores españoles descubrieron una técnica de cocción que era utilizada por los nativos. Estos ahumaban sus carnes y pescados en caliente sobre acumulaciones de brasas, sostenidos por estructuras hechas con ramas verdes, que no se quemaban y aportaban un sabor muy especial. Los colonizadores introdujeron estos métodos de cocina en Estados Unidos, especialmente en los estados de Florida y Alabama.
Este plato tiene una cocción lenta a baja temperatura que provoca que la carne quede tan blanda que se desgarre fácilmente en pedazos o tiras. Su nombre proviene de la palabra pull, que en inglés significa “tirar” o “halar” y hace referencia a la acción de deshacer o desmenuzar la carne.
En Estados Unidos, el pulled pork es cocinado usualmente mediante el método de ahumado, aunque también puede emplearse una olla de cocción lenta o un horno. Se puede servir como plato principal acompañado de ensalada u otra guarnición, pero es más común verlo servido dentro de un pan en formato sándwich o como relleno de un taco o una tortilla.
El plato está de moda hace un tiempo y es muy útil para cualquier festejo porque se puede dejar pronto de antemano y poner los ingredientes en una mesa para que cada comensal prepare su propio sándwich. Además, se puede agregar fácilmente picor con algunas salsas y preparar ensaladas para agregarle.
Ingredientes
(Para 6 personas)
Para el cerdo desmechado:
1,5 kg bondiola de cerdo
3 dientes de ajo
2 cdas. de azúcar mascabo
1 cda. de orégano
2 cdas. de pimentón
1 cda. de mostaza
Jugo de 1 naranja
Sal
Para la salsa barbacoa:
6 cdas. de ketchup
4 cdas. de azúcar mascabo
4 cdas. de vinagre de manzana
6 cdas. de caldo en el que se cocinó la bondiola
Sal
Procedimiento
Preparar la pasta para marinar mezclando los dientes de ajo picados y machacados, el azúcar mascabo, el orégano, el pimentón y la mostaza. Masajear bien la bondiola con la pasta para marinar, asegurándose de que quede bien embadurnada. Envolver en una bolsa o papel film y dejar en la heladera, todo el tiempo que se pueda.
Disolver un caldo de verduras en dos tazas de agua hirviendo. Agregar el jugo de 1 naranja. En una olla colocar la bondiola marinada en el caldo con naranja, con una pizca de sal, y cocinar por el tiempo que sea necesario (en olla a presión, aprox. 40-50 min; a horno bajo, tapado con papel aluminio, aprox. 5-6 h; en una olla común tapada, aprox 4-5 h).
Dejar reposar la carne ya cocida por dos horas para que se redistribuyan los jugos (de esta forma se evita que quede el interior jugoso y el exterior seco).
En una fuente grande, colocar la carne y desmecharla con dos tenedores.
Para la salsa barbacoa, en un bol mezclar bien ketchup, vinagre de manzana, azúcar mascabo, el jugo que quedó de la cocción, una pizca de sal. Agregar esta salsa a la carne.
Cortar un pan de su elección a la mitad y armar un sándwich con verduras a elección, condimentos y el pulled pork.
De Carolina Puga (Paulina Cocina)