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El restaurante Vitaminas fusiona un hotel boutique con una propuesta gastronómica de horario extendido

Ubicado sobre la playa El Emir, Vitaminas va al rescate de la antigua vibra de la península con una carta con producto local, inspiración mediterránea y café de especialidad
Redactora de Galería

Sol, mar, yoga, desayunos, brunchs, almuerzos, tragos, cafés, jugos, turistas, locatarios, arte, diseño y la atmósfera de Punta del Este de las décadas de los 50, 60, 70 y 80. Esos son algunos de los componentes esenciales de Vitaminas, el nuevo proyecto de la chef uruguaya Clo Dimet y su amigo, el diseñador de interiores holandés Otto Nan, con quien trabaja en conjunto por primera vez. 
Otto Nan es estudioso de historia del arte y fundador de distintas empresas, entre ellas los hoteles en Amsterdam Lloyd (enfocado en el diseño y el arte), The Exchange (centrado en los tejidos y la moda)  y Sweets (repartido por la ciudad en casitas construidas originalmente para los vigilantes de los puentes que fueron quedando vacías).

El restaurante y café, abierto de 8 a 20 horas, está a cargo de la chef uruguaya, que durante 10 años estuvo al frente de Posada Paradiso­, en José Ignacio, y antes lideró el reconocido restaurante paulista Figueira Rubaiyat. Dimet propone una cocina de mercado con inspiración mediterránea y un contraste de sabores que prioriza la calidad de los productos, en su mayoría locales y muchos de ellos orgánicos. El café es Seis Montes, preparado por baristas profesionales. Se ofrecen vinos uruguayos, cócteles y, por supuesto, una amplia variedad de jugos y limonadas caseras.

También cuentan con servicio take away, para quien quiera realizar un pícnic en la icónica playa El Emir, la elegida de los surfistas, y servicio de catering para eventos dentro y fuera de las instalaciones. “Hemos hecho catering­ para cumpleaños o celebraciones aquí. Se puede alquilar la habitación pero también se puede alquilar el hotel entero, casarse acá y contratar todo el servicio”, explica la chef.

“Nos complementamos muy bien porque Otto aporta su know how en hotelería y yo el mío en gastronomía, y tenemos una sinergia que se transmite en el proyecto. Es un hotel con una cafetería de calidad que está abierta al público en general y es poco pretenciosa. Estamos abiertos hace ocho semanas, somos un bebé, pero lo que queríamos lograr, que era posicionarnos en la playa El Emir y brindar una propuesta innovadora que atrajera tanto a personas de Montevideo como a turistas europeos o americanos, lo logramos”, asegura Dimet.

Complejo vitamínico. El nombre del proyecto rondaba en la cabeza de Nan desde hacía más de dos décadas. La idea tomó forma mientras tomaba vino en una playa de Ibiza y debe agradecerla al camarero anónimo que lo estaba sirviendo en ese momento. “Cada vez que el animado mozo nos rellenaba las copas decía: “¡Un poco de vitaminas!”. Desde entonces, asocio vitaminas con todo lo que es bueno y saludable para el cuerpo y la mente, por lo que encaja perfectamente como nombre para nuestro proyecto”, dice el holandés.Para los socios el concepto vitaminas remite a todo lo que rodea al proyecto: el sol, el mar, la playa, las coloridas frutas y ensaladas y hasta “la aceituna de un vodka martini bien frío”. “Vitaminas es una buena copa de vino, una buena comida, el mar, las vacaciones, el descanso, todo eso es calidad de vida. Estamos proponiendo desacelerar”, señala ella.

Estilo europeo frente al mar. “Elegimos esta casa porque está justo en la playa, nuestra ventana es una pantalla panorámica que transmite una película de surf en vivo. El Emir es un lugar muy histórico de Punta del Este­”, explica el diseñador. “Hablé con muchas personas de entre 40 y 85 años que pasaron sus vacaciones en Punta del Este cuando eran jóvenes, y todos tienen recuerdos cálidos y hermosos de la vieja Punta. Historias que hablan de largos días alegres y sin complicaciones, con amigos, familia y, a veces, un poco de aventura. Hay un suave resplandor alrededor de esos buenos viejos tiempos y con Vitaminas queremos recrear esa encantadora sensación sin mirar solo el pasado, sino sobre todo transportando esa energía al presente”, añade Nan.
Esta pareja de amigos estuvo detrás de la casa cerca de un año. La veían mal mantenida, averiguaron que era de 1939 y una de las primeras casas de El Emir. Finalmente dieron con el propietario y estuvieron un año haciendo la reforma y desarrollando el concepto, tanto gastronómico como hotelero.

“La primera vez que visitamos la casa sentimos inmediatamente que podíamos crear una atmósfera acorde con esos buenos recuerdos. El edificio transmite naturalmente una buena vibra cuando estás dentro, entra mucha luz. El espacio del restaurante es abierto pero también íntimo y tiene detalles preciosos, por ejemplo, espacios para plantas en tres niveles diferentes”, dice Nan. Más allá de lo estético, para él la incorporación de plantas da un mensaje subliminal más profundo. “Están vivas, por lo que sabés que hay personas cuidándolas y eso transmite la noción de que nuestro personal también cuidará bien de nuestros clientes”, agrega. “Lo que hicimos”, continúa el diseñador, “tanto en el restaurante como en las habitaciones, fue eliminar los extras irrelevantes, restaurar y actualizar elementos básicos, como los suelos y los baños, de forma que apoyaran el espacio arquitectónico natural. A esto añadimos muebles que combinan una actitud minimalista con el juego y la elegancia, todo ello para crear un ambiente fresco, cómodo y humano”. Estuvieron trabajando tres meses en Ámsterdam, consiguieron todo el mobiliario allá y lo trajeron a Uruguay. Contrataron a unos arquitectos que supieron interpretar la idea que ellos tenían, que apuntaba al estilo nórdico. De hecho, en la información que compartieron en la inauguración, en diciembre pasado, se explica que “Vitaminas es el resultado de lo que puede suceder cuando el campo y mar uruguayos se mezclan con la modernidad conceptual del estilo europeo”. Los espacios luminosos y serenos se llenaron de diseño holandés upcycled —amado por otros antes y reutilizado— y otros clásicos, además de artesanía local. Cada una con baño en suite, las ocho habitaciones que componen el hotel (cinco de ellas con terraza individual) comparten un detalle especial, todas tienen tocadiscos y una selección musical para disfrutar. Además, todas las habitaciones tienen mats para hacer yoga —algo que muchos huéspedes practican en la amplia terraza elevada con vista a la playa Brava­— y no tienen televisión, aunque quien así lo desea puede pedir que le acerquen una.

Los huéspedes también pueden disfrutar de la piscina compartida y disponen de sillas y sombrillas para llevar a la playa. El hotel es pet friendly, así que estas actividades se pueden realizar en compañía de mascotas. 

De la granja a la mesa. La gastronomía apunta a ensaladas ricas, un buen corte de carne, un pescado recién traído, además de tener el servicio de cafetería y pastelería todo el día. Abierto de las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche, si el cliente quiere desayunar a las siete de la tarde es bienvenido. Hay muchos desayunos diferentes, una carta atractiva con platos sin gluten, platos a base de proteínas de alta calidad. “Queríamos traer nuestra impronta a Punta del Este y creo que lo estamos logrando. Me importa mucho que se sirva comida de calidad”, señala la chef que también cuenta con una maestría en nutrición.

Un faro en la península. Con la intención de generar comunidad y aportar alternativas en un balneario que se está desestacionalizando, Vitaminas estará abierto todo el año. “Queremos transformarnos en un faro prendido en la península, queremos ser una referencia. Que venga gente de Montevideo a quedarse el fin de semana, que haya una sinergia entre locales y turistas, que la gente se instale a trabajar acá. Es muy interesante la mezcla de público, es superecléctico y eso queremos, que sea efervescente, dinámico, que sea atractivo para diferentes generaciones”, explica Dimet. “He trabajado y tenido muchos emprendimientos y sé que lo más atractivo de los proyectos son las personas, tanto los clientes como quienes trabajan. Eso es lo que le da el alma al lugar”, asegura la cocinera.Con el invierno a la vuelta de la esquina, la ambición de este nuevo espacio es crear un ambiente tan acogedor y suave como en verano. “Probablemente nuestros clientes quieran una buena sopa caliente en vez de una ensalada fresca. Sin duda trabajaremos con el fuego como parte de nuestra solución de calefacción, ya que es parte del ADN uruguayo y es una forma romántica y humana de calentarse”, reflexiona Nan sobre los planes para el resto del 2024.

Los emprendedores pretenden que tanto turistas como locales sientan a Vitaminas como una extensión de sus hogares donde puedan seguir trabajando mientras sus hijos salen a jugar, donde viejos y nuevos amigos se reúnan para hablar de política y de su vida amorosa, donde los surfistas acudan en busca de nuevas energías y todos los caminantes se detengan a tomar un café rápido durante su paseo matutino.
“Apostamos a la península y a esa sinergia que tiene con José Ignacio, Cabo Polonio y poder darle al turista una perspectiva diferente. Queremos conectar todo. Lo interesante es brindarle al huésped diferentes opciones, que tenga un paneo general de lo que es la propuesta turística de Punta del Este, Maldonado y también incluir Rocha. En ese sentido, tenemos un servicio de conserjería muy minucioso porque queremos que la gente vea lo que conocemos nosotros como locales”, explica Dimet.

Se apoyan en la propuesta cultural creciente de Punta del Este que vio un empuje con proyectos como el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA) y otras galerías importantes en la zona. “Es muy especial lo que tenemos acá desde el punto de vista turístico. Y también el hecho de que sea tan desconocido aún permite que los turistas se asombren mucho con lo que tenemos para ofrecer. Son distancias muy cortas que permiten al turista conocer cosas diferentes en poco tiempo y eso es increíble”. 

Agenda offline. En marzo, abril y mayo Vitaminas­ tendrá una agenda de actividades diarias que incluye clases de acuarela, de pintura y talleres literarios, entre otras. Los jueves comenzarán clases de pintura offline, lo que implica que durante la duración de la clase los participantes no podrán acceder a internet. “Estamos trayendo ese concepto de offline, que lo vi en varios cafés de Ámsterdam, buscamos, por lo menos una tarde, ayudar al público a desconectar”, concluye la emprendedora.