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Lacalle Pou: subido a la ola multicolor

El candidato blanco definió una estrategia que lo llevó a recorrer el país abrazado a militantes de distintos partidos y que, de acuerdo a las encuestas, lo pone en las puertas del triunfo

El candidato blanco definió una estrategia que lo llevó a recorrer el país abrazado a militantes de distintos partidos y que, de acuerdo a las encuestas, lo pone en las puertas del triunfo

Luis Lacalle Pou entregó el pabellón uruguayo a uno de sus colaboradores, tomó el micrófono que le cedió Beatriz Argimón y quedó en silencio mirando al público. El grito de "¡presidente, presidente!" inundaba la plaza principal de Pando, acompañado de aplausos, bombos y sirenas, en medio de una marea humana heterogénea que lo aguardaba hacía rato bailando al ritmo de Es ahora, el jingle de campaña que hace meses suena en todo el país. Cuando se apagaron las voces comenzó a hablar, haciendo referencia a la emoción que sentía al ser recibido por un público tan variado.

Veteranos blancos como hueso de bagual se abrazaban con ancianos colorados como sangre de toro, jóvenes independientes agitaban sus banderas con noveles militantes de Cabildo Abierto y del Partido de la Gente. Celeste, rojo, amarillo, bordó, blanco y verde formaban una mezcla cromática que resumía la apuesta de lo que fue el leitmotiv de la campaña de Lacalle Pou: una coalición multicolor de cinco partidos. "Esto nunca se vivió", dijo el sábado 9 en Pando.

Al terminar cada discurso, Lacalle Pou bajaba a mezclarse con el público, como hizo el viernes 15 en Trinidad. Foto: Adrián Echeverriaga

Lo que ocurrió esa noche se replicó en todas las ciudades que Lacalle Pou y Argimón visitaron en la gira previa al balotaje. El respaldo que la fórmula blanca obtuvo de otros cuatro partidos (Colorado, Cabildo Abierto, Independiente y De la Gente) fue más allá de las cúpulas y se hizo eco en una militancia enardecida que desdibujó las fronteras partidarias y cerró filas detrás de la alternativa para poner fin al ciclo frenteamplista.
Durante cinco años Lacalle Pou imaginó una estrategia electoral basada en construir una coalición multipartidaria que propios y ajenos dudaron que pudiera concretarse. Hoy las encuestas parecen darle la razón al candidato que dejó a un lado la liturgia nacionalista y se abrazó a un arco opositor que, en caso de llegar al gobierno, le permitirá contar con el respaldo de 17 senadores y 53 diputados.

En estas últimas semanas, Lacalle Pou se mezcló con militantes de cinco partidos y consiguió que dirigentes de otras colectividades fueran tan protagonistas como sus correligionarios. En Pando, por ejemplo, además de Jorge Larrañaga, Álvaro Delgado y otros blancos, lo acompañaron el colorado Adrián Peña, los independientes Daniel Radio y Gerardo Sotelo. También concurrió Mercedes Menafra, viuda del expresidente Jorge Batlle, con una bandera uruguaya en el cuello. "Vine a apoyar a esta magnífica coalición que nos va a llevar a un país renovado. Lo hago con razón y corazón, Jorge hubiera querido que estuviera acá, Jorge le habría depositado toda la confianza", dijo a galería.

En 1999 Batlle llegó al gobierno con el apoyo del Partido Nacional liderado por Luis Alberto Lacalle Herrera, pero la campaña fue muy distinta a la actual. En general, los blancos que votaron a Batlle lo hicieron sin involucrarse demasiado en la contienda, y en los escasos actos conjuntos solo flamearon banderas uruguayas. No había emblemas colorados ni símbolos blancos; era "la hora de votar juntos", pero no de entreverarse. Ahora la situación es otra, y la posibilidad de llegar al gobierno importa más que los 183 años de diferencias históricas.
PASADO Y PRESENTE. Para comprender la estrategia de Lacalle Pou hay que retroceder al 26 de octubre de 2014, cuando recibió lo que definió como el golpe político más duro de su vida. En aquella oportunidad, los blancos obtuvieron muchos menos votos de los esperados y el Frente Amplio retuvo la mayoría parlamentaria. Quedaba por delante un balotaje que fue un trámite para el oficialismo y un suplicio para la oposición.
Meses después de aquel revolcón, Lacalle Pou se puso de pie y, con el 2019 en el horizonte, comenzó a mover las piezas para construir una estructura multicolor, consciente de que necesitaría mucho más que votos blancos para ser presidente. Esa planificación le permitió, a pocas horas de la primera vuelta de octubre, conseguir el respaldo de los partidos Colorado, Independiente, De la Gente y Cabildo Abierto.

Todas las encuestas lo ubican como el candidato con más posibilidades para ganar el domingo. Si eso ocurre, su triunfo no solo pondrá fin a 15 años de frenteamplismo, sino que tendrá un simbolismo extra: será el retorno del Partido Nacional al gobierno luego de tres décadas, hecho que sucedió cuando su padre fue electo presidente (1990-1995).

Quienes conocen a Lacalle Pou aseguran que hoy, a los 46 años, enfrentó la elección más maduro y se preparó sin descuidar detalle. Visitó varias veces los departamentos y armó un equipo combinado de técnicos y políticos. Mejoró su oratoria y estilo de comunicación con el público, y eso quedó demostrado en los escenarios, donde se lo vio más distendido, realizando exposiciones que combinaban propuestas programáticas con chistes e interacciones con la gente.

Más allá de las formas, también fortaleció sus contenidos: a diferencia de aquella cándida campaña Por la positiva de 2014, hoy cuestiona el continuismo que representa "el candidato del gobierno", como llama a Daniel Martínez; critica a las autoridades actuales por no asumir responsabilidades, y arremete contra el Frente Amplio por sus resultados en seguridad, educación, impuestos y política exterior. Además, dijo que, si gana la elección, el lunes 25 irá a la Torre Ejecutiva a iniciar la transición, y que realizará auditorías para ver en qué estado están las finanzas públicas. Sin excepciones, en cada localidad que hizo ese anuncio la respuesta del público fue un aplauso cerrado, con gritos de militantes reclamando "¡que vayan todos presos!".

ENTRE LA GENTE. El sábado 9 la plaza Libertad de Minas tenía la tradicional calma de fin de semana. Desde temprano, una camioneta recorría las calles vecinas anunciando la presencia de Lacalle Pou y Argimón.
Una decena de simpatizantes de Cabildo Abierto llegó a pie con sus banderas. "El cambio real es apoyar a Luis y a Beatriz. Los votos de Cabildo Abierto van a ellos", dijo Sandra Inzaurralde, referente de Guido Manini en Lavalleja. A pocos metros, debajo de un paraguas blanco y rojo que la protegía del sol, Marita Gallo, madre del futbolista Sebastián Abreu, conversaba con la senadora nacionalista Carol Aviaga. "Siento en el corazón que mi patria está corriendo peligro. No quiero seguir viendo enterrar gente, el porcentaje de homicidios es permanente", dijo al explicar las razones que la llevaron a concurrir al acto. Ella, colorada de tradición, siente que no apoya al Partido Nacional, sino a una coalición. "El Partido Colorado también es gobierno", agregó.

Minutos después, Lacalle Pou atravesó la plaza rodeado de simpatizantes. Le pedían selfies, que él sacaba sosteniendo el teléfono; algunos lo saludaban por primera vez, otros le daban una nueva bienvenida a la ciudad. Firmó banderas blancas y celestes con la cara de Aparicio Saravia, y se abrazó a militantes con las históricas banderas del Partido Colorado que querían el saludo del bisnieto de Luis Alberto de Herrera. Un hombre le pidió que grabara un mensaje por su cumpleaños, una adolescente discapacitada le pedía rampas para sillas de ruedas. Él respondió las muestras de afecto, a los deseos de buena suerte, a los reclamos de que por favor no se olvidara de ellos.

FOTO AL SOL. Una multitud peregrinó en la mañana del domingo 10 hasta el Molino de Pérez, para ser parte de un acto que reunió a los líderes de la coalición. Desafiando un sol rabioso que no daba tregua, el público movía banderas de partidos distintos y se sacaba fotos con dirigentes de otros colores políticos.
Manini Ríos fue uno de los más aplaudidos cuando llegó hasta el lugar acompañado de su señora, la senadora electa Irene Moreira. "¡Vamos Manini!", le gritaban mientras avanzaba. "¡El próximo sos vos!", le dijo una mujer que llevaba una bandera del Partido Nacional. "¿Se imagina candidato en 2024?", le preguntó galería a Manini. "Va a correr demasiada agua debajo del puente, no se puede hacer ningún vaticinio", respondió.
Mezclados entre el público estaban el expresidente Julio María Sanguinetti y otros políticos colorados. "Vine por lealtad", dijo el exministro Yamandú Fau, "recuerdo la actitud honesta del Partido Nacional que, superando la tradición que nos separa históricamente, apoyó masivamente la candidatura de Batlle. La lealtad es eso, no hay que tener olvido, hay que tener memoria".

Lacalle Pou demoró un buen rato en abrirse paso hasta el estrado. Una vez arriba, llamó uno a uno a sus eventuales socios del gobierno. La forma en que se ubicaron no fue casual: Manini en un extremo, Lacalle Pou y Argimón en el medio y luego Ernesto Talvi y Pablo Mieres. De esa manera, el líder de Cabildo Abierto quedaba separado unos metros de los dirigentes que lo habían cuestionado antes de la primera vuelta.
Con sus aliados sobre el escenario (excepto Edgardo Novick, que estaba en Paraguay), Lacalle Pou avanzó otro paso en su estrategia de cara al balotaje, mostrando un respaldo monolítico por encima de las desavenencias entre algunos grupos que quedó plasmado en la foto que reclamaba el Frente Amplio. Quedaban dos semanas para la elección y las cosas seguían saliendo como las había imaginado.

LO MÁS BLANCO. Pocos rincones del Uruguay son tan blancos como Flores. No importa que se llame de esa manera por Venancio Flores, un militar y político colorado: en ese departamento siempre ganó el Partido Nacional, excepto en 1942, cuando las divisiones internas dejaron servido el triunfo del Partido Colorado, en una elección en la que fue mayoría en todo el país.

Tan blanco es Flores que en las municipales de 2015 alcanzó un récord: 79% de sus habitantes eligió al Partido Nacional. En la primera vuelta de este año, los blancos votaron menos de lo esperado (poco más del 35%), pero había un nuevo actor: Cabildo Abierto, que se quedó con casi 14% de los votos. Si a eso se suma el 19% que optó por los colorados, el respaldo conseguido en octubre por la coalición multicolor está bastante por encima del 25% que logró el Frente Amplio.

Ese apoyo se hacía sentir en la plaza de Trinidad el viernes 15, cuando simpatizantes del abanico opositor se reunieron al ritmo de una cuerda de tambores para escuchar a Lacalle Pou, en un acto al que asistieron figuras coloradas como José Amorín Batlle, Julio de Brun y Julio Luis Sanguinetti.

Para Lacalle Pou, Flores tiene un valor especial: el 5 de febrero inició en ese departamento su camino rumbo a las internas. Pasó esa contienda y la ganó cómodo, con una diferencia tan amplia que le permitió elegir a la vice que prefería, sin necesidad de contemplar equilibrios partidarios. En la primera vuelta de octubre votó conforme a sus cálculos, una semana después tenía el acuerdo interpartidario firmado y luego la foto con todos. Volver a Flores era, en cierta forma, una manera de cerrar un proceso.

Llegó a Trinidad radiante. Si bien en toda la campaña por el balotaje se mostró distendido -aunque pidió no caer en excesos de triunfalismo-, esa tarde estaba más relajado y sonriente que de costumbre. "Siente que con el debate todo terminó", dijo a galería alguien de su entorno, en alusión a la polémica televisiva que había mantenido con Martínez un par de días antes. Él, igual que el resto de la dirigencia opositora, sintió que había salido mejor parado que su competidor.

Su discurso fue breve. Cuando terminó, le pidió a un colaborador una trincheta, cortó el precinto que unía dos vallas y se zambulló en la marea humana que lo alentaba a seguir adelante y lo llamaba presidente.
Todavía falta lo más importante: que el respaldo popular que recogió en estas semanas se refleje en las urnas. Pero el panorama se presenta tan favorable para Lacalle Pou que hasta el candidato oficialista habla de "maracanazo" para revertir la situación.

En el acto de Trinidad, en plena euforia militante, un hombre gritó "¡se van!", una consigna que votantes de la oposición repiten en redes sociales y en las calles. "No se van", lo corrigió Lacalle Pou, "nosotros venimos". Y la plaza entera celebró la aclaración.


LOLI EN CAMPAÑA Y SUS PLANES A FUTURO

Lorena Ponce de León repartió listas, recorrió ferias, subió escaleras a descolgar carteles de propaganda, conversó con potenciales votantes para sacarles dudas y visitó buena parte del país con Luis Lacalle Pou. A medida que la campaña avanzó, asumió un perfil más alto en las calles y también en redes sociales, donde calificó de "mentira" el spot del Pit-Cnt de Tu Voto Decide.

Loli, como se conoce a Ponce de León, está casada con Lacalle Pou desde 1996 y es madre de los mellizos Luis Alberto y Violeta, y de Manuel. Es paisajista, y en estos meses alternó su trabajo particular con actividades políticas. También es terapeuta de reiki y de flores de Bach, y desde hace años le prepara a su marido los remedios naturales que él toma.

Luego de la derrota de 2014 fue decisiva para que su marido terminara "el duelo" y retomara la actividad política, según contó él mismo en libro Luis Lacalle Pou. Un rebelde camino a la Presidencia, de Esteban Leonís (Planeta). "Me sacudió y me dijo: ‘Anda a hacer el bolso y empezá a recorrer, que eso es lo que te gusta'", recordó.

El domingo 10 en el Molino de Pérez, Ponce de León conversó con galería. Contó que en sus recorridas la gente le planteó dificultades en seguridad, empleo y educación, y que en caso de que su marido gane las elecciones hay "varios puntos" en los que quiere trabajar. "El tema reciclaje me obsesiona, también el de las pymes. Tengo una unipersonal, laburo de eso desde hace años y lo que he recogido en estas recorridas es que la gente no sabe cómo hacer para empezar con un emprendimiento. Tenemos que hacer una investigación y una capacitación para ver cómo puede desarrollarse uno. En vivienda hay un gran debe y tenemos que trabajar. También en desarrollos multidisciplinarios de uso común", explicó.

¿Dónde se ve trabajando?
No voy a tener ningún cargo político específico, voy a estar al lado del que está mandando, me parece que puedo ser una articuladora importante. Voy a tener mi proyecto propio. Después veremos quiénes me van a ayudar; voy a armar un equipo de voluntarios.

Le van a decir que es parecido a lo que hizo su suegra, Julia Pou, en el gobierno de Luis Alberto Lacalle.
Eso fue Acción Solidaria, otra cosa.

También tuvo un papel activo.
Sí, pero a mí me gusta marcar mi camino y no me gustan las comparaciones. Admiro a mucha gente, me parece muy respetable, pero me gusta tener mi camino propio.

CAMINATA. El martes 12, Ponce de León recorrió 18 de Julio repartiendo la papeleta de su marido y Argimón junto con jóvenes de las listas 404 y 2004 y los diputados Jorge Gandini y José Luis Satdjian. Algunos la reconocían, le pedían una foto y la alentaban a seguir adelante; otros le daban las gracias y rechazaban la papeleta con amabilidad.

En algunas oportunidades se paró a hablar con peatones, como hizo con un grupo de obreros que descansaban en una esquina. "Vamos a votar bien", les dijo al despedirse. Un veterano le pidió una lista y le preguntó si tenía que colocar algo más en el sobre. "Con eso alcanza y sobra, muchas gracias", fue su respuesta.

En la plaza de los Treinta y Tres se acercó a cuatro personas en situación de calle que miraban con cierta desconfianza a los militantes blancos. Le contaron que en un refugio del Ministerio de Desarrollo Social alguien había dicho que la posibilidad de que siguieran recibiendo ayuda dependía del resultado electoral. "Vamos a tener el mejor ministro en el Mides, que es (Pablo) Bartol. Que no se preocupe la gente del Mides, él se va a ocupar de la gente que está en la calle", les dijo.

Otra de las mujeres intervino: "Con el Frente Amplio las cosas mejoraron, pero hay muchas injusticias. Esperemos que cambie". "Va a cambiar, va a cambiar", dijo Ponce de León, y le preguntó si les habían dado listas. "No, dame algunas", recibió por respuesta.

Más adelante, una pareja de cuidacoches la saludó y le pidió papeletas. Al despedirse el hombre gritó: "¡Arriba! Hay que sacarlos a estos".