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    ¿Abuso de funciones? Terrible bolazo

    ¡Hola! ¿Pensaron que me había ido de Búsqueda? ¿Ya estaban suponiendo que las fuerzas de la masonería y el bat­llismo laicista me habían censurado por decir que en Uruguay se le hace bullying a la Iglesia católica? No sean supersticiosos. Estaba acá, esperándolos con mi columna a medio escribir, porque no le podemos llamar “escribir” a esto que hago cada semana, así como ustedes no le pueden llamar “leer” a consumir estas palabras amontonadas sin orden ni criterio alguno.

    Usted está aquí: en la sección de cultura, columna de Darwin. No es que le dieron vuelta el diario para sacar la galería o el quiosquero entreveró todo buscando páginas con cupones para algún sorteo. Me sacaron de la contratapa, sí, no quiero que mis compañeros de sección lo tomen a mal, pero la verdad es que siento que me han bajado de nivel, estaba en Clase Ejecutiva y me mandaron a Turista. Acá no reparten ni los diarios, no hay espacio para estirar las piernas, nadie nos atiende, las azafatas llegan con cara de culo y estamos al lado de un baño. Pero no hay que dramatizar, peor está Fernando Vilar que pasó de presentador del informativo central de Montecarlo TV a panelista de Buscadores en Canal 5, lo ven como 150.000 viejas menos por día.

    Vayamos a lo nuestro.

    El delito dispuesto en el art. 162 del Código Penal de Abuso de Funciones, que discute si derogar o no hace una docena de años por lo menos, es, a criterio de este comentarista cultural-judicial, un disparate. Y me siento en la libertad de opinar porque nunca en mi vida pisé la Facultad de Derecho. Sería muy fácil para mí haber estudiado, recibirme, hacer un posgrado, y venir a sacar mi pedigrí acá, citar autores de prestigio, tener alguna autoridad intelectual y/o moral en el tema; esa no es mi característica, siempre tomo el camino difícil. Y se los digo, aunque les parezca complejo, el delito de abuso de funciones es cualquier cosa. Terrible bolazo. Lo único sólido de ese delito es su condición circular: su existencia es en sí misma un abuso de funciones del Poder Judicial, alentado por el Poder Político para hacer como que se controla a sí mismo cuando en realidad abusa de su función de tribunero. Quizás les dé la impresión, con esta columna y otra anterior que hablaba del exceso de la Justicia en Brasil, de que me he transformado en un inmoral despreciable que adopta cualquier posición con tal de sostener el techo que ampara la corrupción política (ahora que pienso, a lo mejor por eso me sacaron de la contratapa y me escondieron acá adentro con todos estos libertinos bohemios culturales de dudosa moral). De ser así, estarían en un error: no me he transformado en un inmoral despreciable, por la simple razón de que uno no se puede transformar en lo que siempre fue.

    En su propio nombre ya queda al descubierto el absurdo: abuso de funciones, se lo procesa por ejercer sus funciones demasiado, ¿quién dice si es demasiado o es poco lo que ejerció sus funciones? ¿Hasta dónde llega esto? ¿Si un portero de un Ministerio manguerea la vereda tres veces por día, y sobrepasa los límites de la fachada de su edificio, es abuso de funciones? No, eso es ridículo, me dirán. Muy bien. Pero… ¿si un día, como no hay presión y anda corto de tiempo, el portero le mete el dedo a la punta de la manguera para hacer un chorro más fuerte y con lluvia? Ah, ya no es tan claro, ¿¡eh!? Se complicó. En el abuso de funciones entra cualquier cosa. Les copio la letra del artículo para que vean ustedes mismos (con algunos comentarios al margen, no los quiero influenciar, pero lo hago pedazos al burro que tipificó esto en la década de los 30, que según comentan lo copió mal del Código Penal italiano).

    “El funcionario público que con abuso de su cargo, cometiere u ordenare cualquier acto arbitrario en perjuicio de la Administración o de los particulares (…)”.

    Hasta ahí lo que describe es, básicamente, gobernar. Es la definición misma de ejercer una función gubernamental: actos arbitrarios cometidos u ordenados que, en la mayoría de los casos, terminan siendo en perjuicio de la administración o de particulares (cuando no de ambas partes), a veces por ineptitud, a veces porque “vamoarriba, la próxima sale, bien igual”, a veces porque le hizo caso a su jefe político, a su psicólogo, a uno que sigue en las redes morales, etc.

    “(…) que no se hallare especialmente previsto en las disposiciones del Código o de las leyes especiales (…)”, traducción: que no supimos cómo tipificarlo hasta acá, y por eso inventamos este artilugio impresentable en el que más o menos entra todo lo que no pudimos meter por nuestra propia ineptitud en la creación normativa. ¿No les entró “en conjunción del interés personal y el público”, “enriquecimiento ilícito” o “traición a la patria”? Trabajen mejor la próxima. Pero no me usen el comodín de Abuso de Funciones para castigar a uno que no saben cómo agarrarlo.

    “(…) será castigado con tres meses de prisión a tres años de penitenciaría, inhabilitación especial de dos a cuatro años (…)”, etc. Y este es el último disparate. ¿Es necesario meterlo preso? ¿No alcanzaría con que la gente no lo votara más? Si quieren, lo mandamos a limpiar el Parque Batlle después de un clásico, o a levantar los soretes de perro, y se acabó el problema. Pero eso no le compete al Código Penal.

    ¿Entienden lo que les digo? El abuso de funciones es un bolazo que solo defienden los cándidos que nunca tuvieron la responsabilidad de gobernar. Antes era el Frente Amplio, y ahora son los partidos tradicionales. Qué casualidad: al FA le encantaba este artículo que ahora considera inconveniente, y los partidos tradicionales ya no están tan seguros de que sea inconstitucional como sí lo era para ellos hasta principios de los 2000. ¿Por qué? Porque es un artículo hecho para la ingenuidad —real o pretendida— del que no tiene que tomar decisiones. Punto. Y acá es donde digo que hay que ver también cuándo es abuso de las funciones y cuándo es que las funciones andan pidiendo que abusen un poco de ellas para poder funcionar, justamente, porque hay funciones que si no se abusa de ellas, no funcionan.