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La productora recibe a 40 personas en el hall del Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI). Una vez que todos presentan su entrada, los 40 espectadores suben las largas y anchas escaleras que conducen al segundo piso del magnífico edificio que alguna vez fue el Hotel de Baños construido por Emilio Reus. La actriz recibe al público bailando una canción de Caetano Veloso de marcado pulso nordestino. Con una mínima intervención, la pequeña habitación ha sido transformada en sala teatral. Las 40 sillas circundan el espacio escénico. Allí baila Camila Parard, la intérprete que tuvo la idea, años atrás, cuando vivía y estudiaba teatro en San Pablo, de llevar el universo sensible de Clarice Lispector al escenario. Se podría definir la empresa como una quimera. Pero allí está, vestida con ropas livianas, holgadas, finas y traslúcidas. Las prendas ondulan detrás de ella como la estela de un cometa. Comienza Agua viva (sábados 18.30 en el MAPI, 25 de Mayo 279, reservas al 099990183). El espectáculo fusiona teatro, danza, poesía y performance, basado en la novela homónima de la escritora nacida en 1920 en un pequeño poblado de Ucrania y fallecida en 1977 en Río de Janeiro. Escrito en sus últimos años de vida, en los años 70, este texto de Lispector bucea en la abstracción del arte pictórico y su vínculo con la escritura.
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Camila comienza a decir mientras no para de moverse. Desde el vamos sabemos que el cuerpo, su cuerpo, es parte central en este viaje poético de 45 minutos. Un pequeño dispositivo circular iluminado en sus bordes funciona como habitáculo del que entra y sale varias veces. Un foco bien fuerte se ubica frente a ella. Se encenderá poco, pero generará cuadros decisivos. La puesta en escena se vale de luces dispuestas contra las paredes y dos parlantes pequeños, discretos, colgados en lo alto, que producen un sonido envolvente. La ambientación sonora y la música son también protagonistas.
Para la dramaturgia y la puesta en escena Parard convocó a Felipe Ipar, con quien compartió la formación teatral en la EMAD. A la palabra de la escritora, ambos suman líneas originales que relatan la aventura de llevar este texto al escenario. “Una actriz ensaya su obra. Una mujer ensaya su vida. Una mujer se divide miles de veces, tantas veces como instantes. Busca pasar detrás del pensamiento. Ser el elemento puro”, dice la sinopsis. Camila detiene su baile y dice: “Todavía tengo miedo de entregarme porque el próximo instante es lo desconocido. ¿El próximo instante está hecho por mí? Estoy intentando captar la cuarta dimensión del instante ya, porque ahora se mueve un nuevo instante. Cada cosa tiene el instante que cada cosa es. Yo quiero pensar en él”. Esa es la clave: atrapar el instante crucial, atrapar el tiempo. El valor de nacer, el valor de morir. Emociones primarias y vitales como el amor, la alegría y el miedo son los insumos de los que se vale este texto y de los que se vale la actriz para narrar con su palabra y con su presencia dinámica.
Parard e Ipar construyen una atmósfera cautivante para que esta fusión de disciplinas escénicas logre sumergir a la platea en el mundo de Lispector, tan pleno de postales de la vida cotidiana como de ideas que trascienden el día a día y apuntan a la vida espiritual con una óptica femenina. La banda sonora, compuesta íntegramente por canciones brasileñas, es perfecta para ser bailada en escena: Cajuína y Não identificado, de Gal Costa, y You Don’t Know Me, de Caetano Veloso, son algunos de los puntos altos del espectáculo.
Agua viva también tiene éxito en llevar al escenario ese concepto tan inefable de la abstracción pictórica, traducida en la palabra y la danza. Allí radica una de las razones por las que Lispector, quien en su vida fue enmarcada en el modernismo de la generación del 45 brasileña, es una palabra poética fuertemente atemporal y de gran relevancia en la actualidad.
Mañana viernes 18 tendrá lugar en el Instituto Nacional de Artes Escénicas (Zabala 1480) una charla con entrada libre sobre la obra y sobre Lispector, con Parard, Ipar y la escritora Mariana Olivera.