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    “Ataco directamente el hemisferio derecho”

    Alfredo Casero en el Teatro Stella el viernes 18 y sábado 19

    Resulta imposible hacer una entrevista en formato pregunta-respuesta con Alfredo Casero, por lo menos sin estar cara a cara. No pasan dos minutos después de atender el teléfono antes de que el humorista argentino devenido en productor rural empiece una retahíla de chistes en el que su interlocutor queda atrapado sin salida. Se toma en broma casi todo lo que dice, excepto cuando describe su trabajo rural.

    Últimamente se lo ve interpretando a un abogado de gran bigote en la serie televisiva “Farsantes”, por Teledoce, y ha hecho papeles dramáticos también en “Sin código”, “Culpables” y “Locas de amor”. Pero sus inicios fueron en el humor underground del Parakultural, para más adelante marcar historia con el programa “Cha cha cha”. Además de actuar, se dedica a hacer música y en 2002 levantó cerrados aplausos cuando rechazó el Premio Gardel Revelación, considerando que no era justo debido a que se trataba de su tercer disco editado. “Seré revelación para ustedes, pero les pido perdón porque no soy una revelación: ya hice otros discos (...). A mí me parece que lo tengo que dejar acá porque no es mío, no lo puedo aceptar. Muchas gracias”.

    A través de la música se conectó con Japón, adonde Casero volverá en junio de 2014. Su canción “Shima Uta” fue el hit del Mundial Corea-Japón. Ahora le cuenta a Búsqueda que está cantando Schubert: “Me dio por el lado académico, divertido”.

    El espectáculo que hará en Montevideo (Teatro Stella, viernes 18 y sábado 19 de octubre) se llama Ojo que llega Casero. “Es Cha cha cha puro”, dice del espectáculo, pero cuando se le pide que explique, cierra la respuesta diciendo: “Usted vea. Yo ataco directamente el hemisferio derecho. Y ahí le doy hasta que reventamos: me gusta que la gente se cague de risa”.

    El humorista toma el tubo desde Buenos Aires, en un lugar donde se escuchan otras personas, incluido un niño. “¿Es de Uruguay? Parece que ahora hay bronca, otra vez con Uruguay. Invádannos, por favor, para que algo pase. Llámenlo a Tabaré, llámenlo a Bush, a ver si está con algún marine y ataquen, por favor”. Casero empieza a irse por las ramas.

    “Voy a decir algo que es absolutamente egoísta, para que caiga justamente cuando Casero va a Montevideo... Realmente es una lástima (con voz engolada). Ahora estaba pensando hacer un spot que diga: ‘Venga a ver a Casero, no se quede con las ganas de putear a un argentino. Putéelo a Casero que viene con su alegría impar, a ver si para la bronca del alma montevideana”. Y sigue un in crescendo de derivaciones: “Ya lo tengo grabado, ahhh, yo cuando te digo la verdad te digo la verdad, yo no miento. Mira, Shirley: si yo tengo algo, que creo que es lo más importante que tengo en la vida, es sinceridad. Y tú lo sabes (risas)”.

    Y agrega con tono meloso: “Cómo los quiero a los uruguayos. Por favor, ¿quieren dejar de hacer quilombo? O podríamos hacer algo en una plaza grande, como el Palio en Italia, y traés 200 de un lado, 200 del otro y se recagan a trompadas todos los años, así se les va la bronca”.

    Le gusta venir a Uruguay y casi siempre se refiere a la comida local. “Comer tres panchos y tomar una Patricia a nosotros nos cuesta lo mismo que un auto del año 2001 (risas). Pero bueno, el cambio les favorece a ustedes. A nosotros nada nos favorece, y todo el mundo piensa que vivimos la vida loca. El cambio le favorece a todo el mundo, a nosotros no. Los pasajes en Buquebús son los más caros del planeta. Las tasas del aeropuerto son en dólares y tenemos prohibido el dólar. Siempre nos pasan cagadas. Pero somos sobrevividores”.

    Aunque en seguida comunica su malestar real con la situación argentina: “En este momento de la vida estoy por comerme al piloto, ya estoy hinchado hasta las pelotas, me quiero ir a la mierda en cualquier momento”.

    En 2007 Casero compró un campo en Traslasierra, provincia de San Luis, donde produce alfalfa y otras cosas. “Siempre estoy produciendo. Ahora estoy haciendo sorgo de una variedad típica, con los viejos de ahí que se cagan en Monsanto, si ellos tienen su propio banco de semillas. Separan las mejores de manera artesanal, las ponen en un lugar, y los viejos que saben le echan un polvo que hacen hasta con la caca del perro cuando se pone blanca, con cal y otras cosas, revuelven y esa semilla te da cada vez un grano mejor. Así que apoyo a los viejos de ahí y ellos me apoyan bastante. Y ahora voy a tener buen maíz”, explica Casero en plan agricultor.

    Reconoce que en realidad le gusta el mar. “Pero en esta época de mi vida me gusta hacer tomates... Sí, sigo la línea del Pepe, aunque lo mío es más la línea de la Topolansky. ¿Por qué? De jodido, nomás (risas). Vivo bárbaro, es lo más lindo preocuparte por los tractores, ir a comprar los filtros y ya que vas comprás baterías y los bornes de la batería: fijate si me vendés uno porque no necesito los dos. Y así uno va haciendo las cosas: se come un lechón, hacemos jamones, salames, una vez al año carneamos, pero no me gusta la carne congelada, así que prefiero no hacerlo si no vamos a hacer chacinados. Plantamos alfalfa, tenemos caballos para andar”, cuenta entusiasmado.

    Cuando se le pregunta cómo llegó a esta vida “alternativa” a la citadina, le brota el humorista. “Fui abducido por un plato volador mediano. Mira, Shirley, tuve suerte porque fue un plato decorativo, porque llegaba a ser un plato hondo de los grandes, y el artefacto me lleva, y yo adentro, a grito pelado: ¡A mí no me llevan! Y me dejaron ahí en el Parque Roosevelt”, cierra la charla, apurado por cortar.

    Teatro Stella (Mercedes y Tristán Narvaja). Viernes 18, 20.30 h, sábado 19, 21 h. Entradas a $ 750 y $ 600, en venta en Red UTS.