Cuando llego al Auditorio Adela Reta tres minutos pasados de la hora convenida, ya está esperándome. Ese detalle, en el Uruguay de hoy y de siempre, dice algo positivo de su personalidad. Me estrecha la mano con una sonrisa franca. Salvo la corbata, cada vez más en desuso, viste impecablemente un pantalón oscuro, camisa clara y saco sport. A primera vista alguien podría decir que para un joven de veintisiete años proveniente del ambiente artístico, la vestimenta es excesivamente formal. La precisión y prolijidad de sus primeras respuestas alimentan esa impresión inicial de formalidad. Pero a poco de avanzar más en la charla se percibe con claridad que aunque la nota predominante de su personalidad es la corrección, eso no le impide mostrarse como un tipo esencialmente sencillo, cálido y con humor. Esteban Louise nació en 1986 en Montevideo, en la Curva de Maroñas, donde vivió toda su infancia y adolescencia. Su madre es profesora de biología, su padre trabajó durante años en Ancap y ahora es chofer de ómnibus del transporte colectivo. Esteban a los veinticuatro años empezó a vivir en pareja y a los veinticinco se casó. Ella es bioquímica, egresada de la Facultad de Ciencias y con un master de la Facultad de Química. Él es el director titular del Coro del Sodre. El 30 de noviembre último la Fundación Lolita Rubial le confirió el premio Morosoli de Bronce a la Música Culta.
—Soy el único, como músico y como hijo, porque no tengo hermanos.
—¿Dónde se educó?
—Siempre en el barrio: primaria en la escuela Nº49 República de Nicaragua y luego en un liceo privado, el Notre Dame, por la zona de Belloni y 8 de Octubre. Después del liceo hice hasta 6º de orientación biológica. Ahí ya tenía diecinueve años y descarté el ingreso a la Facultad de Química porque lo que me tiraba definitivamente era la música.
—¿Pero recién a los diecinueve años?
—No, en ese momento fue mi definición vocacional. En verdad la música está en mi vida desde los cinco o seis años porque mi padre me llevaba a los talleres de música del Tump (Taller Uruguayo de Música Popular). Dos años después empecé a asistir a los talleres infantiles de música con Renée Pietrafesa y luego comencé a cantar en coros.
—¿Qué instrumento estudió?
—Mi primer instrumento fue el piano. Después estudié viola, y como violista integré orquestas juveniles. De ahí salté a la Escuela Universitaria de Música.
—¿Qué estudió allí y quiénes fueron sus maestros?
—Hice dos licenciaturas, en Dirección Coral y en Dirección Orquestal. Mi gran maestra de Dirección Coral fue Sara Herrera, con quien aprendí absolutamente todo lo que sé. En Dirección Orquestal estudié con Federico García Vigil y en los últimos semestres con Martín García. Me gustaría completar mi formación con alguna maestría o perfeccionamiento en el exterior, preferentemente en Sudamérica.
—¿Cómo llegó al Coro del Sodre?
—Tenía veinticuatro años, ya había egresado de la Escuela Universitaria y estaba dirigiendo varios coros vocacionales. Había preparado junto con Edgardo Rocha (tenor que ahora está cantando en Europa) el Coro de ópera Joven y había dirigido “La Verbena de la Paloma” y “Suor Angélica”, para dos emprendimientos privados que me contrataron. El director del Coro del Sodre, Antonio Meneghini, debía viajar y me llamó para que lo supliera. Preparé entonces el coro para “Lucía de Lammermoor”, que se hizo en el Teatro Solís, y desde entonces no me fui más. Antonio (Meneghini) se quedó trabajando en la Argentina y el Sodre me contrató a mí. Hasta el día de hoy.
—¿Cuáles son las diferencias entre dirigir un coro y dirigir una orquesta?
—El director es el mismo; los conceptos musicales sensibles y la formación del maestro son idénticos, pero es completamente distinto desde el punto de vista técnico. En un coro los instrumentos son voces humanas, estás trabajando con sensaciones y sensibilidades del propio cuerpo. Mientras que en la orquesta el instrumento es un elemento ajeno al cuerpo del intérprete. Las dificultades técnicas de un cantante y de un instrumentista también son distintas. Para dirigir una orquesta hay que conocer muchísimo el funcionamiento de cada uno de los instrumentos, sus necesidades y sus limitaciones técnicas.
—¿Por qué el Coro del Sodre no se desprende un poco de la orquesta y actúa solo, con más autonomía?
—No lo hemos hecho este año porque hubo tres óperas (“Macbeth”, “Aída” e “Il Duce”) pero en años anteriores hemos planteado conciertos corales, o de villancicos. El problema es de disponibilidad y horario: el régimen del coro es part time y no como el de la orquesta, que es full time. Se ensaya dos horas por día y no tres, como la orquesta. Por otra parte, la preparación del coro para ópera lleva más tiempo porque además del aprendizaje de los aspectos interpretativos, el coro debe memorizar letra y música porque canta de memoria, a diferencia de los músicos de la orquesta que tocan con la partitura. Si al trabajo de ópera se agregan los conciertos sinfónico-corales con la orquesta, el calendario no deja lugar para actuaciones autónomas del coro.
—¿Montevideo es una ciudad que da para tener dos orquestas sinfónicas y dos temporadas de ópera en distintas salas?
—Es una pregunta bien actual y bien pertinente. En cuanto a los teatros, son completamente distintos y pueden encarar y albergar producciones artísticas diferentes. El Auditorio Adela Reta es para gran ópera y el Teatro Solís es más chico pero ideal para otro tipo de repertorio. Son complementarias en este sentido. El multiempleo de los músicos sí es un problema. Sé que se está trabajando en otras esferas para lograr una mayor y mejor estabilidad para los músicos y una vida cultural más tranquila y coordinada para los dos teatros, que tienen también públicos distintos.
—¿Tiene hijos?
—Por ahora no. Tenemos dos perros (risas).
—¿Y manías?
—Creo que no (risas). Soy muy ordenado en lo que es planificar el trabajo. Lo hago con anticipación de meses.
—¿Cuáles son sus compositores afines?
—Mozart, Beethoven, Schubert, Schumann, Stravinsky. De este último, por ejemplo, “Las bodas” es una obra magnífica para coro.
—¿Y sus cantantes internacionales y directores de orquesta preferidos?
—Cantantes Ana Netrebko, Cecilia Bartoli, Jonas Kaufmann, poseedor este de un timbre único y de una enorme versatilidad. Ha cantado todo y todo lo hizo bien. Como directores, Daniel Barenboim, Gustavo Dudamel, algunas cosas de Wilhelm Furtwangler y de Herbert Von Karajan.
—¿Lecturas y películas?
—Me gustan las novelas históricas sobre todo si están ambientadas en el antiguo Egipto o en el Renacimiento. También las biografías. En cine no soy versado. Me atrae el suspenso, el misterio. Soy más adicto a series televisivas como “The Big Bang Theory”, “Dexter”, “Walking Dead”, “Breaking Bad”.
—¿Le sobra tiempo para practicar algún deporte?
—En deporte hago lo que me divierte: juego al fútbol cinco con amigos una o dos veces por semana y juego al tenis y tomo clase de tenis en La Academia, un club que queda frente al Parque Rivera. Pero soy más futbolero que tenista.
—¿Hincha de?
—Soy fanático de Nacional y butaquista de la tribuna Atilio García en el Parque Central. Mi madre es de Nacional, mi padre de Danubio y lo mismo mis abuelos: el materno de Nacional y el paterno de Danubio.
—¿Fue al clásico?
—Fui con un amigo y grité tanto que al día siguiente en el ensayo del coro estaba totalmente afónico y me dio un poco de vergüenza. Les confesé a los cantantes el motivo, se mataron de la risa y fue un ensayo totalmente normal.