En plena época de transición, donde unos llegan y otros se van, el diputado blanco Jorge Gandini, afilada punta de lanza de la oposición parlamentaria durante 15 años de gobierno frenteamplista, también busca acomodarse en el nuevo escenario. “Tengo la impresión de que ayer fue la última vez que voté en contra del gobierno”, bromea en sus despacho a 24 horas de una acalorada discusión por la ley de alcohol aprobada en los descuentos del año con los únicos votos del oficialismo. Gandini, que en la próxima legislatura será senador, se prepara para cambiar el chip. Asume que será un año de mucha actividad en el Parlamento con la discusión partida en dos mitades: la ley de urgencia y el presupuesto quinquenal. Se imagina en un rol articulador, con espalda y experiencia para negociar. Pero no solo con sus colegas del Frente Amplio, también con sus nuevos compañeros de la coalición que llegó al gobierno. Admite que ese será otro desafío novedoso. Gandini evalúa que se vive une época de inmediatez, donde la gente es menos paciente, y le reclamará “cosas que se noten rápidamente”. Y por eso insiste en un concepto: aprovechar el crédito político del primer año de gobierno. El senador electo elige unas palabras del caudillo Wilson Ferreira para graficar su idea: “En el primer año el gobierno hace lo que quiere, porque tiene un crédito político muy fuerte; en el segundo año va a hacer lo que no pudo terminar en el primero, y en el tercero hace lo que puede”.
—Ahora tocará un rol bien diferente, en el que creemos que buena parte de la articulación y el debate político va a pasar por el Parlamento. La atención, por estos días, está fijada en el Ejecutivo, en las nuevas autoridades, en el perfil de quienes van a ocupar los cargos más relevantes. El Ejecutivo será mano para presentar rápidamente proyectos de ley, en algunos casos para modificar legislación, para incluir nueva, o derogar otra, pero el centro de ese debate y la concreción de esa normativa pasa por el Parlamento. Y es aquí donde se va a poner en práctica lo que conocemos como coalición. Ahí habrá que trabajar mucho porque los acuerdos, como siempre, tienen compromisos con cierto grado de generalidad que después, al llevarlos al papel, deben contemplar la visión de cada uno de los partidos que integran la coalición. Pero además debe contemplar la de los sectores, que no siempre es la misma, y hasta las particulares visiones de un legislador que legítimamente puede intentar introducir una opinión y hay que zurcir para obtener luego las mayorías necesarias.
—Supongo que va a ser la tarea de todos, pero particularmente algún rol tendremos los más experientes en mi partido y en otros. También hay que tender puentes con el propio Frente Amplio, que tendrá en el Senado líderes de sectores importantes. Será inevitable hablar con Mujica, que es la mayoría de la minoría, o hacerlo con Andrade que tiene siete diputados.
'Creo que hay dos leyes capitales: la ley de urgencia y la ley de presupuesto. La primera ocupa el primer semestre y el segundo semestre será la ley quinquenal de presupuesto'.
—¿No es más una expresión de deseo decir que se va a tender puentes con la oposición dadas las diferencias que hay?
—No es fácil hacerlo. Es una actitud que hay que tener, una actitud de respeto para darle base a los acuerdos que se puedan lograr. Es un esfuerzo que hay que hacer. La gran diferencia de este Parlamento con cualquier otro, es que ahora todos los que integramos el Parlamento fuimos gobierno y fuimos oposición. Todos tenemos archivo, todos tenemos opiniones dadas, y eso nos condiciona para encontrar algunos puntos de acuerdo sobre temas que, cuando nos enfrentamos a la realidad, pudieron haber doblegado algunas teorías que se sostuvieron desde otras visiones. No creo que podamos acordar con un pedazo del Frente Amplio, pero sí podremos hablar y encontrar posibilidades de que el Frente Amplio se sume a algunas de las cuestiones. Me imagino que incluso en la ley de urgencia vamos a poder hablar de algunos de los temas que allí estarán. Porque si tenemos que modificar algunas normas del proceso penal, que sabemos que requieren adaptaciones para poder ser ejecutadas de modo que cumplan con el objetivo inicial, ahí el Frente Amplio será sensible y podrá proponer sus cosas. Va a haber una tarea muy importante detrás de bambalinas, fuera de la visibilidad pública.
—¿La estrategia del gobierno es marcar fuerte la agenda en el primer año?
—Creo que hay dos leyes capitales: la ley de urgencia y la ley de presupuesto. La primera ocupa el primer semestre y el segundo semestre será la ley quinquenal de presupuesto. Quizás en el medio puede introducirse algún elemento más, no sé si está calculado o si va a ser utilizado, pero una herramienta apta para tomar algunas decisiones es la rendición de cuentas de el ejercicio 2019. Antes del 30 de junio debe llegar al Parlamento la rendición de cuentas del último año de este gobierno, que la debe presentar el próximo. Bastaría que tuviera un solo artículo que dijera “apruébase la rendición de cuentas del ejercicio de 2019 con un déficit de tanto”. Pero hay antecedentes de que esta norma, que es una ley presupuestal, pueda incorporar otros artículos. Si la ley de urgencia requiere normas que la complementen de tipo presupuestal, esta rendición de cuentas podría incorporarlas y tendría vigencia mucho antes que la ley de presupuesto.
—¿Eso ya lo conversaron?
—No hemos ingresado en esa etapa, se lo manifesté a algún compañero, pero no lo hablé con (la ministra de Economía, Azucena) Arbeleche, ni con nadie. Pero sí he mirado el tema, busqué antecedentes, y hay rendiciones de cuentas del primer ejercicio que incorporan articulado. Por ejemplo, si se quiere crear un ministerio, no puede contener normas presupuestales esa ley, y no se puede pensar que ese ministerio pueda funcionar sin algún aspecto presupuestal.
—¿Quiere aprovechar el partido de gobierno a sacar este año lo que quiere porque después la coalición se va a ir desintegrando?
—Wilson decía: en el primer año el gobierno hace lo que quiere, porque tiene un crédito político muy fuerte; en el segundo año va a hacer lo que no pudo terminar en el primero, y en el tercero hace lo que puede. Uno ve que es así, se va perdiendo potencia. Hay una cosa nueva que entra en el análisis y es que vivimos en un mundo de inmediatez, hay menos paciencia de la gente. No tenemos la varita mágica, pero la gente pide que hagamos las cosas como si la tuviéramos. Por lo tanto, hay que ser enfático y poner energía en el primer año, porque hay mucho crédito político, pero además la gente pide que hagamos cosas que se noten rápidamente.
'La ley sobre alcohol que se acaba de aprobar se hizo fuera del contexto político. No la quiso aprobar el Frente Amplio antes de octubre por temor a pagar un precio electoral en el interior del país, particularmente en Canelones'.
—Uno de los caballos de batalla en esa tarea es la ley de urgencia. Usted hace un tiempo dijo que no tenía idea de qué contenía...
—No la conozco todavía. No ha sido remitida ni al partido ni a los legisladores del partido, porque está en etapa de revisión.
—¿No le llama la atención que pase eso?
—No. Me llama la atención que a esta altura estemos trabajando en eso. La idea es llegar al primero de marzo con muchos temas resueltos, en términos deportivos diríamos “arrancar jugando”.
—En una reunión que Lacalle Pou tuvo con legisladores dijo que él estima que será una “ley popular”, que va a ser menos resistida de lo que el Frente Amplio dice. ¿Usted cree que eso puede suceder?
—Luis nos dijo que no nos preocupemos con los contenidos de la ley de urgencia porque van a ser bien recibidos por la población. No quiere decir que todos estén de acuerdo, pero contendrá muchas cosas que la gente está pidiendo. No es una ley de ajuste, no es una ley para matar a nadie, no es la venganza de los 15 años; es una ley que en muchos aspectos contendrá cosas que la gente está reclamando, como la seguridad. Nos ha dejado tranquilo porque vamos a tener cómo defender esa ley, porque está de acuerdo no solo con el programa, sino con muchas cosas de lo que la gente nos ha reclamado.
—¿No están en una batalla con el Frente Amplio, que habla de que con esta ley hay cosas importantes que están en peligro?
—Es un debate que no vale la pena. Ahora hay que trabajar y concretar. No hay nada más fuerte que la realidad. Cuando en algunos días ingrese la ley o se le comunique a la población y la puedan leer, todos esos miedos que tratan de instalar, una fractura entre buenos y malos, se va a caer. Entonces verán los jubilados que seguirán cobrando, verán que no se cierra el Hospital de Ojos, que las ceibalitas seguirán estando en las escuelas.
–Lacalle Pou ha dicho que no vienen con ánimo refundacional, pero hay leyes actuales con las que ustedes discrepan. ¿Qué derogaría o cambiaría parcialmente a partir del año próximo?
—La ley sobre alcohol que se acaba de aprobar se hizo fuera del contexto político. No la quiso aprobar el Frente Amplio antes de octubre por temor a pagar un precio electoral en el interior del país, particularmente en Canelones, porque afecta a varios sectores de la actividad productiva y económica. La aprueban ahora sabiendo que no tienen las mayorías para sostenerlas. Nosotros en Cámara dijimos que esta norma será derogada en el próximo período. Esta no es la ley de regulación de alcohol que nosotros queremos y creo que van a haber varias normas a revisar. No quiero adelantar cuáles porque no hemos trabajado en el tema, pero dejo fuera, por las dudas, toda la normativa en materia de derechos. Lo que hay que hacer es aplicarlos bien. Quizás tengamos que complementar toda esa enorme agenda de derechos que se ha ido abordando en el papel con su efectiva aplicación. También debemos trabajar mucho sobre la agenda de deberes. Buena parte de la legislación que vamos a hacer en materia de educación, en materia de seguridad, en derechos humanos, va a contemplar los deberes de los ciudadanos como contrapartida al goce de los legítimos derechos.
Información Nacional
2019-12-19T00:00:00
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