—Siempre fui blanca, y si sos del Partido Nacional y te llaman porque llegó al gobierno, aunque estés en la Luna, te venís. Quizás el 1% es emocional, pero el otro 99% es porque lo que me gusta hacer en la vida tiene mucho que ver con la gestión cultural. Tengo una conexión con la política, incluso hice dos másters, uno en Ciencia Política y otro en Comunicación Política. Fue en una etapa tardía de mi vida, cuando estuve en Madrid entre 2010 y 2015. Ahí incorporé todo lo que sabía de teatro, y estudié cuánto de teatro hay en la política.
—¿Cuál fue su formación?
—En Tel Aviv hice una Licenciatura en Artes Escénicas, y gracias a eso pude estudiar otras cosas. Con una beca Fulbright cursé en Nueva York gestión de arte, que es justamente gestión cultural. Esos cinco años fueron toda una universidad. Aprendí cómo se organizan los fondos culturales para auspiciar la cultura sin que todo dependa del Estado. Acá me presenté (durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez) para hacer un proyecto en el interior que tenía que ver con patrocinio cultural. Entonces me llamaron del MEC para decirme que eso que había escrito lo necesitaban para elaborar una ley, que era la de los Fondos de Incentivo Cultural (FIC).
—¿Como era su vida en la India?
—Viví en Nueva Delhi y no me esperaba que fuera un lugar tan generoso conmigo. Es una ciudad con muchos desafíos, pero con el peor aire del mundo. No se puede abrir la ventana, es una vida de encierro con filtro de aire. Cuando uno se levanta, lo primero que hace es mirar el celular para ver cómo está el aire, y siempre es de horrible para arriba. En India pensé que no iba a hacer nada, pero me ofrecieron continuamente algo. Por ejemplo, Sergio Blanco me había dicho que me comunicara con un representante de la National School of Drama. Fuimos a almorzar, hablamos y me llamó de tarde para preguntarme si al lunes siguiente podía dar clases. Después me enteré de que era la escuela más grande de India, donde fueron Eugenio Barba, Pina Bausch o Peter Brook. Tienen un tribunal que va por todo India para seleccionar los alumnos que entran cada año. Eligen a 26 y el país tiene 1.300 millones de habitantes. Después me llamaron para dirigir una obra que había hecho acá en 2000, Como abejas en la miel, una comedia norteamericana con Adriana Zalma, que ganó el Florencio por esa actuación. La obra estaba en inglés y la comencé a ensayar mientras un traductor la traducía al hindi. Al final se estrenó en hindi. La producción es muy buena, muy al estilo indio, te puede parecer muy caótico, pero al final todo está en su lugar.
—Su filiación blanca no le impidió trabajar con un gobierno de izquierda…
—No, para nada. En ese momento, el director de Cultura era Luis Mardones. Creo que hoy estoy acá porque él fue quien les dijo a las nuevas autoridades: “Tienen a alguien fuera del radar”. Siempre digo que más allá de lo político-partidario, tengo una bandera muy fuerte que es la de la cultura. He recibido mensajes muy emotivos de gente que está en las antípodas políticas conmigo, como Gabriela Iribarren, Iván Solarich o Gabriel Calderón. Quiero mucho a la gente de teatro y a quienes se dedican al arte y siento un gran compromiso con ellos. El mismo placer que siento cuando estreno una obra es el que siento cuando un proyecto sale adelante.
—¿En qué situación encontró la Dirección de Cultura?
—Estoy muy agradecida con Sergio Mautone que estuvo hasta el final tratando de ayudarme en este período de mi regreso. No es una situación sencilla la que tiene la Dirección de Cultura, que en realidad ha pasado por diferentes momentos en estos 15 años. Estuve viendo todo lo que se ha hecho desde el regreso a la democracia, porque la historia comienza antes de estos 15 años. Voy a poner énfasis en el trabajo con el interior. No para el interior, sino con el interior.
—Esa fue una meta de la Dirección de Cultura anterior. ¿Hay algún análisis de lo que se hizo, por ejemplo, en el Corredor de los Pájaros Pintados?
—No estoy encontrando evaluaciones muy completas, solo algunos datos. Ahora, el territorio nacional es más que el litoral. Entiendo que hay una gran dificultad operativa en la Dirección de Cultura. Es más, uno de los ejes de mi gestión quiero que sea un plan de desarrollo para la Dirección de Cultura, para que sea eficiente. Tiene que tener un orden que respete el caos necesario para la actividad artística. Ahora estoy preparando un informe sobre la Dirección de Cultura que recibo, y voy a hacer uno cuando me vaya. Creo que ha crecido, pero no ha logrado fortalecerse como institución. Entonces cada año ha dependido de un refuerzo de partidas del Ministerio de Economía. El último año no llegó ese refuerzo, por lo tanto, voy a empezar pagando deudas de 2019. Supongo que si hubiera ganado el mismo partido nadie se enteraba del problema. En lo personal no me quiero detener mucho en el tema. Quiero trabajar y lo primero es pagar las deudas.
—¿Sabe por qué no llegó ese refuerzo?
—No me explicaron por qué sucedió, puedo imaginar que… mejor no quiero imaginarlo.
—Se habla de un millón de dólares de déficit. ¿Es así?
—Aproximadamente el refuerzo era de unos 30 millones de pesos. Después hubo un problema con los FIC de ocho millones de pesos. Parte de todo esto se debe a la operativa del Estado, que no paga todo de inmediato. Estoy haciendo el informe para que el ministro esté al tanto de la situación.
—¿Esos ocho millones de los FIC corresponden a un faltante concreto en la cuenta de los FIC?
—Sí, hay faltante de dinero y un problema de gestión, pero mucho no puedo hablar sobre esto porque la ministra saliente, María Julia Muñoz, el 13 de febrero, antes de dejar el cargo, inició una investigación administrativa, que es la segunda además de la Auditoría Interna de la Nación. Nosotros vamos a respetar los tiempos de la investigación y a tomar las medidas necesarias de acuerdo a sus resultados. Ya tuve una reunión con miembros de la Cámara de Gestores Culturales para ver cómo podemos desbloquear la situación que los perjudica, porque se frenó el llamado a proyectos y algunos están prontos para usar el espacio fiscal, que finalmente no se abrió.
—¿Ese es el punto más crítico que hay que resolver?
—No hay un punto más crítico que otro. Todo es importante. Lo que hice en estos dos primeros días fue saludar a los trabajadores de la Dirección de Cultura y fijar reuniones de trabajo. Estuve en el INAE (Instituto Nacional de Artes Escénicas) y recorrí los museos. Primero quise encontrarme humanamente y empezar a trabajar en cada uno de los temas. La verdad es que una de las razones por las que estoy acá es ver el entusiasmo del equipo que va a dirigir el MEC. Me siento muy cómoda hablando con el ministro Da Silveira, con Pablo Landoni y con Ana Ribeiro. Siento que tienen sensibilidad y compromiso con la cultura y me siento respaldada. También con Martín Inthamoussu en el Sodre, que es un colega y amigo. Todos coincidimos en que tenemos que conformar algo que estaba muy debilitado que es la red del gabinete de cultura. Todos quienes estamos dedicados la cultura tenemos que trabajar en unidad. Me parece que la sensación es que había como un archipiélago de fuerzas, pero sin unión.
—El Conaef que manejaba los FIC estaba integrado por más de 15 personas. ¿Se piensa reducir?
—Nosotros enviamos un proyecto para reducirlo. Ojalá que salga en la ley de urgente consideración, pero no estoy tan cercana a su redacción como para confirmarlo. Yo mandé dos temas: uno es la reestructura del Conaef que va directo con el funcionamiento de los FIC. Juntar en una mesa a 15 personas es muy difícil. Lo sé por experiencia. En el Conaef estaban cinco ministerios, cinco sectores artísticos, más las intendencias y las cámaras. Lo que proponemos es un modelo más ágil con los implicados directos y con más responsabilidad. La integración que se propone es con el MEC y el MEF, las cámaras empresariales y la cámara de gestores culturales que se está formando. También planteamos que se pueda pedir la colaboración de la Cooperación para el Desarrollo sobre todo en la parte financiero-contable, porque por eso se trancó todo. El voluntarismo es el coronavirus de los gestores culturales.
—¿Está el dinero para pagar las deudas?
—Sí. Estoy muy tranquila con la actitud del ministro y de su equipo. No solo vamos a pagar sino a unir lo que está triplicado para potenciarlo. Me encanta el objetivo de Centros MEC, pero hay que evaluar la vigencia de los proyectos porque hay cosas que surgieron hace 15 años. Por ejemplo, en el inicio los Centros MEC buscaban alfabetizar digitalmente a las poblaciones. Ahora Uruguay está todo conectado, hay que chequear la vigencia y esta es la oportunidad. Estamos por un ratito.
—¿Desaparecerán los Centros MEC?
—No desaparece nada, lo que se va a hacer es potenciar lo que hay. No amerita con el tamaño que tenemos y la potencia económica que no es mucha, tener dos unidades ejecutoras haciendo cosas paralelas. Es distinto en el Sodre porque es donde el Estado invierte en producciones artísticas. José Miguel Onaindia va a pasar a ser el director artístico de los Auditorios. Posiblemente el Fidae pase a la órbita del Sodre y la Dirección de Cultura no tenga que organizar más el Festival Internacional de Artes Escénicas. Si hay un equipo, se pueden hacer este tipo de movimientos y siempre tratar de igualar para arriba.
—El gobierno tiene un objetivo de austeridad y de control financiero muy fuerte, mientras la Dirección de Cultura tiene un déficit importante. ¿Tiene seguridad sobre el presupuesto que van a destinarle?
—Me siento totalmente tranquila porque este gobierno no va a ahorrar en cultura. No es ahí donde va a hacer el ahorro. Es mi responsabilidad consolidar un sistema que no triplique tareas. Además de los Centros MEC, hay un área de Ciudadanía Cultural, un Punto de Cultura, otro de Territorio y otro de Coordinadores de Ruta. Me pregunto por qué todo eso si somos un país chico. Será que vengo de las dimensiones de India. Ahí aprendí que cuando un problema es complejo hay que enfocarlo de manera simple. Me parece que en la Dirección de Cultura está todo complejizado, hasta los títulos de los departamentos, a veces no entiendo a qué se refieren. ¿Qué es exactamente Ciudadanía Cultural? Le tengo que preguntar a la gente qué es lo que hacen y se parece mucho a lo que están haciendo en otros departamentos.
—¿En qué va a poner énfasis?
—En tres ejes. Uno es con el Estado, como les decía, generar esa red con todos los que trabajamos en cultura. Otro eje es el plan de desarrollo para la propia Dirección de Cultura, para crear un equipo fuerte. Después están todos los programas. A la LUC enviamos otro artículo para la creación de derecho de los institutos que faltan. El único creado por ley es el ICAU (Instituto del Cine y Audiovisual del Uruguay), pero ni el INAE es de derecho, ni tampoco el de Fomento de la Lectura ni el de Artes Visuales ni el de Música. Lo primero que pedí cuando llegué fue un organigrama de la Dirección de Cultura y no existe. Quiere decir que estos institutos son como proyectos y podrían desaparecer si alguien lo quiere hacer. Yo pienso la Dirección de Cultura con esos institutos funcionando con una estructura austera, eficiente y moderna. Enrique Aguerre estará al frente del Instituto de Artes Visuales y Álvaro Ahunchain al frente del INAE. Aún no están los directores de los otros institutos.
—¿Habrá cambios en las direcciones de los museos?
—Necesito unos días para ese tema, hay que analizar bien la situación. Estamos estudiando todos los contratos, hay de muchos tipos. Hay gente que hace años que trabaja acá y le pagan con horas docente. Quiero ordenar esto para que no moleste a la cultura.
—¿Es posible que se esté manejando que el ICAU pase a ser una agencia público-privada al estilo de la ANII?
—Vamos a tener que esperar, aunque no mucho, para bajar a tierra la propuesta. A veces determinados ciclos se cumplen y está bueno renovar. Hay que encontrar la figura correcta para que sea la más eficaz posible. El sector audiovisual es una cadena de valor increíble para el país, y tenemos que estar preparados. Hay que pensar en pasado mañana. Estamos tratando de armar el mejor equipo posible y está el sector audiovisual involucrado. Es un tema prioritario para el ministro.
—¿Qué pasará con los Fondos Concursables? Algunas críticas apuntan a la integración de los jurados, se habla de una camarilla…
—La primera reunión de la semana que viene va a ser con los responsables de los Fondos. Quiero que me cuenten bien para reestructurar lo que haga falta. Hay que analizar área por área para poder hacer una evaluación cuantitativa y cualitativa. En cuanto a los jurados, tengo una postura muy liberal. Yo eliminaría todo el aspecto curatorial del Estado. Trataría de darles el apoyo a los proyectos que son probadamente culturales, abrir diferentes ventanillas para facilitar la tarea. Como artista, creo que si entrego mi proyecto bien presentado y se sientan tres personas a discutirlo, le estoy sacando energía.
—¿De qué manera se elegirían?
—Ese es mi pensamiento, no quiere decir que vaya a eliminar los jurados. En los FIC sí se puede chequear que el proyecto sea realmente cultural y viable. No necesito que alguien venga a decir que este proyecto es mejor que el otro, porque no es ciencia. Es difícil el tema. Nuestra responsabilidad es que existan los fondos. Me preocupan también los fondos de infraestructura del interior. Se invirtió, pero hay que invertir más en capacitación y gestión. No sirve de nada tener teatros vacíos, como sucedió en España, que tienen más de mil teatros, pero sin gestionar. No solo alcanza con hacer el teatro, hay que pensar qué va a pasar cuando esté terminado. Es como cuando estoy dirigiendo una obra: me pongo en el lugar del público que no está presente en los ensayos y me pregunto si entenderá la propuesta. En este caso hay que pensar en los ciudadanos, si entienden lo que estamos haciendo.
—Desde 2013 se ha discutido en asambleas en todo el país una ley de cultura que se envió el año pasado al Parlamento. Allí se plantea la creación de un Ministerio de Educación y otro de Cultura. ¿Qué piensa sobre esa ley?
—Me parece un gasto enorme hacer un Ministerio de Cultura. Tenemos que arreglarnos con lo que tenemos y hacerlo bien. Sinceramente no puedo ni siquiera ponerme a criticar esa continua asamblea sobre temas obvios con respuestas obvias. No me voy a dedicar a discutir nada durante cinco años. Por mis ideas prefiero poner el dinero en los proyectos. Lo entiendo y lo respeto, pero no sería auténtico de mi parte meterme en ese corredor. Quiero simpleza y mensajes claros. Y mostrar trabajo. Ese es el compromiso. No quiere decir que no tenga la puerta abierta para conversar, porque el intercambio es parte de la cultura. Pero no se puede hacer de la gestión un proceso de conversación de cinco años.
Vida Cultural
2020-03-05T00:00:00
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