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    ¿Será Temer de temer?

    N° 1883 - 08 al 14 de Setiembre de 2016

    , regenerado3

    Siempre los destinos del Uruguay estuvieron inexorablemente ligados a nuestros vecinos. Desde los orígenes de nuestra historia oscilamos entre Argentina y Brasil como forma de cuidar un precario balance de poder entre los dos grandes de América Latina. En el fondo, vivimos los tres países (Argentina, Brasil y Uruguay) de lo que produce una generosa dotación de recursos naturales como no existe en otros lugares del globo. La relación entre tierra agriculturizable, agua dulce y un clima más que generoso nos dejó en el candelero de la canasta de alimentos del mundo. Cuando Uruguay pasó por la crisis del 2002 muchas empresas del país norteño llegaron a instalarse aprovechando los bajos precios relativos que por aquel entonces tenía nuestro país.

    Hoy una parte importante de la industria frigorífica local está en manos de empresas norteñas. Otro tanto ocurre con el sector arrocero, tanto en la producción primaria como en la etapa industrial. Si miramos lo que representan las empresas brasileñas en Uruguay, el porcentaje no debe ser nada menor.

    Los problemas de colocación de productos uruguayos en Brasil son a estas alturas dignos de escribir una novela. La historia debería enseñarnos que solo se llega al destino en Brasil cuando se alcanza convencer a los del otro lado que no representamos una amenaza sino una oportunidad. Es un mercado con un potencial enorme que en el caso de nuestros productos agrícolas no siempre sabemos aprovechar con inteligencia y muchas veces pagamos caro el precio de la falta de previsión.

    Dos noticias me llamaron la atención de Brasil últimamente. Una referida a la iniciativa del país norteño de resolver con más agresividad la necesidad de seguros integrales para su producción agrícola. Crecer requiere de las debidas contenciones para todos los sectores y Brasil sufrió en los últimos años eventos climáticos catastróficos que pusieron el tema en el tapete y van por acciones concretas. El segundo aspecto que me llamó la atención es el (breve) discurso ante la población del Brasil del nuevo presidente. Se refirió con todas las letras al Brasil rural. Más allá de la difícil situación que le toca vivir al Brasil en términos de sus problemas internos, es clara que la voluntad de sus autoridades es apuntalar la máquina productiva y eso es el desarrollo de la infraestructura y de todas las capacidades productivas en el menor tiempo posible. En ese sentido somos bien diferentes, nosotros nos pasamos de diagnóstico en diagnóstico, hablando de temas vacíos de contenido y los vecinos pasan mucho más rápido a la acción. Naturalmente, nosotros no representamos un riesgo para Brasil en ninguna forma posible, pero la pregunta que me hago es qué necesidad tenemos de poner tanto por delante la ideología cuando el desarrollo debería basarse en otras cosas y no en meros acuerdos voluntaristas con los que gobiernan.

    El potencial que tiene el mercado brasileño para nuestros productos es enorme. Ahora pensamos en negociar un acuerdo de libre comercio con China como forma de asegurar nuestra presencia en los mercados donde hoy tenemos muchas fichas jugadas. ¿No nos irá mejor si negociamos bajo el ala del grande del barrio? La convergencia de nuestras exportaciones me llaman a la reflexión de un tutor de mi tesis doctoral cuando los frigoríficos brasileños desembarcaron en Uruguay. Lejos de verlo como una amenaza su comentario fue: es como que Volkswagen compre a Porsche. Uruguay es la vidriera de un plan de más largo plazo. ¿Por qué en la agricultura no podemos hacer lo mismo? ¿Por qué no podemos destacar por productos de calidad diferenciada para resolver problemas específicos de la industria regional? Creo que da para pensar por qué insistimos en competir en precio y cantidad con otros que tienen más espalda, son más rápidos y que juegan en la cancha grande. Deberíamos acercarnos mucho más a Brasil de lo que hoy estamos.

    (*) El autor es ingeniero agrónomo (Dr.), asesor privado y profesor de Agronegocios en la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República y de la Universidad ORT