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Vivió 97 años casi por entero dedicados al arte. Nació en 1917, “el año de la Revolución Rusa”, como le gustaba señalar. No dejó hijos, sí varios sobrinos. El domingo 21 se supo que María Freire había fallecido. Pintora, escultora y docente que admiraba a Pedro Figari y criticaba el estilo y la personalidad de Joaquín Torres García, era la viuda del pintor José Pedro Costigliolo, con quien cofundó el Grupo de Arte No Figurativo en 1952.
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En Uruguay se formó con Guillermo Laborde y con Antonio Pena. En 1957 una beca le permitió viajar para estudiar en Europa por tres años. De fuerte talante y muy trabajadora, Freire dio clases en liceos y también se dedicó durante casi una década a la crítica de arte en el diario Acción. Entre 1938 y 1943 participó de los cursos de escultura y pintura del Círculo de Bellas Artes y de la Universidad del Trabajo. Entre 1952 y 1953 con “Costi” montó exposiciones como la de Arte no figurativo.
La artista participó de 17 exposiciones individuales entre 1954 y 1992, en Montevideo, San Pablo, Río de Janeiro, Buenos Aires, Barcelona, Bruselas y Washington. Las muestras colectivas también contaron con singulares obras suyas, entre ellas la Bienal de San Pablo, algunos Salones Municipales y Nacionales de Artes Plásticas y la prestigiosa Bienal de Venecia (1966). Entre los reconocimientos que recibió figuran el Premio de Honor en la Bienal de San Pablo (1957), el Primer Premio en el Salón Nacional (1961), el Gran Premio de Pintura en Salón Nacional (1968) y el Premio Figari (1996). Como si no bastara, en 2007 el 52º Premio Nacional de Artes Visuales llevó su nombre, el mismo año en que esta montevideana celebraría los 90 años.
Lo abstracto y concreto que marcó fuertemente el carácter de su obra no estaba presente en los comienzos de su quehacer artístico. En su juventud pintaba cuadros cursis con flores, que vendía en bazares clásicos como La Platense y el Colón. Después de ganar un concurso en Educación Pública, se instaló en Colonia en 1944, donde impartió clases de Historia del Arte en los Preparatorios de Arquitectura. Fue ahí que Freire tomó contacto con el núcleo duro del arte madí. Conoció a Rhod Rothfuss, que le sirvió de nexo con Gyula Kosice y Carmelo Arden Quin, quienes iban a visitarlo en Colonia. Fiel a su espíritu libre, la artista no se sentía parte del movimiento. “No me considero una artista madí; siempre hice en la vida lo que me parecía y por tanto no podía formar parte de ningún grupo”, dijo la artista a Búsqueda en 2007. “Más que miembro del madí, fui docente del madí: los estudiantes me lo pedían todo el tiempo”, recordó.
Fue “la figura femenina de la abstracción geométrica en el Uruguay”, con “una obra a base de síntesis y resoluciones geométricas que denotan un particular talento sincrético”, definió en ese artículo el crítico Fernando Loustaunau. Freire se definía como una artista “abstracto-geométrica, pero independiente, siempre independiente”.
En entrevista con Galería en 2006, Freire transmitió sus opiniones tajantes sobre algunos de sus colegas. Dijo, por ejemplo, que Joaquín Torres García quería que ella fuera su alumna. Pero Freire no simpatizó con el maestro. “Era lo más vanidoso que había visto en mi vida. Me preguntó con quién había estudiado. Le dije, estudié con Pena y con Laborde –que era una maravilla, la infamia más grande del arte uruguayo es darle tan poca importancia a Laborde, porque Laborde le hacía los cuadros a Petrona Viera, se murió Laborde y Petrona no hizo más cuadros–, y Torres me dice: ‘Usted no sabe nada porque no estudió conmigo’. Y me puso en la mano el libro del Universalismo Constructivo y me dijo: ‘Tiene que leerlo, tiene que comprarlo porque es la Biblia del arte’. (...) Yo no digo que Torres sea malo, era muy buen artista. Pero quería ser el único maestro del Uruguay, el único que enseñaba”.
La pintora admiraba el trabajo de Pedro Figari, quien frecuentaba a su padre: “Figari no vendía nada. A nadie le importaba Figari. Todo era Blanes porque Blanes era un genio. Lo que pasó con Blanes es que cometió el error de irse a Florencia y aprendió a trabajar como los académicos. Y en el fondo él no era así, él tenía una cosa más brutal, más genial y se amaneró hasta ser el pintor de la Patria”.
El subastador Juan Enrique Gomensoro dijo a Búsqueda que en la década de los 80 y principios de los 90 certificaba sus cuadros, con quien tenía una relación fluida. “Te hacía todos los cuentos y era alucinante. Pero me perdía toda la tarde y el viejo me decía: ‘Vo, ¿vas a venir a laburar o te vas a quedar de fiesta ahí?’. Certificaba los cuadros que en aquel tiempo valían nada. Yo le explicaba que más adelante valdrían, que los copiarían y a ella le servía tenerlos registrados con su foto”. Gomensoro recuerda que el matrimonio se entregó a la producción de su obra y cuando dejó de verlos, por los años 90, poseían una cantidad importante de pinturas. “Trabajaban con horario prácticamente. Costi pintaba hasta altas horas de la noche”.
Para Gomensoro, Freire tenía carácter fuerte y a su vez era “muy tierna, cariñosa y una persona muy apasionada”. Para el subastador, integra el grupo de los 10 artistas uruguayos mejor cotizados, con ventas de hasta 100.000 dólares. La producción de la década de los 50 está en varios museos. “Hoy en día algunos no tienen obras de María pero la tienen en la wishing list. En Buenos Aires hay uno dedicado al arte latinoamericano que la tiene en la mira”. Gomensoro calificó a Freire como “la artista mujer uruguaya más cotizada”.
“Como toda la obra de esa época, la de su marido y la de los pintores concretos de la vecina orilla, la demanda de pinturas de Freire ha crecido”, dijo por su parte Juan Castells a Búsqueda. En las subastas de esta casa se registraron récords como el de enero de 2014, cuando se vendió un cuadro en 90.000 dólares: “Era una pieza excepcional”. En los últimos años el subastador recibió interés de compra desde Europa, Estados Unidos, Argentina y Brasil, donde tanto Costigliolo como Freire tuvieron gran trascendencia.
“Es una lástima que con su muerte no se le rindieron los honores que sí se han rendido a otros grandes artistas, considerando que fue la artista más importante de los últimos 50 años en Uruguay”, subrayó Castells.