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Una serie de mensajes que contradicen posiciones históricas de la izquierda uruguaya, que el ex presidente Tabaré Vázquez sostiene desde hace varios meses, desconciertan a analistas y molestan a dirigentes del Frente Amplio, algunos de los cuales promueven candidaturas alternativas.
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Desde su sorpresiva revelación de octubre del 2011, de que en el peor momento del conflicto con Argentina por la planta de Botnia pidió ayuda al gobierno de George W. Bush para disuadir una posible agresión bélica, Vázquez ha sostenido una cadena de mensajes reñidos con algunas tradiciones de izquierda.
Esa percepción fue sintetizada por el vicepresidente del Frente Amplio y dirigente comunista Juan Castillo, durante una entrevista con el canal de cable de TCC: “Hay un núcleo militante que no se va olvidando las cosas, entre ellas la defensa de anular la ley del aborto, las declaraciones en cuanto a que enemistado con Argentina le pidió ayuda a Estados Unidos. Son cosas difíciles para una fuerza política de izquierda, y quienes creemos que se debe avanzar en democracia y seguir arrancando conquistas y cada vez tener más grado de independencia, en un núcleo militante estas cosas golpean”.
En una columna publicada días atrás en El País, titulada “Tabaré despierta pasiones”, Martín Aguirre señalaba varias repercusiones y críticas hacia Vázquez: “‘El Frente puede ganar sin Tabaré. Y lo quiero decir para que no se sienta acomplejado y no deje de ser un partido para transformarse en seguidor de un líder’, dijo días atrás la senadora del MPP Constanza Moreira. ‘Tabaré Vázquez es un megalómano que solo cree en él mismo y no admite otra cosa que no sea su propio pensamiento y su figura’, decía casi al mismo tiempo el dirigente comunista José Luis Perera. ‘Somos muchísimos los que, definitivamente, no queremos una sociedad que sea tutelada por ningún cacique. Aunque este se llame Tabaré’, concluía una reciente nota de opinión en ‘La Diaria’. Y desde otro medio oficialista, ‘Brecha’, incluso se afirmaba que ‘Vázquez es un fenómeno tardío y un cuerpo extraño en la izquierda’. Solo algunas de las expresiones que por estos días se lanzan a la yugular del primer presidente frenteamplista de la historia”.
Pero Vázquez se mantiene firme: a la revelación sobre el pedido de ayuda a Bush y a su posición contra el aborto, le ha sumado nuevos gestos. A fines de junio, en una entrevista con Búsqueda, planteó que América Latina debería plantear una “agenda común” con Estados Unidos, y dos semanas después, en un discurso en Brasil, puso en duda la vigencia de las caracterizaciones de “izquierda” y “derecha”. (Búsqueda Nº 1.721)
En mayo, en su columna en el semanario “Voces”, Hoenir Sarthou planteó: “La pregunta es qué busca el ex presidente. ¿Por qué contradice de manera tan frontal la opinión y la sensibilidad de tantos frenteamplistas, que son sus adherentes más firmes y de la primera hora?”.
Más adelante advirtió que “no es descabellado suponer que considere a los frenteamplistas como votantes cautivos” y, en esa línea, remató: “Si la hipótesis del voto cautivo es acertada, y en tanto no surja dentro del Frente Amplio una candidatura alternativa, Vázquez tiene las manos libres y las espaldas cubiertas para ensanchar su espacio político hacia la derecha y hacia las mentalidades más conservadoras. Y eso parece ser lo que está haciendo”.
La actitud de Vázquez también llama la atención del politólogo Adolfo Garcé, quien cuestiona la estrategia del ex presidente sobre la base de que efectivamente se postulará como candidato presidencial.
“Vázquez sabe que siendo centrista es favorito. Lo tiene clarísimo desde hace mucho tiempo. También es cierto que sabe que hay electores de izquierda a los que les fastidia este posicionamiento. Lo que uno esperaría es un Vázquez que cada tanto se peinara un poco el jopo hacia la izquierda, que cada tanto mandara una señal hacia el ala izquierda para comprar paz en la interna del Frente Amplio, que es la que en definitiva levantará la mano en el Congreso para votarlo. Es hasta un exceso de confianza. Un actor racional estaría moderando su discurso centrista y haciendo alguna señal hacia la izquierda para comprar paz. Sobre todo en los meses clave de su nominación como candidato. Está un poco más al centro de lo que uno esperaría”, declaró Garcé a Búsqueda.
Según el analista, es prácticamente inviable una candidatura alternativa en virtud de sus remotas posibilidades de éxito, y por lo tanto “la principal disputa por el poder se da en el número dos”. En esa línea, consideró razonable que los sectores de izquierda más tradicional intenten imponer un integrante de fórmula, un “vigilante”, y al mismo tiempo “guionarlo”, o sea establecer fuertes restricciones a la discrecionalidad presidencial por intermedio del programa de gobierno. Garcé entiende que la posición tan “centrista” de Vázquez le resta fuerza para negociar al candidato a vicepresidente.
Por su parte, el politólogo Ignacio Zuasnábar, director de Opinión Pública de Equipos Mori, apuntó que los gestos de Vázquez “no han generado consecuencias negativas sobre su imagen. Tiene los mismos niveles de aprecio tanto en la izquierda y centroizquierda como en el centro del electorado”.
En tanto, algunos dirigentes del Frente Amplio, con la senadora Constanza Moreira como principal referente, alientan la necesidad de que haya “candidaturas múltiples” en un inequívoco desafío a Vázquez (Búsqueda Nº 1.721). De todos modos, por lo pronto no hay precandidatos confirmados.
