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Como les ocurrió a las nuevas autoridades del Ministerio de Economía (MEF), la pandemia del Covid-19 también trastocó los planes a corto plazo del entrante presidente del Banco Central (BCU). Ni siquiera pudo tener un acto de asunción tradicional, con emocionados discursos, y una multitud de funcionarios y familiares aplaudiendo. Ni siquiera pudo hacer anuncios muy concretos, sino solo enunciar líneas de trabajo que en algún caso recién podrá poner en marcha cuando pasen los “tiempos de turbulencias” que trajo ese coronavirus.
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En lugar del acto protocolar, Diego Labat realizó una presentación ante los medios de comunicación y contestó preguntas el viernes 20, en una sala del BCU en la que se cuidó que hubiera distancia para evitar contagios con el Covid-19. Lo acompañó el economista blanco Washington Ribeiro, quien hasta ahora se desempeñaba como director y en este período será el vicepresidente de la institución; el tercer cargo en el directorio lo ocupará un representante del Frente Amplio.
Además de cuidar la solidez del sistema financiero en sentido amplio –bancos, financieras de crédito, AFAP y los mercados de capitales y de seguros–, un rol principal del BCU es preservar el valor del peso uruguayo ante la erosión que supone la inflación de precios. Esa tarea la hace aplicando una política monetaria, que actualmente consiste básicamente en regular la cantidad de medios de pago circulantes en la economía mediante la emisión y amortización de títulos en moneda nacional. Pero lo cierto es que, hasta ahora, el organismo fracasó sistemáticamente en el intento de llevar el ritmo de aumento de los precios minoristas a los niveles que anunciaba como objetivos (un rango de entre 3% y 7% para períodos anuales), con lo que perdió credibilidad; para los agentes, la meta real es que la inflación esté en torno a 8%. Según dijeron a Búsqueda fuentes oficiales, en el equipo económico que encabeza la ministra Azucena Arbeleche se entiende como un propósito alcanzable a mediano plazo el que Uruguay consolide niveles de inflación del orden de 5% anual, lo que se dio por última vez en un breve lapso de 2017.
Revertir ese descrédito es una de las preocupaciones centrales de Labat. En la conferencia, dijo que pretende hacer una “construcción o reconstrucción de la credibilidad, para lo cual, en la medida que vayan pasando las semanas”, se anunciarán medidas, “algunas pequeñas, otras medianas y otras un poquito más grandes”. Y acotó: “De todas maneras, estoy absolutamente convencido de que la principal fuente de credibilidad la vamos a dar con los hechos, cuando los agentes económicos vayan viendo que cada anuncio que hacemos, lo cumplimos. Y que no vamos a hacer anuncios que no podamos cumplir”.
“Nos hubiera gustado poder avanzar un poco más con estas medidas”, para empezar a trabajar en torno a objetivos “absolutamente ambiciosos de inflación” –que no explicitó–, se lamentó. Como acciones concretas, informó que el Comité de Política Monetaria del BCU tendrá reuniones más frecuentes que las trimestrales programadas hasta ahora, para así “estar más cerca del asunto”; y que se buscará apoyo político para introducir cambios legales que le den al organismo más independencia y le impongan una “mayor y mejor rendición de cuentas” de sus objetivos.
Como una “segunda línea” de trabajo, el presidente del BCU aseguró que impulsará una “agenda de desdolarización, con pequeñas, medianas y grandes medidas”, que tampoco adelantó. Otra vez apareció la referencia a las derivaciones de la crisis sanitaria por el coronavirus: “Tampoco es sencillo ni tiene sentido hacer anuncios cuando todavía estamos en tiempos turbulentos”.
Por otro lado, Labat reafirmó la continuidad de la política cambiaria de “libre flotación” del dólar, que permite que su cotización surja de la interacción de la oferta y la demanda. Y, como hasta ahora, el BCU participará en el mercado ya sea vendiendo o comprando divisas: “Vamos a hacer intervenciones cada vez que las entendamos necesarias, sin fijar ninguna regla de intervención, y con el objetivo de reducir la volatilidad y que el valor de la moneda se ajuste a los fundamentos”.