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Todo lo que nos rodea en la vida cotidiana, la familia, los afectos y los objetos más cercanos, en cierto momento se pueden volver ligeramente extraños, y si vamos un poco más lejos, pesadillescos. Esa realidad circundante que se torna ominosa es el eje de estos diez relatos de Vera Giaconi, escritora y periodista freelance que nació en Montevideo en 1974 pero vivió toda su vida en Buenos Aires.
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Amar al protagonista de un reality show; la vida de tres hermanas y cómo la muerte de una de ellas afecta a las otras dos; dos niños que juegan a un peligroso juego con la señora que los cuida; un padre viudo, su hija adolescente y su psicopedagoga; la fidelidad de una empleada doméstica a la señora y la desconfianza hacia su marido. Así, a primera vista, resultan todas situaciones frecuentes que pueden ocurrirle a cualquier ciudadano. El asunto es que Giaconi las vuelve extraordinarias. Como si fuese un delicado trabajo de orfebrería, la escritora va tirando de la madeja y moldeando formas, personajes, imágenes, de modo que las historias que al principio parecen anodinas y pequeñas, al final, mediante un golpe inesperado, a veces brutal, adquieren la densidad de un líquido espeso y oscuro. Y se vuelven siniestras.
Uno de los cuentos más logrados, por la brevedad y el suspenso, es Limbo, que sobrevuela el escenario de la acción —un hospital— como si fuese un dron, una especie de visión aérea que cambia de perspectiva aunque siempre enfoca lo mismo: el cuerpo inerte de un destacado médico que ya no puede atender a sus pacientes porque ha caído en una enfermedad sin cura. Una muestra de lo que hace Giaconi cuando se suelta: “La enfermedad tiene también sus propios sueños. Un día soñé que mi pierna derecha estaba hecha de plumas y que no podía salir a la calle porque el viento volaría las plumas y me quedaría sin pierna. Soñé que tres funcionarios de traje negro y sombrero bombín tocaban el timbre de mi casa para llevarse mis manos. ‘Son mías’, les decía yo, pero ellos me mostraban unos formularios con el sello de no sé qué ministerio y yo sabía que tendrían que llevárselas. ‘Son mías’, seguía llorando. Soñé que menstruaba papelitos con los nombres de ciudades que no conozco. Soñé que cosía lentejuelas al traje de un gigante y que tenía que hacerlo mientras él dormía, sin despertarlo”.
Giaconi sabe narrar hacia dentro, hacia las zonas selváticas, donde se resguardan los afectos menos transitados y prehistóricos. Un libro tan inquietante como auténtico.
Seres queridos, de Vera Giaconi. Anagrama, 2017, 152 páginas, $ 790.