“Cuando llega el momento de la cosecha, hay que levantarla, y los fletes son caros en esos meses”, por lo que contar con silos cerca permite abaratar los costos haciendo viajes cortos varias veces al día, explicó Ferrés. Luego, durante el resto del año y con otros costos, se va al puerto.
Un ejemplo en este rubro logístico es la planta de la empresa Myrin. Los dos galpones o “celdas” con capacidad para 50.000 toneladas están prácticamente vacíos, pero hasta la semana pasada el movimiento de expedición era intenso. “Hasta que no sale el último camión no termina la zafra”, afirmó Carlos Flaman, encargado de los silos.
Luego de la prelimpieza que realiza una zaranda, el secado de la humedad —si es necesario— a niveles adecuados, y el depósito final de los granos, las empresas productoras pueden conservar en buen estado la cosecha hasta su embarque.
Esa planta de silos cuenta con sistemas informáticos para el secado y control de los granos. El piso polvoriento deja ver los canales de aire que de abajo hacia arriba impulsan las turbinas instaladas en el subsuelo del galpón para evitar que alguna colonia de insectos, foco de humedad o calor echen a perder la producción, explicó Flaman.
Varias plantas de este tipo se elevan a ambos lados de la ruta 5, ingresando a Durazno. El crecimiento de esta actividad “empezó, pero no se le conoce el fin”, dijo con entusiasmo Ferrés.
“Estancamiento”.
A las dos de la tarde, el centro de la capital departamental está quieto: autos estacionados, comercios cerrados y veredas con poca gente caminando. Hace mucho frío y en algunas zonas granizó hace un rato. Esa puede ser una explicación para el poco movimiento, pero la altura del mes tiene que ver, afirman los directivos del Centro Comercial e Industrial duraznense.
Su presidenta, Ana Hunter, dijo a Búsqueda que hubo un “estancamiento” en las ventas durante los últimos tres meses. El dueño de un autoservice se sumó y señaló que “el mes es más corto” porque se vende bien los primeros 15 días y “luego baja”.
“A fin de mes parecen todos los días domingos, salís y no anda gente”, resumió Susana Bedat, gerente del centro empresarial que nuclea a unos 300 socios.
Los directivos estimaron que la disminución de las ventas ronda 10% y 15%, según los giros, y afirmaron que “el tema del dólar que pasito a pasito sube” tiene algo que ver.
Sin embargo, contaron que hay “mucha competencia” de comercios, en especial de tiendas y cadenas. Todo Útil tiene tres locales, Multiahorro se instaló hace un año, San Roque está llegando, Tiendas Montevideo y Ta-Ta ya funcionan y heladerías Grido está creciendo, ilustraron.
Otro problema que advirtieron es que “cuesta imponente” conseguir personal y que los planes sociales del Ministerio de Desarrollo Social “compiten” a la hora de contratar empleados.
Aunque reconocieron que el comercio duraznense viene de buenos tiempos, afirmaron que hoy los costos de funcionamiento “son caros”, que han aumentado y que la “plata de la caja rinde menos”. Con este panorama y negociación salarial de por medio en el sector, los empresarios no piensan en expandirse sino “aguantar” e “ir mirándola de cerquita”.
Los directivos del Centro Comercial e Industrial estimaron que también bajó la actividad inmobiliaria y de la construcción. Y aseguraron que creció el informalismo y la delincuencia.
Faena tecnológica.
El boom agrícola de los últimos años tomó un poco por sorpresa a los duraznenses, cuyo departamento fue históricamente ganadero.
De los tres frigoríficos que funcionan en el departamento, Breeders & Packers Uruguay (BPU) es el más moderno y grande en superficie; se instaló en 2010 con una inversión cercana a los U$S 100 millones. Sin embargo, Frigoyí le lleva la delantera en volumen de faena, luego de modernizarse recientemente. Frigocerro es el más antiguo y pequeño, e industrializa tanto bovinos como ovinos.
El complejo de BPU tiene tres hectáreas construidas y cuenta con dos líneas de faena que pueden trabajar simultáneamente, un comedor con cantina gratuita para los operarios, un gimnasio, una guardería, e instalaciones para tratar los efluentes y también para generar energía a través de biomasa, entre otras áreas. “No somos una fábrica orientada al commoditie”, explicó a Búsqueda su gerente general, Daniel de Mattos.
La actividad le reporta a ese frigorífico entre U$S 180 y 200 millones anuales, de los que cerca de 80% proviene de las exportaciones. Accede a todos los mercados habilitados para el país, y sus principales clientes están en Europa y Estados Unidos, que demandan productos de alto valor. Pero en Rusia y China empiezan a surgir oportunidades para vender también productos de mayor valor agregado, dijo el ejecutivo.
Destacó que el uso de la tecnología y de buenas prácticas —entre ellas el trato “humanitario” de los animales—son claves para BPU, si bien la apuesta y el principal desafío está en los recursos humanos.
Actualmente trabajan unas 450 personas, pero la capacidad de la planta permite que sean 600 o 700 en momentos de máxima utilización. Pero el frigorífico emplea hoy entre el 35% y el 40% de su capacidad y no llegó nunca al máximo.
De Mattos informó que 2014 está previsto como un año de expansión en tecnología y de crecimiento de la plantilla; varios cambios a nivel de gerencia que se dieron en los últimos meses apuntan en esa dirección.
Un recorrido por la planta “de limpio a sucio” con el gerente Luis Pittaluga se inició en el área de “desosado”, donde cerca de 150 personas trabajaban en los cortes que una pantalla personal les indicaba “sin tapa”, “a rojo” y otras características, según las exigencias del mercado de destino. La cinta se encarga de distribuir todo automáticamente y los lleva luego a la zona donde se envasan, enfrían o congelan. Gorros de tela polar, narices rojas y manos con guantes pintan el frío con el que se trabaja.
Algunos cortes siguen procesándose pasando por máquinas que dejan a la perfección algunos filetes de alta calidad, que llegarán a restaurantes y supermercados que abastecen a consumidores exigentes.
Dejando atrás superficies inmaculadas, se comienzan a ver las vacas cada vez más enteras. El cuarto de res que llega a los cortadores pasa a ser una mitad en las cámaras de enfriamiento, luego de superar los escáneres que miden la musculatura y proporción de grasa de cada animal.
El ruido y el olor a sangre comienzan a ser mayores; un riel en el techo transporta las vacas cabeza abajo y sus partes (menudencias) por el aire, mientras los operarios en pequeños elevadores que manejan con pedales efectúan los cortes y la vaca se va separando. Pierde la sangre caliente, la cabeza, el cuero, los órganos, las patas y la cola, quedando limpia y pronta para enfriar en un paisaje que resulta fuerte para el ojo que no está acostumbrado.
Actualmente BPU procesa cada jornada unos 500 animales que “no se dan cuenta de nada”, ya que vienen de corrales donde estuvieron generalmente todo un día, con música funcional. Tres shocks eléctricos con agua desmayan a la vaca e instantáneamente cae en un cajón que al girar la deposita inerte y de ojos abiertos en la línea de faena; allí se colgará del riel donde dejará de estar viva en menos de un minuto.
Acceder al ganado es uno de los desafíos más grandes en un mercado sobredemandado como el de los frigoríficos. Ese aspecto, junto con la suba de los costos —en especial de la energía— y la pérdida de competitividad, fueron también destacados por De Mattos.
Ciudad de las vacas.
Camas de aserrín y de paja, suelo de goma y hormigón, ventiladores y ración en abundancia. Bajo techo, unas 300 vacas lecheras próximas a parir se ven cómodas. Un chip electrónico en forma de pulsera verde identifica individualmente cada una para su control sanitario, registración y seguimiento computarizado.
“Están cancheras”, afirmó el gerente industrial del emprendimiento, Ronald Lombardi. Contó que hace tres semanas están allí y que el día anterior fueron ordeñadas por primera vez. En la primavera la cantidad de “guachos” se multiplicará y con ellos la actividad de los veterinarios y operarios.
El tambo principal del establecimiento de Estancias del Lago (presidida por el empresario argentino Alejandro Bulgheroni) está en construcción, pero ya funciona uno de los equipamientos para ordeñe con extractor automático, piso giratorio y 80 posiciones (una para cada vaca) con una computadora individual por puesto. De estos habrá dos y podrán ordeñar cada uno a 480 vacas por hora.
Se espera que cada animal produzca entre 28 y 35 litros de leche al día. Lombardi señaló que “todo está pensado para el bienestar de las vacas”, evitar el estrés calórico, el maltrato y los gritos, pues todo incide en el rendimiento.
A ambos lados del “megatambo”, varios galpones están en construcción (habrá 12) para albergar 750 vacas cada uno y tener unos 8.800 animales en ordeñe. Para ello, el emprendimiento requerirá 11.000 vacas activas, explicó el técnico.
La leche pasará por caños en altura, directo a la futura planta de leche en polvo, donde se pasteurizará y procesará para obtener unas 17.000 toneladas al año. “Esta es la frutilla del postre”, dijo Lombardi mirando hacia el predio donde varios obreros trabajan a nivel de cimientos y se ven camiones con hormigoneras.
“No va a ser cualquier planta, va a marcar la diferencia en el Cono Sur” y es “soñada”, agregó. Él se siente en la “cumbre” de su carrera, luego de haber trabajado en empresas como Nestlé de Argentina.
Con entusiasmo explicó que la fábrica procesará unos 400.000 litros por día cuando se opere a plena capacidad y que tendrá tres zonas: una básica, otra de alta higiene y una tercera de muy alta higiene, pues se prevé elaborar, además de leche en polvo, fórmulas infantiles (complementos para bebés).
Se estima que la primera bolsa de leche en polvo se expidirá en el último trimestre de 2014, seguramente rumbo a China.
En el establecimiento suburbano que ocupa más de 3.000 hectáreas están tomando forma otras actividades —incluido el cultivo de alimentos para los vacunos— para “cerrar los ciclos” productivos.
Se producirá biogás y biodiesel. El primero aprovechará el excremento de los animales y residuos orgánicos para generar electricidad y vapor, y el segundo usará la semilla de soja. De ella se extraerá 15% de aceite y el resto se convertirá en harinas proteicas para ración y biocombustibles para los equipos de trabajo.
Recorriendo las instalaciones se ve actividad en todas las zonas (más de 570 obreros y 80 vehículos estaban en actividad en el momento de la visita). Lombardi estimó que con la fábrica de leche en polvo funcionando el emprendimiento dará empleo directo a más de 200 personas.
Esta “ciudad de las vacas” —como la llamó ese ejecutivo—, es una inversión que se calcula superará los U$S 240 millones.