¿Cómo ve el escenario productivo del sector agropecuario?
Venimos de un ejercicio 2021-2022 fantástico en todos los rubros, fundamentalmente en los exportadores, ganadería, agricultura y lechería. Y este es un ejercicio bastante malo desde el punto de vista económico.
El sector que menos sufrió fue el lechero, que si bien tuvo un incremento alto de costos pudo sostener la productividad. Y ahora termina un ejercicio regular, pero no espantoso, porque no tuvo pérdidas patrimoniales importantes, no tuvo endeudamientos importante. Me refiero a las empresas del Fucrea, en el resto sí pudo haber habido algo. Se hizo un esfuerzo formidable para sostener la productividad con un resultado que es el 40% del resultado del ejercicio pasado, que había sido muy bueno.
¿O sea que hubo una caída del 60% en el resultado de las empresas?
En la lechería sí, como mínimo, porque pasamos del mejor resultado de la historia a uno mediocre de los últimos 10 años. Pero tampoco sufrieron demasiado los valores de los activos de la lechería.La tierra se comportó estable o un poquito mejor, y el ganado lechero no bajó. Entonces, en términos generales, cuando uno lo mira cómo empezó a cómo llegó, ve que no perdió plata la lechería.
El mayor contraste desde el punto de vista patrimonial se ve en el sector ganadero, que vuelve a un resultado muy mediocre. Pasó del mejor resultado de la historia reciente a uno de US$ 70 y poco por hectárea, que no permite remunerar ni el valor de la tierra ni el valor del capital invertido.
A eso hay que sumarle una pérdida muy grande desde el punto de vista patrimonial. Porque si tenía 400 kilos de carne arriba de la hectárea el primer año, aunque los siga teniendo, esos 400 kilos de carne valen casi US$ 1 menos (por kilo), por lo tanto se perdió más de U$S 300 por hectárea en toda el área ganadera solo por precios. Se hizo un gran esfuerzo, porque hubo una caída pequeña en la producción, pero con alto costo. Y en la agricultura fue una catástrofe. El drama no es tan grande porque el ejercicio anterior había sido excelente, y se había logrado recomponer bastante la situación financiera del sector.
En el ejercicio 2022-2023 se sembró mayoritariamente con fondos propios. Se perdió mucha plata, pero fue plata propia. Estamos frente a un ejercicio muy malo, que si hubiera venido después de uno normal los alaridos se escucharían desde China.
Creo que la afectación del sector recién está empezando a llegar. Porque cuando uno tiene una situación financiera más o menos buena, se deteriora la ecuación, va gastando los recursos que tiene.
¿Estamos en una fase de reacomodo de precios y costos?
El año pasado hubo un triple impacto: la caída de los precios, la sequía y la inflación en dólares del Uruguay. Ese costo alto del país en los años anteriores no lo veíamos tanto porque los precios eran muy buenos y daba para tener un resultado razonable. Además eran años de altas productividades. Se viene mejorando sensiblemente la producción ganadera, agrícola y lechera.
Cuando venís aumentando tu productividad y los precios te vienen acompañando, aunque los costos sean altos se pueden perfectamente solventar. Pero cuando esos costos permanecen altos y la productividad cae mucho por la sequía, y además los precios caen estrepitosamente, ese conjunto hace que el resultado sea muy malo.
Ahora se viene recomponiendo la base productiva, los campos han mejorado, la primavera no es fantástica pero tampoco es mala, algunos costos transables han caído, como los precios de los fertilizantes y de las semillas, y si el verano acompaña con una buena cosecha eso nos ayudaría mucho.
Lo mismo en ganadería. Podemos reconstruir bastante la productividad del año con una primavera buena, pero los precios no han acompañado. La gente está pensativa, no está con entusiasmo, porque la situación es complicada.
¿Qué formas hay de mitigar esos impactos tan fuertes?
La producción a cielo abierto tiene una variabilidad natural. En este caso se magnificaron los picos porque se juntaron esos tres factores. Hay formas de mitigar algunos de esos efectos, pero solo se mitigan. Además, frente a un aumento de la variabilidad uno se pregunta: ¿cómo tendríamos que evolucionar en los sistemas? Tendríamos que tener más reservas forrajeras, más financiamientos buenos disponibles, seguros, pero son difíciles porque Uruguay es un país muy chico.
He hablado mucho a favor de los seguros agrícolas, pero ante una situación catastrófica como la del año pasado fue poco lo que realmente pudieron hacer. Además estas situaciones extremas amedrentan a las aseguradoras. Capaz que hay que hacer canastas de seguros un poco más amplias. Hay que ver cuáles son las estrategias productivas donde hay mayor resiliencia y menos impacto.
¿En esos malos resultados también está implícito el precio del dólar? ¿Qué pudo hacer el gobierno?
Nuestra economía está extremadamente indexada, es pequeña y con muchísima afluencia de dólares, porque somos una economía netamente exportadora. Tenemos mucha libertad de entrada y salida, y tenemos mucha cantidad de dólares en estos últimos tiempos, por inversión directa y por migración financiera.
Tenemos dos (países) gigantes alrededor, que cuando se incrementa la incertidumbre en sus economías parte de la migración de capital viene a Uruguay. Porque si hay una mercancía que acá vale más, y puedo traer todo lo que quiera y venderla, eso distorsiona notoriamente los precios.
Uruguay tiene una banda de flotación bastante libre. Lo que pasa es que cuando vienen muchos dólares desde afuera, no hay más remedio que bajar. Cualquier medida política que incrementa la probabilidad de que eso suceda empeora la situación.
Estamos recibiendo el impacto del año pasado de muchos dólares que vinieron por exportaciones, por los precios agrícolas. También muchos dólares vienen desde Argentina, por migración e incertidumbre. O sea que nuestra propia estabilidad nos provoca esa situación negativa.
Pero además el Banco Central elevó durante mucho tiempo sus tasas (de interés) en pesos, de manera que era conveniente venir a traer dólares y venderlos para colocarlos en pesos. Esa situación, desde mi punto de vista, incrementó el problema.
Pero si el Uruguay no arregla sustantivamente su déficit fiscal, que es el que obliga a ir a buscar plata, nunca va a poder manejar el dólar.
También hay cuestiones estructurales muy fuertes. Si Uruguay no se pone firme con algunas de las reformas, como la de la seguridad social, que es un gran logro del gobierno, es muy difícil resolver el déficit fiscal. Solo el aporte público a la seguridad social es prácticamente la totalidad del déficit.
El Banco de Previsión Social es deficitario y requiere que el gobierno ponga US$ 4.000 millones todos los años para mantener las jubilaciones, que es algo que nadie discute, pero que hay que pagarlo. Es el 20% de los recursos de todo lo que recauda y gasta el gobierno. Si eso no se achica por la vía de la reforma, se agranda en impuestos.
Deberíamos estar muy preocupados en militar en contra del plebiscito promovido por el PIT-CNT, porque sino tendríamos déficit fiscal eternamente y nos vamos a seguir endeudando, eso significa más impuestos, mayor costo y un país más caro. Significa un país con menos actividad económica, con menos oportunidades y menos trabajo.
¿Se cumplieron las expectativas que generó el gobierno en el agro?
El agro es el principal sector económico de Uruguay; lo referido al agro también está referido a la economía. Se hicieron cosas muy importantes. Una es una apuesta mayor al mercado, al crecimiento y a la inversión. Se impulsaron reformas, pero creo que debió haber un esfuerzo más grande para bajar el déficit. También es cierto que hubo que pelear contra el incremento de ese déficit por el covid. Pero se logró una reforma que para adelante se va a ver, se lograron equilibrios y niveles de crecimiento económico, que se están viendo.
Si hay algo en lo que Uruguay va bastante bien es en su esquema económico. Probablemente podría ir más rápido, pero también hay en el debe algunas reformas en la administración pública.
¿Por ejemplo?
En 1985 Uruguay tenía 295.000 funcionarios públicos. En 2005, cuando asumió el Frente Amplio, Uruguay tenía 230.000, y hoy tiene 310.000. Bajar por sí mismo no es algo que tenga sentido, lo que tiene sentido es reducir el impacto del costo del Estado sobre la actividad económica. Eso no lo hemos logrado.
Sería beneficioso como sociedad que el peso del gasto público sobre la economía sea menor. Eso se logra mejorando mucho la economía o reduciendo mucho el gasto público. Creo que hay que buscar un equilibrio. Pero al ser elevado, el gasto público conlleva a un crecimiento bastante lento de la economía. No hemos sido capaces como sociedad de mejorar esa ecuación, y creo que eso no tiene color político, sí tiene influencia de los gobiernos que llevan adelante la gestión.
Algunas de las cosas que había que cambiar se cambiaron; se fue más proclive al mercado, se ha hecho mucha inversión en infraestructura. Hay muchas cosas que cumplen expectativas, y otras en las que nos quedamos a mitad de camino o podríamos haber ido más rápido. Todas las mejoras que se han ido acumulando a lo largo del tiempo con la ley de inversiones han sido positivas. Hoy veo a la gente más amedrentada por las incertidumbres lógicas de un mundo con desafíos muy grandes, como los geopolíticos.
¿El funcionamiento de los institutos y del MGAP mejoró en este período?
Sobre los institutos tengo una postura desde hace muchos años. Entiendo que a veces los institutos pueden terminar siendo más obstáculos que beneficiosos para el diálogo público-privado y para la innovación. En este país todos tenemos el número de celular del ministro y del presidente (de la República). A veces los institutos se transforman en pantanos para llegar a los niveles de decisión.
Me parece que es mejor acordar varias líneas estratégicas en los sectores, que tener más estructuras. Creo que es muy importante acordar el foco que tiene cada cosa, que cada instituto tenga un rol bien definido y le pidamos cuentas por ese rol.
Tendríamos que tener diálogos público-privados para crear objetivos de largo plazo que nos representen a todos. Ahí la sociedad no ha tenido los liderazgos necesarios y tenemos que tratar de construirlos.
¿Alguien está pensando en generar nuevas ventajas competitivas para Uruguay?
Eso es lo que nos está faltando. Las ventajas de hoy las construimos hace 10 años, 15, 20 o 50 años. Cada día tenemos que estar construyendo ventajas nuevas, como la trazabilidad, que permitió acceder a la cuota 481.
La cuestión ambiental es una construcción muy importante que hay que hacer, Uruguay tiene muchas ventajas para estar delante de muchos otros países, tenemos que avanzar más rápido.
Pero al mismo tiempo Uruguay tiene que seguir recorriendo el camino de la productividad, porque el aumento de la productividad de la tierra en Uruguay determina fuertemente el nivel de crecimiento de la economía, porque tiene un nivel de multiplicación muy alto. Por cada dólar que generás a nivel primario ganás cuatro dólares en el resto de la economía. El gran salto está en invertir mucho para aumentar la productividad, manteniendo el ambiente, la sanidad y demás.
En los últimos años los bancos flexibilizaron mucho el acceso al crédito.
Pero los bancos no son la única fuente de financiamiento. Además implican un nivel de riesgo bastante alto. No tenemos que olvidar que venimos de un pasado que nos condena, y hay cierta aversión al riesgo. La gente va invirtiendo a medida que va generando margen.
El nivel de crédito ha aumentado y hubo cambios importantes como el aumento de los plazos, y un nivel de tasas muy competitivas, que hace tiempo no teníamos. Pero en paralelo tenemos un incremento del costo de vida, que es muy alto, y ese incremento para las empresas que son medianas y pequeñas es un tirón de la cola para la inversión.
Los niveles de inversión probablemente los podríamos incrementar con capital de riesgo, por ejemplo. Todavía tenemos cosas para hacer a nivel de los fondos de inversión cerrados para mejorar su estructura fiscal, su costo impositivo. Porque hay algunas cosas que no se pueden hacer con los instrumentos financieros que tenemos a nivel del sector, porque cuestan caros desde el punto de vista impositivo.
¿Qué le falta a Uruguay?
Crecimiento, niveles de desarrollo, niveles educativos que trasciendan lo que somos hoy, para dar el salto y ser muy desarrollados. También le faltan cambios estructurales. Un Uruguay de alto nivel de desarrollo humano, con muy buena infraestructura, con un nivel cultural y educativo muy alto, que se inserte en el mundo.
Había gran expectativa en materia de inserción internacional.
Se ha hecho menos de lo que esperábamos, pero si le pregunto a Uruguay si se quiere ir del Mercosur todo el mundo va poner el grito en el cielo y me va a decir que no. El mundo está en un momento muy complicado, porque se acabó el multilateralismo. Hemos tenido un marco muy restrictivo en el Mercosur para las negociaciones internacionales. Probablemente teníamos expectativas desmesuradas, porque el margen que le dimos al gobierno y a la sociedad para moverse hacia esas metas es escasísimo. Tenemos que aprender la lección y cuando tengamos oportunidades no las dejemos pasar, como el tratado de libre comercio con Estados Unidos, pero lo dejamos pasar muy torpemente.