• Cotizaciones
    viernes 14 de febrero de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Amor, locura, muerte… y teatro

    Angie Oña encarna a la rusa Sabina Spielrein en Ser humana

    “No soy escritora, soy actriz. Escribo para actuar”. Con estas ocho palabras Angie Oña pinta un preciso autorretrato. “La información para la sanación está en el desequilibrio mismo”, dice Sabina Spielrein, el personaje que Oña encarna en Ser humana, uno de los mejores espectáculos de esta temporada. Plantada en escena desde que se da sala, la actriz y dramaturga uruguaya encarna con gran convicción a esta psiquiatra de origen judío, una de las primeras mujeres en la historia del psicoanálisis, que influyó en la obra de Sigmund Freud y Carl Gustav Jung, y a quien se le atribuye el concepto de “pulsión de muerte”, luego desarrollado por Freud. Un personaje que el cine retrató en Te doy mi alma (2002), del italiano Roberto Faenza, Un método peligroso (2011), de David Cronenberg, con Keira Knightley, Viggo Mortensen y Michael Fassbender, y en el documental My Name was Sabina Spielrein (2003), de la alemana Elisabeth Márton.

    , regenerado3

    Rodeada de muebles antiguos, un pequeño piano y pizarrones como paredes y también en el piso, con una sugerente bruma generada por el polvillo de tiza, a medida que escribe conceptos sueltos, a modo de esquema, en un aire notablemente iluminado, Oña se desdobla entre la dimensión teórica de su personaje y su faceta íntima, de rotunda humanidad: el ser doliente, quebrado, que resurge de sus propias cenizas. El unipersonal refleja el abordaje de Spielrein de la psicología como paciente: pese a su brillantez en los estudios, fue una adolescente rebelde y con un precoz interés sexual incompatible con su época. Diagnosticada con histeria, sufrió severos trastornos de personalidad, episodios psicóticos e internaciones. Pasó casi un año en una clínica psiquiátrica en Suiza, donde fue paciente de Jung, fundador de la psicología analítica, de quien luego fue estrecha colaboradora e incluso amante. La pieza describe cómo, junto a la terapia de Jung, Spielrein logra sanar estudiando su propia locura. “Es impresionante todo lo que superó. No tuvo una buena. La vida la jodió de mil maneras y superó todo, hasta que la terminan matando los nazis junto a sus dos hijas en un campo de concentración en Rusia”, recuerda Oña. La puesta, dirigida por Freddy González, incluye una sugerente ambientación musical de Pablo Bonilla, que viste con ornamentos digitales una serie de viejas grabaciones de pianos y otros instrumentos clásicos.

    Ser intérprete de sus propios textos es lo que ha definido los casi 20 años de carrera de Oña. Esta montevideana de 35 años, de nombre de origen griego y apellido de Castilla, comenzó a estudiar teatro detrás de un muchacho que le gustaba (“Después me olvidé de él, obviamente, y me enamoré para siempre del teatro”), debutó como autora y actriz a los 17 años en Teatro Joven, egresó de la EMAD en 2003 y al año siguiente ganó el Florencio Revelación por El auto feo y en 2007 estrenó Éter retornable, que mantuvo varios años en cartel. Después de aquelllos inicios en terrenos del absurdo y el delirio escénico, desembarcó en el humor como una de las cuatro comediantes de Mucha cháchara, en Undermovie, y luego en Las 3 gracias, junto a Manuela Da Silveira y Emilia Díaz. Recientemente actuó en La escritora de comedias, de Jimena Márquez, y este año estará en el elenco de El juego de la silla, versión teatral de la película de Ana Katz que dirigirá Fernando Vannet. Mientras tanto, desde hace un mes y medio Ser humana agota los domingos a las 20 las cien butacas de Tractatus (Ituzaingó y rambla portuaria), y seguirá en cartel al menos hasta junio.

    Oña contó a Búsqueda que vivió “una infancia y adolescencia bastante dura a nivel familiar, con mucho dolor atragantado”, por lo que descubrió en un taller de teatro en su barrio la posibilidad de volcar “mucha emoción reprimida, pude liberar lo que estaba trancado. De eso me di cuenta después, por supuesto”. Oña recuerda que su primera obra “era un delirio llamado Fgege Jacques, no dogmís más, muy absurdo, con dos personajes vestidos de camisón que se peleaban porque una decía que las campanas sonaban ¡din, don, dan! y la otra decía que era ¡din, dan, don! Cuestionábamos los mandatos, pero no teníamos ni idea de quiénes eran Beckett o Ionesco. Les fue muy bien y se ganaron unas palabras de aliento de César Troncoso, jurado del concurso. “Nunca me olvidé de ese gesto”. El auto feo profundizó en el absurdo. “Eran dos personas que se encontraban en una plaza y se preguntaban si se conocían o no. Jorge Arias hizo una crítica defenestrable en la que me acusó de plagiar Las sillas, de Ionesco. Y yo al día de hoy aún no la leí (ríe). Ya en esa época escribía lo que me divertía actuar, y estaba muy enganchada con el histrionismo, el delirio actoral, que es algo que he ido abandonando”.

    Oña habla de igual modo de sus fortalezas y sus debilidades: “No soy escritora, soy actriz, y escribo para actuar. Y eso me genera el problema de que cuando me piden los derechos de un texto me cuesta defender algunas cuestiones formales del libreto. Como dramaturga flaqueo, y como actriz defiendo todo. Resuelvo cosas en el espacio del escenario que no están del todo resueltas en el papel para que un tercero pueda orientarse. Igual los cedo (ríe)”. Esa pulsión por escribir lo que quiere actuar en vez de esperar que aparezca la obra es la mejor prueba de su vocación por el riesgo: “Verónica Perrotta (compañera en Mucha cháchara) decía que soy una kamikaze, porque cambiaba el libreto en todas las funciones”. De hecho, Oña concursó anteriormente para ingresar a la Comedia Nacional, pero desde que tiene en marcha su propio instituto, la Escuela de Emociones Escénicas, prefiere el camino independiente.

    Estrategia Spielrein.

    Oña tenía “la necesidad estratégica” de hacer esta obra sobre Spielrein. “Primero me vinculé al absurdo, después al humor, pero ahora que enseño lo que me apasiona quiero generar una coherencia entre mi trabajo docente y la escena. Es una escuela de actuación donde formamos actores desde lo emocional y desde el crecimiento personal. La inteligencia emocional se entrena y el actor debe domar sus emociones y no dejarse dominar por ellas. Además, creo que no es posible el crecimiento artístico y creativo sin trabajar en uno mismo. Está en el texto de Ser humana: hay una pequeña muerte del yo que se tiene que dar sí o sí para pasar a un estadio creativo mayor y hay que ser consciente de esa muerte para poder aceptarla y dejarla pasar. Si no, me quedo peleando, en un lugar muy terco, que me impide crecer. Creo que hay un montón de conceptos de la psicología, de Freud, de Jung, que la gente no sabe y debería conocer para poder evolucionar. La escuela también me hizo bajar un poco la pelota, rechazar algunas propuestas y comenzar a alimentar este monstruito llamado Ser humana”.

    Angie logró en esta historia “canalizar un montón de cosas que tenía ganas de decir”. Hay fuerzas emotivas en uno mismo que no conocemos y no dominamos, y que muchas veces operan y nos hacen tomar decisiones. En la escuela trabajamos en desprogramar un montón de viejos hábitos, aprender a analizarnos, que es lo que hizo Spielrein consigo misma”. Y para esto, nada mejor que el teatro: “Para mí el teatro es la herramienta empática por excelencia. No hay arte más elevado que el teatro, y no lo creo como actriz sino como espectadora, porque en una butaca he vivido las cosas que más me han conmovido. No es muy frecuente, pero cuando sucede es muy fuerte. Es una herramienta hermosa, a veces muy mal usada y muy prostituida. Se hace mucha cosa rápida, fea, mal hecha, o para figurar. De hecho, muchos de quienes dicen ‘no me gusta el teatro’ es porque se comieron un garrón y no vuelven a pisar una sala”.

    Oña, declarada admiradora de Jung, no estudió psicología en la universidad, pero se formó en biodecodificación y en neurociencias afectivas, con énfasis en psicología evolutiva, donde estudió en profundidad las teorías freudiana y junguiana. “Creo que hay elementos de las neurociencias que deberían empezar a enseñarse en guardería, para que de a poquito el niño vaya comprendiendo de qué está hecho”. Los sueños son un elemento clave en la teoría de Jung. Y resulta que Angie llegó a Sabina Spielrein a través de un sueño. “Me gusta que los sueños formen parte de mi universo artístico. ¡Son tremendos maestros! Por eso más de una frase de esta obra viene de algún sueño. Y buscando información sobre la interpretación de los sueños, de Jung, di con Spielrein. Es sabido que Jung tenía varias mujeres, y la primera con la que tuvo una relación extramatrimonial fue Sabina, que significó el encuentro de Jung con su propia sombra. Ella fue absolutamente necesaria para él para distorsionar sus creencias y ponerlo en contacto con sus propias fuerzas, profundas y ocultas. Fue una mujer muy inspiradora para su época. Claro, tuvo la desventaja de ser mujer y la de haber sido loca, que te pone en un lugar muy vulnerable de por vida. Hasta hoy se mantiene ese estigma. ¿Estuviste en el Vilardebó? Ta, estás loco, marchaste, y 20 años después seguís siendo un loco. Y eso es algo que me interesó mucho mostrar en la obra: su locura en carne viva para que el contraste con su teoría sea grande y uno termine comprendiendo cómo un ser humano tan enfermo puede evolucionar y llegar a la cura. Ella dice: ‘La información para la sanación está en el desequilibrio mismo’. Conocer qué es lo que provoca temor, enfrentar el miedo para poder salir de ahí. Eso me sirve mucho como docente, para identificar dónde está situado el miedo, que es algo muy personal y muy sagrado”.