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Ante el “gran problema de justicia social” actual, el PIT-CNT debe hacer más por los “débiles” para no convertirse en una corporación
“Los pobres de hoy creen que no pueden dejar de ser pobres. No creen en el ascenso social, y el único ascenso posible es que te salga un buen jugador de fútbol”, opinó Fernando Pereira
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El presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira, dejó en claro cuál sería el tono de su intervención desde el comienzo. Sentado en el escenario de la sala Camacuá de la Asociación de Bancarios del Uruguay (AEBU), el jueves 17, en el marco de una mesa de reflexión sobre violencia y propiedad, dijo a modo de introducción: “Cuando uno va a abordar estos temas pareciera que hay que hacerlo al cuidado de cuántos votos gano o pierdo. Yo ese problema no lo tengo”. Luego, inició una exposición algo desordenada, casi catártica, en la que se explayó sobre la compleja situación social de Uruguay y el papel que, en su opinión, debe jugar el PIT-CNT.
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Pereira sostuvo que “el gran problema” que sufre hoy el país es la “justicia social”. Sobre ese punto, manifestó que ve una “enorme diferencia” respecto a lo que sucedía en la sociedad uruguaya varias décadas atrás.
“Los pobres del 60 creían que podían dejar de ser pobres y los pobres de hoy creen que no pueden dejar de ser pobres. No creen en el ascenso social, y el único ascenso posible es que te salga un buen jugador de fútbol”, afirmó.
El dirigente sindical aclaró que su posición no implicaba “desconocer” las políticas sociales del gobierno. Sin embargo, insistió en que el país “no está encontrando las respuestas adecuadas” para los problemas que tiene.
“Es una hipocresía sorprenderse de un joven que cae preso, porque ni bien uno lee el expediente no entiende por qué la sociedad esperaba otra cosa. No sé por qué la sociedad espera algo de un niño que fue violentado físicamente, sexualmente, que vive en una casa de cuatro por cuatro con 10 personas más. ¿Por qué de esa persona podría salir un cientista social, un matemático, un científico? No sé por qué se espera algo para lo que no se está haciendo ningún trabajo en concreto”, cuestionó.
“Los pobres del 60 creían que podían dejar de ser pobres y los pobres de hoy creen que no pueden dejar de ser pobres. No creen en el ascenso social, y el único ascenso posible es que te salga un buen jugador de fútbol”
En esa línea, dijo que “no es verdad que todos en la izquierda” estén haciendo “lo necesario” para atender la situación. También apuntó contra el abordaje judicial del tema, porque en ese ámbito, dijo, “se laudan los expedientes sobre carátulas que dicen ‘rapiña’ o tal otro delito, pero no se lauda un carajo sobre la historia de ese muchacho y las consecuencias que tuvo que pagar porque nadie le dio un abrazo o una oportunidad a tiempo”.
Pereira sostuvo que la violencia relacionada con los delitos “está vinculada a hogares pobres a territorios pobres y a niños y jóvenes”. Ante ese escenario, afirmó que “asusta” ver lo que invierte Uruguay en niños en comparación con el gasto en “viejos”.
“Lo que se invierte en niños es insuficiente para resolver los problemas de pobreza y desintegración”, aseguró.
El presidente del PIT-CNT se refirió también a la dificultad de poner en el debate público el enfoque social del fenómeno de la violencia y la seguridad. Intentar hacerlo, ironizó, “es casi un pecado”. En un sentido similar, sostuvo más adelante que “la propiedad privada vale más que la vida en Uruguay” y que “lo peor es que ponerlo en discusión hoy no está sencillo”.
“Tengo claro que no podemos despreciar el nivel de segmentación social”, concluyó en la recta final de su intervención.
El escudo social
Para desarrollar su posición sobre el papel que debe jugar el PIT-CNT, Pereira recordó a Gerardo Gatti, histórico dirigente del Partido por la Victoria del Pueblo, de la Federación Anarquista Uruguaya y de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), de la que fue uno de los fundadores. Según contó, en la década del 60, con una integración social “bastante mayor que la actual”, Gatti les planteaba a sus compañeros que el movimiento sindical debía ser “escudo de los débiles”.
“Nos podemos preocupar por los trabajadores sindicalizados, pero si perdemos de vista a los débiles, no somos militantes sociales. Somos corporativos”, parafraseó.
Para el presidente del PIT-CNT, el sindicalismo no está hoy en una posición de debilidad y ponerse en ese lugar es, opinó, “un discurso infumable”. En consecuencia, sostuvo que el movimiento sindical debe tener “una mirada fuertísima en el sector más débil de la sociedad”.
A través de algunos ejemplos concretos, demostró que “muchas veces” los sindicatos dan “respuestas” a esa población. Mencionó a la brigada solidaria Agustín Pedroza, del sindicato de la construcción, que cada año dona entre 4.000 y 5.000 horas de trabajo para construir en “barrios carenciados”. Apeló al trabajo de la brigada solidaria Aurelio Piccone, del sindicato de UTE, que colabora con las instalaciones eléctricas de viviendas precarias. También habló de los numerosos campings de sindicatos que se ponen a disposición de escuelas y distintas organizaciones, al igual que las instalaciones del club de AEBU.
Para el presidente del PIT-CNT, el sindicalismo no está hoy en una posición de debilidad y ponerse en ese lugar es, opinó, “un discurso infumable”.
A pesar de ese trabajo, se preguntó: “¿Es hoy el movimiento sindical escudo de los débiles?”, “¿estamos pudiendo atender a ese sector?”, “¿los sindicatos no tendremos que asumir algo más que lo que estamos haciendo?”. La respuesta que encontró es que “falta por hacer”.
Pereira cree que el principal “problema” a superar es “hacerles entender a los afiliados” que eso “es parte de la tarea” del PIT-CNT. Para demostrar que existe cierto nivel de rechazo a esas acciones, Pereira contó que las contribuciones a causas sociales suelen ser las más cuestionadas en las asambleas y no se discuten, en cambio, los gastos en volantes o en publicidad.
Lamentó que en algunas iniciativas para darles trabajo a “muchachos que tuvieron problemas con la ley”, los propios integrantes de los sindicatos llamen para pedir que no trabajen al lado de ellos. El desafío, indicó, es que las “bases sindicales” sean las que reclamen trabajar al lado de “alguien que pasó por una cárcel”.
Para cerrar su intervención, volvió a las ideas de Gatti. “La pobreza en Uruguay tiene cara de niño, y fundamentalmente de niña. El desempleo tiene cara de mujer, joven, jefa de hogar. ¡Y seguimos haciéndonos los bobos! Porque resolvimos muchos problemas de los trabajadores, pero hay problemas que no resolvimos y si renunciamos a resolverlos, no tendremos derecho a hablar en nombre de los débiles. Podremos hablar en nombre de la corporación, pero ya no en nombre de los débiles. Seremos otro movimiento sindical con otros valores. Yo prefiero tener aquellos valores”, dijo.