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Con este cuento ocurre lo inevitable: es difícil leerlo sin relacionarlo con el triste final de su autora, la poeta y narradora Sylvia Plath (Boston, 1932-Londres, 1963), quien se suicidó a los 30 años. Sin embargo, por más que sea una obra alegórica sobre las jugarretas que se le hacen al destino, Mary Ventura y el noveno reino no es un relato estrictamente autobiográfico, sino que fue inspirado en una de las amigas de Plath del instituto Smith College.
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Lo escribió en 1952 y lo envió a la revista Mademoiselle, en la que había ganado un premio de escritura, pero no se lo publicaron. Desde entonces, el original se mantuvo inédito hasta 2019. Ahora traducido al español, se publicó en una preciosa edición de Penguin Random House con ilustraciones de la catalana Mónica Bonet y epílogo de la escritora argentina Mariana Enriquez.
En la estación del tren, los padres de Mary Ventura la apuran de una forma ansiosa y algo inexplicable para que se lance hacia un destino poco claro. Mary se resiste, no se siente preparada, pero su madre la toma de un brazo y la lleva hacia la vía tres, mientras le dice: “Todo el mundo tiene que marcharse tarde o temprano”.
Así empieza un viaje en apariencia simple. El tren tiene asientos confortables y un coche comedor de lujo. Al lado de Mary se sienta una señora de ojos muy azules que teje y le da consejos. La muchacha mira todo con ojos asombrados, y en su mirada aparece la curiosa contemplación de Plath, quien pasaba la realidad por el tamiz de su turbulento mundo interior.
Mary siente cómo el tranquilo traqueteo del tren se transforma en algo inquietante cuando mira por la ventanilla, o cuando una mujer a la que obligan a bajarse queda pálida y dice: “Por favor, todavía no (?). Denme un poco más de tiempo”. En las ilustraciones de Bonet estalla el rojo: el color predominante de este viaje cuyo billete dice “noveno reino”.
Enriquez recuerda que Plath intentó suicidarse meses después de escribir este cuento. “No sé quién soy, ni a dónde voy”, había escrito en su diario, como podría haberlo dicho Mary en el tren.
Plath llegó a su viaje final el 11 de febrero de 1963, un mes después de publicar su única novela, La campana de cristal, con la que póstumamente ganó el premio Pulitzer.