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    jueves 16 de enero de 2025

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    Asistencia Integral

    Sr. Director:

    Nos llevó bastante tiempo, pero al final reconocimos que nuestro fútbol se había quedado. Que la cultura del empate, de jugar al tranquito y pasarla todo el tiempo para atrás ya no daba para más.

    No nos tragamos más los versos (como aquel de que “la recompensa está en el camino”) y no nos alcanza con recordar glorias del pasado (cada vez más lejano).

    No fue fácil, pero encaramos (la mayoría, por lo menos).

    Pero, claro, de ahí a tener que bancar un DT argentino...

    A muchos no les cayó nada bien y cuando la cosa tropezó (empate contra Colombia y derrota frente a Ecuador), aquel apoyo tácito (como les gustaba a los militares) comenzó a flaquear y aparecieron los “te dije”.

    Pero después vinieron los partidos contra Brasil y Argentina y ahora todos somos bielsistas. Y con razón: el seleccionado es otro: apareció el riesgo, la imaginación, las ganas de ir a más.

    Hasta ahí llegamos.

    Hasta Milei, ¿no?

    Dudo que muchos uruguayos simpatizaran con el peronismo y no vieran el desastre y la corrupción en la que el kirchnerismo-albertismo-massismo ha enterrado a la Argentina (salvo, claro, algunos dirigentes del Fapit, pero qué querés). Ahora, de ahí a que nos guste Milei hay un trecho: como que no es nuestro tipo, un poco demasiado. Digamos que no es uruguasho.

    Bielsa, ta bien. Para empezar es rosarino, no porteño (¿verdad?), pero el peluquín, los perros, la motosierra... decididamente, Milei no es uruguasho.

    Es entendible. Confieso que esas cosas y partes de su discurso y de su estilo no es lo que mejor me cae.

    Ahora bien, si dejamos eso de lado por un instante y nos concentramos sobre la realidad de fondo, sobre el drama humano que vive la Argentina y sobre la forma en que está siendo gobernada, mucho de lo que plantea Milei es correcto.

    Audaz, comunicado con demasiada estridencia, pero ajustado a las necesidades de la gente. El país está estancado, el sistema está corrompido, hay una inflación desatada, casi la mitad de la gente vive en la pobreza (y cientos de miles en la indigencia), con más de 20 millones que reciben estipendios del Estado y apenas 6 millones que trabajan formalmente. Ese juego político no da para más. No hay empate que valga. Es necesario arriesgar y sacrificar. Nadie podrá decir que a Milei le falta coraje.

    En seguida me dirán: “Todo bien eso para la Argentina. Nosotros no estamos tan mal”. Cierto. Ahora, ¿te basta con eso? ¿Te basta con pisar la pelota y esperar hasta que te vaya peor? Eso es, exactamente, lo que practica y propone el Fapit, que se ha opuesto a todo intento de cambio propuesto por el gobierno.

    El ejemplo más reciente y más contundente es la juntada de firmas para derogar la reforma de la seguridad social. Equivale a enterrar el país de cabeza. “Otra reforma es posible”. ¿Cuál? Acaban de salir los números del censo: somos cada vez menos y menos aún los jóvenes. Solo crecemos los viejos. Y estos fenómenos del Fapit le quieren hacer creer a la gente que el país bancaría bien que haya cada vez más jubilados que viven más años del Estado, que todo se arregla confiscando los fondos “de las AFAP”, (que ni son de las AFAP ni sobran: son de los aportantes y deben volver a ellos cuando se jubilen).

    No nos engañemos: con gran esfuerzo y soportando enormes contratiempos, este gobierno enderezó la situación económica y mejoró la situación social, pero las perspectivas de mediano y largo plazo no muestran que, por haber cambiado nuestras estructuras de producción, la capacitación de nuestro capital humano y la gestión de nuestro Estado (que responde por más de un tercio del Producto), nuestras perspectivas hayan mejorado. Que vamos a poder seguir siendo un país de viejos, gozando de nuestras sillas de playa. En parte por la pandemia y la seca, pero también a causa de un sistema político que no siente que la población exija cambios, nuestro Uruguay sigue muy uruguasho: el empate es la meta. Solo que así vamos cayendo en la tabla.

    Más nos vale un Bielsa ya, si no nos gusta un Milei mañana.

    Sr. Director:

    Quienes suscriben, Dres. en Odontología que prestamos servicios en Asistencia Integral de ASSE, nos dirigimos a Ud. para plantear la siguiente situación.

    En marzo de este año se cambió el proceso de facturación por parte de la directora de Asistencia Integral, Lourdes Romero.

    Terminado un tratamiento odontológico y aprobado por parte del odontólogo fiscalizador, no se nos permite entregar el control final con la factura correspondiente en el mes en curso, sino varios meses después.

    De esta manera, para auditoría no hay deuda generada con los odontólogos, pero en los hechos sí la hay a partir del momento en que se emitió un control final del trabajo por parte del fiscalizador.

    A modo de ejemplo, en el mes de noviembre nos llamaron para facturar trabajos aprobados a fines de julio, cuatro meses después de terminados.

    Hay que tener en cuenta que una vez concluido el trabajo, el paciente está haciendo usufructo del mismo y el odontólogo realizó el trabajo, puso a disposición un consultorio y abonó el laboratorio dental.

    Pedimos a partir de ahora:

    -Facturar los trabajos una vez terminados y controlados por el fiscalizador en el mes en curso.

    -Si hay una limitante económica, que no se emitan autorizaciones de tratamiento (orden de trabajo u orden de compra) a los usuarios/pacientes.

    De esta manera tendremos la certeza de que cuando terminamos un tratamiento podemos entregar la factura, y en el lapso de 90 días lo cobraremos.

    -Recibir una respuesta certera de cómo y cuándo se nos permitirá facturar los trabajos realizados y fiscalizados entre agosto y diciembre, que no se nos permitió facturar.

    Agradecemos una pronta respuesta.

    Odontólogos prestadores de Asistencia Integral