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    Aumentó lo invertido por extranjeros en actividades productivas, financieras y en préstamos en el país; representa 92% del PBI

    Miles de millones de dólares llegaron a la economía uruguaya en los años recientes y se transformaron en grandes fábricas, nuevos campos sembrados, numerosos silos para almacenamiento de granos, frigoríficos con alta tecnología, montes de eucaliptos, maquinaria y hasta un “mega tambo”. También entraron al mercado financiero local para demandar una abultada cantidad de títulos de deuda uruguaya y papeles de empresas privadas —entre otros destinos— que resultaron atractivos para los inversores extranjeros. Al mismo tiempo, retornaron muchas de las divisas que habían salido del país durante la última recesión económica (1999-2002).

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    De esa forma, la Posición Neta de la Inversión Internacional en Uruguay profundizó su saldo “deudor”, que prácticamente se duplicó desde principios de la década pasada. Eso surge de datos al cierre de 2015 que el Banco Central divulgó por primera vez.

    Según esa información, el stock de activos en Uruguay que pertenece a extranjeros era de unos U$S 49.096 millones a fin del año pasado, mientras que el que poseían los uruguayos afuera ascendía a U$S 38.691 millones. Con ello, la Posición Neta fue de U$S 10.405 millones, lo que equivale a 19,4% del Producto Bruto Interno (PBI). Ese valor es el máximo que se puede ver en las estadísticas (iniciadas en 2002), luego de un incremento sostenido desde 2010.

    Si bien una mayor posición deudora suele leerse como un indicador de vulnerabilidad externa de la economía, por ejemplo ante un freno o repliegue de capitales desde el exterior, es importante diferenciar de qué tipo de posición deudora se trata para dimensionar el grado de riesgo financiero. No es igual que la posición sea deudora en base a un ingreso fuerte de inversión productiva a que lo sea a partir de deudas de corto plazo o capitales especulativos “golondrina”, que tienen una alta volatilidad ante los movimientos de los mercados internacionales.

    Por otra parte, el indicador arroja cifras muy distintas de acuerdo a las realidades de los países. En España, durante la última crisis financiera mundial la posición deudora llegó a rondar el 100% del PBI, mientras que en Argentina, por el contrario, hubo recientemente un saldo acreedor a partir de los activos que los residentes colocaron en el exterior. Chile cerró 2015 con un saldo deudor comparable a 20% de su PBI.

    En el caso de Uruguay, el aumento de la posición deudora (era 10,5% del PBI en 2002) a casi el doble se debe principalmente a la incorporación de inversión extranjera directa en la economía. En particular se destacan los capitales foráneos con que se construyeron las dos plantas procesadoras de pasta de celulosa en Río Negro y en Colonia.

    En Uruguay.

    Los casi U$S 49.100 millones que los extranjeros tienen colocados en el país —92% del Producto— se componen en un 44% por las inversiones productivas que realizaron. Esos proyectos se valuaban en U$S 1.403 millones en 2002 y alcanzaron los U$S 21.604 millones el año pasado; respecto al PBI el aumento en ese período fue de 10% a 40%.

    Es importante tener en cuenta que se trata de stocks y no de flujos. El dato anterior no significa que el PBI de 2015 fuera en un 40% explicado por la inversión extranjera, sino que ese año la misma llegó a un monto que, acumulado, alcanzó una cifra que equivale a ese porcentaje del Producto.

    Otro 29% del total de activos que tienen los extranjeros en Uruguay es la inversión de cartera, que tiene como principal componente los títulos de deuda pública (como bonos y Letras del Tesoro). En 2002 esos activos representaban 17% del PBI, y durante los años siguientes oscilaron entre 20% y 30% generalmente; al cierre de 2015 dicha inversión representó 26% del Producto (unos U$S 13.996 millones).

    El restante 27% de los activos de extranjeros son categorizados como “otras” inversiones, entre las que se destacan los préstamos desde el exterior al sector público y privado (U$S 7.686 millones) y fondos foráneos depositados en el mercado local por unos U$S 4.741 millones. En total, la partida de “otra inversión” alcanzó los U$S 13.496 millones al término de 2015, lo que representa 25% del PBI. Ese rubro fue en marcado descenso en los años recientes, luego de haber superado el 90% del Producto en 2003; ello refleja, entre otras cosas, la necesidad de préstamos desde el exterior que tuvo la economía uruguaya al atravesar su última recesión.

    Afuera.

    Al término de 2015 los uruguayos tenían capitales en el exterior por unos U$S 38.691 millones —72% del PBI—, que en su mayoría (80%) eran activos de reserva del BCU, y depósitos y otras inversiones.

    Las reservas del Central pasaron de unos U$S 777 millones al cierre de 2002 a U$S 15.634 millones cuando terminó 2015; en proporción al PBI el incremento fue de 5% a cerca de 30%. En ese lapso el Estado acumuló una gran cantidad de divisas como parte de su política cambiaria y monetaria, a la vez que el crecimiento económico luego de la crisis de principios de la década pasada permitió recomponer las arcas de la autoridad monetaria.

    Los depósitos y otros activos colocados en el exterior por agentes uruguayos sumaban unos U$S 6.906 millones en 2002 y al cierre de 2015 alcanzaron los U$S 15.461 millones, aunque respecto al PBI tuvieron una baja marcada. En efecto, al inicio de la década pasada esos activos significaban entre 50% y 60% del Producto, pero luego de superada la crisis esos fondos de privados comenzaron a retornar al país y al fin del año pasado eran 29% del PBI.

    Otra parte minoritaria, cercana a 15% del total, se explica por las inversiones de cartera de los uruguayos en el exterior: U$S 5.369 millones (10% del Producto).

    La inversión directa de los uruguayos instalada afuera totalizó U$S 106 millones a fin de 2015, es decir algo menos que 0,2% del Producto.

    Tradicionalmente los agentes nacionales han tenido escasos proyectos de inversión productiva fuera del país, y en los años recientes el monto acumulado tuvo altibajos; hasta 2010, de todas formas, representó cerca de 1% del PBI.