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Si bien se dieron mejoras en los años recientes, la mitad de los trabajadores dependientes del sector privado tienen un empleo con algún rasgo de precariedad. Según las investigadoras Sylvina Porras y Sandra Rodríguez López, ello “demuestra que aún resta mucho camino por recorrer para que todos los trabajadores uruguayos puedan contar con un empleo productivo, con un ingreso digno, seguridad en el trabajo y protección social”.
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En un estudio presentado esta semana en el marco de las Jornadas Académicas de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, analizan cómo evolucionó la calidad de los puestos de trabajo ante diferentes momentos del ciclo económico en Uruguay, usando para ello el Índice de Malos Empleos (IME).
El IME, que considera cuatro dimensiones —remuneración; empleo “en negro”; trabajo por cuenta propia, servicio doméstico y pequeñas empresas (“informalidad”), y cantidad de horas trabajadas—, prácticamente no se vio alterado e incluso se deterioró levemente en los años noventa, mientras que en los 2000 “mejoró significativamente” denotando una evolución positiva de las condiciones del mercado. Los progresos se constatan también cuando se compara 2011 con 1998, año previo a la recesión y crisis de 1999-2002.
Sobre el período más reciente analizado, las autoras observan que el crecimiento económico estuvo “más concentrado en empresas de mayor tamaño, al mismo tiempo que se redujo la cantidad de ocupados por cuenta propia sin local o inversión, por lo que el problema de la informalidad se redujo”. De todos modos, al registrarse una mayor caída en las demás dimensiones relacionadas con la calidad del empleo, la informalidad —que, dicen, es el “problema más estructural de la economía uruguaya”— aumentó su incidencia.
En la caída de la contribución al IME del empleo no registrado ante la seguridad social y la dimensión salarial resulta “más claro el efecto que pueden haber tenido algunos cambios institucionales” registrados desde 2005. En efecto, Porras y Rodríguez López resaltan que la ley de mejora en formalización en el Banco de Previsión Social y la de tercerizaciones se tradujeron en una reducción de la precariedad. También la reinstauración de los Consejos de Salarios y el énfasis en el crecimiento de los sueldos más sumergidos, así como el alza del salario mínimo nacional, habrían contribuido a reducir el porcentaje de trabajadores con ingresos inferiores a la línea de pobreza, lo mismo que diversas normas con efecto sobre sectores específicos.
Agosto.
Los datos del mercado laboral de agosto, difundidos el viernes 3 por el Instituto Nacional de Estadística, sugieren que dichas mejoras continuaron. En ese mes, el 26,1% de los ocupados de todo el país presentaba algún problema de calidad del empleo, ya sea porque trabajaba menos de 40 horas semanales pese a que estaba dispuesto a tener una carga mayor (subempleo, 2,1%), por realizar su tarea “en negro” (no registro, 19,6%) o debido a que presentaba ambas situaciones (subempleo y no registro simultáneo, 4,4%). Un año atrás, en agosto de 2013, la incidencia del no registro (20,6%) y del problema combinado de subregistro y no registro (4,6%) eran algo mayores; el subempleo se mantuvo.
En agosto aumentó más la cantidad de personas que buscaron un trabajo que los puestos disponibles, por lo que el desempleo se incrementó en un punto porcentual y quedó en 6,7%.