Desde hace ya algún tiempo, politólogos y estudiosos de la situación internacional reflexionan y opinan acerca de algunos extraños movimientos llevados a cabo por líderes y naciones distantes de América Latina.
Desde hace ya algún tiempo, politólogos y estudiosos de la situación internacional reflexionan y opinan acerca de algunos extraños movimientos llevados a cabo por líderes y naciones distantes de América Latina.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLes llama la atención el relacionamiento del régimen de los ayatolas iraníes con la Venezuela de Maduro, el intenso interés de Vladímir Putin con la Nicaragua de los Ortega, y ni qué hablar con la otrora aliada Cuba de los tiempos del Kremlin de Brezhnev y de Yeltsin, aggiornada ahora a ser amiga de Vladímir y de cualquier otro que les financie la crisis permanente en la que viven desde hace décadas.
Las especulaciones de estas extrañas alianzas van desde la necesidad de poner centinelas y radares próximos al capitalismo yanqui, neutralizar los avances de la generosa China, que invierte e invierte en América latina, y no solo en esos países, hasta la de sacar rédito de sus exportaciones de bienes y servicios, aunque se trate de países pobres, con muchas dificultades para pagar sus compras en el extranjero.
He investigado a fondo este tema porque cuesta creer que el único interés o los escasos intereses que tengan estos regímenes dictatoriales y expansionistas tan lejanos sean los de sacar partido de la debilidad de estos pobres países gobernados por hombres fuertes y arbitrarios, con unas economías debilitadas por el mal manejo de la gestión gubernamental y caracterizadas por la corrupción y la arbitrariedad de sus gobernantes.
Finalmente, estoy en condiciones de echar luz sobre algunos de estos programas de cooperación entre Irán y Rusia, que no pasan solo por venderle aviones de caza ultramodernos a la Venezuela de Maduro y Diosdado Cabello (y pasarles petróleo para que fabriquen la gasolina para hacer volar a los aviones), bases para la instalación de misiles a la Cuba de Díaz Canel y todos los descendientes de la familia Castro o armamento sofisticado a la Nicaragua de Daniel Ortega y su brujita consorte para que le den duro en la nuca a cualquiera que no piense como ellos, y eso que ni ellos mismos saben cómo piensan, o si es que piensan.
Irán ha instalado en Caracas un Centro para la Convergencia del Islam y el Cristianismo en el que dos ayatolas les enseñan a los niñitos venezolanos que lo mejor del islam es el amor al prójimo y lo peor del cristianismo es el derroche de riquezas del Vaticano, manejado por curas de dudosa moral y obispos corruptos que viven en el lujo más ostentoso, mientras los pobres del mundo reciben limosnas. Los instructores llaman a los cursos que dictan “el catecismo del buen revolucionario”. En los recreos, se organizan partidos de fútbol entre los niños, en el que un equipo es el de los más avanzados en los estudios y el otro es el de los rezagados. Aunque el de los rezagados le gane los partidos al de los avanzados, el árbitro les da ganado el partido a estos últimos, realizando una charla en la que se les explica a los niños que lo importante es estudiar y no marcar goles. La charla termina con la lectura de un poema de elogio a Mahoma, al ayatola Khomeini, a Nicolás Maduro, luego de lo cual se les permite pasar al baño, en cuya pared hay colgado un retrato de Joe Biden.
En Nicaragua, recientemente Daniel Ortega inauguró una guardería de mascotas denominada El Gran Vladímir, la cual tiene una gran imagen de Putin pintada en la pared de entrada. Allí se les enseña a los niños nicaragüenses a criar perros de las razas dóberman y rottweiler, a domesticarlos y a enseñarles a atacar a los perros de otras razas. Los pequeños reciben cada uno un cachorrito de una de las dos razas que se crían y se educan en la institución y el niño debe ir aplicando las técnicas que les enseñan los instructores rusos que dirigen la guardería. Si durante la crianza de su cachorro un instructor percibe que el niño encargado de esta se distrae o juguetea distrayendo al animal de las técnicas de ataque, se retira al niño del centro y se lo envía a una institución de reeducación práctica revolucionaria. El can es subsiguientemente entregado a un nuevo niño seleccionado de la lista de espera que mantiene la guardería. Una dura prueba consiste en que, cuando ya entrenados los perros para las funciones de agresión, se realiza un sorteo y, para probar su valor, el niño que gana debe matar a su perro envenenándolo con una sustancia tóxica. Se han dado casos de niños que se rehúsan a tal crueldad y —como es de esperar— son enviados a reeducación práctica revolucionaria. Pero, si lo logran, son premiados con una semana en el palacio de los Ortega, en el que se les encarga la alimentación de los perros guardianes de la residencia presidencial, así como de la limpieza de los excrementos de dichos perros, cosa que entusiasma mucho a los ganadores, ya que, durante esa semana, comen todos los días al mediodía y de noche y duermen en una cama, junto con los perros de los que tienen que ocuparse.
Uno de los países que interesó hace algún tiempo a estos inversores inusuales es la Argentina. Al regreso de un viaje a Moscú, el presidente Fernández dijo que le había ofrecido a Rusia tener a la Argentina como puerta de entrada en América Latina. Recientemente, uno de los asesores de Putin le llevó al presidente ruso un proyecto para instalar en Buenos Aires un Centro para la Divulgación del Credo Ruso y sus Beneficios Universales. Le dijo que la Embajada rusa en Buenos Aires ya había alquilado un local dotándolo del más moderno equipamiento, consistente en computadoras rastreadoras de mensajes informáticos. Putin lo cortó en seco al pobre asesor. Le dijo que había recibido un mensaje de la embajada en la que se le informaba que habían entrado ladrones al local y lo habían desvalijado.
Así que, por ahora, desde Argentina no hay noticias de la ayuda rusa.