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Con la cosecha de los cultivos de verano finaliza la zafra 2014/2015 y vencen los contratos de arrendamiento de muchas tierras agrícolas. Con la baja de los precios en los granos —fundamentalmente la soja— los valores de las rentas caerán en el entorno del 30%, y en algunos casos se dejará esta actividad para pasar a la ganadería, indicaron a Campo fuentes empresariales.
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Respecto a las rentas agrícolas existen dos tipos de situaciones: los contratos que se vencen y los que siguen en vigencia. En el primer caso, la empresa Agronegocios del Plata (ADP) está presentando propuestas que reflejen la realidad del mercado con bajas importantes en las rentas, dijo a Campo su gerente general, José Santos.
“En general hemos tenido buena recepción y llegado a acuerdos, por lo que hemos perdido pocos campos”, dijo el ejecutivo. En tanto, en el segundo caso se respetarán los contratos, aunque también se apelará “a la buena voluntad del dueño” de la propiedad para que ajuste los precios y de esa manera se pueda seguir teniendo un margen de ganancia, explicó, y agregó que en esta caso también están teniendo “buena receptividad”, aunque los cambios en los valores son menos “agresivos”. En promedio, la baja de las rentas se sitúa entre el 25% y el 30%, indicó Santos.
El ejecutivo de la firma Indarte y Cía. Fernando Indarte, opinó de forma similar, y dijo a Campo que en las zona del litoral se propone un 30% menos de lo que se venía pagando, y campos donde la renta ascendía a 900 kilos se pagarán en el entorno de los 650 kilos por hectárea. En las zonas que están lejos del puerto o que son menos atractivas desde el punto de vista productivo, directamente no se arrendará para hacer agricultura, indicó el empresario. “Ahí se debería volver a pasturas porque así lo obliga el plan de uso de suelos, o porque no te lo arrienda nadie”, explicó. “Son campos que antes valían 500 kilos de soja, y ahora van a valer un 30% más de lo que vale un campo ganadero”, señaló. Los campos ganaderos también corregirán a la baja entre un 20% y un 30%, añadió. “Antes la presión sobre las tierras agrícolas era brutal. Entonces terminó valiendo lo que valía, que era un negocio muy riesgoso. Ahora la presión afloja, la gente no está dispuesta a tomar tantos riesgos, y eso repercute en la tierra baja, por lo que los valores bajan, como sucede en cualquier mercado”, relató Indarte. Sin embargo, aseguró que “no queda duda de que se seguirá plantando”. “Los dueños de los campos están asumiendo que la nueva realidad es esta”, resaltó, y agregó que en este contexto, a los tambos también les van “a caer los generales de la ley”. “En todos los rubros habrá cambios porque el negocio cambió radicalmente”, sintetizó el empresario.
De todas maneras, destacó que “no hay crisis”, sino que lo que existe son simplemente “cambios”. “No estamos con aftosa, ni hay un quiebre terrible climático o de mercado, pero sí todos los commodities valen menos, los costos siguen siendo muy altos. Los costos no corrigieron, y hay que empezar a actuar en consecuencia y ahora hay que hilar más fino”, indicó.
El operador inmobiliario Sebastián da Silva señaló en diálogo con Campo que existen cuatro situaciones diferentes.Los contratos vencidos a fines de la zafra caerán entre 200 y 300 kilos con relación a lo que estaban. En cuanto a los contratos vigentes, el empresario opinó que hay que “armonizar las posiciones a largo plazo” y “hacer una especie de cláusula gatillo en donde se asumen los 200 kilos menos”, un valor que queda sujeto a los variaciones del precio de la soja. Es decir que si el valor de la oleaginosa sube, el precio del arrendamiento también, precisó.
En las “zonas marginales”, en tanto, será “muy difícil” renovar los contratos para la agricultura. En estos casos “bajará el área sustancialmente, aunque es un proceso, porque esos campos no se transforman de la noche a la mañana en ganaderos”, señaló. “Requieren inversión en retransformarlos, sobre todo en pasturas, y vamos camino a eso”, añadió. “Hay que esperar dos o tres años, hasta que el campo vuelva a ser rentable, y mientras tanto dejarlo descansar, incorporarle materia orgánica y todo lo necesario”, sugirió.
“Hoy en día es impensable plantar en el noreste, y es un riesgo altísimo, donde no hay negocio. La realidad de los dueños de campos es diferente porque tienen las rentas, que no les incide”, indicó.
Por otra parte, en los campos ganaderos el ajuste “no es tan grande”, aunque puede ser que “bajen un poquito”. En el sector forestal, los cambios en los precios de arrendamiento tampoco serán significativos.
“La agricultura va a tener una etapa de meseta, donde se va a enfocar mucho más en la agronomía. Se va a ponderar mucho más la calidad del suelo, que antes no se tenía tan en cuenta. Eso implica más tecnología, dosificación de los insumos, y una serie de variables que necesariamente para ahorrar costos hay que hacer”, destacó. En los últimos años el sector agropecuario uruguayo estaba desacostumbrado a ver “números en rojo”, mientras que en esta zafra en muchos casos los balances de los negocios agrícolas serán negativos, advirtió. “Habrá que tomar alguna medida para no matar a la gallina de los huevos de oro”, añadió.
El operador inmobiliario Ángel Alfonso comentó a Campo que la situación del arrendamiento en el sector varía según el rubro. “Debemos distinguir entre arrendamientos para tambos, para cría y engorde de ganado vacuno y para agricultura”, precisó. “Como el precio de los granos ha bajado considerablemente, tanto en Chicago como en otros mercados grandes, acá sufrieron una gran baja”, apuntó Alfonso. “Ahora está a consideración cuánto se puedo pagar, y la gente está hablando de pagar en los buenos campos agrícolas en el entorno de los 600 kilos de soja”, apuntó. En ganadería, en tanto, si los campos son “muy buenos”, el precio gira entre U$S 100 y U$S 120 la hectárea, aunque la situación varía según la zona del país. Por su parte, en los tambos la estimación es un litro de leche y el valor graso de la misma, aunque los precios de arrendamiento en el rubro también decayeron.