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El 0800 2121 es una línea telefónica de la Dirección General de Represión al Tráfico Ilícito de Drogas (DGRTID), abierta las 24 horas del día para que los ciudadanos denuncien puntos de venta de droga en todo el país. Existe desde 2001, pero la Policía Nacional considera que en los últimos años finalmente alcanzó el propósito para el que fue creada. “Lo que hemos visto es un incremento de las denuncias anónimas. Estamos recibiendo denuncias en una evolución ascendente, es parte de nuestro éxito”, dijo a Búsqueda Carlos Noria, director de la DGRTID.
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Desde 2015, esa dependencia cerró un total de 2.385 bocas de droga, lo que forma parte de una estrategia del Ministerio del Interior en este período por centrarse en el combate al microtráfico de sustancias, área que anteriormente había relegado ante el tráfico internacional y el tráfico nacional mayor. Fueron 594 bocas desarticuladas en 2015, 652 en 2016, 603 en 2017, 489 en 2018 y 47 en lo que va de 2019. Aunque las cifras no necesariamente son proporcionales al número de denuncias que se hicieron en cada uno de esos años, Noria señala que el crecimiento de las llamadas facilitó el trabajo de la Policía en este período, ya que ahora tienen más información que en el pasado.
“A nosotros nos sirve porque al denunciante lo atiende alguien específicamente entrenado para recepcionar su llamado. Y aunque después esa denuncia no finalice con una orden de allanamiento y el cierre de un punto de venta, somos lo más detallado posibles para recolectar todos los datos necesarios en cada una de las llamadas”, explicó el jerarca.
La ubicación de la boca, las características de las personas, sus nombres y apodos, los automóviles y las motos que utilizan, la cantidad de compradores que acuden diariamente y el horario más activo de movimientos son algunas de las preguntas que buscan responderse con los denunciantes. En 2017 y en 2018 la DGRTID recibió 1.580 y 1.985 llamadas, respectivamente, a su servicio 0800; en enero de este año fueron 286, casi el doble que en el mismo período de los dos años anteriores (147 y 149).
Para Noria, antes “mucha gente quizás no denunciaba” las bocas de droga “por temor y desconfianza”, tanto a los narcotraficantes como a la propia Policía, pues “creían que la línea no era verdaderamente anónima” y tarde o temprano su nombre y documento iban a ser requeridos. Hoy, piensa que esa situación cambió a partir de la “eficacia, eficiencia y difusión pública” de los operativos de su unidad. “La reacción la ciudadanía la tiene cuando la boca está en su barrio, porque le genera problemas, le trastoca todo. Y cuando ve que las cosas se hacen bien”.
Atacar más fuertemente
En 2014, un documento de la Junta Nacional de Drogas advirtió sobre la instalación y la relativa facilidad para el comercio ilícito de bocas de pasta base en el país, favorecido por la menor presión policial en ciertos territorios (Búsqueda Nº 1.746). El documento, que resumió informes sobre el consumo de drogas en siete barrios de Montevideo y Canelones, criticó la posición del Ministerio del Interior en el tema, al argumentar que estaba orientada a perseguir y castigar a los grandes traficantes y por lo tanto dejaba “menos controlado el microtráfico” de esos territorios. “El efecto perverso de esta estrategia de control, a la vista de los resultados de estos diagnósticos, está dado por la proliferación de lugares de acopio y expendio que pasan a ser fuente de recursos de muchas familias, involucrando mujeres, niños y adultos mayores”, indicó la Junta Nacional de Drogas.
Al inicio de este gobierno, la cartera decidió justamente enfocarse en el microtráfico y el cierre de bocas de droga, no por el impacto que pudiera tener en la industria del narcotráfico, sino para neutralizar otros tipos de delitos (rapiñas y homicidios, sobre todo) con la disminución del tráfico y el consumo de estupefacientes. Así lo explicó en marzo de 2015 el ministro Eduardo Bonomi. “En la estrategia contra las drogas hay que atacar más fuertemente el microtráfico, en el entendido de que en su entorno se extienden mucho más las rapiñas y los problemas de violencia y convivencia”, aseguró.
Para eso, se decidió centralizar el combate en la Dirección Nacional de Tráfico Ilícito de Drogas, a cargo tanto de las grandes operaciones como del tráfico menor, dotándola de más personal y especializándola para la recolección de información. Del 2015 a hoy, en los cierres de bocas de droga se incautaron aproximadamente 400 kilos de marihuana, 133 de cocaína y 57 de pasta base.
“Se reestructuró la dirección para ser más efectivos, con más capacitación y con un entrenamiento constante”, dijo Noria, para quien el cierre de puntos de venta es muchas veces una tarea más difícil que las incautaciones de tráfico internacional, por la celeridad que se necesita y las limitaciones que impuso el nuevo Código del Proceso Penal. “Es una tarea sumamente compleja, normalmente hacemos 10 o 15 allanamientos por día para desbaratar este tipo de lugares. Y ahora quizás hay que buscar más pruebas para conseguir las órdenes de allanamiento de parte del Poder Judicial”, sostuvo. En ese sentido, fuentes del ministerio indicaron que esperan acordar con jueces y fiscales una “mayor agilidad” para obtener órdenes de allanamientos que no hagan tan compleja la tarea de la DGRTID.