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    Claudio Paolillo

    Sr. Director:

    , regenerado3

    Quiero asociarme por este intermedio al inmenso dolor de Búsqueda por la pérdida del querido amigo Claudio. Comprendo y comparto su dolor al ver partir al amigo de toda la vida, a quien conocí de niño, y al que llegué por mi amistad con su familia.

    Búsqueda perdió a uno de sus grandes directores, pero el país perdió a uno de sus grandes ciudadanos. Claudio representó lo mejor del ser uruguayo: la honradez, los valores, el compromiso con la verdad y la libertad. Compartíamos una visión muy positiva de lo que había logrado este pequeño país a lo largo de los años, en lo político como en lo social y económico. Comparábamos, y cuando lo hacíamos nos agrandábamos, cómo siempre recordada Jorge Batlle. Nos preocupaba igualmente la pérdida de valores en nuestra sociedad y la tozuda preferencia de la estabilidad frente al riesgo en el mundo desafiante en que vivimos. Esperábamos mucho del país y de su clase política, por eso es que nos dolían las politiquitas. Admiré la confianza y el respeto de los líderes políticos aun estando en tiendas ideológicamente opuestas.

    El Uruguay perdió un gran referente nacional. Los países necesitan de referentes para apoyarse en sus misiones y seguir construyendo el futuro, preservando los valores que hay que sostener. Claudio nos representó brillantemente en los medios internacionales que lo llevaron a las posiciones más altas de la burocracia periodística en defensa de la libertad de prensa.

    Quiero saludar a sus compañeros de Búsqueda en el compromiso que han dado para continuar trabajando, inspirados por su recuerdo y la defensa de sus ideas. La heroica pelea que tuvo frente a la enfermedad resuena todavía en el recuerdo de sus palabras y sus esperanzas, que desgraciadamente fueron vencidas. Quiero sumarme al dolor de su esposa y de sus hijos, y sobre todo, quiero dolerme en silencio por haber perdido un gran amigo, un permanente referente de consulta, un amigo con el cual además de las ideas, compartíamos sinceros afectos.

    Enrique V. Iglesias

    Querido director y amigo: te escribo y escribo a todos los amigos de Búsqueda con motivo de la muerte de Claudio. Una de las plumas más respetadas de nuestro país y un hombre que cumplió cabalmente con las obligaciones de ser periodista. Discrepamos muchas veces con sus opiniones, pero muchas veces más coincidimos, porque cuando se piensa en el bien del país nos encontramos por encima de partidos y matices. Mis condolencias a la familia y a todo el equipo del semanario. Un abrazo.

    Luis Alberto Lacalle

    Integrantes del semanario Búsqueda:

    Les envío mi más sentido pésame ante el reciente fallecimiento de Claudio Paolillo.

    Los acompaño en su sentimiento ante tan irreparable pérdida. Fue una gran persona; que su recuerdo permanezca y su trayectoria sea recordada. Mis condolencias a toda la familia.

    Luis Lacalle Pou

    Senador

    Mediante la presente les quiero enviar un sentido pésame ante la lamentable pérdida de vuestro compañero de trabajo Claudio Paolillo, quien se ha destacado en su labor como periodista e investigador de diferentes hechos políticos nacionales.

    Les mando un sentido abrazo.

    Prof. José Carlos Mahía

    Presidente de la Cámara de Representantes

    Los legados de Claudio. El próximo diciembre cumpliré 20 años en Búsqueda y unos 18 en la posición de editor de la sección de Economía. Podría escribir en primera persona de Claudio Paolillo —el mejor periodista de su generación que he conocido— y sobre cuánto aprendí trabajando con él, más allá de que no siempre coincidí con sus decisiones en la etapa de director o con sus opiniones como columnista. Pero siempre supe que actuaba con honestidad consigo mismo y con buenas intenciones.

    Sin embargo, no quiero aquí reseñar lo que me dejó sino lo que nos debería dejar a cada uno que escuchó o leyó su voz potente. O eso quisiera, para que su legado —o lo yo que interpreto como tal— no se desvanezca.

    A todos los periodistas la figura de Claudio nos debería dejar la enseñanza de que la profesión se tiene que asumir con compromiso, porque (aunque parece haberse banalizado en estos tiempos) la información es esencial si se cree en la democracia como sistema de organización social. También que, aunque muchas veces nos gane la rutina, la demanda por noticias-entretenimiento y el desestímulo ante una paga mediocre, el periodismo debe ser ejercido con pasión, o mejor no ejercerlo. Pero que con eso solo no alcanza: hay que escuchar, leer, preparar cada entrevista (y no simplemente “poner el chupete” para que el entrevistado diga sin nosotros siquiera prestar atención), ser rigurosos, tratar de entender de qué estamos hablando o escribiendo, pedir que nos expliquen si no entendimos (aunque parezcamos estúpidos), repreguntar sin miedo.

    Para los dueños de los medios el legado debería ser que la independencia es esencial para que exista periodismo con todas las letras; cualquier cosa distinta es servilismo a intereses económicos, políticos o particulares. No siempre es fácil, pero es un principio que tendría que ser irrenunciable y él lo entendía así.

    Quizás marcado por la mordaza que imponía la dictadura cuando se inició en el oficio, Claudio fue un defensor de la libertad de expresión y de las libertades en sentido amplio (si bien en lo económico, no se confundan, no creía en un “vale todo” sino en un mercado actuando con intervención eficiente del Estado para proteger a los más débiles), y de la democracia republicana. En eso seguramente hay un legado para todos los ciudadanos, pues son valores que merecen la pena seguir siendo reivindicados.

    Otros valores más cotidianos han ido cambiando. A Claudio le dolía verlo y algunas veces lo oí decirlo. Saludar, escuchar al otro, agradecer, ceder el asiento (a una mujer o, digo yo, a otro hombre si lo necesita más que uno) parece que perdió significado, y no solo entre los más jóvenes. En definitiva, son gestos que nos humanizan y en los que él creía.

    Los políticos, los líderes sindicales y otros referentes sociales también deberían sacar algunas lecciones. Las columnas de Claudio se reiteraron en señalar problemas evidentes —la educación es el más acuciante, porque de eso depende en gran medida que la grieta social se achique o siga creciendo— que tendrían que ser encarados dejando de lado mezquindades y colores partidarios. Su último artículo de opinión se tituló precisamente Politiquita y fue un grito, ya con la batalla por la vida casi perdida, contra los pequeños chantajes de aquellos que ansían poder por el poder mismo, no para mejorarle la vida a la gente.

    Finalmente, Claudio le deja a su familia el enorme legado de haber sido un buen padre y esposo, además del orgullo de saber que vivió intensamente y fue generoso con un país al que quiso hacer mejor.

    Ismael Grau

    Nací en diciembre de 1985, año del retorno democrático. Fue ese mismo año que Claudio Paolillo comenzó a trabajar en Búsqueda. No viví la dictadura, apenas recuerdo la TV blanco y negro y tenía casi cuatro años cuando cayó el muro de Berlín y lo estudié en libros.

    Era una liceal cuando la crisis económica del 2002 azotó al país y la viví mientras estudiaba para escritos de matemática, biología e historia artiguista. Había partes de ella que no lograba comprender del todo, leía los diarios que llegaban a casa, miraba los informativos al regresar de clase, pero presentía los huecos. Fue recién cuando leí Con los días contados de Claudio Paolillo que pude entender realmente lo que había ocurrido, todo estaba tan ordenado, tan claro.

    Tenía ocho años cuando ocurrieron los incidentes del Hospital Filtro, del que tantas veces vi y leí sobre sus marchas, reivindicaciones y opiniones encontradas.

    Fue recién cuando leí la columna de Claudio del 31 de agosto de 2017 en Búsqueda, Las marchas del Filtro, que terminé de comprender con real dimensión lo ocurrido. Más allá de sus opiniones, sentí nuevamente, como tantas otras veces había sentido, que sus textos eran un aporte para las nuevas generaciones, para los jóvenes que no habíamos podido vivir de primera mano hechos que para algunos pueden resultar tan evidentes y recientes.

    Con él se va un periodista que le dio a la juventud la oportunidad de digerir la actualidad y el vago concepto de “historia reciente” de una manera concisa. Leerlo era una oportunidad para educarnos. Pero no para convertirnos en grandes pensadores o cráneos, sino para ayudarnos a entender la sociedad en que vivimos, la gente que nos rodea y las cosas que pasan a pocas cuadras de nuestras casas con una mirada que, coincidamos o no, aportaba y mucho. Nunca se lo dije…

    Claudio no dejaba de querer aprender y con una admirable humildad asumía esta búsqueda permanente por más. Eso lo hacía especial. Así fue que tras años de docencia, y ya en su cargo de director de Búsqueda, decidió volver a las aulas como alumno. Lo conocí en 2007 como compañero de clase en la Universidad de Montevideo. Él no quería favoritismos —pese a que en ocasiones el profesor dejaba entrever que lo cohibía su presencia—, él iba a aprender y le salía natural, era uno más.

    Un día mientras esperábamos para rendir el examen oral de fin de año escuchó en silencio mientras yo conversaba con otros compañeros sentada en el piso de la Facultad de Comunicación y reprochaba sobre la falta de oportunidades de pasantías (requisito inexorable para poder completar la licenciatura) para quienes estábamos interesados en periodismo. Claudio, sentado en un banco a metro y poco de distancia, irrumpió en la charla.

    —Podés mandar currículum a Búsqueda, dijo enfático.

    —Pero Búsqueda no tiene pasantías, respondí atrevida.

    —No, no tiene. Pero vos mandame currículum a mí, respondió sin dudarlo.

    Unas semanas después recibí la llamada de su secretaria para entrar a Búsqueda como pasante.

    En nombre de todos los que fuimos unos veinteañeros estudiantes, o inexperientes jóvenes recién salidos de las aulas, a quienes nos diste una oportunidad, nos brindaste tu tiempo y confianza (que somos muchos), gracias Claudio. Me quedo con tus enseñanzas, tu permanente y generosa vocación docente, tus correcciones, tus firmes posiciones cuando hacía falta, con tus llamadas por interno para transmitirme tu apoyo, con alguna lágrima derramada sobre tu escritorio y el respaldo incondicional cuando el río estaba bien revuelto. El periodismo te va a extrañar mucho Claudio. Gracias por todo.

    Paz Sartori

    Conocí a Claudio Paolillo hace 40 años. En 1978 compartimos la redacción del desaparecido diario El Día. Su atípica curiosidad lo llevaba a trasladar una silla de un escritorio a otro para sentarse al lado de los periodistas más experimentados. Permanecía en silencio mientras observaba lo que se iba pergeñando sobre el papel. De pronto bombardeaba con preguntas que a veces no sabíamos responder. En las madrugadas, luego de cerrar la edición, se iba caminando hasta su casa de entonces en Galicia y Yaguarón. A veces lo acompañaba seducido por su conversación.

    Cuando se fue de El Día forzado por su militancia sindical, se llevó su talento a otras publicaciones. Nos reencontramos a mediados de los 80 durante las marchas por 18 de Julio protestando contra las restricciones que nos imponía la dictadura. Cuando ingresé a Búsqueda en 1991 volvimos a compartir el trabajo. Me convertí en un silente alumno. Bastaba con escuchar su palabra, áspera pero justa, sus precisiones sobre la edición de una nota, su defensa por las libertades de prensa y de expresión, su prédica contra los fascistas disfrazados de demócratas, y su combate contra los corruptos, ya fueran gobernantes, políticos, sindicalistas o periodistas, que también los hubo.

    También compartimos sentimientos por Defensor. Con el paso de los años me convertí en un escéptico sobre el deporte profesional. Él continuó con su pasión a cuestas: “soy futbolero”, se justificaba. En los últimos tiempos pese a estar gravemente enfermo fue a algunos partidos.

    En setiembre de 2016, durante su primera internación, lo visité en el Hospital Británico. Su ansiedad por regresar al trabajo era incontenible. Aún desconocía su enfermedad. Luego continuó hasta el fin, sin quejas ni lamentos, haciendo lo que mejor sabía: periodismo.

    El viernes 19 su cuerpo se fue, pero quedan las cosechas de las semillas que sembró y a las que ninguna plaga podrá destruir. Seguirá presente en cada nota, en cada columna y en cada editorial. Le duela a quien le duela.

    Raúl Ronzoni

    Dieciséis martes. A los periodistas de Búsqueda:

    En estas horas, ustedes se deben sentir como hijos adolescentes de un padre prematuramente fallecido. El vacío debe ser enorme en los corredores de la redacción, sin un Claudio Paolillo que revise sus textos, o les pida que revise los suyos, que los anime a investigar más, a corroborar y reconfirmar con otra fuente, o los “rete” por no identificar cuál es la noticia en lo que acaban de redactar.

    Nosotros, los alumnos de la primera generación de la Escuela de Periodismo de Búsqueda, les queremos decir que les tenemos envidia, sí, envidia, porque tuvieron a Claudio durante muchos años a su lado, dándoles clases particulares de periodismo y libertad de expresión. En nuestro caso fueron solo dieciséis martes.

    En esos dieciséis martes, nos fuimos con la convicción y el privilegio de haber recibido cátedra de un referente mundial en la libertad de prensa, el tratamiento de la noticia y de la buena redacción, “aquella que hace interesante lo importante”, como nos enseñó. Ustedes tuvieron años de martes y, sobre todo, miércoles, los necesarios para saber que seguirán haciendo de Búsqueda, un medio de comunicación del que Claudio estará por siempre orgulloso.

    Que el espíritu de lucha de Claudio los anime a continuar haciendo periodismo de excelencia. Con afecto, los saludan,

    Alumnos de la Escuela de

    Periodismo de Búsqueda, 2017

    Paolillo, referente periodístico uruguayo. Tengo en la pantalla de la computadora una fotografía en que varios periodistas manifiestan contra la censura que vivía Uruguay en 1984 bajo dictadura. En la imagen aparece Claudio Paolillo con un pañuelo mordaza en su boca. Sostiene una pancarta en reclamo de la libertad de prensa que ha sido pintada por mi amigo Jacinto Galloso, exdetenido político durante aquella amarga etapa (1973-1985), quien me hizo llegar la foto. Ambos trabajaban en CX 30 La Radio, que dirigiera Germán Araújo, por entonces opositor a los militares.

    Prematuramente, a su 57 años, se fue una de las figuras periodísticas que conoció en carne propia la censura de los dictadores, participó de la explosión de semanarios opositores en la transición uruguaya, fue artífice del afianzamiento de la democracia en Uruguay y de sus décadas posteriores; y desde entonces hasta su partida, protagonizó la constante que necesita todo derecho humano: defenderlo para que se cumpla a cabalidad y alertar cuando desbordes gubernamentales o judiciales quieren limitarlo. En su caso fue el derecho a la información de la ciudadanía, pues sabía que en definitiva los ataques a periodistas en realidad son ataques al derecho de información del ciudadano. Pero su defensa no la ejerció con la actitud corporativa que no acepta límite de ninguna índole.

    Paolillo pertenecía a una generación que vivió una etapa excepcional de la historia uruguaya. Sus cuarenta años de periodismo comenzaron en El Día, donde ocupó el puesto de su padre.

    En el oficio hizo una trayectoria excepcional a partir de su innegable capacidad profesional. En la última etapa tuvo arrestos para proyectar una Escuela de Periodismo.

    Gremialmente perteneció a la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU), donde integró jurados para premios periodísticos, también integró su Tribunal Arbitral e hizo valiosos aportes al Código de Ética Periodística de ese sindicato.

    En la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), tuvo actuación destacada a partir de su responsabilidad en Búsqueda: vicepresidente regional de la SIP desde 2011, integró el Comité Ejecutivo de esa organización y desde 2014 presidió la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, años en los que recorrió las Américas atendiendo diversas situaciones que ponían en juego la libertad de prensa en la región.

    Como docente de periodismo se desempeñó en diferentes universidades. Estando al frente de una carrera de Periodismo discrepó sobre aspectos básicos y renunció para mantenerse fiel a sus principios.

    Principios que le permitieron comprender los cambios ocurridos en las últimas cuatro décadas y por eso mismo analizar, cuestionar y proponer —desde sus columnas de opinión y libros de indudable trascendencia— ceñido siempre a una deontología profesional que tuvo diferentes expresiones. La cacería del caballero (2006), sobre la búsqueda del banquero uruguayo defraudador Juan Peirano, en aquel entonces prófugo y residiendo en Estados Unidos.

    Otro aporte a la historia política uruguaya del siglo XXI fue Con los días contados (2002), devenido en libro de referencia para comprender la crisis que vivió Uruguay tras el default argentino. Obra que tras la muerte del expresidente Jorge Batlle en 2016, volvió a reeditarse en sucesivas ediciones.

    En el 2000 también dio clases sobre cómo enfrentar a represores sindicales. Asumió su propia defensa ante los juzgados en juicio iniciado por el empresario Fasano, a quien acorraló con datos y argumentos que llevaron a este a retirar su supuesta denuncia.

    Fue galardonado con el Premio Morosoli en 2004, dos años después recibió el Premio Bartolomé Hidalgo al mejor libro y sumó el Premio Nacional de Literatura 2006.

    En agosto pasado se reconoció su aporte a la defensa de la libertad de prensa en todos estos años por la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa). El Premio de Honor es el máximo reconocimiento que entrega esa organización, que nuclea a unos 200 diarios, periódicos, revistas y medios digitales de Argentina. Daniel Dessein, presidente de Adepa, dijo entonces que era “una enorme satisfacción personal venir a este país a reconocer a uno de los mejores periodistas de Uruguay”. Dessein habló de la proyección “continental” del homenajeado, también de su lucha por la libertad de prensa.

    Con la partida de Paolillo pierde el país. Pierde el periodismo. Pierde la docencia del oficio. Expresión de ello fue la despedida final brindada por la sociedad uruguaya en la persona de su presidente, de expresidentes y diferentes personalidades de otros tantos planos de la vida nacional que el sábado se hicieron presente en su sepelio.

    Rescato de ese homenaje algunos conceptos dichos por Paolillo: “La tolerancia es clave para vivir y discrepar sin prohibiciones y sin violencia. Pero la tolerancia es muy difícil.

    La tolerancia significa desacuerdos y conflictos, sin que ellos lleguen a generar violencia.

    A veces, de buena fe, se nos convoca a equilibrar la libertad con la tolerancia como si fueran conceptos opuestos. Y no son opuestos: salieron del mismo árbol.

    La tolerancia es un marco judicial y político para manejar la diversidad y el desacuerdo. Significa que nosotros podemos vivir con cosas que incluso odiamos sin usar la violencia, amenazas o intimidaciones y sin prohibir o legislar contra las cosas que no nos gustan. Pero no significa que debemos permanecer en silencio sobre esas cosas. Al contrario: debemos poder criticar, ponernos en desacuerdo y decir todo lo que queramos”.

    No es este un tiempo en que Uruguay ofrezca, como otrora, numerosas personalidades en diferentes campos que enorgullezcan nuestra historia y cultura. Claudio Paolillo se fue demasiado temprano de nuestras vidas y esperanzas, cuando tenía mucho, mucho para aportar y crecer. Ojalá su legado fructifique y reverdezca en nuevos y mejores periodistas que los que compartimos su tiempo.

    Hugo Machín

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    Un ejemplo. La muerte es capaz de hacer crecer virtudes como el pasto luego de la lluvia. En tu caso, Claudio, no fue necesario. Te las habías ganado antes. Tu recuerdo lo voy a guardar para mí solo, las veces que siento que los años se montan sobre mis hombros y la evocación de tantos amigos perdidos comienza a caer sobre mí como una llovizna triste que a nadie cuento. Compartí contigo, con Danilo y con otros compañeros que han transitado por los siempre peligrosos cruces del oficio, los once mejores años profesionales de mi vida. Salíamos de degradaciones y violencias y había que hacer prodigios para navegar en esas aguas pantanosas. Todavía quedaban escollos a sortear y fantasmas escondidos detrás de las piedras. Cada cual en su trabajo, tuvimos que aprender a manejar medias palabras y a esquivar telefonazos y presiones que decían provenir de medios poderosos, aunque nunca supimos si eran ciertos. Bebimos juntos centenares de cafés y el resultado siempre era el mismo: en el periodismo había lugar únicamente para la dignidad, la noticia comprobada y la ética. Desde mi refugio, donde solamente se escucha el bramido de las olas, te hago saber que mi mejor silencio, el más grande, el más dulce y melancólico te acompañará siempre.

    César di Candia

    Estimados colegas de Búsqueda, les expresamos nuestro pesar por el fallecimiento de Claudio Paolillo. Condolencias que hacemos extensivas a todos los que componen el equipo de Búsqueda y a sus familiares.

    Semanario Brecha

    Patria y periodismo. Todos estos días estuve pensando en el “tema agro”, el tema económico, político, social, relacionado con las manifestaciones que en días próximos tendrán lugar en Durazno. Estuve investigando un poco, preguntando a técnicos, referentes, leyendo diferentes medios de prensa, buscando opiniones, o sea, haciendo esa tarea de periodista que absolutamente todos podemos hacer, por más que no seamos profesionales, “porque la tarea de periodismo la puede hacer cualquier ciudadano curioso basado en el derecho a la libertad y a saber la verdad”. Estaba pensando y repensando ¿qué escribir en Cartas al director para la próxima Búsqueda?

    Me estaba esmerando, porque cuando tuviera pronto el texto, se lo mandaría a Claudio para que me diera su devolución, haciendo abuso de esa confianza de la relación profesor-alumno que nació en la Escuela de Periodismo de Búsqueda (Sr. Director, permita la excepción de dejar la palabra “Profesor” con mayúscula, por más que Claudio corregiría severamente eso como un error ortográfico).

    Pero la noticia que no queríamos recibir jamás, llegó. De sorpresa, porque lo habíamos visto luchar con una fortaleza admirable y todo parecía que este año comenzaríamos el curso de Libertad de Prensa que él estaba planificando. Inmediatamente nos fuimos a las redes, al grupo Paolillo’s de Whatsapp, donde la primicia “que hoy dura segundos”, se confirmó.

    ¡Qué potencia que tenían las clases de Claudio! Creo que él mismo se sorprendió del éxito del último curso porque le respondimos con cariño, con admiración, con respeto de manera unánime. Él lo merecía. Sabíamos que teníamos al mejor delante y no podíamos desaprovecharlo un segundo. Su pasión por el periodismo y la docencia logró que su último curso fuera, una vez más, magistral.

    Transparencia, ética, responsabilidad, humildad, profesionalismo, inteligencia, sabiduría, conocimiento, esfuerzo, coraje. Estaba al nivel de los más grandes. Remarcaba que el periodismo libre es un símbolo de Estado de derecho, de libertad, de democracia, de respeto por los derechos humanos, por la verdad, por la justicia. Era un héroe anónimo. Perdimos un patriota, ganamos un legado.

    Hay un dicho que dice que enseñar es tocar el alma. Paolillo nos enseñó con toda su alma periodismo y todos sus alumnos y amigos debemos hacerle honor. A él, a la verdad, a la justicia, a la libertad.

    ¡Viva Claudio!

    Un alumno

    Se ausentó el periodista y docente. No se ausentaron, ni se ausentarán, su obra y sus enseñanzas. Estas —a través de sus periódicos y luminosos editoriales y sus creaciones literarias— acicatearon y fortalecieron la concepción democrática, republicana y humanista; la de quien suscribe y la de los asiduos lectores de Búsqueda. También la de quienes se ilustraron mediante Con los días contados y La cacería del caballero. Por eso, parafraseando al poeta, “A algunas personas las apreciamos y respetamos toda su vida. A otras, aún después.” Paolillo será una de estas.

    José Luis Corbo

    Fue a entrevistar a Dios. La primera vez que lo vi, fue en la vieja casona que tenía el semanario Búsqueda en la calle Uruguay y Rondeau, lugar al que visitaba con frecuencia hace poco más de 10 años porque allí tenía y todavía tengo muy buenos amigos (y docentes de este hermoso oficio que es el periodismo).

    Él venía bajando las escalinatas de mármol que estaban cubiertas por una alfombra roja, ya un poco gastada, después de una jornada de trabajo. Estaba de solemne saco y corbata, tal como vestían la mayoría de los periodistas de esa academia del rubro, que tenía en uno de los pasillos centrales encuadrada como debe ser, la Declaración de Chapultepec sobre el compromiso del periodismo libre con la sociedad. Él iba con una agenda en la mano y varios libros. Junto a él estaba su maestro y mentor, el entonces director de Búsqueda, Danilo Arbilla, quien formó generaciones de ilustres periodistas y lo sigue haciendo con sus columnas.

    Ambos salían de su trabajo en una conversación muy animada, me saludaron después de que me los presentara uno de mis amigos que integraba en ese tiempo el staff de redacción del prestigioso semanario de los jueves y nos volvimos a ver recién algún tiempo después, cuando decidió retomar su labor docente y dictó un enriquecedor curso sobre el periodismo y su rol en la era digital. Época en la que los periodistas comenzaban a preguntarse sobre la influencia de las redes sociales y ni se sabía nada de Whatsapp, la actual red social de mayor circulación entre los consumidores de todas las edades y clases sociales, pero sobre esto él dejó siempre una sola conclusión: cuanta más información circule por Internet, más necesarios serán los periodistas para respaldar la veracidad de las mismas.

    Implacable, meticuloso, analítico, abierto a escuchar, humilde, y un obstinado luchador por la libertad en su máxima expresión, así era Claudio Paolillo, un faro de luz para el periodismo nacional que acaba de fallecer a sus jóvenes 57 años de vida y con mucho para seguir enseñando con sus prédicas desde las páginas de Búsqueda, donde además de preparar cada semana un aleccionador editorial, más allá de que se compartieran o no in totum sus palabras y apreciaciones, nadie podía decir que las mismas no provocaban pensar, discutir y mirar con perspectiva la realidad del país.

    Y esa es la función del periodismo, así lo demostró durante su destacada y proficua trayectoria, en la que intentó dar lo mejor en cada número. Sé que hubo épocas en las que luego de que un día después de salida la edición de Búsqueda, se reunían los editores para evaluar los errores que podían haber tenido en ese número y organizar una mejor edición para la semana siguiente. Reuniones de las que él era uno de los impulsores para generar desde allí, esa escuela de periodismo puro y duro que se daba en esas salas de la calle Uruguay primero y de la calle Mercedes después, donde funciona el semanario hasta la actualidad, no con otro fin que el de que todos se sientan parte de ese lugar y se empoderen de su propio trabajo para ser mejores profesionales cada semana.

    Pero también era un periodista que iba al límite, en uno de sus cursos que dictaba en la Universidad Católica, planteó un caso. Nos dijo: “Si le están haciendo una entrevista al ministro de Defensa y una vez que la misma termina, ven sobre su escritorio un sobre que dice Top Secret, ¿qué harían ustedes?”. Imaginará el lector la cantidad de respuestas que provocó ese planteo. Donde todos queríamos ser verdaderos adalides de la libertad de información pero en los hechos las cosas pueden ser muy distintas, además porque ese caso planteaba mucho de principios básicos del oficio como la ética periodística, la responsabilidad profesional y el compromiso con la verdad.

    Si bien no había una respuesta específica que fuera asertiva sobre el tema, a Paolillo le gustaba mucho intercambiar experiencias, se nutría mucho de eso, quería saber qué pensaban los demás periodistas sobre un tema y escucharlos. No le importaba si trabajaban en un diario pequeño, en una radio comunitaria o en el conglomerado de medios de mayor prestigio de la capital del país. Siempre quería saber cómo mejorar, desde la acción y el conocimiento, el ejercicio del periodismo.

    Tuve el privilegio de insistirle para venir a Salto y lo logré en noviembre de 2013, cuando traído por este diario dio una charla sobre el periodismo y su futuro, en la entonces Casa de la Cultura. Allí concurrió un grupo de personas que le hicieron todo tipo de preguntas, él, que entonces hacía pocos días le habían brindado un reconocimiento en los Estados Unidos por su lucha por la libertad de expresión en todo el continente, siempre abierto y dispuesto, dejó siempre la misma respuesta, hay que defender la libertad de expresión para inundar a la sociedad de múltiples ideas, lo cual es la esencia de una democracia.

    En Búsqueda trabajan muchas personas que votan a distintos partidos políticos, tal como ocurre en el resto del país, muchos de ellos votaron al actual gobierno, pero no titubearon nunca en analizarlo, cuestionarlo y criticarlo a la hora de brindar una información o escribir una opinión sobre las propuestas del Frente Amplio o las acciones del gobierno.

    Y esa creencia en la libertad, ese respeto a la pluralidad de ideas y esa defensa del concepto de libertad de información tan arraigada en quienes allí desempeñan su labor, ha hecho que sus trabajadores hayan sido reiteradas veces los dirigentes del sindicato nacional de periodistas como es la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) y que los directivos del semanario hayan estado a la cabeza de la sociedad intercontinental de directores de diarios y revistas, como es la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

    Porque la libertad de prensa es un principio fundamental para el sustento de una sociedad democrática y debe ser para el periodista un concepto muy bien arraigado para el desempeño coherente y profesional de su labor; un medio de comunicación debe promover estos valores para sus trabajadores con el fin de que los mismos sientan realmente cuál es el cometido de su función, de lo contrario, los periodistas seguirán siendo vapuleados y manoseados por cualquier idiota que ostente poder y tenga un buen bolsillo para acallar ideas.

    Pero el legado de Claudio Paolillo nunca fue hacer culto a la personalidad, ni vedettismo del periodismo, porque eso desvirtúa el concepto mismo del periodismo, sino que siempre dejó en claro que había que establecer el concepto de que los medios de comunicación debían ser los perros guardianes de los poderes públicos, porque se deben a la sociedad y no a un gobierno de turno, o a un empresario con muchos ceros en su cuenta.

    Cuando lo afectó el “bicho”, tal como él mismo describió el cáncer que le habían descubierto, me dijo: “Le voy a ganar, quedate tranquilo que le voy a ganar” y estoy seguro de que así lo hizo, porque vivió más de lo que le habían pronosticado y porque seguirá viviendo en todos nosotros hasta el final. Ahora seguro se fue a hacerle una entrevista a Dios, con su incisividad a cuestas y su manera osada de preguntar analizando y cuestionando al entrevistado.

    Estoy seguro de que tenía muchas preguntas para hacerle, pero más aún, estoy seguro de que algún día nos reencontraremos y podrá contárnosla, algún día. Hasta siempre, maestro.

    Hugo Lemos

    Hago llegar mi más sentido pesar ante el fallecimiento de nuestro querido colega y amigo Claudio Paolillo.

    Un especial acompañamiento a colegas con quienes hemos compartido años de periodismo junto a Claudio, como Tomás Linn, Daniel Gianelli y Raúl Ronzonni. Llegue a ellos un abrazo sentido.

    Graciela Bacino

    Ex-Subrayado, Canal 10

    El Centro Militar hace llegar a ustedes y a los colegas y familiares del periodista y profesor Claudio Paolillo su más sentido pésame. Para el país, tan necesitado de una seria opinión indepediente, fundada siempre en una información veraz, su fallecimiento representa una irreparable pérdida.

    Compartimos el dolor por esta infausta circunstancia y le transmitimos a ese medio nuestro respeto, confiados en que el aporte ejemplar de Paolillo será reconocido como patrimonio fecundo de la comunicación social del Uruguay.

    Comisión Directiva del Centro Militar

    Integridad y compromiso. A Claudio Paolillo lo traté poco; lo leí mucho. Como para compartir prácticamente todas sus prosas.

    Amante republicano, demócrata, liberal, llamando las cosas por su nombre, con valentía, dignidad y altruismo.

    Hasta el mes de diciembre intercambié mails con él y contagiaba templanza, espíritu aguerrido, lejos de entregarse a su cruel enfermedad.

    Se va un gran referente, no solamente para sus colegas periodistas, sino para el país. Hacen falta Paolillos en el Uruguay. Porque tener tantos años de coherencia periodística, de decir Gregorio sin que le temblara el pulso y manifestarse siempre con respeto, es de elegidos.

    Paolillo tenía coraje; la gente tiende a asociar el mismo como una actitud guerrera que pertenece al campo de la batalla o en donde quiera que sean necesarios la resistencia, el tesón y la determinación frente a un desafío físico. Al margen de lo dicho, que es certero, el coraje se demuestra con frecuencia, porque es frecuentemente necesario en la vida diaria y hay épocas en que seguir viviendo, es en sí mismo un acto de coraje. Y vaya que Claudio vivió y lo quería seguir haciendo con coraje y así luchó hasta el final.

    Paolillo tuvo el coraje de aceptar el amor cuando se nos ofrece, la muerte cuando nos llega, soportar las cargas que la vida impone a cambio de sus dones.

    Íntegro hasta el tuétano y comprometido con su país; que su legado sea recogido y desparramado por doquier. Es el mejor testimonio para honrar su memoria.

    Ignoro si era un hombre de fe, pero está con Dios.

    Aníbal Durán

    Hoy hemos dado una de las peores noticias que se pueden dar, principalmente porque trataba de un gran compañero y amigo. Nos conocimos hace cuatro años en la asamblea de la SIP en Santiago y luego nos vimos en Montevideo, en Dueto y otros lugares. Era una persona excelente.

    Solo quería deciros, a todo el equipo de Búsqueda, que todos los compañeros de la Agencia Efe, empezando por su presidente, sentimos mucho el fallecimiento de Claudio y que os enviamos un fuerte abrazo.

    Pedro Damián Diego Pérez

    Director general de la Agencia Efe para el Cono Sur

    A los 57 años murió el periodista, profesor y consejero periodístico y académico del semanario Búsqueda, Claudio Paolillo, tras batallar contra el cáncer.

    Se inició en El Día en 1978, siguiendo los pasos de su padre, Dorbal Paolillo, se involucró en la apertura democrática en Opinar, Aquí y Convicción, trabajó en radios y fue corresponsal de agencias internacionales

    En 1985, convocado por Danilo Arbilla, se unió a Búsqueda donde desarrolló una descollante carrera, de periodista a editor general, director y, recientemente, como consejero periodístico y académico.

    Premiado y reconocido internacionalmente, Claudio Paolillo fue un amigo dispuesto y siempre presente para el periodismo y los medios escritos del Uruguay. El Heraldo lo contó entre sus amigos, y por él guardamos un respeto y profundo sentido de lealtad, formados en su apoyo desinteresado a la Organización de la Prensa del Interior (OPI).

    Su pérdida es, sin discusión, una enorme pérdida para el periodismo uruguayo. El país ha perdido un periodista sereno, consciente, comprometido e inteligente.

    Quienes lo conocimos, lo tratamos y compartimos con él las trincheras de la democracia, la libertad y el profundo sentido republicano, sentimos una pérdida aún mayor. Hemos perdido a la persona, al consejero, al líder orientador, esa luz que, en estos tiempos, tantas veces hace falta.

    Nos adherimos a esta profunda pena y desde El Heraldo extendemos los brazos en un abrazo fraterno y solidario a amigos y familiares; a todos quienes forman parte de esta cadena de reivindicación de un periodismo honesto, humano y generoso.

    Álvaro Riva Rey

    Periodista, valiente, luchador, maestro y amigo. Conocer a Claudio fue toda una aventura. Detrás de esa imagen seria y mirada profunda, descubrí no solo a un gran periodista sino a un hombre sensato, analítico y sobre todo a un extraordinario compañero de luchas.

    En 2013, cuando Argentina, Ecuador, México y Venezuela eran el centro de atención en temas de violaciones a la libertad de expresión, Claudio fue de los pocos —muy pocos— que miró también hacia Panamá y le cantó al expresidente panameño Ricardo Martinelli sus verdades. Lo comparó con Rafael Correa, diciéndole que copiaba sus recetas con Hugo Chávez, que seguía modelos chavistas; en fin, siempre, siempre apoyó nuestras batallas.

    Llegué a considerarme su amiga; juntos trabajamos en la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP, en donde me honró designándome como vicepresidenta, una oportunidad que me permitió aprender mucho de él y admirar de primera mano su coraje, tesón y su usual picardía hasta en los temas más agudos.

    Claudio fue muy querido y respetado en la redacción del diario La Prensa, en Panamá. Allí dictó varias clases de periodismo y nos puso a sudar a todos, porque al día siguiente de cada curso iniciaba revisando lo publicado. Era claro, directo y duro, pero querido y divertido… así se aprendía con el maestro Paolillo.

    A su familia, a sus compañeros de Búsqueda y a sus amigos nos deja recuerdos muy especiales que harán que siempre se mantenga presente en nuestra memoria. Buena lucha, amigo, descansa en paz.

    Lourdes de Obaldía

    Vicepresidenta de la Comisión de Libertad de

    Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa

    y exdirectora del diario panameño La Prensa

    En nombre de IBM Uruguay, lamentamos profundamente la pérdida de Claudio Paolillo, un referente del periodismo nacional y gran persona. En este difícil momento, nuestro afectuoso saludo a su familia y amigos de Búsqueda y galería.

    Magdalena Hughes

    GTS SSA Communications

    Desde la Fundación Fórum de Periodistas por las Libertades de Expresión e Información, ante la lamentable noticia del fallecimiento del apreciado periodista uruguayo Claudio Paolillo, deseamos expresar el profundo dolor que nos embarga por esta irreparable pérdida y hacer llegar a su esposa Adriana, sus hijos, familiares, amigos y colegas del semanario Búsqueda y la Sociedad Interamericana de Prensa nuestras muestras de solidaridad.

    El periodismo uruguayo e internacional tuvo en Claudio Paolillo un ejemplo de amor a la profesión y entrega permanente, dejó huellas imborrables en el camino que recorrió en esta vida, destacándose siempre por ser un profesional ejemplar, teniendo como norte la defensa de las libertades de prensa y de expresión, compromiso que desempeñó en toda la región latinoamericana.

    Claudio honró al Fórum de Periodistas con su participación en tres ocasiones como Jurado del Premio Nacional de Periodismo de Panamá y, sobre todo, con su amistad sincera, por lo que a pesar del dolor que representa su partida, deseamos que la vida y legado de Claudio Paolillo sean celebrados como un ejemplo de virtud, democracia y amistad para todos lo que tuvimos la dicha de conocerlo.

    Eduardo A. Queiros

    Presidente de la Fundación Fórum de Periodistas

    Con sorpresa y mucha tristeza me enteré de la muerte de Claudio Paolillo. Sorpresa porque no tenía la menor idea de que estuviera padeciendo una enfermedad, y tristeza, en primer lugar por tratarse de una persona muy joven; en segundo lugar por él, al truncársele una carrera periodística brillante y en tercer lugar por mí, al no poder seguir disfrutando de sus artículos. No tuve el gusto de conocerlo personalmente, pero como asiduo lector de su semanario, me sentí tan identificado con sus conceptos y sobre todo con su espíritu libertario, que es como si lo hubiera conocido de toda la vida. Realmente me deleitaba leyendo sus artículos siempre tan racionales y no embanderados con ningún partido político, sino siempre desentrañando los entretelones de la política con una objetividad difícil de igualar.

    Hace varios años que escribo cartas en Búsqueda y mientras las escribo siempre pienso: ¿Las leerá Paolillo? ¿Estará de acuerdo con los conceptos expuestos en ellas?

    Con la muerte de Paolillo no solo nuestro país pierde a un gran periodista sino que todo el continente pierde a un gran luchador por la libertad de expresión.

    Una verdadera pena.

    Ing. Quím. Rodolfo Schaich

    CI 555.942-6

    Un hombre excepcional. Como usted bien sabe, los jueves y los viernes son por lo general días tranquilos en Búsqueda, si es que dicho término puede ser usado para describir una redacción en constante ebullición.

    Durante esos días, los periodistas acostumbran investigar, hablar con fuentes o adelantar trabajo de la semana siguiente. Cada jueves por la mañana, mientras gran parte del país leía con ímpetu la primicia o entrevista en exclusividad de la semana, Claudio Paolillo se sentaba lapicera en mano y leía el semanario de tapa a tapa, escudriñándolo en busca del más mínimo desliz, ya sea una coma mal puesta, una tilde faltante o un error de tipeo. Culminada la faena, entregaba el ejemplar a los editores de cada sección para asegurarse de que esos errores no se repitieran. Errores que pasan desapercibidos para la gran mayoría de los lectores pero que él se negaba a aceptar porque creía en el periodismo de calidad, ese que da gusto leer, ese que se encuentra en peligro de extinción. Además predicaba con el ejemplo, dado que sus columnas no eran otra cosa que una lección de periodismo en unos pocos caracteres, un análisis siempre certero y sin ambages sobre una realidad que a veces se presenta muy difusa. Esas columnas, como quedó de manifiesto con su deceso, eran leídas por propios y ajenos que, aunque con objetivos disímiles (unos para conseguir argumentos nuevos, otros para ir pensando cómo defenderse de ellos) confluían cada jueves en la segunda página de Búsqueda para una lección magistral.

    Durante la Escuela de Periodismo de la que tuve el orgullo de formar parte, Claudio repitió siempre que la primicia había muerto: en un contexto adverso para la prensa, los que iban a sobrevivir no serían los de los titulares más grandes sino los de los análisis más profundos. Y vaya si Búsqueda no es exactamente eso: un halo de luz blanca con el que penetrar en la oscuridad que muchos prefieren para moverse impunemente.

    Cuando me enteré de su fallecimiento, algo que todos sabíamos que tarde o temprano iba a pasar pero que por lo menos a mí me tomó por sorpresa, vinieron inmediatamente a mi mente unas líneas que leí recientemente en la biografía de otro gran uruguayo, Eduardo Jiménez de Aréchaga. En un homenaje en la Corte Internacional de Justicia de La Haya a poco tiempo de su fallecimiento, su entonces presidente pronunció estas palabras que bien podrían haber estado dirigidas a Claudio: “No le debemos dar a la muerte la satisfacción de habernos arrancado un amigo y un colega. Yo deseo aquí celebrar la vida de un hombre que le hizo honor. Muerte, dónde está tu victoria si has tronchado la vida de un hombre excepcional”.

    Eso fue Claudio Paolillo. Un hombre excepcional. Se fue demasiado pronto. Como escribió Guillermo Draper el otro día, ya lo estamos extrañando.

    Hasta siempre, Claudio.

    Pablo Pereira Brause

    CI 4.858.205-2

    Claudio y Defensor Sporting. Conocí a Claudio hace más de 20 años, nos unió una pasión, nuestro querido Defensor Sporting; luego los años nos llevaron a compartir mucho más que el fútbol.

    En estos días, amigos y alumnos suyos escribieron sobre lo que representó como periodista y profesor. Todos los que lo conocieron, y aún los que no, saben que era un hincha fanático de Defensor Sporting, pero hay otra faceta de él que me gustaría destacar y es como delegado y directivo. En efecto, en la década del 90 fue un excelente delegado ante la AUF. Años después, con Claudio y un grupo de socios empezamos a proyectar “el club que queremos”. Es así que, en el período 2013-2014, tuve el honor de compartir la directiva junto con él, en representación de nuestro grupo. Allí logró desprenderse del hincha fanático para ser un directivo que, como en todo lo que emprendió en la vida, dejó su impronta. Recuerdo brillantes exposiciones en circunstancias que requerían posturas contundentes y luego de estas no había nada para agregar, solo suscribir todas y cada una de sus palabras.

    Las conversaciones con Claudio eran largas y, muchas veces diarias sobre fútbol, básquet (él que no era hincha de Defensor Sporting en este deporte, me adjudicaba el hecho de haberse transformado en hincha también en básquet, por lo que llegó a ir a verlo y, como no podía ser de otra forma, a sufrir y a vibrar con el equipo), el club, el país y la vida; siempre era frontal, pasional, lúcido, sincero, riguroso, leal. Tenía la sencillez de los grandes.

    Con la tristeza de su partida, me viene el recuerdo de estar juntos en la tribuna del Franzini, del Centenario o en otras canchas y, en muchas ocasiones, acompañados de nuestros hijos, nuestros Santiagos. También de lo disfrutable que era viajar al exterior o al interior para ver un partido; vivir triunfos imborrables como el de la Bombonera. Pero más allá de todo eso, valoro lo que fue compartir esos momentos en el auto, en el barco, en el avión, en el hotel, almorzando o cenando, conversando del partido al mismo tiempo que de proyectos.

    Agradezco y me siento un privilegiado por su amistad.

    El país lo va a extrañar, Defensor Sporting lo va extrañar, los amigos lo estamos extrañando.

    Que nuestros sueños, con Defensor Sporting, se hagan realidad.

    Cr. Daniel Acuña Balestra

    CI: 1.654.603-8